Partida Rol por web

El elfo ya se lo veía venir aquello, así que cuando el ogro hizo además de atacar a la arquera conjuró rápidamente y dos rayos de energía purpura impactaron contra la enorme criatura.
No obstante aquella mole era tan dura como parecía, por lo que apenas se inmutó de su ataque.

-Vaya. Esto se va a complicar por lo que parece.-

Pero no quedaba otra. Ahora había que ir a por todas contra el energúmeno.

Esperar algo de sutileza y cerebro a ese grupo era como esperar de un goblin que usara cuchillo y tenedor para comer. Al final terminaron haciendo lo único que sabían; liandose a mandobles con lo primero que se les ponía por delante.

Abdalí sacó su flamante espadón nuevo y tampoco perdió el tiempo, al menos podría estrenarlo. Y la verdad es que iba bastante bien. Cortaba la sebosa carne del ogro como manteca. Aunque se emocionó demasiado y falló el último.

Aurora reaccionó rápido, aunque se tomó medio segundo para evaluar la situación. Abdali había matado o dejado casi muerto al primer ogro, así que concentró sus disparos en uno de los que estaba en los muros. 

Disparó, tres flechas que salieron a una velocidad que casi parecía imposible. Acertando con las tres al pobre ogro que no había llegado ni a enterarse de qué había sucedido.

La pupila de Talis demostró ser poco convincente y el ogro no tardó en darse cuenta de la estratagema. Una auténtica lástima, sobre todo porque el forjado estaba seguro de que se lo restregaría más tarde.

Si conseguían sobrevivir a los primeros compases de aquella incursión nocturna.

Con un suspiro forzado - pues carecía de pulmones - lanzó un chorro de fuego contra el ogro para asegurarse que caía antes de dar la alarma.

El ogro cayó al suelo antes de enterarse de lo que estaba ocurriendo, con una expresión de sorpresa bobalicona en su rostro antes siquiera que el forjado tuviera que hacer uso de su mágia. Dalia, por su parte, quizás por confianza hacia sus habilidades o quizás por ser demasiado temeraria disparó a uno de los otros tres ogros que patrullaban las murallas. Pese a la distancia y la oscuridad de la noche le acertó con las flechas y pronto su silueta se desplomó también en el suelo. 

El grupo había conseguido llegar al castillo y poner un pie en el suelo sin que sonasen todas las alarmas y todos los cultistas del lugar aparecieran allí para detenerlos. Sin duda era una gran heroicidad. Pero ahora se encontraban en la boca del lobo, a sus pies tenían un cadaver y otro estaba en una de las murallas. Si alguien descubría aquellos cuerpos sin duda daría la voz de alarma y otro de los ogros que patrullaba no tardaría mas que unos minutos en llegar a la altura del que había abatido Dalia y descubrirlo. Debían hacer algo rápido si querían evitarlo...

- Tirad a este por el borde, y esperemos que no caiga encima de nadie. Voy a hacer lo mismo con el de la muralla. Después pensaremos qué hacer con los otros dos.

Dalía corrió hacia la pared, su pequeño tamaño y sus ropas totalmente negras dificultaban verla, pero no estaba haciendo ningún esfuerzo por ocultarse de vosotros (no así de otros posibles observadores, de los que sí parecía estar muy pendiente) así que pudísteis ver que trepaba por las paredes como si fuese algún tipo de extraño insecto.

El elfo vio caer al ogro y luego se fijó que la arquera había eliminado a otro más. Pero sabía que no iba a ser suficiente.

-Claro. Ahora mismo lo lanzo desde aquí para que pase por encima de la muralla. Con mi fuerza de gigante de las tormentas estará chupado. Oh, espera. Soy un simple elfo. Así que no voy a poder.-

Repasó rápidamente los conjuros que tenía, pero ninguno era lo suficientemente grande para que ocupara lo que un ogro. Mucho menos dos separados.
Suspiró resignado.

-Puede que consiga algo de tiempo. Movamos a este hasta la pared, así al menos no estará a la vista. El de arriba voy a tratar de que tarden en verlo un poco, a ver si al menos logramos entrar dentro del castillo mientras.-

Grend se concentró en el cuerpo del que estaba en la muralla y de repente la oscuridad lo tragó. Una esfera negra envolvió el cuerpo y un poco de su alrededor. La esfera se iba a ver. Pero al menos no se veía el cuerpo. Mientras iban y miraban a lo mejor ganaban algo de tiempo.

El guerrero no entendía el plan, pero daba lo mismo, él obedecía las ordenes de los listos del grupo.

- ¿Entonces muevo a este?- dijo mientras intentaba arrastrar al ogro donde el elfo le había indicado.

Mientras Dalia trepaba rápidamente hacia el cadáver que había quedado en la muralla, Grend lanzó un hechizo para oscurecer el área antes de que el otro ogro viera a la arquera. Era difícil que pudiera tirar el cadáver a tiempo antes de que la viera a ella, pero con aquella niebla oscura había ganado algo de tiempo. Ahora si podría hacerlo, pero si el Ogro se acercaba mucho más aunque no la viera notaría que algo raro pasaba.

Mientras, en el patio de armas, Abdali arrastraba como podía el cuerpo del ogro que les había recibido hacia una de las rampas para lanzarlo para subirlo a la muralla y lanzarlo por el borde. 

