Partida Rol por web

El momento dramático de Esmeralda obliga a vuestras captoras a detenerse, ambas expresando desdén y fastidio ante tal espectáculo. Turmalina se mantiene a cierta distancia, por si acaso estáis tramando algo. Calcedonia hace un gesto extraño, como si fuera a patear a la guerrera arrodillada, pero se lo piensa dos veces. Que esté atada no significa que sea inofensiva.

- ¡Deja de hacer tonterías!- chilla enfadada-. ¡Levántate ahora mismo si no quieres despedirte de tus amigas!- señala a Turmalina, que os muestra las gemas de Obsidiana y Ámbar.

Su voz se transforma en un eco cuando un pensamiento os sobreviene a todas. Podéis sentir cómo alguien se intenta comunicar con vosotras. En unos segundos, veis una escena en vuestra mente:

Piedra Lunar y Turquesa salen de detrás de la esquina y sorprenden a vuestras captoras. Esmeralda aprovecha el despiste de Calcedonia para arrojarse contra ella. Citrino encierra la mano de Turmalina en una pequeña prisión de luz. Esme se acerca a ella rápidamente y la atrapa.

Parpadeáis, pero nada de eso ha ocurrido. Sin embargo, lo habéis visto con claridad. Oís una voz en vuestra cabeza que dice:

"¡Seguid este plan!"

Tal y como habéis visto, Piedra Lunar y Turquesa aparecen en el pasillo, cortándoos el paso. Levantan las manos como si así pudieran pararos a todas.

- ¡Deja... deja a nuestras amigas!- exclama Piedra Lunar.

Parece que se concentra sobre Turmalina y cierra los puños, haciendo fuerza. Ésta está a punto de reaccionar, pero se queda congelada. Parece que intenta moverse, o decir algo, pero sólo consigue levantar lentamente la mano con la que sostiene las gemas. Aun así, le cuesta horrores moverse.

- ¡Ahora, rápido!- exclama Turquesa.

Antes de llegar a la esquina, una situación aparece en mi mente. Es tan… ¿nítida? ¿real? Por un momento me veo sobrecogida, pero trato de recuperar la compostura. Debemos ser rápidas.

- Vamos, Esmeralda… - digo con resignación.

Entonces, tal como habíamos planeado, Piedra Lunar y Turquesa nos cortan el paso. La distracción. ¡Es el momento!

No me queda mucha energía acumulada, ¡sólo tengo un intento!

Salvar a nuestras amigas, ¡ese es mi cometido!

Ante la señal de Turquesa, alzo con decisión mi mano derecha hacia Turmalina. Proyecto la luz ambarina de mi gema, dirigiéndola hacia la mano de nuestra enemiga. Trato de envolver las gemas que sostiene Turmalina con mi luz, protegiéndolas, aislándolas.

¿Qué había sido eso? Esa sensación solo la había vivido una vez, con las Gemas de Cristal. ¡Era una visión! Quizás era nuestra única oportunidad de salir vivas de esta.

-¡AAAARGG! -grité con furia.

Entonces, levantándome de sopetón y abalanzándome sobre Calcedonia, grité:

-¡DEJA A MIS AMIGAS!

Todo se desarrolla como una danza friamente calculada, al menos eso esperaba Heli. Al notar que sus hermanas salen al paso solo llega a ver como Citrino gira y concentra su poder. -Funcionó- se dice -¡bien hecho hermanitas!-.

La secuencia siguiente la había practicado cien veces mentalmente, la había pensado al mismo tiempo que tramaba el plan y esperaba que todo marchara bien. Un giro, una carrera y un ligero salto acompañado de una presa. Con el factor sorpresa sería más sencillo, pero las manos bloqueadas, aun si fuesen realmente eficaces esos lazos, no afectarían la técnica.

Apunto hacia Turmalina a toda velocidad e intento llevar ambas manos tras su cabeza, con el ligero salto final mi objetivo es que mis pies empujen su cadera. La inercia, sumada a la palanca y al poderoso empuje de mis piernas me permitirían lanzar a mi oponente hacia detrás de mí* a la par que la derribo.

Lo que ocurre a continuación no es lo que habéis visto en vuestra mente, pero es muy parecido.

El rayo de Citrino rodea las gemas de vuestras amigas. Turmalina no puede hacer nada por evitarlo porque parece bloqueada. Heliotropo se mueve como una bailarina, saltando con fuerza y precisión hacia vuestra enemiga y derribándola fácilmente gracias a su ímpetu. Esmeralda y Calcedonia son las más lentas en moverse, la primera porque tiene que levantarse del suelo y la segunda porque aún está procesando este giro de los acontecimientos. Parece que estos segundos de más vayan a desbaratar vuestro plan, pero la guerrera se abalanza con todo su cuerpo contra la diplomática, estampándola contra la pared cual bestia salvaje arrollando a su presa.

Turmalina cae a los pies de Heliotropo, y Jade y Esme se acercan a ella rápidamente. Esme se tira encima de ella para evitar que se levante, aunque todavía parece que Turmalina haya sufrido un colapso mental.

