Partida Rol por web

Si a Grend le había molestado la decapitación del cultista, y la ostentosa forma de llevarla, no lo demostraba. Iba caminando junto a los demás mientras la revuelta estallaba a su alrededor. De hecho, aunque no se metió de lleno en la trifulca menos mal, lanzó algún que otro rayo en un par de momentos para que la cosa fuese más rápida.

Al llegar a su destino arrugó la nariz.

-Precisoso, sí señor. Lo que más me preocupa es que acabe acostumbrandome al olor. De verdad que espero que no.
En fin. ¿Qué hacemos? ¿Revisamos primero la torre o vamos a saco a por lo que hemos venido a buscar?-

Por su tono parecía que le daba lo mismo. Y en verdad así era. Si iban a encontrar problemas lo harían más pronto que tarde. Así que dejaría que los demás decidiesen.

-Iré delante por si acaso, eso sí. No vayamos a tener sorpresas escondidas. Nunca se sabe lo que han podido montar para que no se lleven sus cosas.-

- Ey, Mandíbula Fuerte- llamó al lagarto, ya que realmente no sabían por dónde tenían que ir- la guarida de los hombres rana, ¿dónde encontramos a su rey? Dinos para dónde está-

Mandíbula fuerte señaló hacia el suelo.

-Esoss saposs se essconden bajo tierra. Yo nunca he esstado, pero se que tienen su guarida bajo el casstillo-respondió el hombre lagarto. Debía tener razón, porque al abrir la puerta que tenían al lado, en medio del suelo húmedo por el agua, había una trampilla, abierta, de la que descendían escalones de piedra hacia la oscuridad del interior.  El hombre lagarto se dio media vuelta y salió hacia fuera para dar órdenes a algunos de sus hombres para que protegieran el lugar.  Más alá, por todo el castillo, se escuchaban ruidos de combate. Los cultistas y los batracos se enfrentaban a una rebelión de hombres reptíl. Estaba claro que tenían que bajar por aquel agujero, pero no sabían que se encontrarían cuando tuvieran que salir de nuevo.