Partida Rol por web

El príncipe Heironeus ha declarado la guerra a su hermano Héxtor.

Tras la caída de El Rey en una de las batallas más truculentas de todo su legado, los hermanos Heironeus y Hextor unieron fuerzas para acabar con la matanza que estaba asolando sus tierras y que se había cobrado la vida de todos sus amigos y familiares.

La población del reino se estaba viendo diezmada, ya no quedaban casi vasallos y a penas quedaban seguidores, pero en un último esfuerzo, ambos hermanos se unieron y acabaron con el Imperio del Mal que había renacido.
Por fin lo lograron, pero cuando miraros a su alrededor se dieron cuenta de que apenas les quedaba nada, en el poblado a penas quedaba gente y ninguno tenía una gran relación con ellos.

La tristeza les inundó sus corazones, pero también la codicia.

Los hermanos siempre se habían peleado, pero esta vez habían decidido aunar sus fuerzas para demostrar a su padre quien de los dos era el mejor y el más valeroso. Quien de los dos podría ser El Heredero del Trono.

Pero para El Rey sus dos hijos eran iguales, algo que no se dieron ellos nunca cuenta. No sabían que jamás ninguno de ellos sería El Rey si no que ambos se encargarían de hacer que prosperase y mejorase el reino que ahora tenían ante ellos.

Los hermanos se sorprendieron ante tal decisión y tras darse cuenta que todo esfuerzo por destacar había sido completamente en balde no pudieron sino enfrentarse.

Ambos hermanos se pelearon a puñetazo limpio y al ver que sus fuerzas estaban igualadas decidieron abandonar la pelea. Entonces ambos se marcharon a su castillo y así quedó la cosa.

Un buen día Heironeus, cuando se dio cuenta que el poblado comenzaba a prosperar y que con la riqueza que su padre le había dejado se podía encargar del castillo, decidió descansar. En esos momentos en los que estaba tranquilo y relajado se dio cuenta de que todo era demasiado normal para él y se percató de que eso no era lo que él quería. Llevaba una vida media, sin excesivas riquezas y que para ser Único Rey y el Más Poderoso del reino debía desbancar a su hermano. Así que decidió reunirse con algunos consejeros, y éstos le instaron a que reclutara un ejército que le ayudase a dar fin a su hermano. Juntos conquistarían el castillo de su hermano, le darían muerte y por fin podrían gobernar como el rey que merecía ser. Como un verdadero Heredero.

Pero lo que no sabía Heironeus, es que Hextor estaba pensando lo mismo, en el mismo preciso instante.

Tras pasar un tiempo y haber pedido que los hombres más valerosos del reino se presentaran ante él, uno a uno fueron llegando y presentándose.

Juntos serían el ejército que derrocaría a su hermano.

Troy llegaba tarde a las audiciones de su señor.

Tenía un cadáver en descomposición en una de las mazmorras y no podía perder mucho tiempo si quería seguir haciendo pruebas con él. A toda prisa se alisó y se sacudió algunos trozos de huesos y carne que se había pegado a su túnica negra.

Cuando llegó al salón del trono su señor ya se encontraba allí, afortunadamente ninguno de los "invitados" habían llegado todavía. 

Aguardó detrás de su señor con la cabeza agachada y la capucha echada, no quería perderse nada de lo que acontecería en momentos posteriores, era el inicio de la historia del gran Heironeus y él estaría allí para ayudar a escribirla

Entrando en la sala, sin producir un ruido con sus pasos, Revan cruza la sala hasta los pies de la escalinata de su señor Heironeus. Llevaba tanto tiempo este momento, desde aquel día en el que él le había salvado de ser asesinado por las legiones enemigas mientras estas asaltaban uno de los poblados. Tras el incidente, uno de los consejeros reales vio su potencial por lo que fue asignado a la sección sin nombre del Rey. Revan nunca olvidó a aquel hombre que le había salvado la vida en aquella calle abandonada de la mano de los dioses  y ahora pretendía devolver el favor. Habiéndose entrenado durante algunos años en las mazmorras y callejones más oscuros del reino bajo la supervisión del gran consejero, llegaba su hora de demostrar su valía. El gran consejero le había indicado que su señor Heironeus necesitaba gente habilidosa para poder luchar contra su malvado hermano y por tanto Revan había acudido sin dudarlo ni un segundo.

Poniendose de rodillas con la cabeza gacha, Revan se retiró la capucha dejando ver una máscara que le cubría el rostro. Era el símbolo de los asesinos del reino, los que habían dejado todo a un lado para poder servir correctamente a su señor. En sus caderas bajo la capa se podían ver un estoque y una ballesta colgando, mientras que su indumentaria dejaba claro que otras sorpresas esperaban al incauto enemigo. - Mi señor, su sirviente Revan presenta para ofrecer su espada a su servicio. No habrá puerta que le bloquee el paso a su ejercito, ni sombra tras la que sus enemigos puedan cobijarse.

