Partida Rol por web

El rostro de la Bestia

02.- Quaerens quem devoret

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21/04/2009, 19:56
Tomás Bosch

Los ojos de Tomás se abren como platos. Lo que está viendo no puede ser real, debe de ser resultado del cansancio y del ambiente viciado del monasterio. Pero al ver caer el cuerpo inerte del ladrón, lleno de heridas, deformado su rostro, entiende una cosa: la muerte acecha.

El pánico por lo que acaba de ver le inunda y corre dando alaridos hacia donde se encuentra Hicham ayudando al herido. Llega aterrorizado y casi sin poder articular palabra. Sólo repite:

-¡El muro! ¡El muro! ¡Estamos atrapados!

- Tiradas (1)

Tirada: 2d10
Motivo: Quitar RR
Resultados: 4, 8

Notas de juego

Perdón, perdón, perdón!!!!

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23/04/2009, 08:50
María Somontano

-¿Sí? ¡Dios Todopoderoso! Se le ve... demacrado. ¿Qué pensáis que le ha ocurrido? ¿qué... pensáis hacer...?

Mientras habla María ha empezado a moverse con lentitud hacia la puerta, como su compañero le ha indicado, despacio para no llamar la atención, y sumida en la penumbra hasta donde es posible. Pero no está segura de nada de lo que está pasando, y se le nota en su modo de moverse, de hablar.

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23/04/2009, 10:12
Gonzalo Blasco

-Quedarme con vos, mi señora, y protegeros hasta la muerte, como es mi deber.

Digo mientras no dejo de mirar a mi primo, intentando ver en él algún signo de enajenación o algo que me haga indicar que lo que está haciendo no es normal.

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23/04/2009, 19:25
Director

Notas de juego

Venga, ya que estamos, hacedme una tirada de PER (sin dificultad, según lo que saquéis os diré más o menos cosas)

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23/04/2009, 19:58
Director

Notas de juego

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23/04/2009, 20:49
María Somontano
Sólo para el director
- Tiradas (1)

Tirada: 1d100
Motivo: PER
Resultado: 84

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23/04/2009, 21:37
Abraham

Abraham que sigue con sus manos ocupadas ayudando a Hicham ve la reacción de Tomás y se queda paralizado al ver al valiente soldado correr histérico como un niño pequeño asustado. No sabe que hacer y no quiere sacrificar la vida del peregrino por miedos irracionales infundados.

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24/04/2009, 06:35
Director

Un intenso murmullo comienza a acompañar los cánticos de los monjes. Se trata de los animales del monasterio que, desde las cuadras y el corral comienzan a rebuznar, relinchar, cacarear y a golpear las paredes y el suelo. En contraposición, el gato Isaac parece ser inmune a lo que ocurre a su alrededor y vigila la escena tumbado en uno de los aleros del tejado de la hospedería.

Por otra parte, Damián sigue paralizado y no alcanza más que a emitir algunos balbuceos inconexos que mencionan a los monjes, los animales, a Sara y al Diablo.

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24/04/2009, 11:03
Gonzalo Blasco
Sólo para el director
- Tiradas (1)

Tirada: 1d100
Motivo: per
Resultado: 52

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26/04/2009, 09:37
Director

Notas de juego

Con vuestras fantásticas tiradas no podéis daros cuenta de demasiadas cosas, pero para ambos os resulta evidente que hace más calor y que un fuerte olor a azufre parece colarse por debajo de las puertas e intentar competir con el olor a cera derretida en el interior de la iglesia.

Gonzalo, que es hombre de campo, casi aseguraría además que afuera se ha puesto a llover.

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27/04/2009, 09:23
Hicham

Hicham acaba de colocarle los últimos vendajes al peregrino. Está bastante nervioso por lo que sucede a su alrededor.

-"¿Que es lo que sucede?, parece que viene el dia del juicio..."

Mientras había estado curando al hombre estaba tan concentrado en los ungüentos, vendajes y curas que solo había reparado un segundo en Damián, pero cuando acabo y miro a su alrededor se asustó un poco.

-"Amigo Abraham, llevemos a este hombre dentro de la hospedería, a su celda para que se recupere, no podemos dejarlo aquí fuera"

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27/04/2009, 15:51
Abraham

Abraham con mucho esfuerzo intenta contribuir a cargar con el herido aunque es mucha más la buena intención que su fuerza. Sigue el ejemplo de Hicham bastante más ducho en estos menesteres, aunque también parece que en mejor forma, ya que lo carga con más facilidad.

