Partida Rol por web

Aire se quedó mirando mal al hombre. Estuvo a punto de estampar a Aristóteles en su cabeza, a ver qué le parecía. Una sensación desagradable recorrió su cuerpo, y se alejó de él. Se habían arriesgado a salvar a ese hombre y se lo pagaba de esa manera.

Desde luego, si todos los de este pueblo son como éste, no me extraña que tengan esta maldición

Con incredulidad, escuchó a Flame defenderla y exigir que la pidiera perdón. Ella fue la que le cortó las cuerdas al preso, mientras Aire no dejaba de mirarla. Ese pueblo parecía cambiarles a todos. ¿Qué le pasaría a ella? Negó con la cabeza mientras se acercaba hasta el estrado. Tras la inspección de Alice, se había dado cuenta del mazo. Lo cogió y se lo guardó. Quizá les podría venir bien

Cuéntenos qué sabe de esta maldición le urgió al hombre tenemos información, pero queremos contrastarla, y si nos facilita más, mejor que mejor.

Pierdes el tiempo registrando esos cuerpos-dijo a Alice-. Cada mañana, tanto ellos como yo, nos vestimos y pertrechamos lo más rápido posible, para estar en la plaza durante todas y cada una de esas batallas matutinas con las que empezamos el día. No creo que hayan tenido tiempo de meter nada en sus bolsillos. Yo los llevo vacíos... salvo por la llave maestra de los juzgados.

Puso la mano sobre el hombro de Flame y asintió amistosamente.

Gracias por liberarme. Pero de verdad que no tenemos tiempo para pedir disculpas-le dijo a Flame por la chica del osito-. Tenemos mucho que hacer. ¡Seguidme!

Salió fuera. El iglú de hielo seguía intacto. Perenthelas empezó a acunclillarse junto todos y cada uno de los cadáveres de la plaza, comprobando constantes vitales por si encontraba a alguno con vida. Le llevaría un rato, así que mientras seguía respondiendo preguntas.

El alcalde es un enano medio ciego llamado Hodvic, y el capitán... ¡el capitán soy yo! Tengo un ayudante. Bueno, tenía. Desde que las cosas se pusieron feas, no ha venido a ayudarme. Así que solo puedo contar con vuestra ayuda. El alcalde no lo he visto desde hace tiempo, pero antes del incidente no salía de su torre. Yo, por las mañanas, me visto y vengo corriendo a la plaza. Algunos tratan de meterse en la iglesia nada más amanecer. Otros tratan de matar a los que entran en la iglesia. Yo solo gano tiempo para que más gente pueda ponerse a salvo.

Hace tiempo que no duro lo suficiente con vida para verlo, pero la última vez, al llegar la tarde, aparecía un meteorito en el cielo que lo destrozaba todo. Sé que es una locura decirlo, pero... al despertar todo estaba bien: las casas seguían en pie y la gente se volvía a estar con vida.

Cuando se mencionó al "loco de los tejados", el Capitán puso rostro serio y dejó de revisar cadáveres.

Solo lo he visto en dos ocasiones. Ese tipo es peligroso, manteneos alejado de él. Bajaba de los tejados a la plaza, y se ponía a cortar cabezas. No fue algo agradable de ver. ¡Venga! ¡Vamos! Próxima parada: la posada.

Lógicamente, no tenían necesidad de seguir al Capitán a la posada de la Esperanza. Podían separarse de él allí, y ocuparse de otros asuntos.

Antes de que el capitán se alejara del todo la maga le hizo una última pregunta. ¿Sabes algo de un tal Wu Jen?

Ahora Rabaglard estaba muerto y sin el arma maldita volvería a levantarse al día siguiente. ¡Maldición! Mañana volverá a estar matando inocentes. Este combate no ha servido de nada.  Cuando el capitán se alejó un poco la maga hablo con sus compañeras de aquelarre. Creo que hemos hecho el panoli. Hemos gastado hechizos y nos hemos debilitado innecesariamente, no hemos logrado nada. ¿Qué hacemos ahora? No estamos en condiciones de luchar contra el asesino Wu Jen.

Aire no conseguía entender a ese hombre. ¿Por qué de pronto las había tomado como sus fieles escuderas? Le habían salvado de una muerte segura, por lo visto, y parecía significar todo para él. Al fin y al cabo, al caer la tarde moriría, y todo volvería a empezar de cero.

Ese hombre, el que corta cabezas... ¿Era del pueblo? ¿Llegó por sorpresa? Como dice mi compañera, buscamos a un wu jen. O un hombre al que se le ridiculizó poco antes de la caída del primer meteorito. ¿Le suena usted de algo?

