Partida Rol por web

Antes de que pudiera marcharse, algo lo retuvo. Daphnia se había adelantado, y le había cogido del brazo firme, pero cuidadosamente.

-¿Me la dedicaréis? - La sonrisa de oreja a oreja que alumbraba su rostro le marcaba un hoyuelo en la mejilla, en comunión con sus brillantes ojos - En ese caso, no me queda más que despediros, no sin antes concederos la suerte de Yronwood - Rápidamente, sin darle tiempo a reaccionar, se puso de puntillas, y le dio un fugaz beso en los labios, pero  lo suficientemente intenso como para recordarlo. una vez se separó, dejándose caer sobre sus pies, abrió de nuevo los ojos - Porque forjamos nuestro destino, podemos conseguir lo que queramos. Espero que esa suerte haya pasado a vos, ser Dalmau.

Esta vez fue el turno de ella, y la reverencia que le regaló fue más pronunciada que la de Dalmau, recogiéndose las faldas con presteza,y agachando la cabeza levemente. Recomponiendo su postura, dijo una última frase, como recordatorio.

- Pero creo que os olvidáis de una apuesta, ser. Si queréis saber dónde se ha ido Meñique...creo recordar que se fue en aquella dirección - Con el índice le señaló firmemente una dirección. 

La rapidez y gracilidad de sus actos me pillaron desprevenido pero sonreí ante el fugaz beso de la joven.

- Realmente puedo decir que ha sido todo un placer milady. Confío como vos en la suerte de Yronwood. Nos vemos mañana, que pase una buena noche. - hice una ligera reverencia y me alejé con paso firme en la dirección que me había indicado buscando a Lord Baelish.

Sabía que tenía que concentrarme en la próxima conversación pero estúpidamente no podía quitarme aquel beso de la cabeza... aunque había sido breve casi me había hecho sentir como si tuviera otra vez 15 años...

Daphnia observó la partida de Dalmau con melancolía. En cierto sentido, era una pena tener que envenenarlo. Le había caído bien, parecía un hombre sensato. Incluso tenía un sueño asequible, y seguramente podría ser capaz de conseguirlo. 

Una pena que el torneo de mañana quede fuera de su alcance.

Aunque siempre había una pequeña oportunidad, de que resistiera al veneno. Con una sonrisa, Daphnia se recolocó la falda, y  buscó con paso decidido a ser Jasper. Aunque antes de ir directamente hacia él, intentaría ver si Peter la estaba buscando, por si tenía algo interesante. 

Mañana no pueden haber sorpresas. Y si las hay, espero que ese arrogante de Jasper consiga ganar...por su bien. 

Tras hablar con el Greyjoy, busco con la mirada al tipo que organiza las justas, a quien decide quien va con quien. Seguramente él y yo tendremos mucho de que hablar. (He puesto porque me dijiste que no era muy difícil que supiera quien era, y que no hacia falta rolearlo, si quieres pregunto por ahí y pista...)

Daphnia buscó por todo el salón pero Ser Jasper no estaba en ninguna parte. Preguntó por él a un grupo de charlatanas jóvenes damas y le dijeron que hacía rato que se había ido a descansar a sus aposentos.

Tras preguntar a varias personas con mucha delicadeza y tratando que el tema no resultara demasiado evidente. Darlyn logró descubrir quien era el encargado de estipular el orden de las justas y los participantes en cada turno.

Se trataba de Ser Arnecyn Wolmart un caballero de avanzada edad que según se decía llevaba más tiempo en Desembarco del Rey que la primera piedra del Castillo Rojo. Un tanto exagerado sin duda, pero Ser Arnecyn era viejo, con una larga barba blanca, caminaba a duras penas apoyado en un bastón y la chepa le abultaba la espalda de mala manera.

Tras buscar por todo el salón encontró a Lord Baelish hablando con dos jóvenes muy atractivas que le reían todas las gracias. Meñique, copa en mano, parecía disfrutar siendo el centro de atención de aquellas dos encantadoras muchachas.

¿Y ahora se va a dormir tan contento?

Daphnia se estaba empezando a enfadar, odiaba que las cosas salieran mal, y más aun si era por algo tan tonto como aquello. 

Pero no pensaba ir a buscarlo. Al menos, todavía no. Si realmente se había ido a dormir, cosa que no sabía, y tampoco le interesaba, no era de su incumbencia. Ya hablaría con él más adelante.

