Partida Rol por web

Ohhhhhhhh...- la expresión de asombro brotó involuntaria de los labios de la semiorca al ver al hombre que ella y muchos otros ya daban por muerto, caminando en el plano de los vivos.

Al darse cuenta que había dejado caer su mandíbula quedando una expresión de pura estupefacción, se apresuró a cerrar la boca.

Se encontraba contenta, al ver la misión acabada con éxito, cuando más por instinto que por otra cosa, Quiora rompió la incómoda formación que le había impuesto el gnomo para ir a socorrer al pálido noble cuando éste se tropezó. Fue así testigo de primera mano de su curación milagrosa. Brujería!- pensó.

Enseguida le vino a la mente la criatura con la que habían luchado en la posada del 'Como y Lomo', y sintió las mismas ganas de salir de ahí lo antes posible. Ya no tenía hambre y tampoco quería medallas.

Se apartó del lord como si lo que tuviera fuera contagioso y regresó junto a sus compañeros.

Larguémonos de aquí...- susurró nerviosa a Fedora

- Si, Sapo. Yo querrerr contarr a tí y Menon, perro no tinierr tiempo. Ahorra esperrarr. Puede que Malocchio estarr vivo y solo matarr a un sirrviente porr trraición u otrra cosa. No asustarr, Fedorra cuidarr bien de Sapo. - Acabó la frase guiñando un ojo al pequeño gnomo del grupo.

Mientras la norteña explicaba a La Garra, como fue la lucha con esos supuestos terroristas, Rupert y el mismísimo Malocchio Aderre hicieron acto de presencia. Aunque el noble lucía las típicas ropas de noble y el aún más típico semblante blanquecino de la nobleza, no tenía tan buen aspecto. Caminaba renqueante, apoyado en aquella suerte de bastón, aunque no de forma muy elegante. Aquello hizo recordar a Fedora, nuevamente, las historias que le contaba su tío Torvaldo. En aquellas historias de sus viajes, le habló de un lugar muy cálido donde los Al-Badia vestían extañas ropas, llamadas chilabas, aunque su tío prefería llamarlos "moros", por algún motivo. Se prometió que algún día visitaría aquel lugar. Así, sus pensamientos le jugaron una mala pasado y comparó el caminar del noble del castillo con la visión de esos "moros" de las historias de su tío.

- Este Malocchio Aderre moverrse piorr que un morro bañado en alquitrrán... - Se burló para sus adentros, pues no estaría bien visto que sacara a relucir sus ocurrencias.

Y de pronto ocurrió la desgracia, que se veía venir desde que el noble posó el pie en el primer escalón. La desdicha alcanzó la frente del noble, que caía rodando por las escaleras, trastabillado por un mal paso, pese a llevar consigo un bastón de apoyo.

- Porr el grran mago Knopix, ¿Qué haserr suelo parra merreser semejante cabesaso? - Volvió a pensar la guerrera de espadas bastardas, quién no pudo hacer nada por llegar a socorrer al noble.

Pero lo peor estaba por venir. De golpe y porrazo, nunca mejor dicho, Malocchio Aderre levantó la cabeza y el grupo de gente que estaba delante, al completo, fueron testigos de la brecha que se dibujaba en su frente y dejaba escapar la roja sangre del noble, que no era azul, como se solía decir. Y de pronto, la herida se cerró por si sola, cosa que petrificó a la norteña.

Lo que empezó a pasar fue que escuchaba las palabras de Quiora, que aunque hablaba bajo, las sentía como si estuvieran a miles de kilómetros de distancia. Había vivido aquello en alguna otra ocasión. La visión de su antigüo enemigo, aquel vampiro que les atacó en la posada donde se conocieron. El simple pensamiento de todo aquello valió para desencadenar que la psique de Fedora se hundiera en lo más profundo de su ser. Era miedo, un miedo ancestral que debía suprimir, y cuando la norteña tenía miedo, salía a relucir la miedosa de Xandra.

~ ¡Aaaaahhhh! ¡Es un vampiro, lo he visto antes! ¡Se ha cerrado su herida, lo he visto, lo he visto! ¡Aaaaaahhhh! ¡Solo soy una damisela en apuros! ¡¿Y ahora quién podrá defenderme?! - El pánico se apoderó de Xandra, cuya personalidad ocupaba ahora el cuerpo de Fedora.

