Partida Rol por web

Vamos a echar los ganchos, don Felipe -propuso el hombre armado-.

Agarro la cuerda que pende del gancho que ha debido fijarse en alguna parte de la madera podrida del navio. No me gusta su aspecto y aunque merece la pena ver que vemos en el, no parece que nos vaya a servir de via de escape. Agarrando fuerte la cuerda empiezo a trepar por el casco de la nave pero la madera esta podrida y llena de musgo y algas que la hace muy resbaladiza, mi pie de apoyo pierde el piso y me golpeo con el casco agarrado a la cuerda. Afortunadamente vuelvo a retomar el equilibrio y afianzando con mas seguridad el apoyo en el casco del barco consigo ir avanzando poco a poco por la cuerda camino a la cubierta de la nave abandonada

Felipe tomó un gancho, lo lanzó, y se quedó clavado en el reborde del un saliente muy cerca de la cubierta de la coca. Mientras estaba subiendo ésta cedió, fruto de la podredumbre, y la madera crujió haciendo ceder el gancho mientras estasbas ya subiendo...

¡¡Aaaaaaaaaahh!! Caíste unas pocas varas de altura directamente al agua... -menos mal que no llevabas la loriga de malla, la cual habías quedado en el la nao de don Joao. Rápidamente, tus compañeros te lanzaros los remos y pudiste asirte a uno de ellos, del cual tiraron y lograste subir al bote sin demasiados problemas... Nada más subir, te diste cuenta que estabas lleno de esas algas asquerosas.

Subo de nuevo a la pequeña embarcacion ayudado por los marinos bastante avergonzado por la escena. Intento de nuevo asirme a la cuerda y con determinacion intento de nuevo ser el primero en subir. Soy el superior al mando y no quiero defraudar a mis subordinados.

En un alarde de entereza, lograste lanzar otro gancho con suma facilidad, y subir no sin ciertas dudas (eso sí: previamente tiraste bien de la cuerda para comprobar la estabilidad y evitar nuevos sustos). Tras un avance ascendente ahora completo, te elevaste hasta la desgastada y ennegrecida cubierta. Tus compañero hicieron lo mismo a través de la misma cuerda por la que trepaste. Una vez allí, viste que la podredumbre había arruinado el barco. Estaba como encallado en el mar, encima de lo que seguramente fuera un gran núcelo de algas que no hacía sino, de forma inimaginable, de improvisada roca (donde descansaba la coca). Aquello no lo habías visto en la vida.

Viste que el soldado de la expedición sacaba una espada, mientras que los dos marineros comprobaban los nudos colgando de los restos de los palos.

Aquí no hay nadie, señor -dijo el soldado-. Si tan siquiera está varado... ¡sino encallado...!

-Maldita sea! Esto no es mas que un presagio del futuro que nos espera si no conseguimos salir de estas malditas algas!- Dije ofuscado. -Ya que estamos aqui hecemos un vistazo en los camarotes y en la bodega por si encontrasemos algo util-

-Tu- Dije a uno de los marinos- Quedate aqui cuidando de la barca y si ves que esto empieza a despedazarse asegurate de que nuestra barca no se va a pique junto con este amasijo de madrea podrida-

-Vosotros dos- dije al soldado y al otro marino- acompañadme a revisar el barco, id con cuidado que no sabemos si estas maderas aguantaran nuestro peso. Andad con cuidado- Dije mientras dirigía mis pasos hacia los camarotes de mayor rango de la nave

Uno de los marinos asintió, y descendió de nuevo al bote. Al menos la fuerza de las olas era menor con tanta alga allí abajo. El soldado y el otro marino quedaron tras de tí, uno armado y otro más temeroso, y avanzaron en tu retaguardia. Mientras pisábais tablón y tablón el crujido de la madera alertaba de vuestra presencia con crudeza. Notábais una sensación de malestar en ese barco, de abandono perenne.

Será mejor que nos separemos... -sugirió el soldado-. Si avanzamos juntos el peso de los tres puede hacernos caer al pisar tablones en mal estado...

Avanzásteis por la cubierta, crujido a crujido. Vuestras armas afuera et el vuestro atino delante de vuestros ojos, que nada podía pasar desapercibido si lo hubiera. Bajásteis por el barco desvencijado a través de sus maltrechos pasillo, y pronto, tras bajar unos escalones anduvísteis por los camarotes. Todos conservaban muebles y camastros, todos ellos podridos, y ropas y restos de barriles y otras telas por doquier. Finalmente, tras bajar a un segundo compartimento sobre el primer "piso", vísteis lo que debía ser el camarote del capitán o caballero que anduviera por a las órdenes del navío. Y no es que la coca tuviera ostensión extensa de galones por parte de un capitán, sino que simplemente tal habitáculo era un poco más grande. Como novedad, un escritorio y algunos mapas de navegación empapados en el suelo ofrecían distinción con respecto al resto.

Reviso con interés el camarote del capitán. Tomo los mapas de navegación del suelo y los pongo en el escritorio para ver si encuentro alguna información relevante sobre el rumbo que llevaron estos navío o si sabían como salir de esta maraña de algas, no con mucha esperanza pues si así fuera no habría acabado aquí sus días. Busco el cuaderno de bitácora de la coca, para ver si encuentro la razón de porque el navío ha quedado aquí encallado de la misma forma que el nuestro. 