Dejó que se alejara, y se quedó con Alice y Flame

Tampoco tenemos mucha opción. Sigo pensando que ir por ahí buscando una virgen es muy absurdo, y quizá el arma que necesitemos sea la maza de los juzgados. Necesitamos saber qué ha pasado por otra boca, no sólo la del hombre misterioso.

Cuando Aire mencionó "un hombre al que se le ridiculizó poco antes de la caída del primer meteorito", el Capitán se paró en seco. Se dió media vuelta, con la cara pálida.

Fue bochornoso... Me dirigía a los juzgados, al amanecer. Y aquel pobre anciano de ojos rasgados estaba dormido sobre el gnomón de la plaza, con la ropa toda sucia de huevo, tomate y alcohol. Estaba desorientado. Pensé que solo era un borracho. A veces lo recuerdo y me vienen los remordimientos por cómo lo traté.

No se nada de ningún Wu Jen, o como se diga. El hombre que cortaba cabezas tenía la cara tapada... y sí. Apareció de la nada. Como si fuese un fantasma.

Lanzó una mirada a la puerta de la posada.

Esto es importante para mí. Estoy tratando de ser mejor persona. De hacer todo lo posible para que nadie sufra más dolor que el que causa el meteorito. Es un pobre consuelo, ya lo sé. Pero tal y como están las cosas, no puedo hacer más.

Flame empezaba a hacerse un lío. Sabía que Leiath y Onfale eran las cabezas pensante e inteligentes del grupo, y sin ellos era como si las piezas del puzzle jamás encajasen. Necesitaba contarles toda la información a ellos para que atasen las piezas por ella.

Por un lado hablaba del hombre de los tejados, por otro del wu jen y por último de un hombre de ojos rasgados que había muerto junto al gnomón de la plaza.

Ella pensaba que esos tres eran la misma persona, pero las tres descripciones no terminaban de encajar. Lo cuál podría significa que el asesino fantasma u hombre de los tejados no fuese el mismo del que hablaban. O incluso que el wujen tampoco fuese el anciano. Fuese como fuese, decidió seguir al guardia hasta donde se dirigiese. Quizá averiguase más cosas y pudiera ordenar todos esos asuntos.

Luego se acordó de la virgen, pero preguntarle al guardia por una mujer virgen en la aldea, iba a ser un tanto extraño. Más aún que toda la locura de ese lugar.

Aire no podía creer que el hombre del que hablaban fuese el mismo. Su encuentro con él no se podía definir como placentero, pero sí pacífico. No parecía armado, aunque tampoco recordaba que fuese un hombre con la cabeza rapada.

¿Cortar cabezas? No se si hablamos del mismo hombre. Éste viste ropas extravagantes, camina por los tejados como si le fuera la vida en ello, con sumo cuidado y delicadeza. Nos le hemos encontrado cara a cara, y no parece violento.

De todas formas, me interesa más lo del mendigo que habla. ¿Sabe dónde localizarlo? ¿Por qué se burlaron de él?

No, no... El hombre que cortaba cabezas y caminaba por los tejados vestía de manera sobria. En una de las ocasiones lo vi allí-señaló al tejado de una de las casas que flanqueaban la torre de la Alcaldía-. Disparó dardos con una cerbatana a la gente que estaba en la plaza. Después corrió sobre las tejas hasta ese otro tejado de allá, se descolgó hasta el patio y desenvainó una espada con la que continuar la matanza. Desaparecía, y volvía a aparecer unos cuantos pasos más lejos, como si se teleportara distancias cortas o se hiciese invisible durante un breve periodo de tiempo.

El que sí tenía ropas extravagantes era el anciano de ojos rasgados que encontré durmiendo sobre el reloj de sol. Sus telas no me parecieron lo suficientemente humildes como para llamarle mendigo-el Capitán dió una descripción de los colores de la ropa, que podría encajar con la vestimenta del anciano desmemoriado que caminaba por los tejados, y del que creen que puede ser el Wu Jen del que les habló la voz del sótano-. No presencié el momento en el que terminó cubierto de tomates y huevos. Tampoco sé dónde encontrarle. Sé que no era del pueblo, así que quizás en la posada sepan algo. Aunque yo lo encontrase durmiendo a la intemperie, tal vez preguntase por el coste del alojamiento, o alojase en las caballerizas de la posada un carro o un caballo.

