Partida Rol por web

Cuando Grend vio que el golem se iba a hacer cargo del cuerpo de su compañero se encogió de hombros.

Ten. Lo mismo le sacas provecho.

Dijo a Lirio lanzándose la daga mágica. Después subió con cuidado de no hacer ruido a echar un vistazo a la planta de arriba.

Lirio jugueteó con la daga, se notaba más ligera de lo que debería y como cálida al tacto.

Su carácter juguetón y despreocupado le llevo a barajar la idea de probarla con alguno de sus compañeros, pero... bueno, quizás no fuese una gran idea.

Abdali, aunque herido, se mantenía en pie y pensó que era una buena idea revisar el piso de arriba antes de ponerse a descansar.

Pendiente a cualquier ruido que escuchase y preparado por si le estaba esperando algún enemigo al subir las escaleras, el guerrero calishita fue ascendiendo con precaución y a la defensiva.

El grupo subió al piso superior, aunque aún quedaba otro piso por encima, la puerta que daba al tercer piso parecía cerrada. Los dos cultistas debían haber bajado desde el segundo piso al escuchar el ruido del combate, por desgracia para ellos. Las habitaciones de aquella segunda planta parecían haber sido ocupadas por bibliotecas y una pequeña sala de lectura. Llamaba la atención la sala más grande acomodada como una biblioteca. Desde que los tesoros comenzaron a ser canalizados hacia Naerytar, Dralmorrer Borngray ha retirado cualquier libro, pergamino, tableta, y otros materiales escritos que le interesaron. Él sabía mejor como reclamarlo como propio; debía haber enviado el resto de las riquezas hacia el Tesoro de Tiamat, pero se había dedicado a guardar cualquier texto que le interesase. Si Rezmir o cualquiera de los otros miembro del culto conocían la existencia de la biblioteca, no lo sabían. Borngray había reunido una impresionante biblioteca. Esta contiene sobre unos 100 libros, cuartillas, y manuscritos cubriendo la historia de la Costa de la Espada, filosofía natural, matemáticas, astronomía, magia, y muchos trabajos teóricos sobre realidades alternativas, tiempo, y viaje dimensional. Esta colección sería una adición incalculable para cualquier biblioteca o coleccionista en Aguasprofundas si pudiera ser retirada del castillo antes de que los cultistas los tirasen o los batracos los estropeen. Los libros y manuscritos estaban almacenados en estantes de madera construidos por los cultistas de maderas recicladas.

La otra sala parecía ser también una pequeña biblioteca, con libros apilados que parecían no haber sido catalogados aún. Y por último una pequeña sala de lectura que solo tenía una mesa y un par de sillas. Todas las estancias tenían ventanas y parecían ser fácilmente defendibles... aunque aquello también implicaba que podrían quedar atrapados. Aun quedaba un piso por encima de sus cabezas, pero estaban lo suficientemente agotados y heridos como para tomar un descanso y curarse un poco antes de continuar. Al menos habían encontrado el libro que buscaban, pero... ¿Dónde estaba Dralmorrer Borngrey, el elfo del culto que custodiaba el castillo? ¿Y Rezmir o el mago rojo que parecía acompañarla?

Endozal se asomó por una de las ventanas que daba al patio del castillo.

-Parece que estamos de suerte, veo tantos batracos como hombres lagarto... ¿Porque los hombres lagarto están de nuestra parte, no?-dijo algo temeroso mirando a Mandibula Fuerte, pero este se limito a hacer un gruñido por toda respuesta.

A Grend no le gustaba dejar sin visitar la planta de arriba, pero algo le decía que era mejor esperar en aquella biblioteca y descansar antes de hacer nada más.

Vaya. Que buen colección que tiene montada. Si pudieramos sacarla sin estropearla sé de un par de sitios donde sacaríamos algo de dinero por ella.

Cogió uno de los libros y se sentó lo más cómodamente que pudo. Si iban a estar un rato allí, mejor estar lo más a gusto posible.

Avisadme si queréis que haga guardia.

Aunque no parecía estar muy por la labor de hacerla.

El forjado no se cansaba, pero aún así se dejó caer con la espalda en la puerta cerrada. Necesitaba recuperar algo de energía para seguir lanzando sus hechizos curativos — que, aunque mal lanzados, habían mantenido con vida a sus compañeros hasta ahora — y aquellos que le permitían ser algo más destructivo. 

Sus manos estaban aún manchadas del aceite que había usado para quemar el cuerpo de Airic y una extraña sensación le embargaba. Sabía que debía de encontrarse dolido o incómodo, pero no sentía nada. Miró a Endozal, quien seguramente podría mostrar más sus sentimientos, y no le veía afligido por la muerte del noble. ¿En eso se habían convertido? ¿En seres sin alma que no sufrían por la muerte de los suyos?

Abdali no pensaba que poner a quemar unos restos fuera una buena idea. El lugar se llenaría de humo. Y si lo sacaban fuera para quemarlo, también atraería la atención de los combatientes.

- Por qué no nos encerramos en la parte de arriba y descansamos un rato. Podéis leer esos documentos mientras y así no os aburrís.-

El guerrero se buscó un lugar cómodo en el que descansar sus doloridos huesos y limpiar un poco su espadón.

Lirio estaba casi muerto, el juguetear con la daga lo había animado un poquillo, pero tampoco gran cosa. El dolor era excesivo hasta para él.

Así que simplemente se sentó, ignorando todo lo que le rodaeaba, tratando de recuperar todas las fuerzas posibles.

Sacó su flauta, la tocaba tan bajito que seguramente nadie fuera de la habitación podría escucharlo, pero a él en realidad le daba igual. Había cerrado los ojos y se concentraba solo en la música. De no ser por los cuernos, su plácida cara habría parecido la de un niño pequeño durmiendo.

