Partida Rol por web

- Corre, corre hacia mis amigos. Son los que están en el linde del bosque. Pero cuidado con los lobos.- Dijo un Sapo aún invisible mientras él se retrasaba a hacer una última cosa.

Alarico casi meneó la cabeza... pero en vez de eso se acercó hasta el punto del interior del claro en que podía usar su poder para tratar de reprender a los lobos muertos vivientes. Allí, enfocó su poder, e invocó el nombre de su dios para que las creaciones muerto vivientes no osaran atacar, ni a él, ni a sus aliados.
 

Pero no les iba a traer la bruja hasta ellos? Es que estaba loco el gnomo ese?!

No, no, no... - musitaba la semiorca para sus adentros mientras se imaginaba el destino que les esperaba si la mujer conseguía llegar con vida hasta el grupo de mercenarios.

Sería capaz de convertirlos a todos en sapos?

Menon estaba con los nervios de punta, la llegada de la bruja haría que todos los lobos les atacaran? podría ser igual que podría terminar todo con tranquilidad... no, conociendo la suerte del grupo tendrían otra lucha a vida o muerte.

No veía a Sapo lo mismo acompaña a la bruja que se esconde por ahí, fuera lo que fuera, iba a ser ya.

- Vamos por aquí, cuanto antes mejor!

Menon está en guardia ante lo que aparezca.

Genann retrocedió hasta la linde del bosque, a su posición anterior. Había hecho lo que había creído oportuno pero curiosamente sus compañeros no parecían por la labor de intervenir. ¿Sería que preferían que el desnarigado Sapo muriera? Fuera como fuese, fue pensar en él y este se materializó de nuevo, ahora ya en compañía de la mujer a la que buscaban. O eso esperaba.

Suspiró quedamente. Era hora de preocuparse de sí mismo. Miró sus heridas y negó con la cabeza. Así no aguantaría mucho así que cerró los ojos y se concentró en sanarse a sí mismo.

Los cadáveres de lobos temblaron en el suelo cuando Alarico se adentró en la explanada. Las muecas de las mandíbulas les daban el aspecto de estarse riendo del sacerdote en sus propias narices. Uno de los lobos se levantó, pero no seguía las órdenes del humano, sino las reglas de las Brumas.

La bruja tuvo que dar la vuelta a la cabaña. Quiora pensó "vaya mierda de bruja, en lugar de venir volando en escoba". A su paso, los lobos volvieron a temblar. Uno de ellos se puso en pie. Los lobos que llevaban más tiempo en movimiento se separaron: uno quedó atrás, tratando de bordear la cabaña. El otro se internó en las enredaderas y quedó atrapado, pero uno de los que estaba bajo la maraña logró zafarse.

¡Vámonos!-dijo la vistani, al llegar a la linde.

Alarico también había retrocedido de nuevo hacia el grupo. No podían huir sin más. Faltaba Sapo, y sin guía jamás lograría volver de las Brumas. Necesitaban ganar unos segundos hasta que el gnomo regresase del punto en el que quiera que esté de esa maldita explanada, aunque gran parte del trabajo lo había hecho el enmarañar de Genann. Sapo trató de hacerse notar... Fedora notó que alguien invisible le tocaba la nalga mala, la nalga de enfadarse mucho, y en cuanto sujetó a Sapo por el cuello, mientras lo estrangulaba pudieron escapar todos juntos... Cruzaron las Brumas, salpicaron con sus pasos en el agua y finalmente vieron de nuevo a Lentejuela, Mandryva y la indigna mula de Alarico que ni siquiera merecía un nombre.

Arf, arf... Gracias. Quién quiera que seáis, gracias.

- Es de bien nacida ser agradecida, supongo- dijo Alarico quien, en efecto, valoraba en poco los esfuerzos de su mula y no se había molestado, perverso él, en darle nombre. De hecho también comía carne, y valoraba tan poco la vida ajena que no había supuesto problema moral alguno saber que habían dejado algún asesino libre en su camino- En todo caso... - continuó mientras recuperaba el aliento tras la carrera- ¿qué hacíais ahí y cual es vuestro nombre?

En cuanto se vieron a salvo, reunido de nuevo con su montura, Sapo dejó caer a un lado el manto de invisibilidad que había moldeado con el éter. Así por fin pudo ver la vistana el rostro de su "misterioso príncipe".

Al menos el que no quedaba tapado bajo el pañuelo que cubría la ausencia de la nariz y si es que se molestaba la mujer en mirar hacia abajo.