Me resulta extraño que no encontremos los cuerpos de los marinos ni de la tripulación del navío -Que habrá sido de estas gentes?- Me pregunto. -Se habrán arrojado por la borda por la desesperación?. Acaso será ese el destino que nos espera?-

No hacía ser muy hábil para observar, si uno bordeaba el escritorio, cómo éste albergaba un cajón bajo su superficie. Nada más abrirlo viste un cuaderno abierto, con las hojas crujientes como hojas (fruto de que alguna vez estuvieron húmedas) y la tinta ya corrida tiempo ha. A su lado había un tintero caído y derramado su contenido, aunque ya seco y negruzco. No había pluma por allí. Tras abrir el cuaderno cosido y roído, viste que en la mayoría de las hojas había letras, líneas y números (y dedujiste que podría ser el inventario con la que la coca y sus tripulantes comerciaban (al fin y al cabo era un barco comercial). No obstante, las últimas páginas habían sido escritas con texto seguido y bastante más mala letra que el inventario de productos.

Ojeo el libro con sumo cuidado intentando desentrañar lo que es mano inexperta o nerviosa intento plasmar en las ultimas hojas del cuaderno

Unas hojas legibles te dieron ésto a entender:

"Asique éste es el fin... mucho hemos recorrido huyendo de esa bestia, pero no sabe uno cuán demonios hay en lo profundo del océano. Ahora ha llegado nuestro turno. Doce días llevamos siendo hostigados por sus infames tentáculos. Un marino puesto en la cofia logró ver su resbaladiza piel, que decíase con sus palabras de metal, gris y brillante. Lo que oimos todos es su rugido bajo el mar, que traspasa olas y las paredes del camarote ¡en los últimos días sonaba a cada hora! Poco o nada queda hacer, pues una pasta profunda retiene al barco. No sabemos si es parte del plan de ese monstruo, pero nos tiene ilocalizables y amarrados. Estamos anclados más que varados, y los días pasan. Los marinos han empezado a comerse el forro de los palos de la nave. Las ratas son un bien preciado: nos quedamos escasos, pues las provisiones cayeron al mar durante la tormenta... La locura se generaliza, y ya ha habido dos apuñalamientos en cubierta. Es cuestión de tiempo que nos matemos los unos a los otros, pues ningún barco se avista en cualesquier horizonte."

¿Qué ocurre, don Felipe? -dijo el soldado viéndote inmerso en tu lectura-.

-Nada, nada- digo distraido mientras levanto la mirada de las hojas manuscritas. -Nada encontraremos en este navío. Al parece quedaron encallados como nos pasó a nosotros y debieron abandonarlos al verse aquí presos- digo ocultando a propósito la referencia a la bestia. De nada serviría que la marinería se pusiese nerviosa ante el posible ataque de una bestia abisal. -Si los ocupantes de esta nave no encontraron nada aquí que les permitiera salvar la vida, nada encontraremos nosotros. Marchemos de vuelta a nuestra nao y recemos por que alguien nos encuentre. Se me ocurre algo......¿Tenemos con que hacer fuego en este navio podrido?. Antes se montar en nuestra chalupa de vuelta a nuestra nave podriamos prenderle fuego a esta para llamar la atención de alguno navío. Sin duda la gran hoguera y el humo seria un reclamo visible a muchas millas de distancia- Le propongo a los marineros

Antes de asentir o no a la propuesta, oísteis todos un grito de una persona. Era el marinero que había quedado vigilando el bote afuera, junto al casco de la coca. Gritó fuertemente y de forma terrorífica, y luego calló. Oísteis un chapuzón afuera entonces, como si fuera un estallido en el agua... Et luego volvió la calma.

Señor Felipe... -dijo el soldado-. Ahí afuera... hay algo... -vaticinó con evidentes muestras de miedo en su rostro-.

-Que ocurre?- pregunto con desesperación. Voy corriendo, con cuidado de no caer pro tropezar en alguna madera podrida, hacia la cubierta para ver que diantres esta pasando aqui fuera. Donde esta el marino?, esta la chalupa fuera o acaso es que la bestia que nos ataco en la tormenta y que relata el diario esta acechandonos aqui mismo?, pienso mientras voy hacia la borda a ver que ha pasado  

Corriste por el mismo recorrido por el que tus pasos te habían conducido hasta el camarote del capitán de la coca. Las tablas crujían bajo tí, y el marinero y el soldado corrieron siguiéndote (no tenían intención de desobedecerte ni tampoco de quedarse solos en cualesquier estancia). Cuando llegásteis a la cubierta mirásteis para abajo, donde debía estar el tipo cuidado el bote... y nada: allí sólo estaba el bote sobre el limo, zarandeándose un poquito, pero ni rastro del marino...

Rápidamente, sin casi poder reaccionar, del agua y maleza formada alrededor del casco próximo se elevaron increíblemente tres tentáculos, largos como una cuerda de quince o dieciséis varas... ¡¡Y se lanzaron contra vosotros!! Restallaron como un látigo, haciéndoos caer hacia atrás (la precisión de los mismos era impresionante). Ello os hizo a los tres caer con la espalda en la madera de la cubierta... Y los dichos tentáculos seguían hostigándoos.