-Tan solo estamos de paso, así que puedes estar tranquilo. Nos han contratado para proteger la carga de vino que había que traer al castillo así que como mucho, pasaremos noche aquí si es que hacemos caso de la invitación que nos han hecho para pernoctar. No soy un enemigo -declaró Gennan al perro-. Yo soy Gennan. Un druida. ¿Cómo te llamas tú? -preguntó en un intento de establecer unos lazos de partida-. Veo que la sangre de los ancestrales lobos corre por tus venas.Normal que el señor Aderre, tu amo esté orgulloso de ti. Pero el hombre que te golpeaba dijo que estabas nervioso porque habían desaparecido dos perros compañeros tuyos. ¿Qué les ha ocurrido? ¿Lo sabes?

Aunque sentía la premura del tiempo, pues no sabía durante cuánto tiempo podría seguir hablando, no quizo soltar toda una andanada de preguntas.

-No sé si lo notaste, pero me podrías decir quien de los aquí presentes es "normal"?- le preguntó seriamente a Corvino cuando este la llamo rara.

Alanis caminaba casi pegada a la espalda de Alarico, contemplando atentamente el interior del castillo tenía un escalofrío continuo que le recorría la espalda, cuando el mayordomo Ruppert se detuvo, un hombre vestido elegantemente de negro, con espada y el que respondía al nombre de Gramley hizo acto de presencia, sin contenerse Alanis lo miró asustada por la súbita aparición, y para colmo de males, Corvino comenzó a susurrar algunas palabras y a hablar solo a sus espaldas.

"Lo bueno, es que yo soy la rara" pensó Alanis contrariada recordando lo que el hombre habia dicho unos momentos antes.

Finalmente el amo y señor del castillo Malocchio Aderre apareció .-Alguien necesita urgentemente un poco de sol.- susurró Alanis cerca del oído de Alarico, en el preciso momento en que el pobre Malocchio resbalaba por la escalera, y caía, cuando se puso en pie, Alanis alcanzó a ver una herida abierta en su frente, que a continuación cicatrizó como si nunca hubiera existido, y esta vez Alanis si que aferró con sus manos níveas y delicadas, en un movimiento de buscar protección, bastante nerviosa el brazo de Alarico.

-no...no es humano, y estoy casi segura que el tal Grimley tampoco lo es, mira su pinta!...vamonos de aquí...si ese tal Aderre es un vampiro, y está enfermo, no quiero que use mi sangre para curarse de "su enfermedad"...ay sabia que me tenía que quedar en casa esta mañana- musitó la chica rápidamente al oido de Alarico para que sólo este la escucháse.

Corvino ni se molestó en contestar a Alanis Gulbahar. En aquél momento había otros asuntos mucho más importantes que reclamaban su atención.

Enarcó visiblemente la ceja cuando vio al señor de Invidia sanar la herida de su frente como por arte de magia. Y lo hizo aún mas cuando la mujer que llevaba dos espadas mas grandes que su hacha afirmaba ser una joven damisela en apuros mientras acusaba de vampirismo a Lord Malocchio Aderre. Eso si, sin el fuerte acento que antes la caracterizaba.

Pero a pesar de lo absurdo de la situación algo en ella le recordó a su amada e indefensa hija, sola, en el bosque, víctima de monstruos horribles.

Y entonces, algo hizo "click" en el cerebro de Corvino. Miró a Gramley la Garra y a Modnar y vio en ellos a uno de los monstruos que habían hecho atrocidades a su hija.

—¡No pequeña! ¡No volverá a pasar! ¡No dejaré que esos monstruos te hagan daño otra vez!—

La ira y la locura invadieron la mirada de Corvino. Le salía espuma por la boca.

Sin comerlo ni beberlo, sacó su hacha y se arrojó... inesperadamente en dirección a Gramley la Garra y a Modnar con el hacha en alto. —¡Pagarás por tu crímen, malditooooo....!!—

Fedora trataba de calmar a Sapo, pero éste se movía inquieto en su sitio como un niño que se hace pis. Se tranquilizó un poco cuando La Garra anunció que el mismo Malocchio Aderre les iba a imponer las medallas. Entonces, ¿no estaba muerto?¡Qué alegría! Ya no le preocupaba que el señor del estoque se pusiera en la puerta bloqueando su salida. Para Sapo era un muro infranqueable, aunque Quiora podía apartarlo de un manotazo.

Al ver bajar al enfermizo Malocchio, y después presenciar su antinatural curación, casi se le para el corazón a Sapo. ¡Otro vampiro!

