Partida Rol por web

A medida que os convertís en luz y vuestros cuerpos se funden en uno solo, lo mismo hacen vuestras mentes. La necesidad os ha traído hasta aquí. Una guerrera fusionándose con una gema cortesana como si fuera una compañera de batalla. Las fusiones entre gemas tan distintas son extrañas. Tanto, que sentís cómo ambas os resistís bastante a acabar de uniros.

Sin embargo, las dos tenéis claro que lo habéis hecho por voluntad propia y que hay algo más importante que hacer. Vuestras ideas empiezan a mezclarse y os dais cuenta de que ya no sois vosotras.

Sois tú.

Las sensaciones os atan y os acercan como nunca habríais pensado. Citrino, al no haberse fusionado nunca, siente un torrente de emociones y percepciones confusas. La fusión entre dos gemas distintas es un tabú y se lo está saltando. ¿Por obligación? ¿Para salvarse? O quizá... La fuerza de Esmeralda, tanto física como interior, inunda la mente de la fusión. Ambas sois gemas con los objetivos claros. Podéis seguir adelante. Podéis vencer. Además, el baile ha sido más divertido y sincronizado de lo que podrías esperar la una de la otra.

Abrís los ojos y veis el mundo desde otra perspectiva.

Los engranajes comienzan a girar a gran velocidad, furiosamente hasta casi desencajarse de sus soportes.

El delicado orden se ve inundado por un torrente de energía, caótica y llameante. ¿Es orden ahora? ¿Caos? ¿O una mezcla? ¿Tiene sentido siquiera?

Es extraño, pues una nunca se había sentido tan llena de… poder.

En aquella situación una se maravilla. Busca con curiosidad el origen de aquel bienestar. Recuerda que tenía reparos, pero… Ahora es incluso divertido.

¡Diversión! Eso era algo que no acostumbraba a sentir. Y curiosidad, por descubrir qué es todo esto.

Una se pierde momentáneamente en todo lo nuevo y lo desconocido, desubicada, desorientada. Incluso su propia individualidad se difumina en aquel nuevo estado. Pero, de algún modo, está contenta.

Es como un viaje. Una aventura.

Volvía a sentir ese remolino emocional tan familiar. Con cada gema era distinto. Con Aguamarina era cálido, con Esme era familiar, pero con Citrino... Con Citrino era refrescante.

No sabía como explicarlo. Parecía como si hubiese estado viviendo en un armario de la limpieza y entonces, ¡boom! Apareciese en una sala de control donde soy yo la que manda. Orden, pulcritud, control. Nunca antes los había tenido en cuenta, pero ahora los entendía.

Notaba como la mente sistemática de Citrino analizaba la situación, como se conocían nuestras dos mentes pero a la vez coexistían. En realidad, solo eramos una. Una mente nueva que se acaba de conocer. ¿Como se podría explicar eso?

Después de tanto tiempo, ahora me sentía completa otra vez.

¡Oh! ¡Ahí esta la otra mitad! ¡Ya lo veo, somos dos en una!

¡Hola!

¿Puede una siquiera hablar? No está segura, nunca había hecho algo parecido. Pero sí que ve lo que ven las dos, y una tiene claro el objetivo por el cual han entablado esta relación. 

Derrotar a Feldespato.

La curiosidad se desvanece por unos instantes. Los engranajes no llegan a desengancharse de sus soportes. La diligente y ordenada Citrino, a pesar del torrente de energía que invade su cuerpo, decide enfocar aquella nueva fuerza en una tarea más productiva. 

¡Pongamos a prueba nuestra fuerza!

Que divertido era notar la confusión de Citrino. Era normal que aquello pasase, sobretodo en las primeras fusiones.

¡Gracias al Diamante que había reaccionado bien a todo aquello!

Pero teníamos que centrarnos en Feldespato. Quería sacar mi hacha, pero entonces pensé en qué arma combinada tendríamos las dos juntas. ¡Pero nunca había visto el arma de Citrino!

Quería mirar la gema de Citrino e intentar invocarla.

La batalla es emocionante. De un modo u otro, os remueve enteras. Además, hay algo increíble en tener más poder de lo normal. Casi parece que vayáis a un tempo superior a Feldespato, aunque ella es una fusión de tres gemas. Vuestra fluidez os hace superiores.

Aparecen emociones nuevas, incluso actitudes nuevas. No está claro de quién salen, o por qué salen, pero ya no hay una frontera que os divida.

¿Tenemos una ballesta? ¡Fantástico! 

La sensación de compartir ese poder con Esmeralda me anima. Una se siente contenta con los resultados. Los engranajes giran, el motor funciona a plena potencia.

Todo va sobre ruedas.

¡Sigamos!

Citrino no tenía un arma. ¡Pero en cambio, usamos sus poderes de luz!

Nos salió una ballesta la mar de bonita.

¡Feldespato estaba perdida, no tenía nada que hacer contra nosotras! Eramos lo más.

Está claro que la batalla es vuestra. Feldespato no es rival para vosotras, pues es claramente una fusión inferior. Las Feldespatos nunca han sido las gemas más brillantes entre las guerreras...

Es tan fácil que incluso podrías hacer algo más productivo a la vez. Este oponente es tan torpe...

