Partida Rol por web

¡Nosophoros!-y repitió-¡Nosophoros, portador de la enfermedad!

Ramond se acunclilló al fondo de la celda, temblando asustado. Terminó haciéndose un ovillo y balanceándose como si todo aquello fuese una pesadilla y tratara de despertar.

Fuera, el oído entrenado de Corvino escuchaba el retumbar de la lluvia, salpicado por golpes poderosos que hacían retumbar la madera. Quizás fuese la puerta principal, o quizás el tejadillo del establo en el que descansaban las monturas.

¡Guau, guau!

El chucho subió a saltos los escalones de piedra de la escalera de caracol, obligando a Corvino a seguirle. Llegaron hasta un recibidor.

A la derecha, una puerta de madera, cerrada con llave. Por el ojo de la cerradura, se veía el barracón de los guardias, con varios camastros y los hombres de Gramley. Algunos seguían durmiendo a pesar del ruido. Otros se habían despertado, extrañados, y tratando de ubicarse.

A la izquierda estaba la libertad, el umbral entreabierto que salía a la forja, en el callejón derecho del patio de armas. Salió al exterior y se mojó, mientras un rayo iluminaba lo suficiente para distinguir los dos cadáveres de guardias: uno sobre los establos y otro sobre el patíbulo, al que corrió el perro hambriento, quizás para probar un bocado.

Al mirar a su alrededor también vió la puerta principal del edificio destrozada, y la luz de las antorchas del interior le permitía ver a una criatura bípeda alejarse de Corvino para adentrarse en el interior de la planta baja.

Un último golpe reventó las puertas en un suspiro. Una figura desnuda se dejó sentir en el umbral, a la contraluz del rayo, antes de entrar...

Grrrrrrrr...

Los soldados desenvainaron sus espadas, mientras temblaban de miedo. Alguno de los guardias de la Garra farfullaba palabras, como quién reza una oración. Alertado por el ruido, Modnar bajó las escaleras.

¡¿Un nosophoros?! ¡¿Aquí?!-miró a su izquierda, en dirección al comedor en el que dormían los viajeros, para asegurarse de que no hubiese más por allí, y al ver sus miradas confusas, se explicó-Nosophoros es la palabra falkovniana para... ¿Cómo se dice en común? ¡Necrófago!

El no muerto avanzó de una zancada hasta el guardia más próximo, rodeando el torso de su víctima con un brazo, mientras la otra garra se aferraba a la muñeca de su presa. En un abrir y cerrar de ojos, el necrófago mordió a la víctima en el hombro, y tiró de la muñeca hasta arrancarle un brazo. Luego dejó caer el cuerpo, con la boca aún ensangrentada.

Quedaban tres guardias en las escaleras de la izquierda, incluyendo Modnar, y otro más en el centro del pasillo, que probablemente sería la próxima víctima. Además, sus compañeros y Lampedoño estaban en la habitación del fondo. Contaban con la luz de las antorchas en la pared, y el de sus propios corazones, si es que encontraban la valentía suficiente para afrontar sus miedos. Gracias a su posición retrasada, Corvino pudo ver que en la espalda desnuda, el muerto viviente lucía un extraño tatuaje.

La visión del no muerto acabó pronto con las discusiones entre todo el mundo, no hay nada como un engendro sobrenatural para centrar a la gente.

Menon repasó sus opciones mentalmente, si usaba su hechizo de grasa seguramente caería cualquier guerrero que cargara sin pensar contra esa cosa, aumentar su resistencia tampoco era algo útil pues no pensaba acercarse a esa maldita cosa.

Así que inspiro profundamente, y lanzó su energía mental hacia el no muerto en forma de rayo de fuego, esperando que prendiera y hacerle más daño aún, vio como la serpiente ígnea impacto en el pecho de la criatura, aunque no pareció sentir mucho el impacto.

