Partida Rol por web

- No se preocupe por mí, señor Menkaph. Mi memoria funciona perfectamente - respondí con tono de desafío en mi voz. - Ha sido un placer conocerle. Sin duda deseo que su salud siga siendo tan buena como mi memoria - añadí justo antes de levantarme acompañando a Amelia.

La señora Myers muy alterada, murmura algo sobre su marido y, ya en el pasillo, se aleja de Amelia casi corriendo. Ésta ve como se mete en un compartimento.

El Dr. Saroch se reunió con sus compañeros en el compartimento de Kazimierz y vio con asombro como su fez rojo seguía en su sitio. Su mente funcionaba a toda máquina pensando en las diferentes alternativas - Caballeros, me da la impresión de que Menkhap y sus acólitos se van a intentar apoderar del fez rojo durante el trayecto. En el camarote de Kazimierz actualmente hay otro viajero que no conocemos. Les propongo cambiar a nuestro camarote y repartirnos por turnos para que siempre haya dos hombres armados custodiándolo despiertos.

Toma criticazo de suerte. XD

- Además en la caja del sombrero colocaremos este fez falso que compré antes, también de color rojo. El verdadero lo podemos esconder en una maleta para que aunque consigan robarnos el fez, se hagan con el falso -

Guardáis el fez auténtico, intentando tocarlo solo con guantes, como propone el doctor Saroch. Ahora la pregunta es... ¿Qué vais a hacer ahora? ¿Sentaros a hacer guardia alrededor del fez como dijo el doctor Polat? ¿Intentar buscar si Menkaph tiene el fez o el libro? ¿Seguir preguntando a la señora Myers? 

El joven WOYTEK había tenido una pésima noche. Eso quedaba claro por las oscuras sombras que poblaban su rostro… y también por el hecho de que había sido el último en aparecerse por el salón comedor. Una muchacha casi lo había llevado por delante en sus prisas por alejarse del lugar. Y tras esquivarla por los pelos, KAZIMIERZ a punto estuvo de toparse de narices con su compañera AMELIA.

Antes de poder reaccionar, había aparecido el Dr. SAROCH con el plan aquel de cambiar los sombreros, y de repente todo el ambiente se había vuelto muy tenso….

- Era lo más probable… - comentó por fin con aire todavía adormilado el joven noble - … después de todo, esta es la manera más rápida de volver a Estambul. Y esa era precisamente el plan de esos sujetos.

- Pero no creo que podamos hacer mucho más que estar atentos. Hay demasiados guardias. Así que cualquier agresión solo va a traernos problemas con las autoridades.

- Al menos, primero debemos estar seguros de quienes son nuestros enemigos...

¿Cómo saber si Menkaph va solo o lleva todo una horda de bashi-bozouks con él? Veamos... ¿Quién podría saber esas cosas?

Chasqueo mental de dedos. ¡Tenéis una idea!

Uno de vosotros habla con el conducteur, que está dirigiendo a los sirvientes.

- Disculpe, Henri... Ese caballero que hablaba con mi amigo el barón Hartzman... ¿Sabe de quién le hablo?

- Por supuesto, señor/doctor/señorita/profesor.- Aunque Henri es de lo más discreto, tenéis la leve impresión de que no le agrada Menkaph.

- Pues en la estación de Chalons me ha parecido verlo en el andén con un conocido mío. Un caballero de aspecto levantino. ¿Por un casual no irá en el tren?

- Oh, se refiere al señor Kapok? Sí, señor/doctor/señorita/profesor, viaja en el segundo vagón, con dos caballeros más. ¿Quiere que les ponga en contacto?

- ¿Oh? No gracias, Henri. Verá, le conocí brevemente en Constantinopla hace un tiempo y me daba apuro no recordar su nombre si me cruzaba con él. Es un amigo de un conocido, si usted me entiende. No hace falta que le moleste.

- Por supuesto, señor/doctor/señorita/profesor.

- Muy amable, Henri.

- Henri está aquí para servirle.

Que curioso resulta por un lado encontrarse con Menkaph... y más aún que él también tenga un fez... pensé mientras rumiaba en mi mente lo ocurrido desde que habíamos subido al tren.

