Partida Rol por web

Este edificio, tan decadente como el resto de Puerto Noah, es una estructura octagonal de 3 pisos que en algún momento de su pasado fue un silo para almacenar grano en el puerto.

Todas las ventanas del edificio no son otra cosa que huecos en las paredes con postigos. En este momento están cerradas a cal y canto, sin duda como precaución ante la tormenta que se avecina.

El tejado y el suelo de madera junto a la entrada muestran signos de haber sufrido las inclemencias del tiempo durante muchos años.

La fachada está mucho mejor cuidada y junto a la entrada hay una horca de la que penden unas cadenas que tintinean constantemente al ser mecidas por la brisa.

Aditu y Sora suben los escalones y empujan la puerta de la posada. Tan pronto como la hoja gira, les saluda la habitual algarabía de un local atestado. Desde el umbral pueden apreciar que la típica sala común de cualquier posada ocupa toda la planta baja del viejo silo. Sin embargo esta tiene la particularidad de estar dividida en dos partes: la planta baja y el alcázar. La guerrera y el niño se encuentran en el extremo este del alcázar.

La planta baja es enorme y está atestada de mesas (la mayor parte de las cuales son barriles modificados), taburetes (que también fueron barriles, pero más pequeños) y sillas. Empotrada en el muro sur se encuentra un enorme hogar digno del salón de un rey. Un buen fuego crepita en la chimenea y consigue caldear el lugar. Unos calderos de hierro cuelgan en unos ganchos a ambos lados del hogar. Las paredes están decoradas con trofeos de pesca (y alguna que otra extraña criatura marina), redes de pesca hechas jirones, uno o dos tridentes doblados, arpones para cazar ballenas, trozos de mástil, cuernos de narval y otros objetos típicos de la profesión marina.

El alcázar es una sección de la sala común elevada algo más de un metro sobre el suelo y con una barandilla que debería evitar que los clientes borrachos caigan por descuido sobre los que están bebiendo debajo. Esta plataforma de madera de unos 3 metros de ancho recorre el contorno de la sala común de este a oeste, pasando por la pared norte y está igualmente atestada por mesas, taburetes y sillas. No se puede ver que hay bajo el alcázar ya que en su perímetro interior está tapado por una pared de madera en la que sólo hay una portezuela que llega hasta la cintura. En los extremos este y oeste del alcázar hay dos escalinatas que bajan a la parte inferior de la sala común. En el extremo oeste otra escalera asciende unos 4 metros hasta otra balconada con barandilla que recorre la sección sur y de la que no es posible ver nada desde aquí.

En la planta baja, en la esquina noreste, se encuentra la zona de servicio en la que se acumulan los barriles de cerveza, las botellas de licor y diversa cacharrería como potes de hierro, escudillas de madera, cucharas, etc. Hay una mesa donde un sirviente están preparando los ingredientes para un buen estofado mientras evita que los clientes más avispados se lleven muestras gratuitas de comida o bebida.

Todo el lugar está lleno de gente entre la que abundan los marinos de diversas edades, aunque también hay algunos individuos con el típico aspecto de aventureros. Junto al fuego un enano que tiene una mano aparentemente de oro, toca una tonada tradicional con un extraño instrumento que se asemeja a un arpa. Junto a él, una elfa le pone letra a la música con su voz cristalina.

Una mujer, a la que para ser la viva imagen de un pirata sólo le falta el parche, asciende desde la planta baja para darles la bienvenida. Sus botas de tacón de vértigo que le hacen alcanzar cerca del metro noventa de estatura resuenan sobre el entarimado de madera con cada paso. Tiene el pelo negro y muy largo, con tirabuzones le llegan hasta la cintura. Viste una camisola de seda amplia y muy escotada y pantalones muy ajustados. Aparentemente está desarmada y montones de brazaletes dorados tintinean en sus muñecas con cada paso. Ciertamente no es la reina de la belleza, pero su atractivo se encuentra muy por encima de las prostitutas que hay dispersas por el local. Según se acerca, examina con sus vivos ojos marrones a los recién llegados con curiosidad y antes de dirigirles la palabra se echa a un lado el pelo, permitiendo ver que de su oreja penden al menos 10 pendientes de oro.

- Mi nombre es Elisabeth Talbot, propietaria de La Horca de Vain Robert, y os doy la bienvenida a mi local ¿En qué podemos serviros? - dice con voz profunda y una sonrisa amistosa.

 Sora se quedó mirando a todos los lados intentando captar todas las imagenes que fuera capaz de almacenar, todo aquello era nuevo y a la vez divertido y ya cuando apareciño aquella mujer más todavia

-Ala, te dolieron mucho tantas cosas en la oreja? Son magicos y por eso llevas tanto...?

