Partida Rol por web

- ¡No te atrevas a tocarm...- Ya tenía la daga en la mano para pinchar a Galdar cuando sintió un refrescante alivio en su cara.-Aaaaaaaaah, qué gustito.- Susurró Sapo ante lo que le hacía Galdar. Se tocó el apéndice que era ahora su nariz y miraba al clérigo extrañado. ¿Qué le pasaba? Antes tenía la nariz grande como un pimiento , tanto que sin esforzarse demasiado podía vérsela con sus propios ojos. Ahora, incluso vizqueando aún más de lo normal, no lograba ver nada.-Ji..jijiji..ji,ji.- Se reía solo el pobre pues, recordando su dura infancia, en la que todos los niños humanos y no humanos se reían de su nariz (entre otras cosas), le daban ganas de regresar a a Bolborp, ese pueblo de mala muerte, y decirles "¿Ahora qué?" Sin embargo  se tapó la cara con un trapo haciendo caso a lo que decía Galdar ya que no quería que se le infectara la herida.

El gnomo subió la escaleras y no captó las sutilezas de Lauriel. Dejó que Estragón echara un vistazo, con alguien tan grande como él y su hermano, para un gnomo era fácil pasar desapercibido.

El pasillo por donde se había introducido Shagar era de suelo de piedra, por lo que el ruido ominoso que antes se escuchaba al pasar por la madera, ya no pudo oírse. Mientras estaba en la puerta, el hermano fuerte cogió el pomo, un pomo sencillo, sin cerradura ni nada y tiró suavemente de él. A pesar de las condiciones del castillo, la puerta apenas emitió un pequeño crujido al abrirse. 

Mientras tanto, Estragón se posicionaba, no sin cierta dificultad, al lado de Lauriel y Lilith, para vigilar el exterior. Se dio cuenta de que olía a humedad, y mientras observáis, os fijáis que el cielo, poco a poco empieza a oscurecerse.....El viento comienza a arreciar y notáis que la temperatura cae unos grados de golpe. En el horizonte hay nubes de tormenta acercándose rápidamente al castillo, unos nubarrones oscuros, que anuncian tormenta, van camino directo hacia donde vosotros estáis..... relámpagos y rayos se entremezclan en las alturas, mientras las nubes, con engañosa lentitud, van recorriendo el cielo...casi inmediatamente, como si la hubiera invocado Estragón, la lluvia hizo acto de presencia.

Empezó suave, pero se cogió con rapidez, mojando todo lo que había a la vista y creando una bella estampa, si no fuera por el lugar donde se encontraban. A pesar de ello, Estragón fue capaz de vislumbrar movimiento en el patio del castillo*.

Desde donde estábais podías ver parte del patio del castillo, que parecía dividirse en dos, una interior y otra exterior, pero con muchas ruinas. También hay un pozo en el medio del patio interior, y más allá de las ruinas, Estragón consigue ver tres orcos que están semi-ocultos, vigilando con lanzas y arcos la parte exterior. Están atentos a la parte externa de la fortaleza, por lo que parece que, de momento, no se han percatado de lo sucedido con el orco de la torre....

Jojojojo... qué vista que tengo. Y sin la ayuda de Rata, ni nada...

Estragón dió un par de golpecitos en el hombro de Lauriel, y señaló para ella las direcciones en las que estaban los guardias. Una... dos... y hasta tres veces. Esta es toda la cuenta que por ahora podían llevar, que es lo que vinieron a hacer: contar orcos. Luego se alejó para poder hablar con tranquilidad en el interior sin el ruido de la lluvia. Primero habló por el hueco de las escaleras.

Psst, Rata. Todo bien, ya puedes subir.

Mientras Rata subía, fue hablando al resto...

Estamos fastidiados. Esta lluvia ha hecho puré con toda esta misión. Puré y con tropezones. Para empezar, la expedición de orcos que nos cerró por fuera va a volver para guarecerse de la lluvia. Solo disponemos de unos minutos. Para seguir, una vez que pongamos un pie fuera, bajo la lluvia, dejaremos un reguero de goteos cuando entremos en cada torre o habitación. Nos podrán seguir la pista, darse cuenta de por dónde pasamos.