Si bien la semiorca dormía a 'pata suelta' a causa de su falta de remordimientos y preocupaciones (menos cuando, puntualmente, le asaltaba el recuerdo de la muerte de su madre), era cierto que sus despertares dejaban mucho que desear y había que mantenerse alejado hasta que la muchacha se recompusiera. Fedora, Menon y Sapo ya parecían haber tomado nota, pero el ingenuo mercader se llevó una sorpresa. Gracias a los dioses, parecía que éste tenía algo más de aguante que la última monja que dejó tumbada.

En fin, ni la mestiza se había dado cuenta del percance, ni daba tiempo a darle más importancia de la que tenía; una criatura más fea que el propio gnomo amenazaba con zamparse a sus nuevos amigos los guardias.

Hacedme hueco!- avisó Quiora antes de descargar el hacha sobre el necrófago.

Probablemente fue la sorpresa, o que aún estaba medio dormido, pero el propio Alarico se dio cuenta que su intento de reprender a ese... bicho, fue torpe. Patético. Inadmisible. Al escuchar la voz que salió de sus labios (esa lastimera mezcla de bostezo y farfulleo) sintió, contra sí mismo, una profunda indignación.

- Habrá que intentarlo nuevamente- pensó para sí rezongando una maldición

¿Necrófago?...un muerto viviente, Alanis no hacía diferencia entre uno y otro, la hechicera observó como Menon lanzaba su energía dándole la forma de un rayo de fuego, y a continuación Quiora pedía espacio, para lanzar un violento hachazo sobre el, Alarico hacia su actuación, valiéndose de sus dotes de sacerdote, atacaba al necrófago.

Alanis se quedó aferrandose a su bastón, con la mirada perdida, todavía bastante impresionada por la súbita aparición, un buho revoloteó, dejando caer una pluma, escuchó el sonido de Bigotes, y regresó a la realidad, la hechicera chasqueó los dedos, y el animalillo, correteó como alma que lleva el diablo, hasta trepar en Alanis, y buscar refugio en el interior de sus ropas, Alanis recitó las palabras de un conjuro, pero era tal la cantidad de cosas que habia pasado, lo comoda que se encontraba acurrucada en el vientre de Alarico, el sueño de Corvino mutando en licántropo, y ahora la irrupción del necrófago, que las palabras se le enredaron en la boca, y la muchacha se puso roja de la pena, se rascó la nuca bastante apenada y susurró -Bueno...esto es embarazoso...eeh...como era ese conjuro...rayos...- se dió un fuerte golpe con el bastón en la cabeza, intentando recordar las palabras exactas, que se rehusaban a salir de su cabeza.

Mientras a lo lejos, la imagen de Corvino, el anciano chiflado, recortado en la puerta de entrada, hizo que la chica se llevara una mano sorprendida al pecho. -Señor Alarico...ahí...ahí está el anciano Corvino.- musitó la chica al lado del hombretón barbudo, mirando al anciano recortado contra la puerta, pensando, si se volvería loco, y los atacaría, justo como el necrófago, o si por el contrario, estaba intentando lanzarse en un ataque suicida...

Desde las escaleras, Gennan asistió inmóvil a la lucha que se empezaba a desarrollar. Era muy consciente de sus propias habilidades así como de sus debilidades y no era alguien especialmente apto para la lucha. Y tampoco para la magia, al menos una de tipo agresivo, capaz de hacer frente a algo como un necrófago. ¿Cómo era posible que una de aquellas criaturas estuviera pululando por el castillo?

Ante la visión del brazo arrancado, su rostro se endureció, impotente por poder hacer nada por aquel pobre desgraciado que pronto moriría desangrado. El ulular de su búho hizo que alzara la vista, un instante de alivio al comprobar su presencia en el interior del comedor. La pluma que cayó de su cuerpo, pareció materializarse en la figura de Corvino. ¿Cómo había logrado escaparse de su celda? Aquel sería un misterio que se resolvería más tarde. Igual que el de si ellos serían lo suficientemente fuertes como para destruir a aquel monstruo. No obstante, ¿habrían más?

