Partida Rol por web

Las arañas salieron en tromba de la habitación. Un par de ellas se subieron a sus sandalias. Más desafortunados fueron Hellas y Colibrí. Ella estaba hasta la cintura en artrópodos, y él no estaba hasta el bigote porque se había subido encima del pobre Compadre, que había desaparecido bajo la marabunta.

¡Corred, insensatos! Si tenían que matar a las arañas una a una, podían pasarse allí el resto del día, y regresar a casa hinchados como vejigas después de beber un barrilillo de cerveza. ¿Y los esclavistas? Se escaparon mientras jugábamos con unas arañitas. Qué vergüeza iban a pasar.

Un frasco se estrelló junto al marco de la puerta, y el líquido que contenía estalló en llamas. Poco más, y deja a humana, mediano y mastín cocinados muy hechos. El veneno de las araás debía de ser potente y rápido, si ya había hecho perder el juicio a Oona.

Abajo, abajo, canturreó, dando saltitos por las escaleras para sacudirse cualquier araña que, separada del grupo principal, se hubiera ido con ella. No se detuvo hasta que estuvo fuera de la casa.

Los jodidos arácnidos no daban cuartel al halfling que no podía más que impedir a manotazos que se se subieran por encima a él y a Compadre, así que hizo lo único que podía hacer, azuzó a Compadre para alejarse de las criaturas mientras sacaba un vial de aceite con la mano derecha.

—Cobardes —gruñó Eved al veros correr—. ¿Vais a dejar a Oona sola?

El soldado se abrió paso por el montón de arañas, pisoteando unas cuantas a su camino hasta llegar a Oona.

—Por aquí —le dijo a la genasí, abriendo la ventana—. La caída no es muy grande, y caeremos en blando, de todas formas. La casa está rodeada de vegetación.

Pero las arañas no fueron detrás de Oona, sino de Hellas, a la que siguieron picando y mordiendo.

La tirada para salvar el agujero es CD 8, de modo que Colibrí y Compadre salvan el agujero.

Eved mueve a R17.

El enjambre entra en la casilla de Hellas. Hellas no recibe daño gracias a la RD y por tanto no tiene que tirar por el veneno.

Al comenzar su turno en una casilla con el enjambre Hellas debe hacer una TS Fort CD 11 o quedar nauseada durante 1 asalto.

¡Vuestro turno!

(25) Zanahoria: 24/27 (Armadura de mago 2 horas 20 minutos)

(21) Compadre: 22/22

(17) Enjambre de arañas: 1 punto de daño

(15) Aranna: 23/23

(14) Oona: 14/18 (-1 Des, -1 Fue)

(10) Hellas: 13/15 (-3 Fue) (pendiente de TS Fort o nauseada)

(9) Colibrí: 19/22 (Isla de Filos)

(8) Eved: 9/23

Oona cogió el objeto de inmediato. No pensaba salir de allí, con todo lo que habían pasado, sin lo que había ido a buscar. Se trataba de una brújula, en cuanto la cogió, la aguja que señalaba hacia el norte giró hacia el este. En los pocos segundos que tenía para salir corriendo de la habitación, se dio cuenta de que esa brújula señalaba hacia Marjal Salino. No supo que pensar. Se trataba de una brújula mágica, de eso no le cabía la menor duda, pero ¿qué señalaba? ¿Peligro? ¿Otra brújula similar en Marjal? ¿Algún medio de comunicación entre contrabandistas? ¿Pertenecía a los hermanos y eso señalaba hacia el que estaba vivo. 