Así que esto es lo que haremos... Vamos a movernos por el interior... por donde está mi hermano. Ver lo que hay, y quizás echar mis laxantes en sus provisiones, si es que es eso lo que hay al otro lado del pasillo. En cuanto no podamos explorar más el interior, volvemos aquí y salimos por patas, por la salida que está vigilando Lauriel, descolgando una cuerda por el muro bajo, aprovechando el ruido de la tormenta.

Miró fijamente a Jerinor, planteándose si había sido un gran error de estrategia haberla traído con ellos en vez de dejarla custodiando los caballos como en la última ocasión. Puede que la patrulla orca ya haya encontrado los caballos, y no los encuentren al regresar.

Humana...-dijo a Jerinor-¿Tú puedes vigilar por las saeteras si la patrulla orca vuelve?

El semiorco quedó pensativo. Notaba reticencias a la hora de acatar las instrucciones dadas. Discrepancias. Dudas. Había herido muchas susceptibilidades con muchos comentarios hirientes, y su respetabilidad estaba minada.

Haced lo que queráis. Yo voy con mi hermano.

Estragón marchó por el pasillo para dar alcance a Shagar.

Sapo no entendía ni media de todo lo que decía Estragón. Quizá para un semiorco la lluvia fuera un problema pero en el complejo cerebro de Sapo, sobrecargado de estímulos, se había hecho una simplificación: orco= rudo. ¿Cómo iba a importarle a un orco la lluvia? Se le caería un mito si así fuera. Aún así no se opuso a que la humana se quedara vigilando, por si acaso. Después de lo del lodo come-narices, Estragón le parecía más sabio que antes, no tanto como su mentor, pero más que antes.

- Sólo disponemos de unos minutos.- Repitió él, no para apoyar lo dicho por Estragón, sino porque , al haber derribado a un orco, era cuestión de tiempo que los otros se percataran de tal hecho y dieran la voz de alarma. Sin saber muy bien cuál era el plan, Sapo correteó tras los dos hermanos. Mientras ellos estuvieran allí, ¿quién iba a atacar a un pequeño y dulce gnomo?

Miro hacia Estragon, tenía razón, la lluvia podía suponer un serio problema. Preparó el arco, cogió 2 flechas y mientras cargaba una mantuvo la otra en dirección inversa, preparada para un segundo disparo rápido si fuera necesario.

Voy a avanzar por la sala superior, a ver a dónde nos conduce y que encontramos, debería venir Lauriel o Lilith conmigo, preparadas para abatir a lo primero que se nos cruce.

Oteo por el resquicio de la saetera que tenía al lado, camino de su destino, el tiempo empeoraba por momentos igual que el que disponían- Voy a tomar posición en el cuarto circundante, espero que todo esté igual de en calma.

Mientras se movía sigilosamente, no dejaba de pensar en la profanación de la capilla, en cómo habían escupido en la cara al dios de la misma, como su propia manifestación de la corrupción tomó forma, y como sus almas se reflejó en inmundicia retorcida y oscura, que reptaba en el mismo corazón donde un día, debió de estar el pasillo central que llevaba al altar de aquel dios el cual ahora, no tenía claro cuál era, pues no se vislumbraba ningún signo que denotase que dios había acogido allí a los que buscaban su luz y su verdad.- Cuantos dioses, habrán sido olvidados pues el hombre solo descansa en su gozo cuando halla pesar y tormento en su propia mirada. -Sacudió la cabeza, tenía que pensar en dónde ponía los pies, en no fallar si tenía que realizar un certero disparo.

Lilith miró la lluvia con enfado y se lamentó de que esta le impidiese ver claramente a los orcos. Tres arqueros hubieran hecho un buen trabajo con esos. A Lilith no se le daba demasiado bien la estrategia, pero no se andaba con miramientos. Salió de sus cavilaciones y respondió a Eco.

