Partida Rol por web

William intenta agarrar a Galiano del brazo cuando este pasa a su lado, pero el boxeador se zafa con facilidad.

- ¡No pongas las cosas más difíciles, chico!

Galiano es la prueba viviente de que el boxeo es el atajo a la demencia senil y otras patologías neurodegenerativas.

¿De verdad cree que escapará del tándem William Bennet - Doc Jamal?

Se equivoca.

El boxeador trata de huir derribando a William y sólo logra trastabillar. Es rápido, al fin y al cabo está en forma gracias al pugilismo. Pero ni con suerte conseguiría los registros en los 100 metros lisos del doctor J. en sus buenos tiempos.

Y el que tuvo, retuvo.

-¡Aún no hemos terminado de hablar, Tommy!-, grita el alienista antes de lanzarse a la carrera tras el boxeador. Jamal salta en plancha sobre Galiano, agarrándole de los hombros y derribándole en una caída tan espectacular como aparatosa. Por suerte, cree que no ha lastimado al infeliz. Justo en ese instante el doctor alza la mirada y sus ojos rasgados se encuentran con los de su compañera, la profesora Megan Walker, que estaba ascendiendo los peldaños de la escalinata a la primera planta de la estación.

-Profesora... Celebro verla. Tiene usted el don de la oportunidad-, dice el doctor mientras inmoviliza a Galiano en el suelo. Quién lo diría. El doctor sabe cómo hacer un placaje limpio.

-De acuerdo, muchacho. Se acabó-. Una palmadita amistosa en el hombro a Tommy. Cortesía profesional. -Resistirse va a empeorar mucho las cosas para ti-. El alienista aguarda la llegada de William y le dedica una de sus afiladas medias sonrisas. -Querido amigo, deberías dejar de fumar. El tabaco te está volviendo lento. Te concedo el honor-, dice mientras ofrece a Will las muñecas de Galiano para que le espose.

En cuanto el depredador más despiadado de las frías tierras al norte de Manhattan se abalanza sobre Galiano, la señorita Walker termina de subir las escaleras. Para entonces, ya se ha armado tanto revuelo que media estación está mirando en dirección al espectáculo.

- Yo no sé nada, maldita sea -refunfuña el boxeador mientras se revuelve-. ¡No sé de qué me hablan! ¡Ese puto Ambrose me las va a pagar! ¡Soltadme, joder! ¿Qué me va a ayudar la puta pasma? ¿Dónde estabais cuando se llevaron a mi padre, cabrones? ¡No os voy a decir ni mierda! Puta madre, ¡puta madre! -sigue revolviéndose, muy enfadado.

Tras unos minutos de trayecto, puedes oír al revisor que anuncia que el convoy se dirige en dirección a South Ferry Station, al sur de Manhattan, cerca del muelle.

- ¿Me hace el favor de enseñarme su billete, caballero? -pregunta amablemente el revisor igual que ha hecho con los demás-. Si no tiene billete, deberá pagar diez dólares y abandonar el vagón en la siguiente estación.

Jamal incorporó a Galiano una vez Will lo hubo esposado. Dejarle tumbado no iba a contribuir a relajar sus ánimos. 

El doctor empleó un tono conciliador con él, pero no escondió la crudeza de los hechos.

-Mira, Tommy, ahora mismo estás ante uno de esos momentos de tu vida en los que tu elección te marca para siempre. Tienes que calmarte, ¿de acuerdo? Intuíamos que estabas asociado con ese tal Ambrose. Nos lo dijo un hombre que te aprecia. Hablo del señor Harris, tu entrenador. Está muy preocupado por ti, Tom-. Dejó una pausa dramática para ver cómo encajaba aquello el boxeador.

-No vamos a mentirte. Has hecho una estupidez secuestrando a ese niño y estás en problemas, Tom. Pero...-. Hora de lanzar el farol, de abrir la puerta de salida. Doc J. in the house. -¿...estoy equivocado si pienso que ese Ambrose te ha... "obligado" de alguna forma?

La mención al padre de Tommy le hizo pensar que Galiano estaba siendo coaccionado. Valía la pena probar y, de paso, ganarse el favor del boxeador. O al menos, apagar en él la llama de la desconfianza.