La visión de aquel ser arrancando el brazo del pobre guardia no hizo sino enfurecer a la norteña, que aferró fuertemente una de sus espadas bastardas entre sus manos.

Sus compañeros Quiora y Menon, no tardaron en atacar a la criatura, porque estaba claro que los siguientes en su menú éramos los allí presentes. Incluso el resto de gente que había en la sala estaba actuando y Fedora no podía ser menos que nadie.

- ¡A la carrgaaaaa! - Gritó a los cuatro vientos mientras se lanzó en carrera con karatel'nyy sobre su cabeza, aferrando el mango con ambas manos.

Pese a su ímpetu guerrero, el tío Torvaldo, si viese el golpe que trataba de dar su sobrina, agacharía la cabeza en su trono, sujetándose con la mano la cara y negando sin mediar palabra, pues a todas luces, la muchacha aún se encontraba algo desorientada por el despertar que había tenido.

¿Había algo peor que un no muerto para un ilusionista? No, no lo había. Cualquier intento de Sapo de manipular su mente sería inútil. Le saldría más a cuenta hacer creer a los asustados soldados que el necrófago no era más que un esmirriado trasgo que tratar de penetrar la vacía mente del no muerto.  De nuevo el gnomo trató de ocultarse, esta vez con la pequeña ballesta ya en la mano.

Aún estaba herido y algo aturdido por el golpe que recibiera en la cabeza. Algo alejado de él, aquel engendro andante parecía terriblemente terrible (valga la redundancia).

Miró hacia atrás un momento de vuelta a la entrada principal. Podía salir al patio e intentar aprovechar la ocasión para intentar escapar del castillo. Seguramente no tendría otra oportunidad igual, y Corvino pensó que esos jóvenes parecían saber valerse por sí mismos. Seguro que podían ocuparse de esa... cosa.

Pero entonces los contempló medio fracasar a uno tras otro. Aquellos jóvenes mercenarios realizaron algunos leves rasguños y ataques... mas bien torpes a la criatura. Otro se escondía, oto no hacía nada... Tan solo la musculosa mujer verdosa parecía saber por donde se usaba la espada, aunque más parecía por una cuestión de fuerza bruta que por habilidad.

Negando con la cabeza Corvino avanzó cautelosamente hacia adelante, con su hacha y un escudo pequeño por delante. —Pero por todos los infiernos, ¿es que estos jóvenes de hoy en día no saben hacer nada bien?— Le dolía la herida del pecho, los oídos le zumbaban a cuenta del golpe en la cabeza, la lluvia exterior le había calado los huesos y el engendro hacia el que se dirigía le producía un pavor reverencial; por no hablar del reuma producido por el frío suelo del calabozo en el que le habían encerrado.

A pesar de todo avanzó dispuesto a hundir la hoja de su hacha en el lomo de la criatura, al menos desde su posición la podría pillar de espaldas. Si es que esa cosa se podía morir, claro. Vete tú a saber.

Se acercó con sumo cuidado. Lanzó una sonrisa malvada cuando comprobó que tenía la espalda totálmente a descubierto, alzó su hacha y, ¡demonios...! resbaló al pisar el resbaladizo brazo sanguinoliento que la criatura había arrancado a uno de los guardias. ¡Cuanto desorden!

El filo del hacha pasó junto al hombro del engendro sin efecto. Entonces la criatura se giró levemente y alcanzó a ver a Corvino, lanzándole un gruñido mientras de su mandíbula abierta goteaba una asquerosa baba sangrienta.

¡Maldito viejo estúpido!¿¡Por qué te metes en estos líos!? Ahora mismo podríamos estar corriendo libres lejos de aqui!, pensó Corvino para sí.

Por desgracia, era ya tarde para arrepentirse.

Tras el daño causado por Quiora y Menon, los soldados vieron a la criatura lo suficientemente herida como para rematarla.