-Yo iré contigo, Eco -antes de seguirle, se volvió hacia el gnomo, presa de una incontrolable lástima. Su nariz era tan graciosa...-. Tranquilo, pequeño. Ahora estás mucho más... misterioso -hizo una mueca con la comisura de los labios, pero se quedó en media sonrisa-. Tú intenta centrarte en mantenernos en contacto y ya verás cómo se te olvida.

Se ajustó el carcaj y preparó el arco, dispuesta a seguir a Eco con la mayor discreción posible. Entre los muros era mucho más fácil escuchar posibles enemigos a distancia, gracias al eco. Decidió quedarse en retaguardia, tras el gnomo, dejando que Eco hiciera su trabajo al otro lado.

Lauriel escuchó lo dicho por Estragón, negando con la cabeza...."No, yo me quedaré vigilando la puerta trasera, creo que mi visión nocturna ayudará más. Hathol, Jerinor, subir a la torre en silencio y desde ahí nos cubrís. Si os descubren, la prioridad es salir de aquí con vida, no matar. ¿Me has oído Hathol? Que no me tenga que arrepentir de confiar en tí. Vosotros.... me parece bien el plan. Averigüad que hay por ahí, pero que no os descubran. El objetivo es contar y salir...pero si podemos eliminar a algunos sin que los demás se enteren, mejor. Si pasa algo, volved aquí a toda prisa y saldremos por encima de la muralla, conforme ha dicho....ése." dijo señalando a Estragón.

El humano gruñó en respuesta al escuchar la reprimenda escondida en las palabras  mientras salía al exterior con su capucha echada, seguido de Jerinor, ambos con los arcos en las manos y una flecha puesta, dispuestos a disparar en cualquier momento. La última en salir fue Lauriel que sacó una cuerda mientras se dirigía hacia las almenas a su derecha.

Por otra parte, Shagar y Eco abrían la puerta lo más sigilosamente que podían y rápidamente escrutaban su interior. La habitación, de unos 13' de ancho por 20' de largo, contenía únicamente dos tornos que seguramente se utilizaban para subir y bajar los rastrillos del castillo, pero que ahora, por su aspecto viejo y desgastado, no parecían funcionar. Unos restos de cadenas rotas yacían en el suelo a su lado.

En el centro de la sala había una serie de agujeros cuadrados de aproximadamente 5x5 centímetros de tamaño, que permiten ver el pasillo inferior. Era una parrilla de 15x15, con un pequeño intervalo entre ellos, con lo que ocupaban gran parte del centro de la sala.  Su función, para vosotros, desconocida.

Poco más podéis ver en la sala, que tiene paredes y suelo de piedra. En la parte Norte del muro de piedra véis 2 troneras para poder lanzar flechas, y justo enfrente de la puerta por la que acabáis de entrar, otra puerta. Otras dos puertas, una justo al lado de la que acabáis de entrar y la otra al lado de la de enfrente.

De momento, aparte de la lluvia, no escucháis ningún otro sonido.

Vacía. La Habitación grande que controlaba el rastrillo estaba expedita. Ahora tenían que decidir por donde continuar.

- ¿Seguimos hasta la otra torre?- Propuso Sapo quien suponía que las otras dos puertas llevarían al patio y, en su humilde opinión, ese sería el último lugar al que ir. Desconocía para que servía la parrilla llena de agujeros en el piso de la habitación. ¿Sería para verter aceite hirviendo sobre los enemigos que amenazaran con abrir el rastrillo?

Ssssssh...

Era Estragón, mandando callar con el índice sobre sus labios cuarteados con un sonido que imitaba al viento. No al viento que había ahora, porque solo se escuchaba la lluvia, y había dejado de soplar. Pero no era un ruido sorprendente para una tormenta.

En esos momentos, su mente repartía las puertas. La que estaba en frente de ellos, probablemente, daría a un nuevo pasillo hasta la próxima torre. Al lado de las puertas de los pasillos, otras puertas laterales para bajar al patio de armas y para subir a lo alto de la muralla. Y en cuanto a las tres puertas con candados... Cuando Estragón miró por la ventana no vió ninguna estructura sobrevolando el patio de armas y el pozo sobre pilares de piedra o postes de madera. Su conclusión fue que aquellas tres puertas, lejos de dar a más habitaciones, pertenecían a tres armarios.

