Oona no estaba para bromas, hizo cado omiso de Aranna mientras pensaba hacia dónde ir. Si Gary hubiese estado aquí, se habría reído tanto o más que Hellas. Pero la genasí no estaba de humor para nada.
-Si vamos en dirección al mar, saldremos al mar. Y no nos interesa salir al mar. Nos interes saber qué hay al otro lado, porque puede que el resto de la guarida de piratas esté llena de ellos o de las pruebas que hemos venido a buscar. Así que por el otro lado.
Dado que le habíais negado sus propias ropas, Eved rebuscó entre las ropas de los barracones en busca de algo no demasiado sucio y se lo puso. Cuando vio como Aranna enseñaba las tetas -otra vez-, para ponerse el guardapolvo de Sambalet puso los ojos en blanco.
—¡Oh por el amor de Valkur, que las tengo muy vistas! Recuerdo cuando fui a cenar a vuestra casa y te pusiste dos estrellas de mar en los pezones y luego no había forma de quitártelas. Espero que, al menos, aprendieras la lección aquel día.
Colibrí mira a Oona como si le hubieran salido alas, para luego comentar un asunto.
- Ummm, yo creo que los piratas habrán ido al mar para que los recojan, se me ocurre... Peeeeero, podemos ir donde queráis, siiiin problemas... -
Oh, sí, respondió a Hellas. Parece el arcón de una dama de la nobleza, pero con peor gusto.
Vaya canalla ese Sanbalet. Se encerraba en su dormitorio con su poesía erótica, su cama mullida, su silla tapizada y, seguro, con jamón de buena calidad, mientras sus hombres dormían todos juntos entre el aroma a marinero sudoroso, con jergones duros y jamón mal curado.
Eso dices, cielo, pero no les quitas ojo, replicó a Eved. Era de esos hombres que, incapaces de reprimir sus impulsos primarios, pretendía que fueran las demás quienes hicieran lo posible para no provocarlos. Qué patetismo el de algunos.
¿Pruebas? se preguntó, cuando escuchó la conversación de Oona con Ember. ¿Desde cuándo a la justicia le importaban las pruebas? Ya sabían que eran mala gente, que mataban y vendían esclavos, y al parecer, se dedicaban al contrabando.
Aranna estaba preocupada por Oona. Era evidente que la muchacha estaba frustrada e irritada. Habían comenzando el día con mal pie, quedándose a beber mientras esperaban al cazador, en lugar de acompañarla a la casa. En la casa, casi se la habían comido los bichos. Habían estado a punto de morir cuando se habían enfrentado a los contrabandistas. Casi se la habían comido los bichos otra vez. Y, por supuesto, estaba el asunto de Eved…
Se acercó a la genasí y le pasó el brazo por los hombros. Puede que los contrabandistas estén aún por aquí. Y eso es bueno, supongo, porque podremos detenerles. Y puede que se hayan marchado en una barca. Y eso es, casi, mejor, porque podemos alcanzarlos, volcarles la barca y dejarles en medio del mar a morir de hambre, sed y frío.
Por qué no llegamos hasta la salida al mar, por si estamos a tiempo de cortarles la huida, y volvemos desde allí a rebuscar por el resto de la caverna.
Unos instantes antes...
No es que Aranna estuviese muy atenta, ocupada como estaba en saquear el guardarropas de Sanbalet, y Colibrí era un tipo sigiloso, y pequeño, lo que ayudaba a que no lo viesen. A lo que no ayudaba era a escamotear un libro que no le cabía en las manos.
Pillín, pillín, susurró tita Aranna, flotando sobre el hombro del mediano. Así que eres aficionado a la poesía...
Motivo: Percepción
Tirada: 1d20
Resultado: 5(+9)=14 [5]
- Errrrrr... bueno... es que quería tener algo que recitarle a Valrie, ya me entiendesss... Esto entre tú y yo, ¿vale Aranna? -
El huesudo halfling cerró el libro con la rapidez de una serpiente, hundiendo sus tapas en las alforjas de Compadre, cuya cara perruna parecía ligeramente avergonzada, a son de nada, porque realmente eso no era posible.
