Partida Rol por web

La oscuridad te envuelve como una espesa manta que no te deja ver nada, ni siquiera tus propias manos. Nada te rodea, nada salvo un vacio impenetrable de tinieblas y negrura.

Como el resto de las veces que has tenido este sueño. Ya sabes lo que ocurre después pero aún así te sorprendes cuando una luz comienza a brillar con intensos colores de distintas tonalidades, blancos, verdes, amarillos o azules.

Has vivido el mismo sueño cientos de veces pero sigues mirando con emoción la belleza y excentricidad de la luz hasta que comienza a quemarte los ojos y te ves obligado a cerrarlos.

Sabes lo que verás cuando abras los ojos, el amplio templo de altos techos con telarañas, el suelo cubierto de gruesas capas de arena y las paredes recubiertas por una fina capa de polvo que tapan unos extraños símbolos tallados en él. Sientes el calor que desprende el río de lava que parte la estancia y el ruido que hace al desplazarse lentamente.

Abres los ojos con lentitud y no puedes evitar la sorpresa. En el suelo más próximo al viejo puente de piedra ves algo extraño, algo nuevo, que no has visto las otras ocasiones.

Ocho pequeñas palanganas de aspecto ruinoso se encuentran distribuidas por el suelo en un semicírculo alrededor del cruce. Sabes que tienes poco tiempo, apenas un par de decenas de bocanadas de aire antes de que el rugido emerja de nuevo y vuelvas a despertar.

Me dirijo hacia las palanganas. ¿Qué hacían allí? Al acercarme noto como el calor del río se intensifica dándome una sensación de bienestar. El calor combate al frío, es necesario y durante toda mi vida lo he necesitado. Las noches son frías y no es fácil sobrevivir a las duras tempestades del invierno, es imprescindible mantener el fuego vivo. Con curiosidad, miro el interior de las palangas a ver qué contienen.

Te acercas a una de las palanganas y miras en su interior. Ves un jedit joven, aguerrido, de vivos colores en su cuerpo y con una mirada salvaje. Te ves a ti mismo.

El agua de la palangana parece moverse, desplazarse inquieta. Tu reflejo parece envejecer por momentos, tus colores se oscurecen, se vuelven más maduros, tu mirada se vuelve más sabia, con más experiencia, y más sanguinaria. Pero algo te hace salir de tu error. Ves una cicatriz en el rostro que se refleja, una cicatriz que tu no posees pero que si presenta alguien que conoces. Estás viendo el reflejo de tu padre.

Antes de que puedas reaccionar el brazo de tu padre sale de la palangana y te arrastra hacia él, ahogándote en las aguas.

El recuerdo de mi padre trae consigo sensaciones encontradas. Sensaciones buenas. Sensaciones malas. No quiero seguir el camino que tomo él, quiero seguir mi propio camino, quiero escuchar lo que me dicen los árboles, las personas, los animales, las estrellas. Mi corazón late fuertemente al ver como esas aguas desde las que mi padre me observaba, me tragan sin ningún tipo de contemplación hacia su interior. Me agito nervioso ante lo desconocido. Quiero despertar pero no sé cómo hacerlo.

Notas el agua entrando en tu cuerpo, en tu garganta, en tus pulmones. Tu pecho arde clamando oxígeno y tu mente comienza a embotarse. Vas a morir ¿o solo era un sueño? ¿y si es real?

Todo se apaga, solo ves oscuridad, un fuerte color negro que te vuelve a rodear. Pero el color negro se aleja, transformado en un ave, en un halcón negro. El animal vuela hacia un cielo azul alejándose rápidamente de ti mientras lanza un poderoso chillido.

La escena vuelve a cambiar con rapidez. Te encuentras en una lujosa estancia llena de artefactos extraños, libros, armas de gran antiguedad y otros artilugios que apenas tienes tiempo de ver. En el centro de la sala, sentado ante una pequeña mesa circular, ves a un ser, a un feo gusano gigante, un Morri.

El Morri lleva una lujosa capa roja con ribetes de oro que oculta su cuerpo y en sus dedos tintinean varios anillos engarzados con brillantes perlas y piedras preciosas. El ser está centrado en sus pensamientos, mirando fascinado un objeto que descansa sobre la mesa, un segote de algún tipo de hierro oscuro, muy brillante.

Ese halcón...¿era una presa?, ¿me estaba indicando el camino?, ¿por qué aparece en mi sueño?, ¿de verdad estoy soñando?, ¿es real? Todo son dudas pero mi mente está despierta, lúcida. Eso lo tengo claro. Los sueños nos indican muchas caminos ocultos, algunos de nuestros deseos. Es increíble cómo podemos pasar de un estado a otro, cambiar de situaciones de una forma tan vertiginosa. Me muevo nerviosamente, ansioso por saber qué va a ocurrir a continuación. Puedo notar un escalofrío que recorre mi cuerpo al ver al Morri sentado frente a la mesa. Nunca he confiado en esta raza, quizás dejándome llevar por los prejuicios, quizás... Su apariencia es repugnante y me da miedo que algún día quieran despertar de su modo de vida llevados por algún arte oscura y consigan someternos a todos. Son seres extremadamente inteligentes, hallarían el modo. ¿Tendrá algo que ver el segote con todo esto?, ¿querrá decir que van a abandonar su estilo de vida sólo en busca de conocimiento, para utilizar este con fines destructivos? No sé por qué pero tengo miedo, no está siendo un sueño agradable...

La oscuridad vuelve a rodearte mientras continuas absorto en tus sentimientos. Al igual que en el resto del sueño la escena que te rodea vuelve a cambiar con rapidez.