Justo en ese momento, Eved entró en la habitación para correr hacia la ventana. La aguja osciló de repente, señaló a Eved, luego hacia el este, y luego se quedó a medio camino, vibrando. Confundida, la genasí apretó el objeto en la mano y corrió detrás de Eved. Ya pensaría en su significado cuando tuviese más tiempo para pensar. No dijo nada cuando Eved propuso saltar por la ventana. Él siempre era de los que huía de forma espectacular, por los lugares más extraños. La última locura que hicieron fue saltar de unos acantilados a bastantes más metros de altura que ahora, los perseguía una banda de piratas y no tenían forma de escapar, a ella no le quedaban conjuros y él estaba como ahora, malherido y con una daga como única defensa. Llegaron al final de un corredor que era una ventana al mar, de modo que mientras Oona pensaba de qué manera hacer frente a sus perseguidores, Eved la agarró por la cintura y saltaron al agua. El golpe contra el agua fue brutal, pero fue él quien amortiguó gran parte por llevar a Oona protegida entre los brazos. La genasí podía respirar bajo el agua, pero él no, de modo que tuvo que arrastrarle bajo el mar hasta la playa y una vez fuera, expulsar el agua que había tragado. Con esa ya eran tres las veces que lo había salvado de morir ahogado.

De modo que cuando propuso lo de la ventana, Oona no lo pensó mucho. Se encaramó al alféizar, miró hacia abajo -no había agua, sino verdes arbustos-, y encomendándose a Valkur, saltó a los matorrales que bordeaban la casa.

Desde la puerta, vio cómo las arañas parecían engullir a Hellas. Al parecer, les gustaba más la sangre de bruja que la de genasí.

Al patio, ¡corre! la instó, gesticulando de forma harto expresiva. Con un poco de suerte, se dijo, una vez estuviese fuera, las arañas se dispersarían en todas direcciones y Hellas podría librarse de ellas.

Mientras tanto, hizo un gesto a Zanahoria para que la siguiera y ambos se apartaron de la puerta y se quedaron a un par de metros de la fachada, bajo la ventana, esperando lo inevitable, pues aunque no había oído a Eved, sabía que no les quedaban muchas alternativas a los que se habían quedado atrapados entre las arañas y la salida. En cuestión de segundos, el proyectil genasí cayó al jardín.

¡Ahora tú, Eved! gritó. No te preocupes, que te curaré si te partes la crisma otra vez.

Se acercó a la muchacha y la ayudó a ponerse en pie. ¿Estás bien? ¿No te has roto nada?

Hellas que precisamente se había quedado en la escalera esperando a que Oona apareciera y poder cubrirla, miró a Eved con cara de pocos amigos. Al final lo que consiguió fue que las arañas la siguieran a ella, pero si eso significaba que la genasí estaba a salvo, bien estaba. Entonces escuchó un golpe sordo, ¿se había tirado por la ventana? No era una caída mortal y Aranna tenía su varita, así que era algo arriesgado pero aceptable. Habían hecho cosas más raras. El problema ahora era Colibrí, que se había separado de los demás.

—Colibrí ve a la puerta norte—le dijo al mediano mientras pateaba arañas a diestro y siniestro,

Después la novata aventurera dio un largo salto para bajar las escaleras y desembarazarse del enjambre, corrió hacia la puerta de entrada y la cerró, evitando que las arañas a siguieran.

Acción de movimiento: Hellas sale de la casa y cierra la puerta, no sé si es necesario usar dos acciones de movimiento, pero me da con la TS superada.

Colibrí era un cabezota, y se resistía a retroceder ante unos artrópodos asquerosos. Azuzó a Compadre de vuelta a las cercanías del enjambre, y una vez lo sobrepasó, dejó caer el aceite en el suelo, para a continuación sacar como un relámpago su sable con la mano derecha.

Después exhaló un chorro de fuego sobre sus armas (sable y daga) y se dispuso a quemar a las arañas con las armas inflamadas, dirigiendo todo su ira ardiente contra los malditos seres.

- ¡Qué se quemen! -

Y de un par de espadazos llameantes de Colibrí, se acabó el problema de las arañas. ¿Por qué el mediano no había hecho eso desde el principio? Nadie lo sabía y mucho menos entendía, salvo él. O quizá él tampoco, quien sabe. El caso es que el enjambre de arañas peludas se dispersó y Colibrí volvió, una vez más, a emerger victorioso de allí donde los demás habíais fracasado. Era vuestro mesías y salvador, y debíais arrojaros a sus peludos pies, agradecidas.

