Partida Rol por web

- ¿Qué hacemos? Si nos pillan aquí saqueando las dependencias de la líder de su secta y con esos cultistas muertos abajo no va a haber excusa alguna...-miró por una de las ventanas hacia los tejados- ¿Escapamos?

Como siempre, las buenas noticias no venían solas.

-Si nos marchamos ahora va a ser dificil volver a colarnos, aunque si es lo que queréis no voy a decir que no me parezca bien. Pero si no es así nos toca currar. O nos podemos las túnicas de estos tipos y nos hacemos pasar por ellos, o nos liamos a tortas ya.-

- Hagamos como los cultistas de abajo - sugirió el forjado. Cerró la puerta y se preparó al otro lado - Cuando la abran, atacamos a quien esté delante y luego usamos la entrada para evitar que pasen todos al mismo tiempo. Dudo mucho que si nos disfrazamos tarden en reconocernos.

- Escondeos, yo me dejaré ver y trataré de engañarlos disfrazándome como un cultista, si sale bien perfecto, y si sale mal no vamos a estar peor de lo que estamos.

Lirio era un gran imitador, ya lo habíais visto cuando había imitado a los batracos antes de subir a la torre, podía copiar la forma de hablar de casi cualquiera si lo escuchaba un ratito. Rápidamente se puso las ropas de un sectario, totalmente ensangrentadas, y se cubrió la cara con la capucha. La forma de hablar, el acento, los ademanes... todo era calcado al sectario al que había decidido imitar. Bueno, salvo que el otro no tenía cuernos, pero con la capucha no se notaban.

No tardó en aparecer el elfo seguido de los otros cultistas. Llevaba una armadura de tonos púrpuras y negros, el pelo rubio y largo, suelto, excepto en la parte superior que lo llevaba recogido con un moño. Una cicatriz cruzaba su rostro por encima del ojo izquierdo, tapado por un parche. Pero su otro ojo, azul y penetrante, parecía hacer el trabajo de ambos, observando todo con avidez. Abrió la puerta casi como si quisiera tirarla abajo y entró con la cabeza bien alta. Allí, junto a los restos del combate y los cuerpos caídos, solo se encontraban dos personas. Un jefe hombre-lagarto, al que casi escupe nada más verlo, y un joven cultista cubierto de sangre. 

Dralmorrer hizo un gesto a los 4 garradragón que lo acompañaban. 

-Id y echad un vistazo, los asaltantes seguramente estén por aquí aún-les ordenó y luego avanzó con paso firme hasta situarse frente a Lirio. Los otros cultistas parecía que se iban a comenzar a dividir para registrar los pisos.

-¿Qué ha ocurrido? Me han avisado de que había habido problemas en el santuario. Si la Señora del Dragón se entera de que unos ladrones han entrado en sus dependencias...-dijo con tono amenazante.

El sectario que ahora era Lirio se movió con dificultad.

- Perdonad... -el timbre de voz era idéntico al de uno de los muertos- no pude detenerlos. Estoy sangrando... -dijo llevándose una mano al abdomen y mostrándola luego llena de una sangre que no era suya-. Luchamos, eran fuertes, más que nosotros, nos superaron rápidamente. Parecían tener el golpe preparado, como si conociesen la torre, vinieron incluso con cuerdas... -Tosió, y al toser hizo un gesto de intenso dolor.

- Creo que escaparon por alguna ventana, a nosotros nos abatieron, pero entonces uno de ellos abrió algo, o tocó algo, porque surgió un fantasma corpóreo, y eso les hizo huir. Escuché fuertes ruidos en el tejado, como si uno de ellos se cayese y arrancase varias tejas. Creo que deben estar huyendo por ahí, con sus cuerdas... -Volvió a toser y terminó con un quejido de intenso dolor -. Necesito curación, pero primero prometedme que daréis caza a esos ladrones.

Dralmorrer escuchó las palabras de Lirio, hasta que le exigió que prometiera cazar a los supuestos ladrones. En ese momento el elfo le dio una bofetada con el dorso de la mano, que le abrió el labio.

-¿Prometer? ¿Quién te crees que eres?-dijo con enfado- quítate la capucha y mírame-le ordenó. Pero no hizo falta que llegara a quitarse la capucha, el elfo le miró a los ojos y escupió al suelo-. Tú no eres uno de nosotros... si de mi dependiese te echaría al pantano como a muchos otros. Solo los elfos merecemos el derecho de servir a la reina dragón y no mestizos como tú-dijo pensando que Lirio era un semielfo-. Pero son los Señores de los Dragones quienes deciden y yo respeto la jerarquía. Harías bien en tomar nota y saber cuál es tu lugar.

Le dijo unas palabras a los otros cuatro cultistas, que "casualmente" eran todos elfos, que ya habían empezado a registrar las habitaciones de aquel piso.

- Abrieron algo y salió un fantasma, dices...-dijo pensativo- ¿y dónde está ese fantasma ahora?

