Partida Rol por web

Abdali avanzó sin miedo metiendose en la sala donde habían descansado los guardias. Por suerte para el ahí si había iluminación y, aun poniendose en peligro, eliminó con facilidad a uno de los guardias. Para su desgracia los cultistas reaccionaron demasiado rápido, un par de ellos huyeron por la abertura que había en el lado derecho de la habitación. El resto en cambio avanzaron sin miedo para enfrentarse a ellos. Dos de ellos lograron alcanzar al calishita quien estaba mas preocupado de que el otro guardia no le diese no calculó lo peligroso que eran las cimitarras y cuchillos de los cultistas.

Los otros dos se pusieron en medio del pasillo para impedir el avance del resto del grupo, aislando a abdali y se enfrentaron contra Égida aunque sus golpes no eran suficiente para atravesar sui fuerte armadura.

Joorin empezó a quejarse de que no podía pasar, aunque trató de pasar entre las piernas de sus compañeros para avanzar al ver que había tantos cultistas decidió que lo mejor era disparar y con su arco logró clavar una flecha en el estomago de uno de los cultistas mas cercanos a él que se interponían en su camino.

Los dos guardias atacaron a Abdali y uno de ellos logró herirle en un brazo pero antes de que cantase victoria una certera flecha de endozal le atravesó su garganta y cayó al suelo confundido mientras moría.

Égida bendijo a sus compañeros mientras soportaba los ataques de sus enemigos cuando Draenna avanzó cargando contra uno de los cultistas que lo atacaban y matándolo al instante de un zarpazo.

El guerrero aguantó los golpes como pudo aunque dolían como mil demonios. Habría querido atrapar a aquellos que huían y no entendió muy bien por qué el resto se ocultaba en el estrecho pasadizo en especial el acorazado Égida, pero no era el momento de pensar en ello.

Abdali pasó a la acción y volvió a descargar su arma, esta vez en aquellos cultistas que veía más desprotegidos sin fuertes armaduras.

Los enemigos se empezaron a apelotonar no dejándoles espacio suficiente para marchar mientras muchos de ellos escapaban por otro de los caminos. Endozal maldijo la mala suerte que habían tenido, a pesar de haber reducido ya su número, no se sentía cómo luchando tan cerca del combate. Salió de su escondite con la ballesta apuntando pero la inercia hizo que llegara demasiado rápido hasta Joorin y para no caerse en la frenada tuviera que hacer caer su ballesta al suelo saliendo despedido el virote hacia el techo.

No tardó, avergonzado en agacharse para recogerla y aprovechar para volver dónde estaba sumido en las sombras.

Joorin siguió disparando con su arco corto. Aquella situación superaba al joven mediano y se sentía algo superado. Respiró profundamente, e intentó concentrarse en su objetivo.

El cultista que quedaba con vida trató de atacar al forjado sin mucho éxito y Draenna acabó con él. No quedaban más enemigos en aquella sala pero debían actuar de prisa. Habían visto como algunos de ellos se escabullían a la sala contigua y, por otro lado, quedaba a su espalda la sala donde guardaban los tesoros que habían robado de otras aldeas y pueblos como en Nidoverde.

—¡Continuemos hacia delante! ¡No podemos permitir que den la alarma! —el forjado instó a sus compañeros a perseguir a los dos que habían huido, aunque no tenía la menor duda que que seguramente les guiarían hasta una emboscada —Iré yo delante por si nos atacan por sorpresa.

Escudo en ristre, avanzó hacia la sala y torció siguiendo el camino que tomaran hacía unos segundos los otros cultistas. Ya habría tiempo de revisar la sala del tesoro. Ahora lo que importaba eran los guardianes.

Abdali estaba totalmente de acuerdo con la idea de perseguir a los cultistas que habían escapado antes de que se reagrupasen y preparasen algo para recibirles por sorpresa, pero por desgracia, al ser él el único que se había metido desde un primer momento en la habitación, le habían llovido los golpes. Sangraba por numerosas heridas y no pensaba que pudiera resistir mucho más.

- Sí, dame un segundo déjame que me ponga un par de vendas y voy.

Por desgracia el guerrero tenía la misma habilidad con las vendas que con la papiroflexia, osea, ninguna. Se peleaba con un trapo sucio con el que intentaba cubrirse una herida punzante que le había entrado por un costado y que le hacía estremecerse de dolor cada vez que respiraba.