Por una vez Quiora y él estaban de acuerdo. ¡Había que largarse! Rota la la alineación que tan meticulosamente había preparado fue a refugiarse entre las fuertes piernas de Fedora.

- ¡Haz que vuelva Fedora, Menon!- Rogó a su compañero. No necesitaban más miedicas en el grupo. Era el único que sabía cómo se hacía. Mientras tanto trató de disimular, pero estaba tan nervioso que sólo decía cosas sin sentido y algo delatadoras. Sólo le venían a la cabeza las fortalezas y debilidades de los vampiros.

- ¡EncantAJO de conocerle, Sr. Aderre! ¡Bonito pañuelo! ¡DOS!- Seguro que debajo dos marcas estaban dibujadas en su fina piel. Miraba atrás nervioso viendo que, para su mala suerte, el sol ya no estaba allí para salvarlos.-...en esta NOCHE tan oscura. ¿Es un broche o medalla que cuelga del CUELLO?¿De PLATA? No se agache, no se preocupe, désela a uno de mis compañeros. Mis padres me pusieron de nombre Miscelo, pero la gente me conoce como Murciélago...digo Lobo...auuuuu, jajaja...digo SAPO. Sapo , eso es, un pequeño gnomo, de cuerpo pequeño, y reseco.

Mi nombre ser Portos. Los miembros de la manada ser guerreros orgullosos, salir con el Amo a cazar. Antes siempre cazar dos patas por las noches. La última noche que cazar, los miembros de la manada no volver. Caer como guerreros orgullosos o el Amo liberarlos en bosque, yo no saber. Yo no necesitar saber. Yo matar. Yo luchar. Yo cazar.

No parecía apenado por la falta de los dos perros. Cualquiera de los finales que era capaz de imaginar su pequeño cerebro de perro era un final feliz.

Al escuchar la palabra vampiro, Rupert, Gramley y Modnar se pusieron en guardia. Rupert fue el primero en dejar sus dudas atrás, y ayudó a Malocchio a ponerse en pie. Por cautela, en el extremo opuesto del pasillo, Coherto volvía a guardar apresuradamente el dinero en la bolsa, por si había que salir apresuradamente de allí.

¡Pero qué tonterías! ¡¿Cómo va a ser Lord Aderre un vampiro?!

Corvino precipitó todo agarrando el hacha y lanzándose al combate. Sin embargo, no fue el supuesto vampiro el objetivo de su filo.

¿Qué es esto? ¿Una triquiñuela? ¿La mujer se pone a gritar creando una distracción para que los demás nos ataquéis por sorpresa? ¡GUARDIAS! ¡GUARDIAS! ¡A MÍ LA GUARDIA!

Modnar trató de derribar a Corvino, pero el leñador esquivó la zancadilla y le propinó un hachazo que le hizo tambalearse. Entonces Gramley desenvainó su estoque y trabó combate con Corvino para defender a su subordinado.

Huye. Trae a los demás. Yo les detendré-hablaba en plural, como si todos los demás fuesen sospechosos de ayudar a Corvino.

Los gritos de Gramley fueron suficiente para que los guardias saliesen por el lateral del edificio al callejón de la forja, aunque los refuerzos aún deberían rodear el patio de armas para entrar por la puerta principal. A vista de "águila", el búho de Genann avisó con un ulular que la cosa se iba a poner peor. Los guardias en la muralla sacaron sus ballestas ligeras y las cargaron apuntando a los dos extraños en el patio: Genann (junto a las perreras) y Dalabrac (que había acompañado a Heimenann hasta el carro con el cadáver). Si alguno de ellos acudía a la puerta, podían flanquear a Gramley o a Modnar.

En la planta baja, los mercenarios tenían varios blancos a por los que ir. Malocchio y Rupert se disponían a subir por las escaleras, pero aún estaban lo suficientemente cerca como para golpearlos. Cerca de la puerta estaban Gramley, Modnar... e incluso Corvino, si querían atacarle para lavarse las manos en este suceso. Y el propio Corvino tenía a Gramley, pero también podría tratar de rematar a Modnar antes de que se retirase al patio.

Los acontecimientos se precipitaban y no exactamente en la dirección que deberían. Una cosa era que no le gustase ese castillo tan siniestro, que incluso le incomodase el aspecto del noble que lo regentaba, pero otra cosa era liarse a ostias con aquellos guardias tan simpáticos en su casa.

Quiora se puso, como era de esperar, de parte de los guardias. Con el mango de su hacha intentó noquear a aquel viejo loco y terminar con aquella reyerta lo antes posible.