- Es la mujer que estábamos buscando.- Intervino ante el interrogatorio del clérigo.- Se llama Rebecca y llegó aquí huyendo de Malocchio Aderre. Estaba herida, pero pude curarla.- Aquel hombre era un monstruo como él mismo les había contado. Sapo cada vez estaba más convencido de que lo más sensato sería dejar a su reflejo donde estaba y mantener al monstruo encerrado en el espejo.- Es la mujer a la que perseguía el día que salió de cacería. Ella llamó a los lobos y Malocchio los mató a todos. Que ahora caminen como no-muertos es producto de las Brumas.- Estaba determinado a investigar mas sobre aquel extraño fenómeno de las Brumas, aunque le parecían aterradoras.- Y que Malocchio esté como está no es nada más que la consecuencia lógica de sus actos: defensa propia.

¿Eras tú quién estaba conmigo en la cabaña?-preguntó a Sapo-No eres... como me imaginaba.

Hay algo inexacto en lo dicho por el chiquitín: Malocchio Aderre no mató a todos los lobos, fue algo en cadena. Sus perros derribaron al primer animal, y cuando se alzó como zombi en mitad del combate atacó a lo que tenía más cerca... otro lobo. Intercambié a Malocchio con su reflejo en un espejo, valiéndome de una maldición. Ahora ese cabrón está en el Otro Lado, pero a saber dónde están sus perros...

Rebecca miró nerviosa al bosque, por si se aparecían de nuevo los perros. Los aventureros ya habían derrotado a esos dos formidables rivales al principio de su aventura. Mientras, Suse (una de las personalidades de Fedora) daba puñetazos a un tronco haciendo saltar la corteza. Alguien debería tocarle la nalga derecha dos veces para que se calmara.

¡Genann! ¡Maldito druida abraza árboles! ¡Yo ya he cumplido mi parte! ¡Liberadme!-dijo el Gorro Rojo agitándose dentro de su jaula.

- Una historia interesante desde luego, pero que pasará si Malocchio recibe el espejo? Hay posibilidad de que se muestre cuerdo, o estaremos ayudando a un simple monstruo? Debemos decidir, hemos sufrido mucho por esta misión, pero no estoy seguro si Aderre merece la pena.

Por suerte el bosque había sido menos peligroso de lo esperado, pero les quedaba la última etapa...

Demasiada información para la cabeza de la semiorca. No se enteraba de nada pero intentó parecer que lo hacía.

- Entonces el Malocchio que nos contrató en el castillo es sólo su parte humana? Su parte de bestia está en el espejo? Mejor no juntarles hasta haber cobrado, digo yo.

Y si le entregaban también a la bruja quizás la recompensa sería aún más alta, aunque claro, estaba el tema de las maldiciones que no le gustaban nada.

La verdad es que el señorito Aderre le daba pena. Todas las mujeres vistani que él pretendía matar parecían tan solo querer ayudarlo. Lo que él hubiera necesitado es reunirse con su padre, Firulais, y como buenos machos de la manada, enseñar a su hijo cómo afeitarse y ya de paso cómo controlar el cambio que sufrían. Pero claro, tenían que haberlo dejado escapar...

- Bueno y ahora qué hacemos?

- El eshpejo eshtá en la cabaña y eshtá roto.- La cabaña ya había quedado atrás, rodeada de las temibles Brumas. No estaba Sapo dispuesto a volver a cruzarlas ahora que habían logrado salir de allí.- Pondremos a salvo a esta mujer y después volveremos al castillo. Si Malocchio quiere que se meta él en las brumas a recuperarlo.- Ellos habían descubierto lo que aquel monstruo había hecho y lo que había sucedido para que perdiera la memoria. Sapo se puso a recitar de memoria las palabras dichas por el reflejo, que era quien les había contratado.

- "Soy consciente de que era una mala persona. Quiero cambiar eso. Busco redención. Si me ayudan, estarán ayudando a alguien a ser mejor persona." Si lo que nos dijo es cierto con lo que sabemos le habremos ayudado cumpliendo así nuestra misión.

- Serás liberado, Gorro Rojo, cuando salgamos de las brumas, no antes- replicó con severidad Alarico, mientras observaba a la mujer- Bien. Nuestra misión está concluida, pero hubiera sido mejor poder llevarnos el espejo roto. Ahora debemos abandonar las brumas. Supongo que esos perros con los que acabamos debían ser los de Aderre, con lo que nada debemos preocuparnos en ese sentido. En cuanto a si debemos o no cumplir nuestra misión... Obviamente debemos. Para eso fuimos contratados. Explicaremos a Malocchio Aderre lo que pasó. Cobraremos. Y nos marcharemos. Y supongo que previamente podemos dejar a Rebeca en un lugar seguro.

