Partida Rol por web

Zerachiel miró a su alrededor, los enemigos estaban distantes, sus compañeros parecían defenderse con soltura, algo tranquilizador, así que fijó su vista en un goblin que parecía ocultarse detrás de la maleza, puso su mano derecha en el suelo y se impulsó con fuerza para atravesar la maleza con celeridad.

El decimo goblin lanza otra flecha a Draugarquen con identico exito a sus anteriores.

Elyas busca una posición desde la que poder disparar sin poner en peligro a sus compañeros, manteniendo el hostigamiento.

Elyas falla su ataque al resbalar su flecha al ultimo momento de su arco. Mientras, otro goblin intenta penetrar la armadura de Sir Rondar, sin éxito.

El escorpión invocado por Gimbar se mueve rapidamente para alcanzar la posición de otro de los goblin, teniendo todo el cuidado de no ser tomado por ninguna sorpresa desagradable. Intenta atrapar con sus pinzas a la criatura verdosa pero este parecía bastante escurridizo.

Mientras tanto Gimbar, se mueve para alcanzar a uno de sus compañeros y descargar sobre él poder de su varita para darle mas velocidad a su desplazamiento hacia los arqueros que estaban en la parte superior.

El escorpión aplasta al goblin es sus pinzas mientras los goblins de la meseta atacan a Draugarquen, todos ellos fallando.

Sin dejar que la sorpresa por el aguante de su rival se le note, Sir Boores vuelve a dirigir su espada con decisión y fuerza, tratando de rematar al goblin. Echa un vistazo en dirección a Sir Rondar; aunque la maleza le tapa la visión, por lo que no sabe que tal se estará desenvolviendo su compañero contra los tres goblins que le atacan.

Sir Boores elimina otro goblin mientras otro de los goblins ataca sin exito a Sir Rondar.

Draugarquen sigue moviendose, realmente parece que esté interpretando una danza, de tan gráciles que son sus movimientos. Tan concentrado está en la defensa, esquivando los múltiples ataques que le lanzan los goblins, que no ha podido herir a ninguno de sus enemigos. Pero todo esto ha dado tiempo al resto para acabar con los demás y empezar a acudir hacia donde está él.

Viendo el cambio de tornas, Draugarquen vuelve sus movimientos más fluidos si cabe, mientras las palabras tiempo atrás aprendidas surgen de su boca "Nai i Kelek Olóriten Geylen", a la vez que sus manos interpretan unos movimientos circulares, intercambiando la espada de posición mientras gira, y su semblante cambia ligeramente, volviéndose más plácido. Notáis que sus movimientos han dejado de tener esa fuerza que tenía segundos antes, como calmando sus ansias de terminar con sus enemigos rápidamente , y su espada comienza a brillar con un tono azulado mientras con uno de sus múltiples giros intenta alcanzar al goblin más cercano.

Después de que el paladín acabase con el goblin me paro unos segundos y miro a mi alrededor buscando mi siguiente objetivo. Al girarme completamente veo a Draugarquen que se encuentra luchando contra bastantes y decido salir en su ayuda. Empiezo a correr hacia su dirección aunque los desniveles dificultan la tarea dejándome más exhausta de lo que había calculado.

El goblin que derribo me intenta atacar desde el suelo, pero su arma no llega a alcanzarme. Lo mismo pasa con las de sus compañeros, que se estrellan inútilmente contra mi escudo. - ¡Levántate y pelea como un hombre! - grito, para acto seguido, derribar a otro de los goblins y lanzarle un espadazo.

En ese instante, siento algo detrás de mí, y veo por el rabillo del ojo a Gimbar tocándome con una varita. Al instante me siento más liviano, más ágil, más rápido. Pero no puedo huir. Tengo que quedarme aquí y terminar lo que he empezado. Grito unas palabras para mis compañeros, sin dejar de encarar mi arma y escudo contra mis enemigos. - ¡Dejadme estos a mí! ¡Id a ayudar a los demás!

El combate parece acabar. Los goblins, superados en número y con numerosas bajas no pueden hacer otra cosa que huir. La huída no es fácil y aún algunos caen ante vuestras armas.

Poco después os estáis rejuntando de nuevo.

La oscuridad comienza a caer sobre el bosque, calculáis que tendréis sobre una hora de luz. La sombra de las primeras estribaciones del enorme volcán están cerca.

Los goblins hacen amago de escapar, pero es muy difícil librarse de la amenaza de un caballero del Águila Plateada. Los dos que estaban trabados conmigo caen en su primer descuido, y utilizo la gran velocidad que mi compañero Gimbar me ha dado para
perseguir a los que se encuentran al norte de mi posición. Cuando estoy por alcanzarles, resuenan en mi cabeza las enseñanzas de mi padre, - "Hijo mío, a enemigo que huye, puente de plata." - así que me detengo.