-Vamos, hijo. Déjanos ayudarte. Tienes que hablar con nosotros. ¿Dónde está el niño?-. Jamal dejó relucir media sonrisa pacificadora y alzó un dedo admonitorio. La conclusión era clara: no podía engañarle. -Está en Shavestown, ¿no es así?

-No sé quién es tu padre. Pero seguramente no pudieron hacer nada por él. Al menos mi compañero Bennet. Necesitamos de tu ayuda Tommy. La vida de un niño está en peligro. Por favor.- Digo poniendo carita de cachorro abandonado.

- ¿Me hace el favor de enseñarme su billete, caballero? -pregunta amablemente el revisor igual que ha hecho con los demás-. Si no tiene billete, deberá pagar diez dólares y abandonar el vagón en la siguiente estación.

Me dirijo al revisor intentando hablar en un tono bajo y respetuoso para no llamar la atención. - Caballero tiene que disculparme, he llegado tan justo a la estación que he tenido que elegir entre comprar el ticket en la ventanilla o perder el tren, honestamente caballero no podía permitirme esta segunda opción, tengo que llegar a la zona sur de Manhattan sí o sí, sinceramente antes de subir he pensado que podría comprarlo en el mismo tren, entendiendo que tendría que pagar un extra al comprarlo en el tren y no en la ventanilla. 

- Hazte un favor, chico - dice William mientras esposa a Galiano y le obliga a ponerse en pie, sujetándolo con fuerza -. Sabes por qué estamos aquí. Nosotros sabemos que no estás solo en este embrollo. Dinos lo que queremos saber, y tal vez salgas de esta mejor parado de lo que deberías.

El revisor te mira seriamente de arriba a abajo y toma aire. Un hombre joven y apuesto, bien afeitado, entrajado e impoluto. Claramente, no eres un delincuente y la seguridad en tu voz lo confirma.

- Está bien -acepta el revisor-, pero tome esto. Recuerde pagar al bajarse, ¿de acuerdo? -te tiende una hoja manuscrita y, tras despedirse con un buenas tardes, se dirige al siguiente vagón.

El hombre del maletín -ahora maleta-, te mira, nervioso. Cuando vuestras miradas se cruzan, baja la cabeza. Está inquieto por bajarse y no deja de mover la pierna y morderse las uñas. Tras varias paradas, las puertas se abren de nuevo y un cartel anuncia South Ferry Station. Es la última parada y ya sólo queda una persona en el vagón además de vosotros dos. El hombre se apea, inquieto, y se dirige hacia la salida de la estación.

Al oír el nombre de Shavertown, a Tommy le cambia el rostro. Mierda, lo saben, la he cagado.

- Mi padre murió en la puta fábrica de armas de ese hijo de puta de Cornelisz -responde de muy mala manera a Walker-. Se le disparó un arma porque los controles de seguridad de la cadena de montaje eran la mierda -escupe al suelo, reafirmándose, aún apresado por el abrazo del oso de Jamal-. Ambrose no me ha obligado a nada, me dijo que había que secuestrar a su hijo y yo dije: hombre, por supuesto, faltaría más, ¡qué menos! Él me separó de mi padre, así que es lo menos que puedo hacer por su hijo.

Hace un rato que ha dejado de oponer resistencia.

> Detenedme si queréis, pero ya no hay nada que podáis hacer. ¡Ya ha visto bastante a ese mocoso, ja, ja, ja! Al ya habrá llegado al muelle con el dinero, seguramente a estas alturas ya esté poniéndose en contacto con Ambrose...

Se da cuenta de que se ha ido de la lengua y, de repente, calla. No piensa decir ni una palabra más.

Una patrulla de la policía de Nueva York sube por las escaleras, pues parece que alguien en la estación ha llamado a comisaría por el altercado. Agente, ya nos encargamos nosotros, dicen a Bennet tras ver su placa, que todavía tiene en la mano.

Jamal estaba aliviado de que los agentes tomasen el relevo y sujetasen a Galiano. El boxeador estaba tan nervioso que Jamal no descartaba que la hubiese emprendido a tortazo limpio contra William y él más temprano que tarde. Su reacción había resultado algo impulsiva para el estándar del alienista, pero afortunadamente había salido bien.

