Partida Rol por web

Entre los papeles que cogió Égida hubo unas pequeñas anotaciones, en un papel más reciente, que llamaron su atención. Hablaban sobre una especie de portal situado bajo el castillo. No acalaraba mucho para que servía o a donde daba salvo la mención a una "cabaña". Tambien aparecía una palabra marcada con un círculo "Draezir". 

Grend' Dail abrió la otra habitación con cuidado, aunque no había ninguna trampa. Aquella habitación parecía ser el dormitorio de la Susurradora de Dragones. Una gran cama, dos guardarropas, un espejo de pie, y un soporte para armadura con una armadura de mallas de repuesto parecía dominar la habitación. Uno de los Guardarropas estaba lleno de ropa. El otro, cuyas puertas estaban pintadas con la representación de un dragón de cinco cabeza, parecía llamar mucho más la atención de los aventureros. Uno de los pocos objetos fácilmente transportable que había en la habitación era una estatua de unos 60cm de alto de un dragón negro, hecho por lo que parecían escamas y garras de un dragón negro de verdad, con ojos de rubí y dientes de diamante. Se situaba en lo alto de un tesoro que consistía en oro y gemas.

-Fiiiu-silbó Endozal mientras señalaba la estatua- ¿nos podemos llevar eso? Sacaríamos un dineral.

- Qué bonitooooo. Me lo pido!

Aunque algo le decía que el grupo no respetaría sus preferencias artístias.

-Desde luego. Que poca consideración para los pobres que pasan por aquí buscando tesoros. Tantas cosas bonitas, y valiosas, y que pocas nos podemos llevar. Ains, ¿por qué los dioses me habrán hecho hermoso en lugar de fuerte?-

Dijo mientras se acercaba a las joyas.

-Esa estatua con la cabeza de varios dragones me da mala espina la verdad. No sé por qué.-

Sacó un saco que tenía y empezó a meter gemas y oro.

- La última vez que vimos algo así - se volvió para examinar la estatua y luego a Endozal y Abdali - se activó una trampa. ¿Podrías mirarla con cuidado antes de llevártela, Lirio?

Una vez terminó de guardar todos los papeles, ayudó a Grend con el dinero.

- Podría, pero no diferencio una trampa de una rana, será mejor que lo haga Grend.

Ante la petición del público, o al menos de Lirio, el elfo le echó un vistazo a la estatua. El comentario de Égida sobre una trampa no le había dejado nada tranquilo, con lo que iba con bastante cuidado al mirar.
Pero claro, no es que fuese un experto en aquello. Tan solo se hacia pasar por uno, y antes o después se iban a dar cuenta si seguía haciendo aquello.

Las estatuas que habían encontrado no parecían tener trampa alguna. No eran tan grandes como para tener un mecanismo en su interior como la del templo de abajo, pero tampoco tenían nada extraño alrededor. El tesoro era demasiado pesado como para que lo transportaran a pulso, aunque de las gemas y el oro que conformaba la base de los dragones podrían sacar algunas piezas si dedicaban un rato a ello. 

-En la otra sala pequeña parece que no hay nada-dijo Endozal entrando nuevamente- ¿Habeis encontrado algo útil? ¿Y en el armario ese?-dijo señalando el armario que estaba decorado con una representación de la Reina Dragón. 

Con el morral lleno de papeles que habría que revisar con calma - si sobrevivían - y mientras Grend y Lirio comprobaban el tesoro, Égida se aproximó al armario. ¿Ropa? ¿Documentos? ¿Una trampa? Seguro que es una trampa, pensó el gigante metálico mientras se acercaba. Por si acaso, alzó el escudo y procedió a abrir.

- Si es una trampa, me debes una, Endolzal.

-Jajaja, está bi...-de pronto el arquero abrió los ojos como platos y se lanzó hacia Égida, de teniendolo antes de que abriera el armario ante la mirada de todos-. Uff, claro que hay una trampa. Por los pelos, acabo de darme cuenta ahora-explicó señalando algo en el armario aunque los demás no lo veían- Hay una especie de mecanismo aqui, en las bisagras. ¿Alguien tiene buena mano con las trampas? No me gustaria que al ir a abrir explotasen, o llenaran de dardos la armadura de mi amigo metálico-dijo mirando al resto. Si nadie se ofrecía lo intentaría el mismo.