Los enjambres son inmunes a los críticos. Aun así, el daño por fuego es suficiente para dispersarlo.

Zanahoria: 24/27 (Armadura de mago 2 horas 20 minutos)

Compadre: 22/22

Aranna: 23/23

Oona: 14/18 (-1 Des, -1 Fue)

Hellas: 13/15 (-3 Fue)

Colibrí: 19/22 (Isla de Filos)

Eved: 9/23

Ajeno a la heroicidad de Colibrí, Eved se tiró por la ventana detrás de Oona. Cayó en el suelo con tal gracilidad y elegancia que a Aranna le recordó el salto de un delfín arrancando destellos de plata en el océano.

—No hará falta —le dijo a la druida y sonrió a la genasí—. Ya hemos hecho esto antes, ¿verdad Oona?

Y entonces hizo su aparición Hellas, cerrando la puerta tras de sí para dejar encerrados a Colibrí y Compadre con unas diez mil arañas. Música fúnebre sonó en el corazón de Aranna.

¿Saltar por la ventana huyendo de un montón de arañas? no pudo evitar preguntar a Eved el saltimbanqui.

Oona aterrizó entre los arbustos como un saco de patatas lanzado desde lo alto del granero. No se hizo daño, pero tampoco fue la caída más elegante, porque Eved cayó de pie a pesar de sus heridas. Eso le dolió en el orgullo más que ser aguijoneada por las arañas. Además, Aranna llegó para preguntarle si estaba bien. La genasí se levantó para sacudirse la tierra y las ramitas que se le quedaron en la ropa. Se apartó unas hojas del pelo.

Y Eved le sonrió cómo él solía hacerlo y a ella le entró furia homicida al mismo tiempo que recordaba los buenos tiempos en los que la aventura y el amor iban de la mano.

-Es verdad, no es la primera vez que lo hacemos.

Saltar tampoco, pensó, sonriendo mentalmente por una de las tantas bromas que solían hacerse. Enseguida volvió su atención a Aranna.

-Sí, estoy bien. ¿Los demás? ¿Han salido?

Abrio la mano para ver el objeto que había sacado de la casa. Se trataba de una brújula, la aguja apuntaba directamente a Eved. Y luego se movía hacia Marjal. Oona la sacudió un poco y la inspeccionó más a fondo. Encontró un grabado en un lado.

«Una flecha de Sune, vi mi pecho atravesar, y ya nada me consuela, como mi marino audaz».

Respiró un par de veces mientras el fuego volvía a crearse en su interior, tras lo cual Colibrí enfundó su sable y echó una mirada funesta a las pocas arañas que se dispersaban, y las que quedaban chamuscadas en el suelo.

Por último se dirigió con Compadre a la puerta, la cual abrió con cuidado. Observó a la comparsa de fuera y acabó su barrido en Eved.

- Aquí no abandona a nadie, muchacho. Sólo necesitaba algo de tiempo para "calentar".

Las arañas están quemadas en su mayoría, he usado aceite, podéis volver. Espero que esa baratija merezca la pena, Oona. -

Las chicas sabían que en el linaje de Colibrí había algún tipo de reptil escupe-fuego, posiblemente un dragón. El pequeño mediano era capaz de crear algunos efectos ígneos, los cuales sin duda había usado con la arañas.

Eved era del tipo de gilipollas que más odiaba Hellas. De aquellos a los que todo les salía bien porque el destino hacia todo lo posible porque así fuera. Un día se tiraban de una ventana sin consecuencias, otro día soltaba cuatro gilipolleces y nadie lo ponía en su sitio, y al final generaban en torno a ellos un aura de autosuficiente que a la joven le daban ganas de destruir a patadas.