Ha sido breve pero intenso. En unos instantes, tenéis a vuestras captoras a vuestros pies. Piedra Lunar deja de concentrarse, y con ello Turmalina parece recobrar el aliento, o la consciencia, o lo que sea que haya perdido.

Turquesa se acerca a Heliotropo y le quita la cinta de las manos. Luego, procede a hacer lo mismo con Citrino y Jade. Las Esmeraldas están demasiado ocupadas aplastando a vuestras enemigas con el peso de su cuerpo.

- Por un momento he pensado que saldría mal- confiesa Turquesa-, ¡pero lo habéis conseguido! ¡Viva!

Da un par de palmadas y sonríe. Le coge la mano a Jade y os mira a todas.

- ¡Oh, vamos a atarlas!

Con las cintas que os ha quitado, se acerca a Turmalina y Calcedonia. Las rodea con la cinta, haciendo que sus brazos queden inmovilizados a la altura de la cintura. Después de esto, desata a las Esmeraldas.

- ¡Ya está!

En menos de un minuto la situación había cambiado rotundamente y ahora eran ellas las que tenían aprisionadas a sus captoras.

-Bien, creo... Creo que salió bastante bien ¿Verdad?- aun siendo una pregunta la frase tenía una importante carga de seguridad. La gema sonríe a sus hermanas -excelente trabajo- exclama antes de abrazarlas, luego de que Turquesa la libera.

Una vez Turmalina y Calcedonia están atadas Heli consulta al resto si acaso esas cintas serían útiles para dicha tarea, debido a que habían sido fabricadas por las mismísimas cautivas, sugiriendo que de esa forma quizás podrían desvanecerlas con solo desearlo. Todo esto intercalando elogios a la actuación general, con especial énfasis en Luna y Turquesa, de las que estalla de orgullo.

Cuando todo está concluido mira a Citrino y Esmeralda buscando ideas. -¿Y ahora qué?- pregunta a la par que extrae el dao de su gema, a fin de estar lista en caso de otro ataque.

Tras el giro de acontecimientos, recojo a Ámbar y a Obsidiana del suelo. Las sostengo cerca de mi pecho.

- Os tenemos… - murmuro para mí.

Respiro hondo, observando cómo mis compañeras apresan a Turmalina y a Calcedonia.

Llegado el momento, Heliotropo hace una pregunta muy apropiada, e importante.

- Hemos recuperado a Ámbar y Heliotropo, pero todavía quedan compañeras nuestras en esta estación.

Estrechando las gemas contra mi pecho, me encaro a Calcedonia y a Turmalina.

- ¿Dónde están las demás? - pregunto, en un tono firme, aunque no demasiado elevado -. ¿Ónice? ¿Alabastro?*

Calcedonia suelta una risa irritante con la intención de que, pese a vuestra evidente victoria, no os sintáis del todo triunfantes. Intenta disimular el miedo que tiene a ser vuestra presa, y os sonríe con altivez.

- Ónice... Ónice...- murmura, mirando hacia ningún lugar en concreto mientras hace memoria-. ¡Ah, claro! ¡Esa guerrera tan tosca y testaruda! Mi señora Morganita la está reeducando, evidentemente. Una gema coma esa no sirve más que para cumplir órdenes básicas. Nos servirá bien cuando esté bajo el mando de mi señora.

Vuelve a reírse de forma estridente y niega con la cabeza.

- Y ese engendro blanco... ¿Quién sabe? Probablemente ya haya sido hecha añicos por compasión. Una gema defectuosa como esa no debería existir- responde fríamente.

A su lado, Turmalina se ríe entre dientes pero no añade nada.

Los comentarios y tono de Calcedonia consiguen molestarme. La miro con el ceño fruncido, furiosa.

- Parece que no entendéis cual es vuestra posición aquí - digo, escupiendo las palabras con todo el desprecio que pudo reunir, como cuando reprendía a sus subordinadas en Planeta Natal -. Un paso en falso, una palabra fuera de tono, y terminaréis en una burbuja. Quién sabe por cuánto…

Luego miro a mis compañeras.

- Morganita. Debemos enfrentarnos a ella, cuanto antes. Esto no terminará hasta que hayamos solucionado esto.

Los Diamantes son ahora un problema secundario. Lo primero es encararnos a Morganita y… recuperar a las compañeras que nos faltan.

- Volvamos a la gran puerta que vimos antes.

-Deberíamos devolverlas a su gema. -propongo en susurro, esperando que solo mis amigas me oyeran.- No podemos arriesgarnos a que se escapen, den alarma o indicaciones de cualquiera modo.

Miré a mis compañeras, esperando una respuesta. Sabía que si me daban el visto bueno, tendría que ser yo.

Quiero decir, no es que me gustase hacer eso. Era bastante desagradable, pero si alguien lo tenía que hacer... Yo tenía más práctica.

-¿Qué decís?

Heli se acercó a Turmalina sin sacar los ojos de Calcedonia, levantó su Dao en el aire y sin mediar palabra alguna lo descargó sobre la gema indefensa. Un golpe seco y preciso, haciendo que le enemiga indefensa se deshiciera en el aire con un apagado "Puff".