Grend estaba en la estatua con Lirio, por lo que sólo escuchó el grito de Endozal sobre la trampa.

-Son un peligro, no puedes dejarles solos por lo visto.-

El elfo se acercó a la sala y vio el armario que indicaban.

-Bueno. Le echaré un vistazo, si hay una trampa debería ser porque hay algo importante ahí dentro. A ver si puedo.-

Endozal le había señalado donde estaba, así que la mitad del trabajo estaba ya hecho. Pero quedaba la parte más complicada.
Con sus herramientas el elfo empezó a toquetear el mecanismo, tratando de desactivarla para poder abrir sin que les pasase nada.

Grend agradeció el conjuro que le lanzó la constructo, desde luego era mucho más fácil de aquella manera. A veces era en los pequeños detalles donde se encontraba la diferencia entre morir o lograr sobrevivir.

-Apartaos un poco, o mucho, por si acaso. Nunca se sabe.-

Grend logró abrir el armario con cuidado, evitando que los viales de ácido que protegían el armario explotaran, quemando todo el interior del armario y seguramente a todos ellos en el proceso. 

- ¿Y para eso tanto rollo?-dijo Endozal, frotándose la cabeza algo frustrado. 

En el interior del armario se encontraban las regalías del Culto del Dragón de Rezmir: Túnicas moradas, capas, mantas y otros objetos de alto rango, pero por desgracia no la Máscara de Dragón Negro. Al ser del tamaño de Rezmir no les servían a ninguno excepto quizás, a Égida, si dedicaba un rato a adaptarla a sus mecanismos. Abdali y Endozal aún conservaban sus ropas e insignias del culto del campamento de los asaltantes. 

Aquello era todo, había un pequeño monedero de cuero con unas 20 monedas de oro pero nada era tan valioso como la estatua del dragón que habían visto. Aparte de eso, no quedaba mucho más de valor para los aventureros.

Mientras ocurría todo esto, lejos para no comerse ninguna trampa de esas que accionasen sus compañeros como tenían costumbre de hacer, Abdali seguía vigilando que no se acercase nadie y les atacase por sorpresa.

- Todo puede sernos de utilidad - respondió a Endozal, y si su rostro fuera más expresivo habría esbozado una sonrisa mientras añadía las piezas de oro al fondo común y examinaba las ropas para luego negar lentamente. No se llevaría ropajes como aquellos cuando perfectamente podía pasar por un golem - ¿Queda algún sitio por examinar? Nos quedamos sin tiempo y seguimos sin encontrar lo que estamos buscando.

- Si encontráis alguna partitura avisad.

-De aquí no veo que podamos sacar nada más. -

Dijo el elfo revisando la estancia por si se dejaban alguna cosa.

-Pero desde luego tienes razón. Nos la estamos jugando mucho, y aunque me gusta una buena apuesta prefiero aquellas en las que puedo ganar. O al menos hacer trampas. -

Dijo contestado a Égida y encogiendose de hombros.

Será mejor ir a terminar la misión que nos ha traido hasta aquí. Y me temo que eso sólo nos deja un lugar donde poder ir. ¿no?
Que será donde esté el lider de este culto, secta o lo que sea. Va a estar dificil.

Sobretodo estando heridos, al menos algunos de ellos. Grend no era de los que rehían una pelea. Bueno, sí que lo era. Pero cuando podía ganar algo. Aquí tenía claro de que en caso de escabullirse sin que le vieran sus compañeros, que podía hacerlo, luego le iba a costar salir con vida del pantano. Después de todo aquellas lagartijas gigantes ya le había capturado una vez.

-Tenemos problemass-dijo el hombre lagarto por las escaleras- Alguno de esos batracos assquerosos ha debido avissar de que algo no iba bien.

Y así era, Abdali que miraba por una de las ventanas pudo ver como por el patio se acercaba hacia donde estaban un pequeño grupo de cultistas con un elfo a la cabeza mientras los hombres lagarto que había por allí se apartaban. Los cuatro cultistas vestían túnicas propias del culto e iban armados. El elfo que iba a la cabeza destacaba por llevar una armadura de cuero y metal de color negra y una brillante espada de aspecto amenazador. Avanzaban hacia la capilla sobre la que estaban los aventureros y no tardarían ni dos minutos en presentarse allí.