Partida Rol por web

Su estratagema parecía tener éxito: elegir los aposentos de Rezmir ayudaba a que sus súbditos no quisieran revolver sus cosas. Perfectamente pasaba por una armadura que hubiera rescatado de algún enemigo, o un constructo a lo sumo. Sólo debían esperar a que se marcharan y tendrían vía libre.

Los guardias cultistas registraron el lugar. No prestaron atención a Égida y entraron en el dormitorio de Rezmir donde se ocultaba Grend. Uno de ellos miró por el cuarto mientras el otro iba a mirar hacia la pequeña sala al costado de esta donde estaba el escritorio y más allá se escondía Abdali con Endozal. 

Mientras tanto en el piso de abajo el elfo comenzaba a impacientarse y por varios momentos Lirio estuvo casi seguro de que le iba a soltar una bofetada, aunque por suerte para el sátiro se contuvo.

-¡Daos prisa!-les ordenó gritando por las escaleras.

Grend se escondía detrás de un escritorio cuando el cultista fue a mirar, por un segundo estuvo a punto de pillarle pero el elfo fue más rápido y se movió al otro lado evitando que este lo viera. Se notaba a los dos cultistas visiblemente incómodos teniendo que registrar las dependencias personales de la Susurradora de Dragones así que en cuanto Dralmorrer los llamó no tardaron en darse la vuelta, por suerte para Abdali y Endozal quien ya estaban viendo como el cultista empezaba a abrir la puerta tras la que se ocultaban.

Aprovechando que se había quedado sólo uno de los dos cultistas, Grend salió de su escondite en silencio y se acercó al tipo mientras desenvainaba su estoque.

Por un momento se lo pensó, pero después decidió que si no era ahora seguramente se lo encontrarían más tarde y en peores condiciones. Ahora al menos lo pillaba por sorpresa.

Grend le clavó el rapier por la espalda, pero nada más hacerlo sabía que no iba a ser suficiente como para matarlo del todo.

Mierda. Esto se va a complicar.

En cuando el guerrero calishita escuchó que el combate había comenzado, salió de su escondite para ensartar al primer cultista con el que se encontrase. Fue con demasiado ímpetu y aunque lo pilló por sorpresa, falló el segundo golpe.

Grend'Dail aprovechó al ver que se encontraba solo contra uno de los cultistas y se lanzó sobre él atacándolo por la espalda. Por desgracia no logró matarlo y el hombre gritó de dolor. En la habitación de al lado su compañero fue a ver que ocurría sin saber que no muy lejos se encontraban Abdali y Endozal. Antes de que saliera por la puerta del pequeño estudió el calishita lo atravesó con rapidez.

Abajo no se escuchó nada, o al menos Lirio no lo hizo. El elfo tuerto parecía impacientarse cada vez más mientras daba vueltas esperando que sus dos guardias regresaran. Aunque estaban tardando más de lo normal...

Alertado por los sonidos de combate, Égida se asomó para encontrarse con un cadáver. Y aunque su primera reacción fue quejarse porque alguien hubiera decidido atacar a los cultistas en vez de esconderse - no sabía quién de los presentes había empezado - luego comprendió que deshacerse de ellos era buena idea.

Avanzó unos pasos, y lanzó una llamarada ígnea contra el cultista que luchaba contra Grend. El misterioso recién llegado había demostrado tener unas habilidades mágicas notables, pero el cuerpo a cuerpo no parecía ser lo suyo.

Que no bajaran los guardias, y que no escuchase nada, era sin duda una buena señal. Esperaba que ambos hubiesen muerto, del todo, y así tener superioridad sobre el elfo loco.

Lo único que se le ocurrió fue hacer algo de ruido, quizás si cantaba para tener a ese tarado despistado. Escogió una canción élfica, algo parecido a una nana, muy conocida, y empezó a cantarla esperando que el mago la reconociese.

-¡¿Qué coño haces?! ¡Un mestizo como tú solo ensucia las canciones de mi lengua!-dijo enfurecido el elfo agarrando por la pechera al fauno. Suerte tuvo este de que los cuernos le sujetasen la capucha y no dejasen al descubierto que no era lo que parecía. Después en lugar de pegarle le lanzó hacia las escaleras.

-Sube a ver que hacen esos dos y les dices que bajen! He dejado a Rezmir y a ese mago rojo solos con Pharblex y a saber lo que ese idiota les estará diciendo-le ordenó.

Arriba el grupo de aventureros se había deshecho de los dos cultistas con relativa facilidad. No tardó mucho en aparecer Lirio por las escaleras, algo aturdido por lo que estaba ocurrierndo. Pero aquello les dejaba con un túnica púrpura enfadado abajo, solo y sin refuerzos... al menos por ahora. 

