Partida Rol por web

Cesare se retiro un paso y auqello pareció despistar a la guerrera lo suficiente para que Pyos encontrara un hueco en sus defensas. El estoque entro y salió limpiamente del costado de la mujer, haciendo a Pyos suspirar de alivio, por fin.

-Ahí queda eso, señora! No quisiera ser el único que no derrame hoy sangre de vaca estúpida que no sabe cuando rendirse!

Karen sintió el punzante dolor como le recorría el cuerpo. Aquella zorra la había tomado con ella, y desde luego otro golpe como ese y conseguiría su objetivo.

Con una sola de sus armas, Karen fintó hacia un lado para atacar por el otro. era una finta sencilla, básica, tanto que le sorprendió que aquella guerrera picara en ella, pero no paró a pensar en ello, sino que aprovechó el hueco que había dejado en sus defensas para clavar ahí su espada y teñirla de nuevo de rojo

Esta vez la sectaria no tuvo tanta suerte. Seguía riéndose, divertida, porque era una y os había superado con gran facilidad. Pero la confianza no es buena cuando estás en un combate uno contra tres.

¿Te retiras, calvito? se carcajeó cuando Cesare se apartó y empezó a trazar símbolos arcanos. Había decidido cambiar de objetivo y el calvo la divertía. Pero no llegó a él.

Pyos y Karen actuaron a la vez. Los rápidos movimientos de ambos, que parecían haberse sincronizado, acabaron con sus armas en el interior de la mujer. Cada una por un costado, chocaron entre dentro cuando se encontraron. Atravesaron pulmones y corazón.

La sectaria se desplomó cuando ambos sacaron sus armas. Aún muerta, parecía seguir riéndose de vosotros.

Había desperdiciado el conjuro, pero la mujer estaba en el suelo y el complejo había sido registrado por completo. Con suerte, no haría falta volver a recurrir a la magia hasta que pudiera reponer sus energías.

Aprovechando la precisión antinatural otorgada por la adivinación, Cesare escupió el cigarrillo casi consumido. La boca del cadáver, abierta todavía en una mueca de sorpresa, lo recibió, apagándolo con su saliva.

—Se acabó. Podemos buscar el rastro del jinete o volver a por la recompensa, pero no parece que Destridien se encuentre aquí.

Los fantasmas llamaron vuestra atención.
Seguramente Destridien se encuentre donde nos mataron. Si vamos, quizá podamos rescatar nuestros cuerpos, y la gente del pueblo nos resucitará.

Pyos se llevó un susto de muerte cuando la voz fantasmal habó a su espalda. Se había olvidado de la presencia de los fantasmas!

-Por supuesto! ¿Donde fue que acabaron vosotros, compañeros? Acabaremos con el tal Destreiden y trataremos de que os devuelvan la vida si es posible.

El Chamán hablaba mientras registraba las posesiones de la sacerdotisa/guerrera

—¿Qué clase de imbécil regresa al escenario de un crimen?

Cesare se levantó de la cama y se agachó a cachear el cadáver de la sectaria mientras Pyos se dedicaba a registrar el resto del dormitorio.

—El mismo tipo de imbécil que adora a un demonio... —respondió a su propia pregunta.

No lo veía claro, y no le apetecía dar el paseo por el bosque que ya esperaba haber evitado, pero más valía asegurarse y terminar con ese asunto para siempre, antes de que volviera para morderle el trasero.

Karen se agachó a recuperar su arma perdida. Después se dirigió a los fantasmas.

¿Alguno de vosotros conocía a esta mujer?¿Sabéis quien era?

Bajo el arma y con un chirrido me relajo.Me chirria todo y veo que los demás también empiezan a resentirse.

-Como esta todo el mundo?

Mientras espero respuesta examino la habitación a fondo, esperando encontrar algo útil.

La mujer lleva una armadura de placas y mallas, escudo grande de metal, espada larga de gran calidad, arco largo compuesto reforzado, 20 flechas, tres pociones, dos anillos de oro y una llave.

No había allí nada oculto. Tiene poco mobiliario. Los muebles incluyen una cama de madera, un cofre cerrado con llave y una mesa pequeña con su silla.

No, no nos cruzamos nunca con ella contestó uno de los fantasmas. Recordamos el sitio donde nos asesinaron, así que cuando queráis, podemos volver allí

-Ya van dos cofres sin llave... Esta gente me cae cada vez peor...

Pyos junto el cofre con el cadaver para que Cesare pudiera detectar magia en ellos.

-Crees que algo de lo que lleva es magico?

—La llave de ese cofre debe estar en posesión de su dueño —replicó Cesare, encogiéndose de hombros—. Y la de este, presumo que se trata de esta.

Cesare levantó la mano, mostrando la llave que había sacado de uno de los bolsillos de la mujer.

—No parece nada mágico. Si no os importa, me quedaré con el arco. La armadura y el escudo son de lo más corriente —enumeró—, pero la espada está muy bien equilibrada. Llevaba un par de anillos de oro que podemos vender más tarde. Y tres pociones.

Se arrodilló junto al cofre que le había acercado Pyos e introdujo la llave en la cerradura, esperando que encajara.

La llave encajó. Tras vosotros, Lis ahogó un grito de incredulidad. ¡No habíais comprobado si había trampas mágicas! Y, viendo lo visto, seguro que lo tenía.

Pero ya era demasiado tarde. La llave había entrado y Cesare había comenzado a hacerla girar...

Y no pasó nada. El cofre se abrió con toda la normalidad del mundo para descubrir... Los efectos personales de la mujer muerta y sus ropas. No había nada de valor.

Uno de los fantasmas volvió a hablar. ¿Habéis investigado todos los rincones de este lugar? Creo que es hora de partir

- No es por ser pesado pero nos queda aun el otro cofre, el que si tiene defensas magicas. Dijimos de lanzarlo a la calle desde el piso mas alto...

Cesare revolvió en el cofre, pero todo lo que encontró en él fue ropa interior, una piedra de afilar y algunos remaches de respuesto para la armadura. Un vistazo a una parte de la vida de la mujer cuyo cadáver yacía a su espalda que hubiera preferido omitir.

—Dejémoslo en La Hoja Azul por el momento —propuso—. Puede que Destridien lleve también la llave en su persona. Estamos a tiempo de romperlo a la vuelta.

Antes de abandonar el complejo, se sentó un momento a examinar las pociones encontradas en el bolsillo de la guerrera. Dos de ellas eran sustancias con las que no estaba familiarizado. La tercera, sin embargo, la reconoció tras agitar el vial y comprobar cómo se alteraba su textura.

Venga, llevemos el cofre a la posada y busquemos al Destriden ese, o como se llame.

Pyos no pudo más que estar de acuerdo.

-Me parece una excelente una idea. Si vamos a ir a buscar a ese canalla podría tomarme una copita de vino antes.

Asiento y guardo mi ballesta.

- A mi me vendria bien un pequeño respiro la verdad, vamos.