Sora no pudo evitar señalar con el dedo la oreja repleta de pendientes de oro y mas por el brillo que soltaban parecian tener algun poder extraño...o quizas solo la imaginacion de un niño...

- Una auténtica pirata como yo no siente el dolor de ponerse unos pendientes, pequeño. - bravuconea Elisabeth, pero no responde a la segunda pregunta de Sora a la espera de hacer los negocios con la adulta.

 -Ala, de verdad??,y que poder te dan? Te hacen ser mas alta...o quizas lanzar rayos por los ojos??...- Sora se giro en ese instante hacia Aditu mirando a una y otra como comparandolas en algun punto, olvidandose por un momento de su obsesion

-Tu eres más guapa sin pendientes, te prefiero a ti- Sora señalaba a Aditu como si aquello que habia dicho fuera una simple observación de lo más clara del mundo, con una media sonrisa en los labios.

Sin más volvio a prestar atencion a la pirata alli presente y  a fijarse en los pendientes que le colgaban, intentando ver algun brillo extraño o algo que le llamara la atencion, pero esta vez ya callado.

-Jo, no me ha respondido si son magicos...tengo que descubrirlo 

Cita:

La posadera ignora por completo los comentarios del niño sin siquiera cambiar la expresión de su rostro. Claramente está por encima de lo que un mocoso pueda decir sobre su belleza.

El ambiente de la posada es totalmente diferente al que se respira en el exterior... vamos, que es de todo menos deprimente... observa la distribución de la sala y todo lo que sucede en ella...

Saluda a la mujer que ha ido a su encuentro y que parece ser la propietaria del lugar.

Abre la boca para decirle las habitaciones que quieren, pero Sora se adelanta a ella y comienza a hacerle preguntas a la mujer... Se agacha junto a él...

-Sora, señalar es de mala educación y estamos molestando a esta señora en su trabajo...

Vuelve a ponerse en pie y mira a Elisabeth.

-Me gustaría hablar de negocios... necesitamos... mmm... 2 habitaciones... cuanto nos costaría? 

- No hay problema, tengo un par de habitaciones libres, cada una con tres catres. Serán cinco monedas de plata por noche y habitación. Si además queréis comida, serán otras tres monedas de plata por persona e incluye desayuno, comida y cena. - responde con los brazos en jarras  - No hago precio especial a los niños. - añade haciendo un gesto hacia Sora.

La tonada ha terminado y unos hombres están importunando a la cantante elfa con obscenidades e improperios. Cuando uno de los clientes se excede y empieza a tirar de la falda de la mujer para sentarla en su regazo, el enano arpista se empieza a levantar con cara de pocos amigos.

Sora mantuvo el silencio, pero era obvio que estaba nervioso por volver a moverse.

Asiente y hace cálculos... de momento tendrían bastante dinero para alojarse ahí... al ver la pelea entre los clientes y los músicos, acerca a Sora a ella e intenta que no mire...

-Nos quedamos las habitaciones... de momento la comida también...

- De acuerdo. - asiente Elisabeth y echa un vistazo a la escena que se está desarrollando en la planta inferior -Una de mis hijas vendrá a acompañaros a vuestras habitaciones. Ahora si me disculpáis, parece que tengo que evitar una pelea de taberna. - 

Sin más, la mujer se aleja y mientras baja las escaleras le hace una señal a una de las camareras para que vaya a atender a Aditu y a Sora. El enano ya ha agarrado al impertinente cliente con su mano normal y amenaza con pegarle un puñetazo con la mano de oro. Elisabeth cruza la sala como una exhalación mientras brama : - ¡COMO ALGUIEN INICIE UNA PELEA VA A TENER QUE DARLE UN PAR DE EXPLICACIONES A MI SABLE! -

La camarera, una niña de apenas 6 años que no puede negar su parentesco con Elisabeth, sube las escaleras y les dice: - Mi nombre es Emma, si me acompañáis os enseñaré donde podéis dormir. - da un par de pasos hacia la escalinata que baja del alcázar a la espera de que los huéspedes le sigan.

Saluda a la pequeña... mira que hacer trabajar a una niña tan pequeña, y mas en un sitio como ese y con ese ambiente...

-Vamos Sora...

Coge a Sora de la mano y sigue a la pequeña en dirección a las escaleras.

Emma guía a los dos huéspedes a través de la sala común y llegan a las escalinatas del otro lado que vuelven a subir al alcázar. Aditu y Sora pasan junto a la escena en la que el enano vuelve refunfuñando a su arpa y la elfa se arregla el vestido. Mientras, Elisabeth amenaza al borracho que ha importunado a la chica con no volver a dejarle a entrar en la posada ni a él ni a sus próximas tres generaciones.