Pero qué hace el viejo loco este!- dijo mientras se avalanzaba sobre él- Dejádmelo a mí!

-Y encima me llamó rara!- exclamó Alanis saliendo de espaldas de Alarico, y volviéndose a refugiar detrás de el, cuando los golpes iniciaron, Alanis empuñó con fuerza su bastón de hechicera, mientras rogaba a los dioses que aquel enfrentamiento no saliera contraproducente.

Quiora se avalanzó como un toro...verde, sobre Corvino el anciano para dejarlo fuera de combate, los guardias comenzarón a llegar uno a uno y Alanis alcanzó a exclamar con nerviosismo en voz alta. -Yo soy inocente!! no he hecho nada!!, no ataquen,!! soy amiga de todos los animales de la creación...y no soy druida por cierto!- la muchacha pensó que sería buena idea lanzar un hechizo para dormir sobre corvino, pero en medio del caos, no estaba segura que el hechizo fuera directo a el, y seguramente terminaría afectando a más de uno, y sobre todo, por el area de efecto de su magia, seguramente terminaría afectando a Quiora y lo que menos quería era hacerla enojar y que se tomara su pequeño descuido mágico, como una afrenta  a su persona.

Una cascada de acontecimientos ocurrió sin que pudiera intervenir en ellos algo habitual en los últimos tiempos, primeramente el tal garra parecía un tipo taimado y con el control de la situación, hizo llamar al noble como quien llama a un cerdo al matadero, por mi parte creo que es que manda de verdad aquí.

Lo segundo fue la aparición del propio lord Malocchio un hombre débil y que parece que tiene alguna enfermedad, más parece un títere que el señor del lugar.

Lo tercero ya fue lo definitivo, Malocchio cayó cuan largo era en el suelo, abriéndose una brecha que sano al instante, inmediatamente recordó como sus compañeros al vampiro de la posada, pero este caso el noble no parecía ni amenazante, ni poderoso.

A partir de ahí el miedo de unos y la incomprensión de todos degeneró en un combate, el tiempo de las palabras había pasado, de momento tocaba lidiar con Xandra, no era esta la situación adecuada para ella, por un momento pensó en llamar a Suse, pero eso sólo llevaría a un montón de cadáveres, así que aprovecho que estaba cerca de ella para hacer como que la apartaba, con todo el cuidado de no llevarse un espadazo apretó con fuerza una vez su bien formado pecho izquierdo.

- Vuelve Fedora! Te necesitamos - que sacrificios hay que hacer por el bien común...

Después espero para ver como se desarrollaba el combate.

La miedosa de Xandra se había refugiado tras Quiora, que, aunque mestiza, era una mujer a fin de cuentas. Sapo no se despegaba de sus piernas, cosa que la ponía aún más nerviosa. No paraba de chillar y gritar pidiendo auxilio, pero dejó de hacerlo en cuanto vió a aquel hombre mayor salir en su auxilio.

- ¡Al fin un caballero! - Proclamó viendo como se lanzaba Corvino al combate, para evitar que el malvado vampiro y sus secuaces abusaran de ella y de su cuello.

Y entonces, sintió una áspera mano posarse en su escote. Cuando miró de lado, vió que se trataba de uno de sus compañeros, Menon. El momento fue bastante incómodo pues Xandra no esperaba que un compañero tratase de sobrepasarse sobre ella.

Y entonces, Menon apretó con fuerza el pecho izquierdo de Xandra, que en lugar de gritar quedó petrificada, como si estuviera ausente. En cuestión de un par de segundos su gesto cambió. Miró extrañada primero la mano de Menon sobre su pecho y después la cara de su compañero. Entrecerró los ojos, arrugó el gesto y dió un tremendo puñetazo al plexo solar de su camarada, que se dobló sin remedio. Fedora, estaba de vuelta.

- ¿Haberrte gustado, Menon? Te ha salido grratis, ¿Querrer más? - Preguntó intimidando al psiónico. - ¡¿Quién haberrte crreído yo serr?! - Volvió a preguntar, algo más extrañada, aunque dispuesta a aclarar que pasaba o volvería a golpear a su camarada.

El rostro de Gennan adquirió un agran seriedad. Portos, el perro, había afirmado que cazaba humanos por las noches en compañía de su Amo. No era algo por lo que fuera a juzgar al animal. A fin de cuentas era un ser irracional que funcionaba bajo el régimen de manada, liderado por un guía, su amo, su alfa. Era a este a quien habría que culpar de la muerte de innombrables personas a lo largo de muchas noches.