Era difícil de saber si los candados los habían puesto los orcos para guardar algo importante, o estaban allí desde siempre, quizás a modo de armería del viejo castillo. Ayudaría a hacer más suposiciones acercarse y revisar si hay óxido o son candados más nuevos, aunque no sería un dato determinante.

La cuestión era... ¿había algún picaruelo diestro en el grupo capaz de abrir los candados sin reventarlos en un sonoro estruendo? Porque si la tormenta se portaba bien, vigilando por las troneras la llegada del relámpago, podían predecir el bramido del trueno, y hacerlo coincidir con el golpe al candado.

Antes de compartir sus inquietudes con el grupo, el cocinero semiorco se tenía que asegurar de que podía hablar sin problemas de oídos indiscretos. Se arrodilló y pegó la cara a uno de los agujeros de dos pulgadas en el suelo, que otrora habrían sido recorridas por las cadenas que tiraban del rastrillo. Revisó bien la arcada que había bajo la habitación para asegurarse de que no había ningún vigía orco que les pudiese escuchar.

Se percato de la mirada de Estragon hacia los candados- Cubrirme, voy a examinar las puertas.
Con el mayor sigilo que pudo, se dirigió hacia ellas. Una vez llego a la primera, se agazapo como mejor pudo preparado por si alguien entraba en la sala, comprobó el primer candado que tenia a mano y se preparo para intentar abrirlo de forma sigilosa.

A pesar de no moverse demasiado sigilosamente, el grupo avanzó en relativo silencio, por la habitación. Los ojos curiosos miraban hacia los agujeros del suelo y algunos de ellos adivinaban o imaginaban la función de los mismos. Tras la tensión inicial y asegurarse de que la habitación estaba vacía, habían podido dedicar más atención a la misma y efectívamente, aquellos agujeros parecían tener la función de lanzar aceite o cualquier otra substancia a quien estuviera debajo, justo enmedio de dos rastrillos que se podían contemplar desde donde estaban a través de los agujeros.

Otros dos agujeros un poco más grandes eran los conductos por donde habían pasado las cadenas de dichos rastrillos, como dedujo Estragón, pero que ahora no servían para nada con las cadenas rotas en el suelo. El gordo cocinero tampoco vio a nadie desde su posición...nadie había abajo de ellos.

Mientras tanto, Eco se acercó sin que el resto se percataran hacia la puerta a la izquierda de la entrada y, a pesar de que el candado estaba algo oxidado y parecía antiguo, lo abrió con un diestro movimiento de muñeca y un ligero "golpe" de una de sus ganzúas. Se acercó a la otra puerta, justo la que estaba enfrente de la que acababa de abrir, pero aquel candado parecía más afectado por la herrumbre, porque aunque lo intentó con fruición, no se abrió.

Quedaba pues el candado de la puerta de enfrente de la que habían entrado, que se abrió con igual soltura bajo la diestra mano de Eco. Shagar miró al humano y le dedicó una sonrisa con cierta sorna para luego ponerse serio y decirle..."aparta o te aparto yo". 

Dicho ésto, abrió la puerta y visteis otro largo pasillo que daba a otra puerta. En la pared de la izquierda (norte) habían otras dos troneras, por las que podíais ver el agua caer y las luces de los relámpagos y rayos. Cada pocos segundos, apenas cada 6-7 segundos, una luz, seguido de un sonido retumbante cruzaban el firmamento.

Galdar, al final del grupo, seguía al resto con cara taciturna..."No me gusta tanto silencio....¿no se supone que los Orcos son criaturas nocturnas?" dijo con su grave voz aún más grave por el esfuerzo de querer hablar más bajo.