—Oh, maldita sea, disculpa —no había reparado en las heridas de su compañero por sus ganas de perseguir a esos cultistas malnacidos. Pero, ¿de qué servía hacerlo si no cumplía con la misión que se había encomendado? Posó delicadamente su manaza sobre el brazo de Abdali, asintiendo— Déjame a mí.

Las runas volvieron a brillar, recorriendo al guerrero de un calor agradable que le inundó por completo, calmando su dolor y cerrando las heridas con un fulgor azulado y un particular sonido de succión.

El oso pardo salió despedido como bestia salvaje, poseída por la furia y siguió tras los pasos de los cultistas huidos. En la forma animal no podía hacer nada por Abdali y sus heridas, así que se centró en acabar con los guardias. 

Ni siquiera se dió cuenta de que se detenían momento para que el forjado hiciera uso de sus artes sanadoras. Ella simplemente se dejó llevar por su instinto cazador...

Oh, ah... Mucho mejor- gimió el guerrero al sentir el alivio que le proporcionaba el frío contacto del forjado.- Gracias, compañero.

Aún tenía heridas, pero no le dio importancia y trató de seguir al oso que, como un enorme rayo peludo, había pasado a su lado.

- Draena, cuidado puede haber trampas!

El combate había finalizado rápidamente pero muchos se habían escapado hacia otra de las salas. Égida tenía razón, no debían darles tiempo a reagruparse, así que tratando de hacer el menor ruido posible Endozal se adelantó hasta una cobertura del túnel por el que habían escapado mientras Égida curaba a Abdali. Como una bestia Draenna pasó a su lado cargando a través del túnel por lo que Endozal preparó su disparo y atacaría al primer enemigo que viera.

El grupo, tras curar al maltrecho Abdali, corrió hacia el lugar por donde habían huido algunos cultistas yendo Draenna en su forma de oso a la cabeza. Era un pequeño pasillo de 2 o 3 metros que desembocaba en una cámara de tamaño parecido. Esta disponía de un escritorio con un taburete, varias mesas con libros y papeles, y un espejo sobre un soporte del suelo. La luz del lugar provenía de dos lámparas de aceite. Alfombras gruesas cubrían completamente el suelo. Allí una mujer a la que ya habían visto daba ordenes a sus esbirros: Frulam Mondath. Llevaba la armadura con la que la habían visto y sujetaba su alabarda. 

Al verles su cara se puso roja de furia.

¡Vosotros! ¡Langdedrosa me habló de vAAAAGH!-Sus palabras fueron interrumpidas por un flechazo de Endozal que se clavó en su hombro atravesando la armadura- ¡Matadlos!-dijo a sus hombres mientras retrocedía.

Los cuatro, cultistas y guardias, que parecían ser una mezcla de humanos un semielfo y una mediana, se lanzaron a por los aventureros. Esta vez estaban preparados y atacaron con presteza. Uno de los guardias clavó su lanza en el pecho de Draenna haciendola rugir de dolor. Abdali logró evitar los ataques pero el cultista que quedó atrás lanzó un cuchillo a Endozal aunque solo le rozó. Su lider, Mondath, se había agachado tras ellos pero no podían ver que hacía detrás de los cultistas que estaban a punto de dar la vida por ella.

El oso se vio detenido por una barrera de lanzas improvisadas. El impulso y la velocidad que llevaba no la dejaron frenar a tiempo y se clavó una de las lanzas sin poder evitarlo... Su gruesa piel no fue capaz de evitar ser ensartada. Sintió como la punta de la lanza atravesaba carne hasta dar con sus costillas, antes de ser retirada de nuevo. Un reguero de sangre manó de la profunda herida y salpicó el suelo.

Pero eso no la hizo darse por vencida. Ella había sufrido una herida penetrante en sus propias carnes, así que de igual modo clavó sus colmillos en el antebrazo del guardia que la creía herida de muerte. 

El resto del grupo apenas llegó un segundo más tarde para ver al oso lanzando garrazos al aire lleno de furia, rugiendo y soltando espumarajos teñidos de un tono rojizo.

Abdali estaba preparado para encontrar más bazofia cultista en aquellos pasadizos y no dudó en descargar un poderoso golpe contra el más débil de los que se le enfrentaban. El impulso del espadón fue tal que creyó alcanzar también al guardia con el que Draena combatía.