La voz de Lirio tembló de terror.

- No, no lo sé señor, perdí el conocimiento uno tiempo, no sé cuanto. Supongo que los persiguió... pero no lo sé

Escondido en uno de los armarios que teóricamente debería de haber permanecido cerrado hasta que Grend forzara la cerradura, Égida permanecía estático por si a alguno de esos cultistas le daba por abrirlo y se preguntaba qué hacía una armadura ahí. Con suerte podría pasar por un golem sin activar. Es bueno, pensó, escuchando a Lirio. Le fascinó la facilidad que tenía para improvisar.

Abdali estaba escondido precariamente detrás de la puerta. Iba a ser muy fácil que lo vieran así que se preparó con el espadón para golpear al primero que asomase la cabeza.

-¡Inútil!- insultó al Sátiro y luego comenzó a murmurar para sí- justo cuando nos visita Rezmir... si se entera tendremos problemas...

Se giró hacia los cultistas que había traído consigo, uno de ellos ya había empezado a subir las escaleras hacia el piso superior y los otros iban detrás. Registrarían el piso intermedio y luego subirían al piso superior, donde se encontraban escondidos el resto de aventureros.

-Lyddierel, Eroan-dijo a dos de los garradragón- Quiero que salgáis fuera y los busquéis. Llevaos a todos los sapos y lagartos que haga falta pero encontradlos y acabad con ellos. Eroan, busca a Pharblex en las cavernas y explícale lo que ocurre discretamente. No quiero que la Susurradora de dragones ni el mago rojo piensen que tenemos un problema. Vamos, rápido.

Los dos elfos salieron corriendo de allí, dispuestos a seguir las órdenes de su líder, mientras los otros dos subían las escaleras al piso superior, dejando a Dralmorrer solo con Lirio y Mandíbula Fuerte.

Lirio ya no añadió nada más, con cada frase aumentaba el riesgo de ser descubierto, y ya había conseguido al menos una pequeña victoria parcial: una parte de los elfos se iban con batracos y lagartos. Si había alguna oportunidad sería sin ellos, aunque ciertamente veía muy pocas posibilides de salir vivos de allí.

Lirio y Mandibula Fuerte se quedaron allí mientras los otros miembros del culto subían hacia los pisos superiores. Desde su escondite, el resto del grupo podía oír como los dos cultistas pasaban por el primer piso abriendo y cerrando puertas en aquella biblioteca, buscando cualquier enemigo escondido. No tardarían mucho en subir al piso superior y, posiblemente, descubrirles si no hacían algo. Mientras tanto, el líder elfo seguía dando órdenes a los que pensaba que eran servidores suyos.

-Tu, largarto-dijo despectivo- he visto que hay varios de los tuyos de patrulla en el patio. Diles que se aseguren de dar la alarma si ven a algún intruso y que lo capturen. No se donde se habrán metido esos asquerosos sapos. No valen para nada.-le ordenó de malas maneras. 

Mandíbula fuerte lo miró furibundo y luego se dirigió al exterior. Había varios hombres lagarto que habían visto al grupo. Por suerte para ellos los hombres lagarto eran leales al jefe de su tribu y al dragón negro y no al culto.

El elfo se mantenía todo lo quieto que podía, que era bastante. El sitio donde estaba era un buen escondite, pero por si acaso venía alguien avispado tenía algunos trucos en la manga.
Trucos que esperaba no tener que usar, pero lo primero era la supervivencia.

Piso de arriba

Los aventureros, escondidos como podían, escucharon como poco a poco los dos garradragón examinaban el primer piso y subían al segundo piso. La puerta se abrió con cuidado, como si temiesen despertar a un dragón. Égida estaba allí mismo, como si fuese una armadura trofeo de Rezmir, una de los líderes de su culto. No debió extrañarles pues no hicieron mucho caso. Avanzaban con cuidado, como si no quisieran tocar ni romper nada para no enfadar a la dracónida. Al parecer solo eran dos guerreros del culto, pues el resto debía aberse quedado abajo o fuera...

Piso de abajo

Lirio se había quedado solo con el temible lider elfo. Este resoplaba, como si le incomodase, la presencia del "cultista". En realidad le incomodaba cualquier presencia que no fuera la de otro miembro de su raza, como había podido comprobar Lirio al ver que sus hombres eran todos elfos. Ni tomándolo por un semielfo lo había considerado suficiente como para tratarlo bien. Lirio cruzaba los dedos porque los dos cultistas que habían subido arriba no descubrieran a sus compañeros. Por otro lado, se le presentaba una oportunidad única, pues Mandibula Fuerte custodiaba la puerta y se había quedado a solas con el Portador Púrpura que estaba haciendo la vida imposible a los hombres Lagarto...

Lirio mantivo silencio, y con la mirada todo el tiempo baja. Estaba convencido de que no era rival para el lider elfo aquel, así que no haría nada que pudiese provocar su ira, salvo existir.