- Sí... si señor, como ordene.

Aunque el guerrero no era de mente muy brillante, sabía que el jefe elfo esperaría que sus secuaces bajaran así que intentó cubrirse con sus ropas. No pasaría una inspección detallada, pero no pensaba darle el tiempo suficiente.

Cuando vio venir a Lirio le susurró:- Bien, bajemos. Cúbreme un poco para que no pueda verme la cara y cuando esté a suficiente distancia le atacaré y tu te apartas. ¿De acuerdo?-

Con la ayuda de Égida el cultista finalmente cayó muerto. Pero todavía quedaba el jefe.

Dos menos, quedan...¿cincuenta?

La idea de Abdali no era mala. Hacerse pasar por los cultistas para al bajar darle por sorpresa al jefe. De hecho era muy buena. Examinó al tipo que había entrado a la habitación donde estaba escondido.

Yo puedo hacerme pasar por ese. Si te quedas detrás mio y de Lirio podremos cubrirte para que puedas llegar bien hasta él y atizarle con todo.

Grend conjuró rapidamente y sus facciones cambiaro un poco hasta parecerse al cultista. No era exactamente igual, ni mucho menos. Pero con la ropa daría el pego. Otro par de conjuros menores y la sangre de las túnicas desapareció.

Listo. Ahora podemos bajar.

- Endozal puede además atacarle a distancia, permíteme - añadió, lanzando esa luz que conseguía que el cocinero fuera más hábil y sigiloso - En cuanto Abdali llegue al cuerpo a cuerpo, me uniré a vosotros.

Lirio se quitó la capucha para que se le vieran los cuernos.

- De acuerdo, me has atrapado, ven justo detrás de mí con la espada levantada y en mi espalda. Deja que hable yo, trataremos de sorprenderle así, pero me dará tiempo a dedicarle unas palabras. Si vais con sus ropas echaros mucha sangre por encima y caminad encorvados, cojead o andad como si estuviéseis heridos, con una mano en un costado por ejemplo, así no se dará cuenta que camináis diferente a sus hombres. Vamos allá...

Lirio se acomodó mentalmente a su nuevo papel, pero antes observó a sus compañeros mientras se medio-disfrazaban.

- Grend, llévame tú arrestado, te pareces más. Abdali, es mejor que empieces a bajar las escaleras cuando nosotros casi hayamos llegado abajo, que nos mire a nosotros, tu complexión es diferente a la del muerto ése y puede que se dé cuenta.

Y dicho eso, se bajó la capucha para que sus cuernos fuesen visibles, y comenzó a bajar las escaleras con los brazos en alto.

Después, imitó la voz de uno de los escoltas del elfo y gritó.

- Aquí arriba hemos matado a dos, pero hemos capturado a uno!

Al elfo se le iluminó la cara cuando escuchó la voz de uno de los suyos diciendo que habían matado y capturado a los que se habían infiltrado en el castillo. 

-¡¿Ves?!¡Por eso los mestizos como tú no servís para nada!-le dijo a Lirio a quien seguía confundiendo con un semielfo. Después le hizo un gesto para que le siguiera y comenzó a subir las escaleras hablando en voz alta para que le escucharan "sus hombres" en el piso de arriba- ¡Estupendo! Atadle bien, seguro que Rezmir está encantada si le entregamos uno de los individuos que llevan oponiendose al culto desde el sur. Querrá verlo antes de atravesar el portal. Ah, y llamad a los lagartos para que limpien todo esto, que tiren los cadáveres de los intrusos al pantano o se lo den de comer a sus sapos...-continuó diciendo mientras subía al piso de arriba sin esperar una emboscada.

El disfraz de Grend era perfecto, el pobre tipo no sabía lo que se le venía encima. Casi le daba lastima, casi. En cuanto aquel asqueroso elfo le dio la espalda, el brujo le clavó su rapier hasta la empuñadura.

-Los individuos esos del sur te mandan saludos. Y que si por favor te puedes morir un poco paliducho de los huevos.-

Grend sabía que aquello no le mataría, pero seguro que le dejaba cicatriz como mínimo. Además, los demás estaban allí también para apoyarle.

En cuanto vio que Grend daba el primer paso y que él tenía al enemigo al alcance, levantó su enorme espadón para caer con furia sobre Dralmorrer.

Los primeros golpes fueron tan brutales que hasta el propio guerrero terminó perdiendo el equilibrio fallando la última de las estocadas. Se quedó algo descompuesto viendo como la sangre le había salpicado la cara y de su espadón caían trozos de alguna parte del interior del desdichado elfo.