Como si no te hubieran visto cogerlo, pensó la aventi. Una lástima lo del libro. Hubiera sido un bonito para Wellgar, para todas esas noche que pasaba solo cuando la angustia de permanecer en un lugar atrabana a Aranna, y ella tenía que marcharse durante una temporada.
Creo que a esa muchacha no se la conquista por el oído, sino por la boca, dijo. Con comida, aclaró, por si no era evidente.
Prefirió no presionar al pobre mediano. Podía comprarle otro como ese a algún buhonero, y tenían asuntos serios entre manos.
Hicisteis caso omiso de lo que sugería Oona y os dirigisteis hacia el este buscando el sonido de las olas porque, ¿qué criterio podría tener una persona que había salido con alguien como Eved? Al llegar a la bifurcación dejasteis de lado una gruta que se abría al sur para seguir de frente. Pasasteis junto a lo que parecía un almacén, sin entrar, y girasteis hacia la derecha. Allí el pasadizo se abría en una pequeña caverna en el recodo. Había tres rollos de tela y cinco toneles pequeños de ron, descansando sobre un trozo de estera tosca. Y sí, eran de Perico Gamuza.
El pasaje terminaba en una cueva que se abría directamente al mar. La marea estaba baja en aquel momento y había poca agua en la cueva, pero había una marca obvia de marea alta a un metro por encima del suelo. No había ni rastro de Sambalet y de su banda de malhechores. Eved maldijo por lo bajo.
Obviamente, el bote que está representado en el plano, no está ahí.
Zanahoria: 24/27 (Armadura de mago 1 hora 40 minutos)
Compadre: 22/22 (Estremecido 32 minutos)
Aranna: 23/23
Oona: 14/18 (-1 Des, -1 Fue)
Hellas: 13/15 (-3 Fue, Estremecida 32 minutos)
Colibrí: 19/22 (Isla de Filos)
Eved: 20/23
Se han dejado el contrabando, comentó Aranna, señalando los fardos de tela y los toneles de Perico Gamuza. Salvo las armas de Eved.
La aventi avanzó hasta que el agua llegó hasta sus rodillas e inspiró con fuerza, llenándose los pulmones del aire marino, concentrado del aroma a salitre en la boca de la cueva.
Podemos nadar más rápido que una barca de remos o un velero pequeño.
Oona puso los ojos en blanco. Por estas y otras razones prefería trabajar sola, porque la mayoría decidía el curso de acción y cuando la mayoría se equivocaba, pues no podía echarle la culpa a nadie. Al menos si ella se equivocaba podía superar el error y ya está, pero aquí ni siquiera podía enfadarse hasta que le saliera humo por las orejas.
Se cruzó de brazos y apoyó la espalda en la pared de la cueva, esperando a que los demás sacasen sus conclusiones y decidieran lo que tenían que hacer, ya que hasta ahora habían desoído por completo sus sugerencias, sus razonamientos y todas las proposiciones de un plan en condiciones. Si por ella fuera, cogería un Perico Gamuza, se subiria al acantilado y se daría a la bebida, a ver si con suerte se resbalaba, se caía y se rompía la crisma.
Enfurruñada, pensó en explorar las demás habitaciones, pero ya sabía el resultado: no solo no encontraría nada sino que lo más probable es que le cayera encima una plaga de arañas, marinas en este caso. Al final se descruzó de brazos y se dirigió al almacén, a ver qué podía encontrar allí que fuese útil.
—¿Podemos? ¿Puedes hacer que todos nos movamos por el agua como tú?
Aranna se rascó la barbilla.
Hay un conjuro de tradición druídica que permite que una criatura se reencarne en otra especie. Podríamos matarte y reencarnarte hasta que renacieras como kuo toa, sahuagin... La druida chasqueó la lengua. Lástima que no sea lo bastante poderosa para usar ese conjuro
—No gracias. Investiguemos el resto, quizás encontremos alguna pista que nos lleve a alguna otra guarida.
Ya las tenemos, replicó Aranna. La linterna, el alféizar con las marcas, la nota que ha encontrado Oona. Es una de esas "guaridas" que se mueven por el mar. Por encima, aclaró, haciendo un gesto ondulante con la mano.
Hellas puso los ojos en blanco.
—Se llaman barcos. Y no, no me refiero a eso.