El éxito lleva a la satisfacción. Y la satisfacción, en cierta medida, a la confianza. Dos gemas tan diferentes... son muy poderosas si se unen. Nuestras oponentes no tienen ninguna oportunidad, nuestra fuerza es mayor. 

Una siente diversión ante el elegante baile de batalla de Esfena. Diversión ante la evidente torpeza de Feldespato. Sí, esto es agradable.

¿Por qué no lo he hecho antes?

¡Sigamos, Esmeralda!

Me lo estaba pasando estupendamente. Esa sensación tan gratificante, el poder que fluía en nuestro cuerpo. ¡Era alucinante!

Ya habíamos ganado el combate, Feldespato había perdido hacía ya un rato.

Me sentía realizada, contenta por haber ganado. Pero a la vez, notaba la emoción de Citrino, me parecía un poco... Cruel. 

No teníamos que ensañarnos con ella. Era el momento de acabar ese combate y dejar que al menos les quedase un poco de honor a esas torpes Feldespatos.

El combate finaliza tal y como esperabais. Feldespato no ha sido rival para vosotras. La fusión ha sido claramente superior a la de ellas, tanto que ni siquiera os ha tocado. Una victoria aplastante.

Y, sin embargo, hay algo que falla. Al menos ha ido todo bien, ¿verdad?

Pero los sentimientos se entremezclan. Aparece la sombra de la duda: ¿cuál pertenece a quién? No, no es una buena pregunta. Sois algo distinto. Esfena es algo distinto. Ella siente y vive de forma distinta. Por eso es tan intenso. Por eso os habéis perdido en un mar de emociones y habéis compartido tanto de forma tan directa.

El combate ha terminado. La fusión ya no es necesaria. Y aún así... se siente una tan grande. Tan... poderosa...

Hasta el último momento la harmonía había sido casi perfecta. El objetivo común nos había unido y, aún así, hacia el final nuestros métodos han diferido. 

¿Esmeralda cree que soy cruel? 

Eso me desequilibra. Nunca había tenido tanto poder, pero... ¿es demasiado para mí?

Hemos ganado, lo hemos hecho genial.

Tanto poder había cedido en el control de Citrino. No podía culparla, yo también había disfrutado del combate. 

Pero ya había terminado, ya no hacia falta seguir unidas. Ambas necesitaríamos un descanso.

La sensación es ahora más familiar. Ya no sois la guerrera y la cortesana que se fusionan contra todo lo establecido, sino que sois dos compañeras que ya han compartido mente y cuerpo antes. Ahora sois simplemente Citrino y Esmeralda uniéndose para detener el gran peligro que se cierne sobre todas.

Pero, más importante aún, sois la unión del apoyo que os queréis brindar mutuamente. Juntas, el miedo o la incertidumbre se reducen a una mera preocupación sin valor. No solo tenéis propósito, sino una razón de ser. Una razón para seguir juntas aunque la batalla que está por venir no sea tan fácil como vuestra primera batalla juntas.

Esfena ha vuelto a escena. Su soltura y poder pueden ser lo que marque la diferencia. No tiene miedo. No teme por su seguridad, sino por la de sus amigas. Con este pensamiento, cualquier obstáculo puede salvarse.

De nuevo esa extraña sensación de formar parte de algo más grande. Lo percibo todo doble, como si alguien más y yo mirásemos lo mismo, y luego esas imágenes se combinasen en nuestra cabeza. 

Es extraño, pero agradable al mismo tiempo.

No tenemos tiempo que perder, Ónice y Alabastro dependen de nosotras.

Morganita... ¡Ella es la responsable! ¡Adelante!

¡Ónice! ¡ÓNICE! ¡ónice! ¡Ónice!

Un sentimiento terrible y oscuro despierta en mi interior. No quiero hablar, quiero salvar a nuestra amiga. Quiero... hacer daño a Morganita. 

Sumida en un mar de confianza, pierdo el control como jamás pensé que lo haría.

Citrino es la voz cantante esta vez, y Esfena actúa en consecuencia. Solo hace falta una pequeña chispa para encender la ira de la fusión, ya que está demasiado confiada en sus propias capacidades. Es evidente que su poder es superior al de Morganita, por mucho que ella pueda truncar la voluntad de otras gemas. A fin de cuentas, no es más que otra gema más. Y, ¿qué puede hacer ella ante una fusión?

No es rival para vosotras. Con otro ataque como este, podréis acabar con ella. Incluso podríais hacerlo sin la ayuda de Esme y Jade, que en verdad solo estorban al meterse en medio. Tenéis que ir con cuidado de no pisarlas pero, ¿para qué? Esta batalla es entre Morganita y Esfena.

Esfena la ha empezado, y Esfena la acabará.

Me pierdo en el poder, en la fusión. Solo quedan de mí las características que menos ayudan a detener todo aquello. Control. Obsesión. Determinación. Ansia por demostrar mi eficiencia.

Muchas partes de mí que creía haber enterrado en este planeta lleno de orgánicos, afloran de nuevo como si estuviese otra vez en Planeta Natal. 

Morganita está loca. Ella ya ha sellado su destino. Al enviar el mensaje a los Diamantes, no nos deja más elección que terminar aquello con rapidez. Así lo veo yo.

Sin preocuparme por las demás, sin percibirlas siquiera, me dispongo a lanzar el ataque final.

Mi luz de gema.