—Maldita sea Colibrí, la próxima vez que vayas a hacer algo así, avísanos—dijo Hellas poniendo los ojos en blanco—. Si seguimos yendo como pollo sin cabeza de un lado a otro sin hablar entre nosotros, Sambalet se acabará haciendo esa bufanda.

—Exacto —le respondió a Aranna, con una sonrisa fingida—. Pero por mucho que creas que has escapado de los malos bichos, siempre acaban apareciendo más.

Ustedes dirán.

Cuando todos estuvieron reunidos, Oona mostró el objeto a los demás. Se trataba de una brújula, pero la aguja no estaba señalando al norte, sino al este, hacia Marjal, aunque de vez en cuando tironeaba en otra dirección, como si no estuviese segura.

-Es mágica, pero no sé lo que hace exactamente -aunque lo sospecho-. Tiene una inscripción sobre Sune.

«Una flecha de Sune, vi mi pecho atravesar, y ya nada me consuela, como mi marino audaz».

 -No me dice nada, pensé que era de los piratas, pero a lo mejor es de los hermanos. Si encontramos al chico, se la podemos devolver. Creo que es momento de explorar la trampilla y comprobar si se han ido o si han dejado algo atrás.

No mientas, Colibrí, te las has comido cuando no mirábamos, bromeó. Los medianos tenían fama de poder comer cualquier cosa. Que se lo dijeran a la camarera de esa mañana que tanto le había gustado a Colibrí.

Miró la brújula en la mano de Oona con gesto hastiado. Habían estado a punto de ser devorados por arañas para recuperar ese trasto inútil. Al menos, la experiencia les había servido de escarmiento, y Oona al menos estaba ya dispuesta a bajar a terminar lo que habían venido a hacer a la casa.

¿La trampilla o las escaleras de la cocina?

- ¡Pues claro! ¿Para qué te crees que necesitaba el aceite? - Colibrí le sacó la lengua a Aranna (cuyo nombre se parecía a "araña", curiosamente) con un guiño malicioso y centró su atención en la brújula que les mostraba Oona y su oscilante movimiento. Marjal Salino y otra dirección, y así sin parar. - Por mí, acabemos de explorar la parte de arriba. Quedan tres puertas y podemos encontrar alguna pista como esta... - Colibrí se quedó mirando la brújula.

- Ummm, así que el símbolo de Sune, ¿eh? Déjamela un momentito, Oona por favor. - El chupado halfling puso la bagatela en la palma de una de su manos y dijo dos nombres en voz alta con un espacio de algunos segundos entre ellos, por comprobar si había alguna reacción, si bien tuvo el acierto de decir el masculino cuando la aguja apuntaba a Marjal Salino, y a la inversa con el femenino. - Prunell Goldblade. - Pausa. - Helvenya Goldblade. -

De ser acertada la teoría de Colibrí, al menos podrían apuntar la dirección donde se encontraba el hermano perdido, lo cual sería útil de seguir éste vivo, ya que la dirección donde estaba la pobre Helvenya era tristemente conocida para todos.

Hellas se cruzó de brazos. Ya tendrían luego tiempo para examinar la brújula, iniciando eso que algunos aventureros llaman "misión secundaria". De momento tenían asuntos más apremiantes.

—¿De verdad pretendes seguir con una exploración sin sentido en la que sólo vamos, en el mejor de los casos, a gastar recursos? ¿No has tenido suficiente con esas arañas? No y no—negó vehementemente con la cabeza—. Vamos a por los piratas ahora.

Después miró a Aranna.

—Por la cocina, no pienso entrar en el cuarto de los monos chillones de nuevo.

Cuando Ember cogió la brújula, la aguja dejó de oscilar como ocurría con Oona y apuntó, sin duda alguna, hacia el este, en dirección a Marjal Salino. Pronunciar los nombres de los dos hermanos no produjo ningún efecto visible.