El labio inferior de Estragón vibró con un pufff de superioridad ante el comentario lleno de prejuicios que había soltado el sacerdote. Era la típica visión de los orcos que tendría un monje de clausura que sale por primera vez a una misión fuera del templo.

¿Alguna vez has visto a una musaraña cazar por la noche, Galdar? Son silenciosas y nocturnas a la vez. Y muy sabrosas cortadas en taquitos para alegrar la ensalada con un poco de carne.

Mientras su hermano avanzaba por el pasillo, Estragón entreabrió la otra puerta que estaba tras el otro candado abierto por Eco. No se le ocurriría felicitarle por eso. Estragón también tiene unas manos habilidosas, podría haberlo intentado el propio cocinero, pero sus dedos regordetes no tienen suficiente espacio en nada más pequeño que un molde de magdalena.

Escudriñando por la rendija, con sus ojos orcoides, trataba de ubicar mejor la posición de las habitaciones... Según su visión espacial, típica herramienta para desenvolverse en una cocina, aquel acceso debería dar al exterior, al patio de armas.

Lilith miró el patio en su totalidad, escondida en la pared y cubriéndose el pelo blanco con los brazos para no reflejar la luz de los rayos. Cualquier destello podría delatarles. Aprovechaba los pocos segundos entre rayo y rayo para mirar al exterior e intentar divisar a los enemigos mejor. Asimismo, también intentaba establecer un mapa en su cabeza con el cual adivinar una posición fija para ella. En algún momento podría tener que disparar. Necesitaba ir a la siguiente torre para ver mejor el patio. Siguió a Shagar tras lanzar una mirada de reojo al resto.

Entre los ruidos de la tormenta y sus atrofiados sentidos, Sapo se encontraba un poco aturullado. No sólo eso, sino que para un sentido desarrollado que tenía,el del olfato, la pérdida de su nariz suponía un gran impedimento.¡Con el precioso apéndice que tenía! Ahora era como si todo el aire entrara a borbotones, sin nada que lo dirigiese o filtrase con una barrera de pelos y mocos. Entraba todo de golpe, a las bravas. Como un gesto involuntari, aprendido durante años, hizo ademán de sorberse los mocos.

- Mierda.

Observó cómo los hermanos se separaban , cada uno curioseando por un lado. Fue Galdar el que hizo que le entrase un escalofrío al evidencias que allí había mucho silencio.

- Los orcos no suelen tener mucho tema de conversación entre sí.- Pero era curioso cuanto menos, no podía evitar pensarlo también. Esperó con la ballesta cargada en sus pequeñas manos a ver qué descubrían los demás.

Voy a volver a intentarlo con ese candado a ver....
Se volvio, interesado en el candado que no había podido abrir.

Estragón abrió la puerta inmediatamente a la izquierda a la derecha de la que acababan de entrar en la habitación, y, como él ya sospechaba, unas estrechas escaleras de piedra, derruídas casi en su totalidad, bajaban hasta el patio de la fortaleza. El sonido del agua penetró con más claridad al abrir el semi-orco la puerta y varias gotas le salpicaron el rostro. Pudo ver en lo alto de la torre a Jerinor y a Hathol, con sendos arcos, semi-agachados y lanzando miradas furtivas hacia abajo, en dirección hacia donde había visto a los Orcos antes, pero que ahora no podía ver por la posición en la que se encontraba. También vio a Lauriel que se afanaba en la contramuralla semiderruida atando la cuerda a una de las piedras. La elfa parecía estar terminando y recogiendo su arco para retroceder hasta la torre por donde habían entrado de nuevo.

Mientras tanto, Shagar, tras abrir la puerta, se adentró en el pasillo seguido de Lilith. Eco se entretuvo con el candado de la otra puerta, que se le resistía...quizás debido a que intentaba vislumbrar algo por la tronera a la vez que manipulaba el pedazo de hierro oxidado. El resto, esperaba.