Intentando que no se le caiga y notando las punzadas de dolor en sus dorsales y abdominales, el rostro de Abraham ya es de un tono rojizo casi encarnado. Mientras, el comerciante intenta sin éxito poner su mejor sonrisa, que se ve traicionada por sus labios tiemblan de forma claramente perceptible y por las gotas de sudor que arrollan procedentes de su frente y cruzan verticalmente dibujando las curvas de su cara.

- "Tomás, buen amigo. ¿Podría ayudarnos?"

"Y cargar con su presa..." - Hubiera añadido si su recato y la falta de aliento no se lo hubieran impedido.

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27/04/2009, 19:08
María Somontano

Cuando llegan cerca de la puerta María se detiene, y mira al suelo, a su alrededor. Entre las sombras casi no puede ver, ni puede vérsela, pero a Gonzalo se le hace patente que está... husmeando.

-Cielo Santo... ¿No oléis...? Es... ¿azufre...? ¡Qué es esto! ¡Dios mío! Y se persigna, apresuradamente, y atemorizada. -No me gusta nada esto... el... azufre es el olor... del.... bueno, ya me entendéis. Y parece que viene de fuera... ¿no? Viene de fuera, sí...

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27/04/2009, 19:48
Gonzalo Blasco

-Que Dios ampare a los que están fuera... o a los que estamos dentro, pues no sé qué es peor. Pero... estad tranquila mi señora, pues si algo malo ha de pasarnos, tendrá que ser sobre mi cuerpo inerte, antes que sobre vuestra piel. Quedemonos a la espectativa... de momento.

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27/04/2009, 19:44
Tomás Bosch

Tomás se muestra consternado ante la pasividad de los peregrinos. ¿Es que no me han oído?, se pregunta durante un instante, mirando de reojo a las murallas vivientes.

¡Voto a bríos! ¿Me oís u os tapan las orejas manos invisibles? ¡La muralla está viva! ¡Se ha comido a aquel hombre que yace en el suelo! -señala frenéticamente al otro ladrón-. Yo no entro en esta casa, no sea que halle en mí un manjar también.

Y como prueba de su desconfianza hacia el edificio, le tira una piedrecita a la pared de la hospedería, mirando a ver si esta se vuelve de la naturaleza viscosa y viviente de la muralla. Después empieza a santiguarse con vehemencia, los ojos desorbitados y horrorizados. Bien se puede decir que su forma de santiguarse es un tanto peculiar, no parece acordarse de dónde queda el Padre y dónde el Hijo y dónde el otro que falta.

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30/04/2009, 08:42
Director

Notas de juego

Veo que algunos han perdido la locuacidad pasada. No importa, si no contestáis a Tomás os actualizo luego que el tiempo sigue corriendo (en vuestra contra, todo sea dicho...)

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30/04/2009, 08:53
Hicham

Hicham mira a Tomás con el ceño fruncido.

-"¿Se ha vuelto loco todo el mundo?"

Y sigue llevando al peregrino al interior de la casa.

-"¡Vamos Sr. Abraham ya casi lo hemos conseguido!"

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30/04/2009, 08:53
Abraham

Abraham que apenas tiene fuerzas para el esfuerzo que le supone tomar aire ni se molesta en intentar entender las palabras del "valiente" soldado, intenta volcar toda su frustración, ante lo que entiende que es la excusa más estúpida que ha oído en toda su vida (incluso para un niño menor de siete años), en seguir tirando del herido hacia donde le ha dicho Hicham.

Notas de juego

Vamos que sigue haciendo lo mismo (cuando nos avises lo tiramos)

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30/04/2009, 12:36
Director

Los dos conversos, mucho más preocupados por intentar salvar la vida al moribundo peregrino que por intentar entender las extrañas palabras de Tomás, prosiguen con sus intenciones de entrar en la hospedería y poner a cubierto al hombre.

Entre los dos consiguen mover, no sin esfuerzo, al herido y lo colocan sobre uno de los bancos largos del comedor. El hombre, que sigue consciente pese a la gravedad de sus heridas y a la importante pérdida de sangre, no deja de quejarse, lo que hace el trabajo aún más pesado y desagradable si cabe.

Una vez colocado el herido en el banco, Hicham vuelve a revisar sus heridas, intentando buscar la forma de conseguir frenar, al menos, la pérdida de sangre.

Y cuando parecía que las cosas se iban tranquilizando poco a poco, un nuevo grito desgarrador, esta vez de una mujer, rompe el silencio de la noche.

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30/04/2009, 20:41
Tomás Bosch

Desde fuera de la posada, Tomás espía a través de la puerta a Abraham y Hicham, esperando que efectivamente la casa cobre vida y se los coma.

El grito de la mujer le saca de sus ensoñaciones, sobresaltándole. Se gira inquieto buscando a la dueña de esa voz.