La niña y los huéspedes suben al siguiente nivel de la posada por la escalera que parte del alcázar y se encuentran en una balconada desde la que se domina toda la planta inferior. Se encuentran muy cerca del techo de madera que cubre todo el establecimiento. El lugar está igualmente atestado de sillas y mesas y hay un hogar que caldea el entorno.

- Llaman a esto el Nido de Cuervos. - aclara su pequeña guía, quien avanza por entre las mesas y los clientes ignorando todos los intentos de estos por ser atendidos. La gente que está aquí, un puñado de gente sórdida con aspecto de estar tratando asuntos sórdidos, mira a la guerrera y al pequeño mago con curiosidad mientras pasan junto a ellos. La niña se detiene junto a una escala situada bajo una trampilla en el techo, en el extremo este del Nido de Cuervos y comienza a ascender. Cuando llega a la trampilla, la abre con cuidado y tras auparse al tercer piso invita a los dos clientes a subir.

A pesar de que el método para acceder a las habitaciones es harto incómodo, tanto Aditu como Sora suben por la escalera de mano y salen a un salón más pequeño que el de la posada. Aquí únicamente hay dos mesas octogonales bordeadas cada una por ocho barriletes reformados en sillas. En la pared sur de la sala y en la del pasillo que arranca de ella hacia el oeste hay tres puertas. En una pared situada junto a las dos mesas hay otra puerta. La niña cierra la trampilla, desterrando así a la planta baja al ruido y a la algarabía del local.

- Este es el salón común privado para huéspedes y sus habitaciones son la de la primera y la tercera puerta. - explica Emma señalando primero al lugar y luego a la pared sur - Las otras habitaciones son privadas y de acceso restringido. Ahora les dejo para que se acomoden. -

La niña baja por trampilla para regresar a sus labores y deja a los dos héroes solo. Estos echan un vistazo a las habitaciones que les ha indicado Emma y, aparte de que resulta haber más camas de las que les habían dicho en un principio, no aprecian nada especial. La decoración de la zona de huéspedes, lejos de ser tan recargada como en la sala común, es minimalista, con tan sólo algún que otro aparejo de pesca colgando de la pared y un par de cuadros de nudos.

Sora llego a la habitacion y sus ojos brillantes exploraron cada rincon de la zona, subiendo alborozado la escalera que daba paso a las habitaciones

-Esto es estupendo, que divertido va a ser estar aqui verdad Aditu?? JEJE... YUPIII, habitacion para dormir... eligo cama!!

Sora salio deprisa hacia las habitaciones para ver la cama y saltar sobre ella un poco...como todo niño que conozca una habitacion nueva

Sonríe al ver a Sora tan animado y entra en la habitación eligiendo una de las camas. En esa habitación dormirán Louisse, Sora y ella... y la otra será para los hombres.

Se despide de la niña que les ha llevado allí y luego mira a Sora.

-Tienes algo que dejar en la habitación?

Se desprende de todo menos de su espada y del dinero.

-Cuando acabes de saltar, podríamos ir a buscar esos juguetes mágicos que tanto quieres... - le sonríe. 

-YUPII juguetes juguetes...no no tengo que dejar nada, llevo poquitas cosas encima jijijiji

Sora parecio poner paso militar para ir desfilando y saliendo poco a poco de aquella habitacion, bastante contento con lo que iba a ver despues

-Espero ver mogollon de juguetes...y aprender mucho de ellos

Sora miro hacia atras a Aditu esperando que se moviera en su direccion.

Aditu y Sora bajan hasta la primera planta con idea de marcharse. Cuando llegan ven que la dueña del local ha conseguido pacificar a la concurrencia y el enano está afinando su extraña arpa, preparándose sin duda para iniciar una nueva tonada. La elfa está sentada cerca del hombre de la mano dorada tomando pequeños sorbos de un cuenco humeante. No se ve por ningún lado al cliente que se había propasado con la cantante.

Elisabeth sale al encuentro de los dos aventureros cuando estos están andando por el alcázar en dirección a la puerta.

- ¿Os parecen bien las habitaciones? - pregunta directamente de una forma un tanto ruda.

Sora miro enfadado a aquella mujer porque parecia entorpercerles el camino

-Siiii!!! estan muy guays las habitaciones, ahora vamos a ir donde estan los juguetes..YUPII!!! diversion

A pesar de que sonríe ante el comentario del niño, Elisabeth espera la respuesta de la guerrera antes de dar por buena la valoración.