Genann miraba a unos y a otros, mientras se desgranaba la historia. Una historia verdaderamente curiosa y que, si sobrevivían, sería digna de ser contada a sus nietos en un futuro, al calor de la chimenea en las largas noches de invierno. Miró también a la fata y asintió con la cabeza.

-Te liberaré. Lo prometí y cumpliré. Espera a que salgamos de las Brumas -dijo subrayando las palabras de Alarico.

Romper el espejo fue cosa mía. Y no lo lamento. El espejo usado para intercambiar a los dos Malocchios es una puerta, una vez roto nos aseguramos de que no pueda volver por sus propios medios. Aún así estoy en deuda con vosotros. Si recuperáis los trozos del espejo del cobertizo, traeré a ese malnacido a este lado. Como prefiráis. Pero no sé lo que puede pasar si enfrentáis a Malocchio al espejo. Tal vez el vínculo roto por la maldición se haga más fuerte y todo vuelva a la normalidad, tal vez se necesite que yo esté presente para restaurar las cosas, tal vez ni yo sepa romper la maldición. Soy joven aún para controlar el poder de mi mal de ojo y conocer las consecuencias.

Eso habría la oportunidad de que Quiora se arriesgase a entregar a la bruja: si no podía dominar su poder, tal vez no podría hacer yuyu a la semiorca.

Los Equaar estamos acostumbrados a vivir en la Naturaleza. Una vez que el gnomo me ha curado el tobillo, puedo volver a valérmelas por mí misma en este bosque y viajando a través de las Brumas. Si no me requerís para nada más, os libro de la cortesía de acompañarme.

Estrechó la mano de Menon, y se sobreentendió que ese gesto era para todos.

Gracias.

Avanzaron un poco más hasta alejarse de las Brumas. Podían despedirse de Gorro Rojo y Rebecca allí mismo, podían volver a la cabaña para tratar de recuperar los trozos de espejo, podían irse para olvidarse de todo o podían volver al castillo de Malocchio a buscar la recompensa.

Aspa bicho! A ver si se iba ya la bruja esa. Según entendió la semiorca hasta podía echar el mal de ojo sin quererlo, como una ballesta con el gatillo flojo... Fuera, fuera!

Bueno qué, habéis terminado de hablar? Nos vamos ya al castillo?- preguntó impaciente.

Respecto a Gorro Rojo, le daba lo mismo lo que hicieran con él, aunque gustosamente le mandaría de una patada de nuevo a las brumas.

Menon estrechó la mano de la bruja, se había mostrado muy madura a pesar del peligro y tomo la difícil decisión de romper el espejo, seguramente hubiera sido una buena integrante para el grupo (aparte de no tener grandes pechos).

- Una lástima encontrarnos en estas circunstancias Rebecca, seguramente hubiéramos podido colaborar en nuestras aventuras, pero lo importante es salir bien de aquí. Gracias por todo.

Por una parte Menon quería recuperar el espejo, pero sus compañeros no parecían estar por la labor, y enfrentarse a tanto lobo muerto no merecía la pena.

- Pues nada, vayamos al castillo cuanto antes.

Sapo no estaba por la labor de volver a las Brumas. No le gustaban ni un pelo y además sus compañeros se habían mostrado bastante inútiles contra aquellos lobos no-muertos. No sólo eso. Estaba bastante de acuerdo con lo que la Equaar había hecho. Defensa propia. Así aprendería Malocchio a no ir a cazar humanos, sean de la raza que sean.

- ¿Cómo podremos encontrarte en un futuro?- A Sapo le parecía que, después de haber salvado a la muchacha, bien podría cobrarse esa deuda. Estaba pensando en un romántico paseo por las Brumas en caso de que tuviera que hacer alguna investigación que supusiera penetrarlas.

Alarico había guardado silencio ante las revelaciones de la bruja y, finalmente, negó como para sí. Tras confirmar que sus posesiones estaban todas en su lugar miró a sus compañeros, a Rebeca y a la infame fata.

- Por lo que veo, entonces, quien nos ha contratado no es el Malocchio Aderre que persiguió a la dama Rebeca. Tampoco se nos ha contratado para traerlo de vuelta, ni tampoco para capturar y llevar ante nuestro empleador a Rebeca. Con lo que entiendo que debemos dejar que se vaya, libremente. Aunque sin duda sería conveniente que, ya que obviamente le hemos salvado la vida, Rebeca, que nos dijeras donde podemos localizarte por si, en algún momento, tu ayuda o presencia puede resultarnos útil. En cuanto a volver a por los trozos de espejo... no está dentro de nuestro encargo que era saber lo que había ocurrido, cosa que ya sabemos. Dejemos libre a Gorro Rojo, ya que ha cumplido con su obligación. Y vayamos al castillo.