¡Está malherido! ¡Soldados, atacad todos a la vez! ¡Yaaaaaaah...!

Modnar y sus hombres hundieron sus espadas una y otra vez en el costado y la cabeza del necrófago. En condiciones normales, el monstruo habría caído, pero Alarico tuvo que intervenir, y pifiarla. La ola negativa del intento de reprensión del clérigo curó al muerto viviente tanto daño como habían hecho los soldados. Los músculos del no muerto se hincharon e hiperdesarrollaron dándole una fuerza descomunal.

GRRRRRRRRRROOOOAAAAAAARRRR...

Con un movimiento de brazos, el monstruo tiró a los mercenarios de Falkovnia hacia las paredes. Las espadas de los soldados quedaron clavados en su torso, sin que el necrófago sintiese el más mínimo dolor en su cuerpo ni estorbo a sus movimientos. Entonces se tomó un segundo para señalar a Sapo, como diciéndole "te escondes de pena, chaval" o "tú y yo somos iguales: seres sin nariz".

Se arrancó y tiró al suelo una de las espadas de su estómago, y un hedor a cloaca empezó a manar de la herida. Quiora, Corvino y Fedora estaban lo suficientemente curtidos como para no arrugarse, y los demás estaban a demasiada distancia como para tener que preocuparse.

Tras toda esta perífrasis, en el que el monstruo se recreó en pleno combate, finalmente atacó con sus garras y su mandíbula. Tan solo alcanzó a Quiora, rasgándole el hombro cerca de la clavícula. La mestiza empezó a notar cómo el veneno dificultaba sus movimientos. La parálisis empezaba a actuar...

Maldita bestia! Era más fuerte de lo que parecía. Una sala llena de guerreros y no podían con él. Eso no iba a echar atrás a Quiora. Una vez entraba en combate solo había dos resultados posibles; o salía con un nuevo trofeo o se reuniría con su madre en el banquete que seguramente le tenía preparado el dios Uthgard a su llegada. Y no faltaría bardo!

Levantó el hacha con ímpetu para volver a golpear a su enemigo, pero en ese momento el veneno que había entrado en sus venas comenzó a hacer efecto.

La joven semiorca luchó contra su efecto y prueba de ello eran las perlas de sudor que asomaron sobre su frente. Pese a todo el esfuerzo, el brazo con el que sujetaba el arma se fue deslizando hasta que quedar pegado al cuerpo, inerte, inútil.

No, no, noooooo....!- gritó impotente al ir perdiendo la movilidad de sus extremidades.

El monstruo resulto tremendamente reforzado por el mal uso de sus energías del clérigo, se había convertido en algo temible pero ya estaba en combate con sus compañeros, por lo que no iba a arriesgarse a lanzar rayos, viendo lo apurado de la situación de Quiora decidió acercarse para intentar apartarla del engendro estando tan vulnerable como estaba.

- Cubridme voy a intentar apartarla para que no le hagan más daño!

Confiaba en que los guerreros podrían cubrirle sin que Quiora recibiera más daños del no-muerto.

Cuando Sapo se vio señalado por el necrófago dejó caer la ballesta asustado y comenzó a manipular el éter con sus manos.

Nada de ilusiones esta vez, Sapo.- Se dijo. Costaba más amasar el éter hasta hacerlo tan duro y compacto que fuera real, pero podía hacerlo. Destellos luminosos iluminaban el deforme rostro del gnomo sin nariz y chispas saltaban de sus manos. La electricidad que estaba generando le ponía los pelos como los de Quiora recién levantada. Finalmente dirigió sus pequeños brazos hacia la multitud que se centraba en el no muerto y lanzó el rayo casi sin mirar.

¡Bzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz!

Genann observaba impotente la lucha, sintiéndose estúpido e inútil en aquella lid, aunque vista la actuación de alguno de sus compañeros que más parecía un aliado del no muerto que un enemigo suyo, tampoco era para sentirse demasiado avergonzado por su nulo papel en el desarrollo de las cosas.