Una puerta recibió a Shagar y a lilith al final del pasillo, y al verla sin candado ni nada, Shagar ni lo pensó. Abrió la puerta que conduce a la torre noreste del castillo. Ambos vieron que el suelo está podrido por completo, al igual que en la otra torre, y una escalera de piedra conduce al primer piso. A través de los agujeros del suelo observais que el primer piso está lleno de restos y escombros, muebles rotos y tapices desgarrados. Entre ellos dos arañas monstruosas inteligentes de tamaño mediano se mueven con agilidad. El ruido de la puerta al abrirse las pone sobre aviso y comienzan a subir en busca de comida.*

El grupo se dispersaba como lo hacía la mente de Sapo.  Shagar y Lilith avanzaban hacia la otra torre. Eco se entretenía con otro candado, algo que debía ser divertidísimo, y Estragón iba por otra de las puertas. Sapo, por su parte, se quedó junto a Galdar esperando ver qué camino elegían al final.

- Yo sé contar. Me gustan los números, tan exactos siempre.- Decía a quien quisiera escucharle pensando en el extraño objetivo de la misión: contar orcos.

Se limpió el agua de la cara con un gesto de resignación y negó con la cabeza para sus adentros. ¿De dónde habían salido esos milicianos? No parecían tener instrucción básica, si quiera.

Menudos inútiles... no se esconden nada bien. Hasta yo puedo verles, y eso que tengo los ojos dañados de tanto cortar cebolla.

Con sumo cuidado, Estragón arrimó la puerta y metió la U invertida del candado por los dos pasadores: el de la puerta y el de la pared, sin presionar las dos partes de la pieza para cerrarla. De ese modo, quedaba la puerta bloqueada, pero podía volver a abrirse sin necesidad de ganzúas.

Sin demasiada prisa, pasó al lado de Eco sin prestarle interés, mientras el cartero se mantenía entretenido en sus cosas. Casi atropellando a Sapo, el cocinero prosiguió por el pasillo para dar alcance a su hermano, que seguro que estaba a salvo y lejos de toda amenaza.

Por la puerta que acaban de abrir Shagar y Lilith aparecieron dos arañas negras, peludas y con un extraño dibujo de dos colores (marrón oscuro y marrón claro) en la parte superior de su abdomen, ambas de gran tamaño, con un cuerpo casi tan grande como el de un mastín labrador y con ocho largas patas que las hacían parecer más enormes de lo que en realidad eran.

Shagar y Lilith dieron un involuntario paso atrás, mientras los palpos delanteros de las arañas chasqueaban con furia y hambre retrasada. Un líquido verduzco con tintes negros caía de las mandíbulas de las criaturas, anticipando unas mordeduras algo más que dolorosas....

"Odio las arañas...." masculló Shagar aprestando su arma para el combate. Las arañas se lanzaron hacia adelante.

No dudo un instante, se acerco al borde de la puerta preparando a su arco y dijo lo más bajo posible al grupo "¡Volver a esta sala, ese pasillo es una locura no podremos daros apoyo!"

Sabia que era una locura luchar en un pasillo contra 2 hermosuras como aquellas, tampoco podía disparar, pues a no ser que una de sus flechas solo rasgara los primeros pliegues de grasa de Estragon, veía complicado no hacer otra cosa que trinchar a algún compañero. También tenia claro que cuanto menos ruido hicieran, más tiempo permanecerían ocultos...por suerte una araña no tiende a dar la voz de alarma, sino a morder como un perro....o en este caso una garrapata si les daba por saltar hacia delante. Por suerte Lilith no seria el primer plato, ni el entrante teniendo en el menú a su muro de carne.

Se percato de lo mucho que podría complicarse la situación, busco entre los pliegues de su abrigo y una vez hubo encontrado lo que buscaba, sonrió. Podría buscar un tiro limpio, pero sabia que estando Estragon de los primeros en la linea de cocina, ayudarle para que sirviera unas arañas a la sarten le parecía mejor idea.

¡Estragon vuelve, intentare cegar a una de las arañas para que puedas golpearla pero tienes que acercarte! -No le pedía nada fácil, ni mucho menos esperaba que este no le gruñera como de costumbre, pero aun así, preparo un pequeño saco, listo para lanzarlo.