Tras esas escuetas y protocolarias palabras se quedó en silencio esperando poder retirarse de la escena principal. Había intentado llegar el primero ya que no se sentía a gusto siendo uno de los centros de atención.

Las puertas se abrieron de par en par y la pequeña gnoma conocida como Shamel Níngel hizo su entrada. Era una gnoma, si. Pero también muy bella, casi como una muñeca exótica y había algo en sus ojos que te hacían desearla. Shamel avanzó contoneándose como si fuera un elfa solar de dos metros de altura, una reina sin trono. La mitad de los presentes allí la conocían por sus hazañas en la corte y la otra mitad por sus hazañas en el lecho. Shamel ejecutó una triple reverencia, adornada hasta el exceso al llegar frente a su señor. -Es un placer veros una vez más, mi señor. Podeis contar con mi mente y con mi...lengua. -dijo con su sonrisa de comadreja.

-Bien, bien.-Respondo con alegría al ver a tres decididos aventureros aparecer ante mí. Algunas de sus caras ya me resultaban conocidas, cosa que me alegró en lo más profundo de mi ser.

-Tres aspirantes a formar parte de mi ejército... Es un grupo modesto, pero ya lo iremos ampliando, ¿No os parece? Bueno, llegados a este punto, creo que es mejor que nos vayamos conociendo. ¿Qué podéis aportar a mi pequeño ejército cada uno de vosotros tres? ¿Magia? ¿Destreza en batalla? ¿Alguna habilidad especial?

Y... por otro lado... necesito saber si se puede confiar en vosotros. ¿Sois gente de honor? ¿Sabéis obedecer una orden? ¿Os sentís cómodos cumpliendo las leyes?

Una advertencia antes de contestar. No se os ocurra mentirme. La sala tiene un encantamiento que me dirá si lo hacéis.

Ante la advertencia de mi señor agacho la cabeza. - Mi señor no me atrevería a mentiros. Tengo buen manejo de mis dedos, así como de ver cosas que estan escondidas para ojos poco expertos y sin duda un ataque por la espalda es mucho más agradable que un combate de frente. - Ante la segunda tanda de preguntas una sonrisa aparece en mi cara aunque la máscara impide ver tal reacción- Cumpliré todas sus órdenes sean cuales sean, matar, torturar, robar... sólo deme la orden y su siervo las cumplirá.

Una mirada se me escapa hacia el personaje extraño que siempre está en las mazmorras con sus experimentos. No me fio completamente de él y las malas lenguas no cuentan precisamente cosas buenas. A mi lado está la noma, famosa en toda la cohorte, una criatura impresionante sin duda y con un toque exotico-misterioso. Levantandome, hago una inclinación de cabeza y me aparto a una pared de los laterales dejando libertad al resto para que se presenten y sean el objeto de atención.

Troy sonrió debajo de su capucha, conocía cuan poderoso era su señor y lo cruel que podía ser con los que consideraba traidores. Lo sabía bien porque él mismo había participado en aquellos "interrogatorios".

Por el bien de aquellos que querían participar de la gloria del gran señor, sería mejor que no mintieran, si no podrían sustituir al cadáver putrefacto de las mazmorras

-Perfecto.-REspondo al pícaro.-Es posible que necesite de alguna de tus habilidades. A fin de cuentas, necesito aliados de todas las procedencias. ¿Qué podéis responder los demás a las mismas preguntas?

-Ya me conoceis mi señor. No soy demasiado respetuosa con las leyes pero se obedecer y mi magia no es ofensiva sino sutil. La ilusion y el encantamiento son mis especialidades. Shamel chasquea los dedos y de su palma se elevan unos pequeños fuegos artifciales. Pero mi magia solo es una parte de mi. Soy una buena negociadora. Lamentablemente eso tambien me define como " de dificil confianza"

Las puertas se abrieron para dejar paso a Maximus. El joven hombre se acercó con paso rápido y seguro hasta donde estaba Heironeus, pero se detuvo justo al lado de los otros. Les miró a todos por encima del hombro.

Gente sucia y de oscuras intenciones, el señor necesita una mano fuerte a su lado

Maximus se arrodilló ante Heironeus y esperó a que le concediera la palabra

Al entrar el hombre de bigote y barba, la puerta ni siquiera llegó a cerrarse cuando de ella asomó Lylith.

Una joven resultona y de esbelta figura, envuelta en una armadura de cuero negro. Atrás llevaba colgada una ballesta pesada y un carcaj con varios virotes. En una de sus caderas se veía una daga, pero lo cierto es que aparte de para poder pelar alguna naranja, para poco más podría servir.