Pese a todo, era evidente que el grupo era lo suficientemente fuerte como para poderlo vencer, aunque quizá no lo suficiente como para salir indemne de aquella pelea. Y el mordisco dado a la semiorca era una evidencia clara de ello. La saliva de aquel ser debía ser a todas luces más que peligrosa y sus efectos tal vez devastadores, sobretodo si se tenía en cuenta que la herida era sin duda uno de los efectivos más fuertes de aquella compañía. 

No se lo pensó dos veces y acercándose con rapidez a Quiora, buscó paliar los efectos de aquel mordisco, con resultados inciertos, al tiempo que ayudaba a Menon en su intento de retirarla de allí.

- ¡¿Perro qué coñie haserr?! ¡¿De qué lado estarr?! - Preguntó con cara de pocos amigos la norteña al hombre de la perilla, el tal Alarico, quien había ayudado a la criatura a seguir combatiendo contra todos ellos.

Ya habría tiempo para las explicaciones o los castigos. Ahora el problema estaba en aquel ser no muerto. Amenazaba a todos los del lugar y tenían que acabar con el el lo antes posible. Lo primero que tuvieron que aguantar fue su fuerte hedor, que olía como una madriguera de pingüinos, o eso recordaba Fedora. Lo segundo, y más peligroso fue esquivar los ataques con ambas garras de aquella criatura. Por fortuna para la bastarda, pudo esquivar sendos ataques, pero la pobre Quiora se llevó un arañazo bastante feo.

- ¡Quiorraaaaa! - Gritó al ver a su compañera paralizada. Se veía que su enemigo le habría suministrado alguna suerte de veneno.

Sin pensárselo dos veces, y con gesto furioso, levantó a karatel'nyy con ambas manos, por encima de su cabeza. Aprovechando su ventaja táctica, al estar otro combatiente del lado contrario al enemigo, quiso descargar un potente golpe de su hoja, pero sus dioses no estaban hoy por la labor.

-No fué intencional señorita Fedora.-  intervino Alanis alarmada cuando Fedora reprendió a Alarico, la cosa no muerta atacó a Quiora, y al parecer tenía alguna especie de veneno en sus colmillos y garras, porque Quiora la inquebrantable, derepente, empezó a quebrarse como planta de hierba al viento. Lo cierto es que a punto de caer, ahora se habia vuelto a levantarse, Gennan se acercó para auxiliar a Quiora, y Alanis se concentró para no fallar esta vez.

"Soy la hermosa, talentosa y genial hechicera Alanis Gulbahar, y te castigaré en el nombre de la luna...dónde escuché eso antes?" divagó Alanis unos momentos, entonces estiró su brazo con un ademán elegante, y apunto con su dedo índice al necrófago -Misil mágico.- de la punta de este, salió proyectado un proyectil mágico de color verdoso, emulando el mismo tono de los ojos de la hechicera, que fué a impactarse contra el cuerpo del necrófago.

La bestia empezaba a dar bastantes problemas a los guerreros que valientemente se habían acercado a golpearle, Dalabrac guardo distancia, su poder le permitiría hacer daño a la criatura desde un sitio seguro.

Se subió sobre una de las mesas y busco los gestos y palabras en su mente necesarios para moldear la urdimbre a su alrededor, metió su mano en uno de los bolsillos y saco unas ramas de paja seca las cuales apretó con ambas manos mientras recitaba las palabras en una salmodia que pocos entendían, sintió el poder fluir en la punta de sus dedos los cuales fulguraban con un tono rojizo, abrió los ojos pero no soltó de inmediato su conjuro espero la mejor oportunidad para no herir a algún compañero.

Esta llego cuando el monstruo se liberó de los atacantes que lo rodeaban, Dalabrac salto de la mesa a escasos metros de la bestia y estiro sus manos, de la punta de sus dedos se dispararon unos cuantos chorros de fuego que envolvieron a la criatura.