- Atajo de cobardes malnacidos...¡Que no os vuelva a ver por aquí!

Me acerco a los goblins que he derrotado, y limpio mi espada y mi escudo en sus ropajes. Echo un vistazo a los cuerpos en busca de algo de valor, o algo que identifique de qué tribu son, haciendo incapié en el más robusto, el que parecía un cabecilla.

Cuando me reúno con el resto, me dirijo a todos. - ¿Estáis todos bien? ¿Algún herido? - hago una pausa para que todos contesten, y añado - Propongo que continuemos hacia el volcán, al menos hasta la noche. ¿Cuánto falta hasta la entrada?

El registro de los cadáveres no da para mucho, apenas unas flechas para arcos pequeños y las armas que poseen. Entre los avalorios que tienen todos los cadáveres no juntará una pieza de plata.

El volcán empieza en nada, o quizás incluso las estribaciones que os rodean sean parte del volcán. En cualquier caso, estimas que la puerta no puede estar a mucho tiempo de viaje. Sin duda, cuando caiga la noche deberíais estar en las inmediaciones.

Sir Boores no participa en el saqueo a los goblins. En cuanto comienzan a escapar, baja su arma y repasa con la vista a sus compañeros, comprobando las heridas de estos. No parece haber ninguna especialmente grave, aunque las dotes curativas del caballero están a disposición de cualquiera que se lo pida. Clava su espadón en el suelo y apoya ambas manos en él, permaneciendo en esa postura con calma hasta que el grupo comprueba los cadáveres y se reúne de nuevo.

-Quizás deberíamos pasar la noche aquí.-señala el promontorio desde el que los goblins arqueros les hostigaban hace unos momentos, que parece un lugar resguardado y desde el que es posible controlar los alrededores. -Caer en una emboscada al anochecer sería problemático, y seguro que algunos necesitarán descansar.

Aunque Sir Boores no tiene necesidad de recuperar fuerzas, es consciente de que las otras razas no comparten esta virtud, y su gallardía le hace pensar en Gimbar, Rindel y el resto, sin duda agotados del viaje y los combates.

Cuando los goblins empiezan a correr relajo los músculos. Me reúno con los demás a paso lento sin prestar atención a los cadáveres. No me interesaban los escasos objetos que tenían los pequeños cuerpos tendidos en el suelo.

-Seguramente sería lo mas sensato. Llevamos la mayor parte del día andando... -digo mientras le dedico una leve sonrisa al paladín. -Deberíamos comer algo, curar nuestras heridas y hacer turnos de guardia hasta mañana.

Gimbar se dispuso a seguir la sugerencia que le había dado Sir Rondar, y de inmediato le ordeno a su Escorpión guardián ir por los goblins que se encontraban hacía el norte. La gran capacidad física de la zabandija, le permitió moverse con rapidez, saltar y trepar para alcanzar finalmente a sus objetivos y atraparlos con sus pinzas. 

Mientras tanto el tejedor de magia, se tiende en el suelo para relajarse luego de la tensión producida por el combate. Sus compañeros empiezan hablar sobre que plan seguir, sin que el pueda estar muy de acuerdo con una cosa o la otras, pero lo que si era seguro es que necesitaban un lugar seguro para descansar. -Ehh... estos goblins tienen un campamento, no?- dice timidamente esperando la respuesta del que hasta ahora hubiese dado bastante muestra de saber sobre ellos.

Draugarquen contempló como corrían los goblins y envainó la espada, tras hacer desaparecer el conjuro. 

Se reunió con el resto y tras escuchar las diferentes opiniones, dio la suya propia "Pues en mi opinión, deberíamos seguir mientras las fuerzas nos alcancen. No sabemos qué les estarán haciendo a las personas que pretendemos rescatar, y cada minuto que pasa se les agotan las posibilidades de supervivencia". 

Tras tocarse la flecha que llevaba hundida en un costado, puso cara de dolor, tras ello, miró hacia Adeline y le dijo "Si me quitas esto y me vendas, te lo agradeceré." Luego se giró hacia Gimbar y continuó hablando "Creo que el Gnomo ha tenido una buena idea....si esos Goblins tienen un campamento, podríamos atacarlo y no dejarles reorganizarse...y quizás allí encontremos respuestas. Además, podrían atacarnos por la noche. Ellos no tienen problemas para ver en la oscuridad. Aún nos queda algo de luz...deberíamos avanzar y atacar." 

Tras sus palabras, espera con semblante serio la decisión del resto.

Al acabar la batalla, Elyas se dedica en silencio a recuperar las flechas que no se hayan roto y, si las considera adecuadas, hacerse con las de los goblins.