Hola a todos, chicos! dijo sonriente al entrar y chica añadió al ver a Shamel jejeje Nunca mejor dicho jeje Tras reirse un par de segundos de su propio chiste, parece recordar de repente la razón que le trajo a la corte Bueno, me han dicho que andabas buscando gente, Heironeus, y me dije "¿por qué no?" Así que aquí estoy culminó con una sonrisa que no se sabría si tildar de inocente o de siniestra.

Su mirada empezó a cubrir toda la sala.

¿No hay unos canapés o algo?

-Me alegra saber que cuento con vosotros tres. Solo falta añadir a algunos más para conseguir lo que me pertenece por derecho.

En ese momento, la puerta se abre.

Saludos, recién llegados.-Respondo al ver abrirse las puertas.-Me alegra veros aquí. ¿Podríais responder a tres preguntas? Me gustaría saber en primer lugar quienes sois, en segundo lugar lo que sois capaces de hacer y por último lo que opinais de las leyes y normas.

Mi señor dijo Maximus mientras se levantaba y miraba a Heironeus Mi nombre es Maximus, y soy fiel devoto y seguidor del dios del cual lleváis el nombre, el Dios del Valor. Soy clérigo a su servicio.

Mis normas son las normas de mi dios. Vine aquí porque Él me pidió que protegiera tu vida y que luchara por tus ideales

Miro a mi aprendíz, a la gnoma y a los pícaros y después al clérigo.

-Un grupo variopinto, sin duda, pero necesitaré cuantos apoyos pueda recabar para lograr mis propósitos. Se que surgiran algunas diferencias entre vosotros, pero espero que podáis dejarlas de lado.

Es verdad jeje Vaya cabeza la mía. Mi nombre es Lylith y lo que me mejor se me da es tender emboscadas. Deme un par de palos y un elastico y le cazo un oso....pero no tendrá que hacerme esa prueba, ¿verdad?

La sonrisa de Lylith alegraría a cualquiera, aunque alguno de los presentes pensaría que estaba forzando demasiado la paciencia de su señor. Tal vez ella también lo pensaba, pero le daba igual.

En cuanto a las ordenes...Pues dame buenas ordenes y no dudaré en seguirlas, dame malas ordenes y yo las haré buenas...no se si me he explicado bien.

Jester llevaba toda la mañana buscando carteles de "Se busca" por aquel horrible castillo. No habia encontrado ninguno, se le empezaba a acabar el oro de su ultimo encargo y no le apetecia tener que robar comida como una rata. Estaba a punto de irse del castillo para dormir en el bosque cuando oyó a dos guardias hablar sobre el extraño grupo de soldados que estaba contratando su señor. Perseguir, rastrear y matar hombres es mi especialidad. Quiza pueda hacerme un hueco en ese "ejercito" -Pensó Jester mientras giraba sobre si mismo y volvia a adentrarse en el castillo. Tras dar un par de vueltas por el castillo, encontro lo que parecia ser el lugar donde tenia lugar la reunion, y tras vacilar un momento se coló por las puertas.

El panorama que allí encontró era, cuanto menos, variopinto. Una gnoma y 5 humanos se encontraban en aquella habitación, tras observar un segundo supuso quien seria el Señor del castillo, se acerco a el y se mantuvo en silencio.

De entre las sombras, sin que nadie se diese cuenta de su presencia, me mostré por fin...

Vaya, vaya...Así que todos estos son los que vamos a serviros a vos... - dije dirigiéndome a Heironeus.

Me alegra saber que no os falta fieles servidores. Mi nombre es Nüt, estoy aquí para ayudaros en vuestro cometido. Uno de mis dones es hacer temblar de terror a los que se interponen en mi camino y respecto a las leyes y normas...Bueno, tengo las mías propias.

Agaché la cabeza y me limité a madurar cada respuesta que estaban dando, analicé cada palabra y esperé a que Heironeus volviese a hablar.

-Bienvenidos todos. Me alegra contar con vosotros.

Me giro un poco hacia el encapuchado y el recién llegado y les miro con atención.

-Bien. El miedo es una habilidad bastante útil... ¿Serías tan amable de precisar alguna otra de tus habilidades o esas normas propias de las que hablas?

Y por otro lado, misterioso encapuchado, ¿Me harías el favor de presentarte?

Una voz surgio de dentro de la capucha, era una voz sombria y con un deje de locura- Algunos me conocen como Jester. - comenzo a decir.- Soy un cazarecompensas, persigo a mis presas y vuelvo con una muestra de su muerte para que me paguen. Tu marcas el objetivo y yo actuo como crea necesario en el momento, si me ordenas algo con lo que este deacuerdo lo acatare, sino actuare a mi manera. Mis utiles de caza son el arco y las flechas que llevo a la espalda.- Guardo silencio, pero sus ojos miraron directamente a Heironeus con un brillo extraño.

-No suena mal.-Respondo.-Aunque por el momento habrá que ser algo más... sutiles. Espero que entendáis que lanzarme en armas contra mi hermano sin saber los efectivos que tiene a su disposición sería un poco... precipitado.