Colibrí miró lo que los piratas habían dejado atrás. No sabía el valor de esa telas, pero conocía muy bien el del preciado ron que allí descansaba. Tal como apuntaba Aranna, de haber tenido allí un alijo de armas, se lo había llevado.
- Miremos en el resto de la cueva, puede haber algo que nos apunte alguna dirección, es verdad. Y lo que dices es verdad Aranna, pero Fay se quedaría en tierra. Prefiero agotar opciones. - Luego el halfing se acercó a uno de los barriles y comprobó la mercancía con un trago corto. Quería saber si era Perico Gamuza de verdad o se enfrentaban a unos falsificadores además de piratas y esclavistas; había crímenes más infames que otros, y poner un letrero de Perico en otro ron era un crimen de lo más abyecto.
Eved puso los ojos en blanco ante el intercambio de Hellas y Aranna y, sin humor para tontadas, se fue con Oona a revisar el almacén. Colibrí dejó a la aventi atando cabos y se fue a revisar también la mercancía, aunque de una manera diferente a como lo hacían el soldado y la genasí. Notó el delicioso néctar del auténtico Perico Gamuza en el paladar y su calor bajando hasta el estómago. Sambalet y su banda podían ser ladrones y contrabandistas, pero al menos no eran estafadores. Había líneas que no se podían cruzar.
Mientras cada cual se divertía con sus cosas, Oona y Eved hacían el trabajo sucio.
—Vaya. Aquí están mis armas —dijo en tono burlón y elevado, para que lo escuchara Aranna desde la caverna que daba al mar—. Pero evidentemente, no están todas. Han debido vender el resto, ¿pero a quién?
En efecto, entre más rollos de seda y más barricas de ron de Perico, había varios cajones con armas. Todas ellas lucían el escudo de armas de Tethyr.
Botín entre el almacén y el puesto de carga:
-¿Por qué unos contrabandistas tendrían unas botellas exclusivamente de Perico Gamuza? -se preguntó la genasí en voz alga. Se rascó la cabeza-. No hemos contrado Perico arriba, ¿verdad? En la habitación de los piratas no había, sino aquí abajo. Ni siquiera había Perico en la habitación de Sambalet.
¿Y si el comprador era Perico Gamuza, en realidad, y los había estado entreteniendo todo este rato en la taberna para darle tiempo a los demás piratas?
Esperaba simplemente estar teniendo alucinaciones.
-Vamos a seguir investigando la cueva, ya que como es evidente, se fueron hace mucho y ya no hay nada que podamos hacer aquí.
Colibrí examinó las armas y objetos con aire de entendido, para luego asentir en dirección a Oona.
- No había nada, no. Pero una de las reglas del contrabandista es "no abuses de tu mercancía". Si estos tipos mercadeaban con esto bajo cuerda, el bebérselo sólo les daría menos ingresos. Tiene la pinta de ser mercancía robada, podemos averiguar si a Perico le ha desaparecido algo o ha sufrido algún robo.
Y sí, mejor explorar el resto de la cueva por si acaso. A lo mejor hay algún rezagado. -
Con su colgante preparado para alumbrar el camino, el halfling se dispuso para seguir con examinando el lugar. Luego miró a Eved. - A lo mejor puedes usar algún arma de esos cajones mejor que esa que te han prestado. -
La pulla de Eved no alcanzó a Aranna. La druida era un alma de serenidad inquebrantable, sobre todo cuando tenía los pies en el agua. Si su entrenamiento le permitía defenderse de los espadazos y flechazos a fuerza de consciencia y voluntad, con más motivo le servía para esquivar las agresiones verbales.
Ella se hubiese marchado a buscar a los cotrabandistas a nado, como ya había declarado. Pero por alguna razón, los demás preferían dejarlos escapar. Y, a decir verdad, a Aranna no se le había perdido nada con esos tipos. No era rencorosa. Además, habían recuperado el alijo, e incluso habían conseguido algo de botín para compensar el malgasto de varita. Qué más podía pedir.
Solo para asegurarse de que no estaba equivocada, sacó del bolsillo el pañuelo roñoso de grasa capilar que había cogido del baúl y se lo puso en el hocico a Zanahoria, para que siguiese el rastro hasta donde se desvaneciese.