Todavía le quedaba trabajo por hacer. Llevándose una mano al mentón, con actitud pensativa, intentó decidir su próximo objetivo. Las opciones empezaban a reducirse. Los que ya se hubieran ido a dormir, como Jasper, en parte se habían librado. Siempre podría hacer una "visita nocturna", pero acababan siendo un agobio más que una ayuda, porque ser sorprendidos en su cuarto no les hacía ninguna gracia.

Por otra parte, seguro que quedaba alguien hablando, los hombres siempre han sido muy dados a beber hasta bien entrada la noche, y de no ser así, Peter ya habría intentado dar con ella. O eso esperaba.

No tardó en tomar una decisión. El siguiente sería ser Walder Frey.

Todavía no sabía cómo tratar con él, pero Daphnia no sabía decir que no a la diversión de improvisar. Con una sonrisa, desanduvo el camino ya recorrido, de nuevo hasta el comedor, preguntando por Walder, pero con discreción. 

-¿Y bien, ser?- Añadió Lord Venesh con cierto tono de impaciencia.

Perdonadme milord, estaba absorto pensando...

Quizás podríamos simular una conversación y que intencionadamente fuese escuchada por el salvaje...

- Lord Baelish... disculpad que os interrumpa. Os estaba buscando. - sonreí e hice una reverencia a modo de saludo tanto a Lord Baelish como a las muchachas que le acompañaban.

- ¿Podemos hablar un momento en privado, mi señor? - luego eché un vistazo a las encantadoras muchachas y maticé mi petición: - Cuando tengáis un momento por supuesto, es un asunto que no corre prisa. -

A Daphnia le costó poco trabajo dar con Walder Frey, uno podía encontrar a quien quisiera en este tipo de eventos siempre que supiera a quien debía preguntar. Tuvo que ingeniarselas para que no se notara mucho su interés por él. Por lo que dar con su paradero le llevo algo de tiempo y tuvo que soportar alguna conversación irritante y fingir que le interesaba. Pero finalmente había dado con el caballero de los Gemelos, uno de los inumerables nietos, o tal vez bisnieto, de Lord Walder Frey.

-Ser Dalmau Greyjoy, nuestro campeón de arco y digno sub-campeón del combate. Decidme ser, pagasteis con oro o con acero vuestra cota de malla. -Sonrió con malicia. -Eso del acero me parece una constumbre harto ordinaria, con lo practico que es pagar en oro...

El señor norteño asintió. -Seguidme el juego, ser.

Echó a andar con paso decidido y a buen ritmo, aún para su edad, hacía el lugar donde el dothraki devoraba platos como si no fuera a haber un mañana.

Lord Venesh iba hablando con uno de los caballeros norteños y se acercaron al lugar donde Kaleon todavía seguía comiendo ajeno a todo el baile de los nobles de Poniente..

-Vaya, Ser Erbin, me dejáis vos de piedra. No me imaginaba que Ser Jasper fuera tan arrogante en ese sentido, lo tenía por un caballero más gallardo.

Tomo una copa de vino de la mesa y se apoyó en ella para descansar brevemente mientras saboreaba el vino.

- Sí, puede resultar un tanto ordinaro... pero a veces imprescindible mi señor. Y en esos casos hay que estar preparado para pagar tanto con uno como con el otro. - sonreí. - Esta armadura la pagué con oro. - dije para aclarar sus dudas. - Aunque las primeras cotas de malla que vestí fueron pagadas con acero... y sangre. -

- Bien, os buscaba para preguntaros qué tal iban las apuestas... estoy interesado en invertir algo de mis ganancias en el tiro con arco. Y había pensado en apostar... he oído que vos lleváis el tema. ¿Por qué caballero tendría que apostar para ganar más dinero? - le miré con suspicacia tratando de analizar cualquier expresión que cruzara por su cara...

Como oís, milord, ser Jasper comentó que no deberían dejar participar a los perros dothrakis, realmente fue muy maleducado...

Y después se estuvo riendo de lo lindo...

Vaya, no quisiera ser indiscreto, pero luego lo dejó a la altura del betún, luego os cuento...

Buscó otra copa de zumo, tenía la boca seca, pero estaba comenzando a necesitar ir a las letrinas...

El rostro de Lord Baelish parecía tallado en piedra. Y si había alguna mueca o expresión que reflejara algún sentimiento, sin duda sería porque Meñique así lo querría reflejar de tal modo. Su voz y sus gestos decían las mismas palabras.

-Ser, no os ofendáis pero esta apuesta está muy por encima de vuestro premio. - Posó una mano en el hombro del caballero. - Y seguramente por encima de vuestras posibilidades. Son cien dragones de oro por participar. - Pareció divertirse con la situación y mostró una sonrisa.