Las palabras de Galiano le hicieron entornar su mirada obsidiana, ahora cargada de desprecio hacia el joven púgil.

-La venganza es un sentimiento poderoso, Tom, pero también es traicionero y peligroso. Puede dar la falsa sensación de dar sentido a la vida, y sin embargo oculta el gran vacío que la preside. Lamento la muerte de tu padre, pero aún más que creas que tus actos están justificados. Comprendo tus sentimientos de pérdida y tu rabia hacia la familia Cornelisz, pero has puesto en peligro la vida de un niño inocente...-.

Jamal encaró al joven e hizo una pausa dramática, sus ojos clavados en él.

-¿Crees que tu padre se sentiría orgulloso de ti...?

Pregunta retórica de manual de psicología criminal. Como buen alienista, Jamal no iba a darle la respuesta. Si Tommy tenía conciencia, quizás se derrumbase y confesase todo. Y si su corazón ya era tan negro como el carbón, el doctor J. tenía claro que la última brizna de su perturbada y vengativa alma se carcomería con el vacío que dejaría la venganza tras de sí.

El doctor se giró a sus compañeros y se alisó la corbata para disimular un molesto pliegue que le había quedado tras su exhibición magistral de "Cómo placar a un sospechoso a la carrera en mitad de Grand Central Station".

-Shavertown es clave en la resolución de este caso, ya no me cabe ninguna duda. También que estamos ante una banda organizada de al menos tres hombres y que el rescate no va a suponer que el crío vuelva a ver a sus padres, a juzgar por las palabras de ese desalmado. William, ¿crees que podríamos solicitar refuerzos para hacer una redada en Shavertown?

¿Podríamos...? William lo dudaba. Weston quería que este caso pasase lo más desapercibido posible. Le preocupaba más el barro que pudiese salpicarle que el crío. Ahora mismo, si las cosas salían mal, la mierda caería sobre Will. Y era plenamente cosciente de ello.

- Hablaré con Weston en cuanto volvamos a la sede, a ver que se puede hacer - contesta el agente sin emoción en la voz, mientras observa a los policías escoltar a Galliano -. Ahora deberíamos encontrar a Kennedy: tal vez haya pillado al chico.

Lo del padre de Galiano me había dado que pensar. Cuanto odio se había procurado esa familia. El pequeño Adam estaba en un verdadero peligro.

-Yo creo que a la vez que la redada deberíamos seguir investigando las cosas extrañas que pasaban en la casa con el pequeño. Ni siquiera sabemos quienes son sus verdaderos padres. Dudo muchísimo de que el Sr. Cornelisz sea siquiera el progenitor del niño.

El rostro de Will reflejaba que pensaba que el jefe Weston iba a ser un auténtico dolor de muelas hasta la resolución del caso y que la petición de refuerzos iba a resultar cara, pero lo cierto es que el doctor J. consideraba que la recuperación del crío estaba muy próxima y el BOI podría vender a la prensa la excepcional competencia de sus agentes y de su director. La medalla para Weston debía ser golosa, más aún tras el precedente del pasado año con el niño de los Lindbergh. 

El doctor escuchó con atención a la profesora Walker.

-Sabemos quién es la madre de Adam gracias al diario de María Dabrowsky. En cuanto al padre...-. Inspiró con calma antes de expresar su parecer. -No descartaría que María Dabrowsky fuese violada por el propio Jacob Cornelisz, profesora Walker. Pero reconozco que es una hipótesis que barajo desde la lectura del mencionado diario. No tengo prueba alguna. En su opinión, ¿quién si no habría de ser el progenitor?-, inquirió entornando los ojos.

Acto seguido miró a William como si hubiese caído en la cuenta de un detalle importante.

-Hay otro asunto que querría comentar con ustedes mientras damos con Kennedy. No sé qué opinan, pero en el caso de que rescatemos al crío sano y salvo... ¿Vamos a entregarlo a los Cornelisz?-. La pregunta era delicada, porque el propio Jamal no empleó el término "padres". -Aquí falta una pieza importante del puzle... Y creo que esa pieza la tiene el tal Ambrose. Según lo dicho por Tommy, fue él el que ordenó el secuestro. La pregunta es... ¿Por qué?