El grupo de aventureros se escondió en una de las bibliotecas para descansar y curarse las heridas sufridas. Acababan de luchar y vencer al espíritu de un viejo nigromante al servicio del dios muerto Myrkul, cuya magia empapaba todo el Estero de los Hombres Muertos. Aquella odisea le había costado la vida a Lord Airic, pero no podían detenerse a llorar su perdida, ya que tenían que continuar si querían atrapar a Rezmir y el resto de miembros del culto del dragón que llevaban siguiendo durante meses. 

No había pasado ni media hora cuando Mandíbula Fuerte regresó. 

-Buenass noticiass-dijo- he hablado con miss hombress. Los Batracoss son mass pero sin su lider y el culto del dragón para apoyarloss no son mejores que los saposs que crian. Ess mejor que sigamos tratando de no llamar la atención, pero los guardiass de mi tribu tratarán de disstraerlos mientras busscamos a Pharblex y a Borngray-informó el lagarto. Lo que en teoría daba un respiro al grupo. Ahora, que ya estaban listos para continuar, tenían dos opciones claras. O trataban de subir al piso superior a ver que encontraban allí o se dirigían directamente a la torre del noroeste donde, al aparecer, se encontraban aquellos que buscaban.

-Pues habrá que mirar los edificios que nos quedan cuando hayamos terminado de vendarnos las heridas. ¿Por cuál queréis empezar?-

-Yo miraría lo que hay en el piso de arriba. Si con la que hemos armado no ha bajado nadie es que estará vacio-dijo el arquero pensando en sacar tajada de algun modo-. Si no, lo mejor es dirigirnos a la torre norte, la que no está en ruinas, pero más vale que nos preparemos por que los lideres del culto no son ninguna broma...

Égida apoyó la propuesta de Endozal y se incorporó, dispuesto a echar un vistazo por la puerta por si había alguien, y luego encabezar la marcha hacia la planta superior escudo en mano. No iba a permitir que otra vez les pillaran desprevenidos.

Una vez recuperado un poco, y al menos con sus conjuros listos, Grend también tenía preferencias por subir.

Mejor echar un vistazo arriba por si acaso. Que aunque no haya nadie a lo mejor tienen cosas interesantes para chafardear. Nunca se sabe. Incluso puede que haya un mapa del castilla donde nos señale pasajes ocultos para poder movernos sin problema. Sería fantástico.

Dejadme un poco de distancia, por si acaso. Prefiero ir sin que me oigan, y no sois precisamente unos medianos ligeros.

El elfo se adelanto examinando las zonas por las posibles trampas y procurando no hacer ruido alguno. Si finalmente había alguien arriba mejor ser precavidos que muertos.

Al parecer la canción de Lirio no había gustado a nadie,o nadie hizo ningún comentario.

Será la tesión del momento -Se dijo.

Lirio viendo que los demás tenían cosas que hacer, siguió amenizándoles la velada, mientras vendaban las heridas.

-Daoss prisa, cuanto más tardemos más facil es que tengamos problemass-dijo el hombre lagarto que decidió quedarse de guardia en las escaleras para evitar que ningún cultista o Batraco les cogiera por sorpresa.

El tercer piso de la vieja capilla se convirtió en los aposentos para Rezmir la Susurradora de Dragones. Nadie más usa esta cámara incluso cuando Rezmir está fuera del castillo por periodos de días o meses. Los muebles en las cuatro cámaras eran lujosos, sorprendentemente, comparado con todo lo demás en el castillo. El resto de los muebles fueron construidos ahí mismo, pero los de Rezmir venían de los talleres de los mejores carpinteros y tapiceros de Faerûn. Aunque era difícil saber como los habían llevado hasta allí. En aquella cámara frontal parecía servir a Rezmir como una oficina. Contenía un escritorio, varias mesas más pequeñas con pilas de inventarios e informes manuscritos que llamaron la atención de los aventureros, y cuatro hermosas, pero incómodas sillas de madera. Dos dragones negros idénticos tallados en ónice flanquean la parte superior de las escaleras. Un coleccionista serio pagaría más de 3 000 po por el par. El problema es que cada estatua medía unos 90cm y pesaban casi 200 kilos cada una por lo que cargar con ellas sería sin duda dificil.

De ahí daba a otras dos habitaciones, una que estaba cerrada y otra que cuya puerta estaba abierta, que parecía dar a una pequeña sala de estar, confortablemente amueblada, aunque parecía tener poco uso. Y tras ella otra puerta más.

Abdali vigilaba el pasillo y la puerta, pendiente por si venían enemigos y así dejaba a los más avispados el trabajo de registrar las habitaciones con relativa calma.

Con ojo experto, Égida calculó que esas estatuas les darían una buena suma, pero no podían ir cargados con ese peso por el pantano. Así que decidió registrar el despacho al tiempo que guardaba toda la documentación sobre el Culto que pudiera agarrar. Todo lo que sirviera para adelantarse a sus movimientos, valdría mucho para salvar el mundo.

- Grend, ¿podrías...? - pidió, señalando la puerta cerrada.

Por supuesto. Cómo no.

Dijo el elfo cuando le señalaron las puertas cerradas. Había estado revisando la habitación de la ¿lider? por si había alguna otra cosa de valor, de las que pudieran cargar, pero las puertas cerradas podrían tener también cosas interesantes detras. O peligrosas. O las dos cosas.

Apartaos un poco por si acaso.

No es que él estuviese en la mejor de las condiciones. Pero al menos si había alguna trampa no se la comerían todos.