Te encuentras en el gran puente antiguo. Notas la fría piedra bajo tus pies desnudos, la arenilla que la cubre por algunas zonas y le da una textura singular. Frente a ti solo queda oscuridad, una impenetrable barrera.

Escuchas el movimiento de un cuerpo pesado y maltrecho, el ruido de cadenas chocando contra el suelo y las paredes mientras algo hace una fuerte inhalación. Sientes en todos los poros de tu cuerpo el calor que proviene de la bocanada del ser que se oculta tras el enorme arco de piedra cubierto por una manta de penumbra.

Sabes lo que viene a continuación, el momento que más temes de estos sueños, el temible rugido de un ser de poder, ira y dolor indescriptibles.

De nuevo se acerca.Tantas veces soñé lo mismo que he perdido la cuenta. No quiero volver a encontrarme con él, quiero evitarlo. ¿Qué hacer para evadirlo de mis sueños?, ¿por qué notó como mi cuerpo empieza a calentarse, a sudar? Algo tengo que hacer, debo plantarle cara tal vez en uno de mis sueños, ser fuerte para aceptar cualquier consecuencia. Pero no puedo, no puedo...

El tremendo rugido sale de la oscuridad haciendo que las células de tu cuerpo comiencen a moverse a una velocidad inusual, dañina. Notas como tu ser se desvanece, como tu forma corporal se expande y se retrae con rapidez. Sabes lo que viene a continuación.

16 de Ken del segundo año de Coir. 3027

Despiertas del sueño soltando un grito ahogado, un cántico de miedo y furia. Casi caes del suelo desde la rama en la que habías dormido, en un árbol centenario de un pequeño bosque cercano al falso mar, el gran lago cercano a la Ciudad de Sangre.

Maldita sea...otra vez el mismo sueño. Tengo que aprender a controlarlos, no me pueden vencer.

Echo un vistazo alrededor a ver si hay algo extraño en las cercanías mientras empiezo a estirarme un poco.

Tendré que marchar hacia la ciudad. Necesito encontrarme.

Miras a tu alrededor sin ver nada raro, solo la naturaleza que te rodea.
Escuchas a varios pájaros cantar alegremente, a un pequeño ciervo beber agua en un riachuelo cercano y a una joven pantera acechando a su presa desprevenida.

El bosque continúa su ciclo de vida y muerte sin hacer caso de tu presencia.

Como cada mañana, al despertar, con mis patas acarició mi rostro después de haberlas lamido y me acicalo un poco para todo el resto del día. Al fin he salido del sueño, ese sueño que no me deja, que noche tras noche vuelvo a vivir. ¿Hasta cuándo durará? Bajo del árbol con presteza y agilidad, de un salto. He divisado una pantera. No la quiero molestar, que ella vaya hacia lo suyo, yo iré hacia lo mío. Es lo que he estado haciendo desde que me marché de la aldea. Pensar. Las ideas han ido fluyendo con alegría, sin cesar. Quizás estos sueños que estoy viviendo tienen mucho que ver con lo que busco. Busco con la mirada altiva algo que me pueda servir de desayuno, mis fauces requieren algo de alimento, algo ligero.

El ciervo alza su cabeza cuando te escucha descender del árbol, mirándote asustado durante un par de segundos. Segundos más que suficientes como para que la letal pantera salte hacia el distraido hervíboro, destrozándole el cuello y quitándole la vida.

Además del festín que se está dando la pantera tienes para comer algunas frutas redondas y naranjas de unos árboles y varios huevos de nidos situados en las ramas más altas de algunos árboles. Para saciar tu sed tienes el pequeño riachuelo en el que estaba bebiendo el ciervo.

Sé que no debo molestar a la pantera en la situación en la que está. No sería prudente interferir en su desayuno y hay que respetarla. Su forma, su esbeltez y su agilidad es algo en lo que me fijo atentamente, sangre como la de ella corre por mis venas y puedo imitar muchos de sus movimientos. Quizás más tarde aproveche la comida que ha dejado, de momento no será así. Trepo hasta uno de los nidos, y tomo de ellos algún huevo, tratando siempre de dejar al menos uno en el nido para que la madre no los eche de menos y pueda continuar con su estilo de vida. No es el desayuno que más me place, pero hay que saber aprovechar las situaciones que te ofrece cada momento. Echo un último vistazo a la pantera para ver si ha dejado algo de lado su presa mientras bebo agua del arroyo y me mojo la nuca.

Ves que la pantera se encuentra en una posición de defensa pero sus ojos no están puestos en ti. Sin perder más tiempo comienza a arrastrar a su presa por el suelo, alejándola del riachuelo hacia el interior del bosque.

Aunque muy debil te parece escuchar algo en la lejanía, ruido de ramas secas rotas, de maleza moviendose y del vuelo de las alas de los pájaros.

El ruido me alerta. Puede ser cualquier cosa, es aún lejano para poder distinguir de que se trata. Pero debe ser algo grande, el revoloteo de los pájaros puede deberse a su presencia. Me acerco al lugar de dónde proceden los ruidos, siempre con un ojo en la espalda. No me gustaría encontrarme con algún tipo de emboscada.

Ves gracias a tus poderosos sentidos a un grupo de individuos cruzando el bosque, formando una fila de entre ocho a diez seres. Aunque las sombras de los árboles y la distancia ocultan la mayoría de sus facciones ves que son bípedos cubiertos con ropas y que siguen un órden y una disciplina, marchando a ritmo fijo.

Si continuan su dirección y ritmo se cruzarán contigo en menos de un minuto.