Refunfuñando sobre la impulsividad de la recién llegada al grupo, Égida ayudó a Abdali a arrastrar el cadáver del ogro que, por otro lado, había caído con una facilidad pasmosa. En silencio, le devolvió una mirada de aprobación a su compañero.

Dalía pareció cambiar de idea a medio camino, viendo que el cadáver ahora estaba oscurecido.

Volvió sobre sus pasos y se acercó a Grend, señalando al otro ogro de las murallas, el que en su ronda podía descubrir el cadaver del segundo en caer.

- Si nos coordinamos, podemos abatirlo antes de que dé la alarma, entre los dos. ¿Nos ponemos a ello? Si cae sin decir palabra como los dos primeros, podríamos hacer lo mismo con el cuarto, patio despejado, tiempo para deshacernos de los cadáveres y ningún enemigo a la espalda... -le susurró.

Arrastrar un ogro no era tarea fácil ni con ayuda del forjado. Además, estaba untado en una especie de grasa o quizás así fuera su piel, porque se le estaba resbalando todo el rato. En una de esas se le cayó en un pie y el guerrero no pudo contener un grito mezcla del dolor y la frustración que resonó por todo el patio.

- ¡Me cagüen el jodido ogro de los huevos!-

Tarde o temprano les iban a descubrir pues que faltaran los vigías en las murallas también era una señal clara de que algo raro estaba pasando. La sutileza y el sigilo no eran el sello de ese grupo por mucho que la chica nueva se empeñase en creer.

Grend iba a decir que no ante lo de atacar a los ogros que quedaban, pero viendo que finalmente el guerrero y el golem optaban por subir el cadaver del ogro en lugar de tratar de esconderlo dentro de una de las estancias que había en el patio no quedaba más opción que ir a por todas.
Sobretodo con el grito de Abdail.

-Vale. Supongo que antes o después tendremos que matarlos a todos. Así que mejor antes.-

Dalía miró a grend y comenzó una cuenta atrás con los dedos de su mano derecha, marcando 5, 4, 3... y después llevó la mano a una flecha mientras marcaba los dos últimos segundos con moivimientos de cabeza. Después disparó tres flechas muy seguidas, como había hecho con el primer ogro. Las tres impactaron, aunque no con la fuerza que a la muchaha le habría gustado.

Dalia mató al orgo, certera. Su impulsividad estaba siendo un problema para el grupo, que aún no se fiaban de ella, pero estaba siendo muy eficaz en su cometido y, aunque arriesgaba demasiado, de momento todo iba bien.

Bien... hasta que Abdali perdió los papeles con el ogro que transportaba y gritó al resbalársele el cadáver. En el silencio de la noche se le escuchó maldecir como el trueno de una tormenta. El otro Ogro que vigilaba se giró sorprendido ante aquello.

-¿Eh? ¡¿Pero quién...?!-exclamó antes de ver a Abdali y a Egida sujetando el cuerpo de uno de sus compañeros. Claramente, les acababan de descubrir. La pregunta ahora era... ¿cuanta gente había escuchado ese grito además del centinela?

Aunque la cara de Égida no mostraba emociones Abdali creyó ver en el forjado un rastro de sorpresa entonces y se dio cuenta de que quizás había gritado aquello demasiado alto. Ya no había razón para seguir transportando ese pesado cuerpo así que lo dejó caer y se encogió de hombros en forma de disculpa hacia su compañero.

La verdad es que no tenían ni idea de cuántos cultistas debía transportar ese castillo, aunque seguro que unos cuantos, a parte de a Rezmir y a ese mago rojo. Dudaba que pudieran con todo ellos pero esconderse ya no parecía una opción fiable. Además la pequeña parecía dispuesta a disparar a cualquier objetivo que se le pusiera delante.

El guerrero hizo un rápido reconocimiento de la zona, mirando los puntos por donde les podrían aparecer enemigos. Tenían cuatro edificios con sus respectivas puertas, eligió uno al azar y se posicionó al lado de la puerta para recibir a los enemigos que salieran por ella con su mandoble.

No era la peor situación en que se habían visto, y Égida había aprendido a perdonar las meteduras de pata de Abdali, de igual modo que el guerrero perdonaba las suyas. Era el único compañero que le quedaba desde Nidoverde, y eso significaba que tenía un lugar especial en su corazón. Si tuviera uno.

Suspirando, siguió a Abdali para colocarse al otro lado de la puerta, flanqueando ambos la salida y rogando a los dioses que el guerrero hubiera acertado. Escudo desplegado y la mano presta para descargar un chorro de llamas.

Dalía trató de aniquilar al último ogro, no era fácil porque este ya la estaba viendo y esperaba el ataque.

Aún así las tres flechas acertaron a la enorme bola de masa, músculos y estupidez.

La cosa de momento iba bien, aunque el elfo sabía que no iba a durar mucho. Estas cosas siempre eran así. Una espiral descendente. Pero por el momento había que seguir presionando.

-Y pensar que consideraba que el enfrentarme a un dragón blanco en su guarida era la cosa más peligrosa que había hecho, y que haría, nunca.
Que inocente era por aquel entonces. Hace tres meses.-

El warlock descargó sus rayos de energía contra el ogro que quedaba en pie. Por si era necesario rematarlo.