Me dispongo a hablar con Henri, para intentar sonsacarle algo de información sobre Menkaph.

- Buenos días Henri... ¿En cuántos viajes hemos coincidido ya, viejo amigo? - digo haciendo un especial énfasis en la palabra amigo, al tiempo que hago girar una moneda entre mis dedos. - El tal Menkaph no es trigo limpio... y me temo que pueda suponer un peligro para todos los pasajeros del tren. Obviamente, no tengo pruebas sólidas para acudir a la polizei, pero hemos de tener cuidado... ¿Crees que podrías avisarme cuando su departamento este... vacío?

Polat había vuelto de los pasillos tras husmear en algún lado. Media sonrisa y, si, se mostró de acuerdo. —Dos caballeros de guardia. Pero somos impares. Veamos... —Dibujó los nombres de los integrantes del grupo en una libretita con su delicada y cara pluma.

Von Hartzman, Saroch, Polat, Woytek-Lezczynski, O'Learly.

—Comencemos por Hartzman y Saroch, un turno. Luego yo y el señor Lezczynski, luego O'Learly y, comenzando la lista de nuevo, Hartzman, Saroch y yo y de esa manera todo el rato. ¿Les parece? ¿Guardias de, quizá, cuatro horas?

La joven está demasiado ocupada con todo lo que le están contando como para reaccionar. La señora Myers también la preocupa. Algo de lo que dice Polat le resulta chocante, sin embargo.

Pero somos impares. Veamos...

-No, no lo somos...

Su tono de voz es suave y tranquilo. Como la calma que precede a una tormenta muy, pero que muy seria. Pone los ojos en blanco al escuchar el reparto de turnos.

-Si no les importa me gustaría cumplir mi cupo, pero agradezco la delicadeza.- Comenta con un claro aire de desafío.- A no ser que haya objecciones yo cumpliré el turno con el señor O´Leary, y me parecen bien los turnos de cuatro horas.- Así al menos habrá una persona capaz de disparar un arma en cada guardia. Piensa, con talante muy poco cristiano* y una sonrisita que intenta disimular. Va clavando sus ojos azules en los caballeros que tiene delante.- ¿Hay alguna objección?...

Mira al barón con un gesto de clara curiosidad en el rostro.

-¿Qué planeas hacer, entrar en su habitación cuando no esté?.- Pregunta, tuteando al hombre sin darse cuenta.- Porque sé dónde está el compartimento de la señora Myers...ya puestos a cometer intrusión en espacios privados estoy preocupada por ella.

Polat, mirándose la punta de los zapatos, se mostró ruidosamente de acuerdo, con toses, rezongos y protestas de ser por completo inocente de haber querido dejar de lado a la damisela del grupo.

—Por supuesto, por supuesto, cómo no lo había pensado si yo, ja ja ja, ni siquiera se por dónde se coge una pistola de esas, ja ja ja. Ehem.

BARÓN VON HARTZMAN.

Henri claramente se debate entre sus obligaciones como conducteur y la ayuda que le pide el barón. 

- El señor Menkaph no suele dejar su compartimento, herr freiherr, pero durante las comidas suele ir al vagón restaurante y dejar... libre su aposento. 

Durante sus guardias, también en algunos otros momentos, Polat se entretuvo en estudiar sus notas sobre el fez. Sentía que era primordial saber lo más posible aunque, por otro lado, le producía un pánico atroz. Estar con el objeto le decidió a pillar el toro por los cuernos, a pesar de los temblores.

-Yo no tengo ningún inconveniente en hacer guardia con usted, mi buena señorita -comenta dirigiéndose a Amelia.

Ni que decir tenía que el profesor parecía no haber disparado o usado un arma en toda su vida, suposición por otra parte totalmente cierta.

- Muchas gracias, Henri. Un servicio excelente... como siempre - dije estrechando la mano del empleado y dejando que cogiera la moneda que tenía en mi mano.

Me reúno con mis compañeros y analizo la información que he conseguido. 

- Tal vez podamos aprovechar la hora del almuerzo... antes de que nuestro viaje continúe por tierras austriacas.