La había visto antes, era la que había orquestado el ataque a NidoVerde, no lo dudo y mientras esta hablaba dejo escapar el virote que tenía preparado. No tenían que dejar que reordenara sus tropas. Estudio sus movimientos mientras trataba de parapetarse y conjurar. Era probable que no consiguiera para el conjuro pero por lo menos la heriría para que los otros si podían acabaran con ella, entre el combate había visto un claro resquicio por el que herirla así que apuntó su ballesta con presteza y dejó que el virote escapara para clavarse en profundidad en el muslo de aquella malvada persona.

Después estudió el campo de batalla, estaban apelotonados así que salió hacia atrás del túnel por el que habían venido para dejar pasar a Égida y tuviera sitio por el que moverse. - Ataca a la líder le dijo mientras pasaba. Tenían que acabar con ella lo antes posible.

Los enemigos no se marcharon demasiado lejos, pues la habitación contígua parecía el despacho privado de Frulam Mondath. El forjado aún recordaba vívidamente la expresión de triunfo y satisfacción en su rostro iluminado por las llamas durante el ataque a Nidoverde, y cargó con ferocidad junto a sus compañeros mientras los proyectiles volaban. 

—Ataca a la líder —le había dicho Endozal, y Égida asintió silenciosamente mientras se abría paso y localizaba a su objetivo. Tenía un gran corpachón blindado, pero dudaba que pudiera llegar hasta ella indemne mientras cruzaba ese muro de lanzas y espadas. No, debía incapacitarla el tiempo suficiente para que no pudiera concentrarse a medida que Draenna y Abdali acuchillaban salvajemente a sus guardianes.

Frulam Mondath parecía una guerrera formidable, armada con una alabarda igual que Langdedrosa y cubierta de igual modo con una armadura metálica. Pero el forjado había aprendido algunas cosas tras su desparejo combate contra el dracónido. Extendió la mano hacia ella, haciendo brillar sus runas de un tono ambarino y concentrándose en su peto. Un peto metálico, duro y resistente, pero que con el calor suficiente podía moldearse en una buena forja.

La lucha se recrudecía. Abdali había conseguido acabar con uno de los cultistas y Draenna había rematado al guardia que la impedía avanzar. El resto de sus compañeros había centrado sus esfuerzos en matar a la hechicera que estaba apartándo rápidamente la alfombra. La certera flecha de Endozal la hizo gritar de dolor cuando se le clavó en el muslo. De pronto el grupo pudo ver lo que escondía. Había un agujero en el suelo.

-¡Os mataré a todos!-amenazó llena de odio antes de lanzarse por el hueco. Lo último que se escuchó fue otro grito de la mujer al quemarse la mano con la alabarda que Égida había calentado.

Los dos hombres que quedaban en la habitación atacaron a la desesperada tratando de defender la huida de su líder hasta sus últimas consecuencias pero los dos aventureros lograron evitar sus ataques con facilidad.

El guerrero intentó golpear con fuerza al cultista que valientemente se había interpuesto entre él y Frulam, pero falló rotundamente ya que ni siquiera estaba mirándole, puesta ya su atención sobre la líder del culto que parecía correr desesperada.

Su sorpresa fue mayúscula al ver como tras recibir el golpe del virote dejó al descubierto lo que estaba haciendo, no trataba de luchar. Trataba de escapar. Debía de estar muy malherida para optar por aquella maniobra pero lanzarse a lo loco tras ella tampoco era la solución y vio como desaparecía de su vista por aquel agujero. Rápidamente se centro en los cultistas restantes, quería ir a inspeccionar el lugar de huida de la mujer para ver si podían seguirla, no quería hacerlo a ciegas. 

Así que apunto al cultista que tenía Abdali delante para poder abrirse paso de forma segura y dejó que el virote le perforara el cuello y le dejara caer inerte. Sin dejar de perder un segundo Endozal pasó como pudo entre Draenna y Abdali y fue directo al lugar por dónde había escapado la líder y comenzó a investigar el agujero para intentar saber a dónde daba y los sonidos que de él venían.

Ágilmente, Endozal pasó a su lado mientras se unía en combate a sus compañeros. La verdad es que, pese a que el muchacho repetía una y otra vez que no era de valía, demostraba constantemente que se equivocaba. Sin embargo, no podía perder tiempo: ante él se alzaba un muro de enemigos que no les permitirían avanzar — le sorprendió lo fieles que eran esos cultistas, dispuestos a sacrificarse por su cobarde líder — así que el forjado lanzó un martillazo intentando derribarle, pero no era ningún aprendiz y fácilmente esquivó su acometida.