Respiró tranquila mientras tomaba a la gema de Turmalina entre sus dedos y la mostraba hacia Calcedonia, a la par que las palabras surgían de sus labios se acercaba lentamente -¿Nos dices dónde se encuentra Morganita por favor? El próximo golpe quizás falle mi puntería y golpee demasiado cerca de la gema-.

Sus palabras parecían sinceras, al menos en cuanto a la pena que le daría si algo tan grave sucediese. Para cuando acabó estaba diréctamente frente a Calcedonia, con el arma en alto y su habitual sonrisa, cargada de simpatía, lo que de hecho hacía la frase previa increíblemente más perturbadora.

Nada ha podido hacer Turmalina para evitar ser evaporada, y Calcedonia emite un gemido ahogado cuando ve cómo Heliotropo atraviesa a su compañera con total naturalidad. Cuando esta se acerca a ella, la embajadora se revuelve un poco, asustada. Por su parte, vuestras compañeras exhalan con inquietud. Aunque sean enemigas, nunca es agradable ver cómo una gema estalla en una explosión de humo.

- ¡Estás loca! ¿Cómo puedes amenazarme de esta forma? ¿Me harías añicos sin pensártelo?- protesta Calcedonia con claros signos de ansiedad. La sonrisa de Heliotropo la asusta aún más-. ¡Mi señora... está en su salón! ¡Siempre está ahí! Antes era el centro de mando de la estación pero... ¡Ahora es su salón privado! Está... está justo subiendo las escaleras...

Se remueve, asustada y deseosa de liberarse, aunque no tanto como para que os alarméis y acabéis con ella.

- ¡Pero en cuanto os vea os aplastará! ¡Por vuestra culpa ha tenido que hablar con los Diamantes! ¡Nos destrozarán por ocupar la estación de Diamante Rosa!

Me fuerzo a mirar como Heli deshace la forma física de Turmalina. Debo comenzar a acostumbrarme a esto…

Luego, mi compañera amenaza a Calcedonia.

- Ya tenemos la información que necesitábamos. Estoy de acuerdo con Esmeralda. Heli, por favor, devuelve a Calcedonia a su gema. No nos podemos arriesgar - digo con tono frío y mecánico -. Luego iremos al encuentro con Morganita.

> Debemos rescatar a Ónice y a Alabastro, rápido…

Extiendo también una mano hacia Heli, como pidiéndole que me pase la gema de Turmalina. Debemos meterlas en burbujas cuanto antes.

Inusitadamente las facciones de Heliótropo se ablandan, manteniendo la misma sonrisa que portaba y soltando una suave risa escucha la descripción de la gema -¡Gracias! Tener que destruir a alguien debe ser extremadamente desagradable, lo mismo que borrar su personalidad o deseos ¿Verdad que si?- levantó su espada el arma en el aire -no te preocupes, cuando todo esto acabe podrán ir donde quieran y ningún Corte o Brillante* les hará daño-.

El dao cae veloz a la par que las palabras de Citrino llegan a la alegre gema.

-Esto no me gusta, no me gusta... Acabemos con esto cuanto antes- suelta con una voz más grave de lo habitual, una voz angustiada brota de Heli.

**Finalmente recupera la segunda gema del suelo y alcanza las dos a Citrino, encarando posteriormente las escaleras que las llevarían al enfrentamiento con Morganita.

Calcedonia se evapora con la misma facilidad tras recibir un golpe certero de Heliotropo, y Citrino encapsula a las dos gemas enemigas en burbujas para tenerlas controladas. Con un suave gesto las envía a Santuario: allí, al menos, no harán daño a nadie.

Piedra Lunar y Turquesa parecen algo impactadas por lo que acaba de ocurrir, pero rápidamente se recomponen. Citrino anima a las demás a moverse sin demora, y son las dos Esmeraldas las que encabezan la marcha, seguidas por Heliotropo y sus hermanas, Citrino y Jade en último lugar con el arco preparado, por si acaso ocurriera algo inesperado.

Todas suben las escaleras con cuidado. Se acerca un momento que parece ser inevitable. Algo muy malo está pasando, y solo ellas pueden cambiar el rumbo de las cosas. Tienen que salvar a sus amigas y detener a Morganita, sea lo que sea que esté tramando ella. Pero, ¿cuánto poder tendrá una gema como ella? Evidentemente no será tan poderosa como un Diamante, ni siquiera debería ser tan poderosa como la famosa Rosa Cuarzo o una fusión de múltiples gemas. Sin embargo, su poder es espeluznante, y quién sabe si contará con refuerzos.

O tal vez se puedan resolver las cosas de forma pacífica y evitar el peligro de que alguna gema acabe hecha añicos. No lo sabréis hasta que no os encontréis allí.

El grupo llega  ala puerta, que sigue cerrada. Ahora no hay nadie que la vigile, ya que habéis acabado con las Feldespato que se encargaban de guardarla. Así pues, tenéis vía libre.