Todo aquello adquiría tintes bastante desagradables y de algún modo, le sorprendía que Malocchio Aderre fuera el responsable de todo aquello.

-¿Cómo se llama tu Amo, Portos? -preguntó-. Parece fuerte e inteligente y busco a alguien así para servir si me aceptara a su servicio.

Justo en aquel punto, empezaron a oírse voces lejanas y algún movimiento que otro bastante apresurado. Y el ulular de su búho no ayudó a tranquilizar a Gennan.

Todo se precipitaba en un combate aumentando la confusión reinante. Sapo estaba acostumbrado ya que su cabeza era algo igual o más confuso, excepto cuando se sumergía en el ordenado mundo de las matemáticas o de su oficio. Para aumentar su pánico, Fedora había vuelto gracias a Menon, pero no de una manera que tranquilizara al gnomo. Volvía con violencia. Aprovechando la confusión reinante buscó un lugar donde guarecerse. Quizá, una vez protegido, pudiera aprovechar el caos para "crear" algo que pudiera parar todo aquello.

Corvino dejó vía libre para que Modnar escapara. No era él el objetivo de su ira, y sólo había recibido el hachazo por interponerse para proteger a su señor: —Bien.— Exclamó Corvino sin mas explicaciones. 

Mientras equilibraba su ahora sanguinolienta hacha en su mano y medía distancias entre el filo de Gramley y su propio cuerpo, Corvino siguió hablando: —Estos individuos con los que he llegado al castillo nada tienen que ver conmigo. — Aclaró la situación. —Esto es sólo entre VOS y YO.— Señaló a Gramley la Garra

—Hace siete años, vos y un puñado de hombres cometístéis actos... deleznables contra una pobre niña indefensa en los bosques de Darkon... ¡Y hoy es el día en el que pagaréis por ello!— La ira o la locura invadía los ojos de Corvino cuando se arrojó de en un paso lateral para evitar el florete de Gramley mientras daba un golpe horizontal con su hacha intentando partir a La Garra en dos por su cintura.

Al leñador parecía importarle poco que en unos segundos se presentaran decenas de hombres allí. Probablemente no saldría de allí con vida. Sólo esperaba poder ejecutar su particular sentido de la justicia antes de ser abatido.

Todos locos. Y todos estúpidos. ¿Si era el señor de estas tierras un vampiro? ¿y tenía datos para eso sólo porque se curase rápido? ¡Por todos los santos de Bane era el señor de estas tierras, estaban en su castillo y habían insultado su hospitalidad y le habían, primero, insultado, y luego atacado!

Era poco probable que salieran de ahí con vida. Alarico, que hasta hacia unos instantes había estado disfrutando de lo bonito del cuerpo de Alannis, sin pretender buscar problemas hasta cobrar y, quizás, ayudar al noble para solventar el mal que le aquejaba, tuvo ganas de chillar.

Sin pensarlo se acercó a Modnar y usó los poderes de su Dios para curar sus heridas.

- No tenemos nada que ver ni con los insultos a vuestro señor, ni con el ataque al senescal Gramley. ¡Todos los que no tengan que ver con esta locura, acercaos a mi, y retrocedamos!

Insensato, tiene muchos nombres... Malocchio, Aderre, Lord Aderre, Malocchio Aderre, My Lord, Amo... Tú eres indigno para servirle.

En la muralla, uno de los ballesteros gritó a Genann.

¡Aléjate de la perrera! Levanta las manos y camina lentamente al centro del patio de armas.

Un grupo de soldados se reunió en el patio con Modnar, algo recuperado de las heridas gracias a Alarico. Gramley les hizo un gesto para que no siguiesen avanzando.

¡Atrás! ¡No os acerquéis! ¡Acepto el reto! ¡Monstruos más horribles que yo habitan Darkon! No hay nadie indefenso, solo demasiado débil.

Todo sucedió en un respiro. El hacha del anciano hendió el pecho de la Garra. La punta del estoque se hundió en el pecho de Corvino. Se escuchó un "click", el dedo de Gramley acarició el gatillo bajo la empuñadura. Y entonces intervino la semiorca Quiora, que de un golpe dejó a Corvino fuera de juego.

Acabas de salvarle la vida, mestiza. Por ahora. Cuando nuestras heridas estén recuperadas, este hombre tendrá su ansiado duelo. ¡Y morirá por mi mano! ¡Lleváoslo a las mazmorras!