La maga estaba empezando a pensar que todas aquellas personas de ojos rasgados y pintas extravagantes era la misma persona, pero aun no tenía suficientes pruebas como para exponer su teoría con seguridad. ¿Podría contarnos más sobre el día que atacaron al extranjero de ropas extrañas? Al parecer ese evento había causado la maldición y la ruptura de las leyes del tiempo, puede que el capitán viera más, cualquier pista era importante.

Vale, parecía que el asesino ya había hecho acto de presencia. Y, por lo que decía, debía tener algún tipo de poder o habilidad para moverse a gran velocidad de un lado a otro. Eso le preocupó a Aire, pero había otra pregunta que les ayudaría a saber si era él.

A esa gente a la que cortaba la cabeza... ¿Ha regresado a la vida? ¿La has vuelto a ver? Ese arma quizá era la maldita. Pero no entendía cuál sería su misión entonces. Si mataba a las posibles vírgenes, y además se dedicaba a matar a hombres que se mataban entre ellos... ¿Qué pretendía? ¿Dejar a todos muertos? ¿Se trataba de algún tipo de venganza?

Creemos que el hombre que fue humillado tiene relación, de una manera involuntaria, con la maldición que cae sobre este pueblo. Necesitamos saber todo lo posible del día en el que cayó el meteorito.

Flame se quedó escuchando la conversación, no tenía mucho más que añadir, ni que opinar, por el momento. Así que simplemente se limitaba a tratar de atar los cabos y comprender quién era quién, pues al igual que sus compañeras, empezaba a hacerse un lío.

Ehm... Ahora que lo dices, no: las personas que murieron por la mano de ese hombre no volvieron a aparecer por la plaza. Pero supongo que es normal... ¿quién querría intentar volver aquí después de esa mala experiencia? Estarán encerrados en sus casas, supongo. Sí recuerdo que sus objetivos eran las mujeres, y solo mataba a los hombres cuando le salían al paso y trataban de detenerle.

El día en el que empezó todo... Fue bastante normal, salvo por lo del meteorito. Por la mañana había algo de bruma. Llevé al anciano a las celdas del sótano del juzgado, para que durmiese la mona, aunque a pesar de su olor a alcohol y de que arrastraba la lengua al hablar sin ser capaz de pronunciar ninguna erre correctamente, me juró y me perjuró que estaba "soblio". También dijo que no recordaba nada... lo que reforzaba aún más su etiqueta de borracho.

Al mediodía, le hice al anciano un juicio rápido. Su modo de hablar no había cambiado, así que supongo que aún estaba chispa. Le puse una multa simbólica de una pieza de cobre. La pagó y le dejé irse. Le vi vagabundear por la calle sin rumbo fijo en un momento temprano de la tarde. Luego empezaron los gritos, y todos empezamos a mirar hacia arriba. Al principio solo era un punto en el cielo. Cuando tras unas horas se hizo más grande, se empezó a hablar de meteorito. Cundió el pánico. Ayudé en la evacuación. La primera vez que el meteorito se estrelló, me cogió en el pueblo, tratando de buscar si había algún rezagado.

Ahí tenemos a nuestro asesino dijo Aire ante la primera descripción. El asesino mataba a las mujeres y éstas no regresaban. Y los hombres que salían a su paso morían también, pero como si fuera un mal necesario, no su búsqueda final. Esas mujeres y hombres están muertos aseguró la joven, dándose cuenta que Alice, Flame y ella eran tres mujeres, y que el asesino caería sobre ellas en cualquier momento.

El anciano que llevaste a las celdas, ¿poseía algún arma? ¿Tenía alguna posesión en particular? Ese debe ser el hombre que camina por los tejados en la misma dirección siempre. Pero algo le hicieron que le hizo perder la memoria. ¿Sabes si le golpearon la cabeza con algo? ¿Con esto, por ejemplo? Aire sacó el mazo del juzgado que se había sacado.

Puede que Aire hubiera dado en el clavo, pero seguían igual de perdidos aunque ahora sabían un poco más del registro penal del anciano. ¿Qué le hizo pensar que estaba borracho? ¿Gritaba algo, se movía de forma extraña, pegaba a la gente, le regalaba chucherías a los niños…? Cualquier pista, por muy insignificante que sea para usted, puede que nos ayude a desenredar todo este entuerto. 

No le registré a fondo. Sé que no llevaba ningún arma de hombres-dijo, señalando con el mentón los tres espadones porteados en la espalda de Flame-. Si llevaba algo más pequeño y manejable bajo las ropas, como una daga, nunca llegó a blandirla ante nadie. Le quité un par de bolsas del cinto, que le devolví tras el juicio. Supongo que en una guardaba el dinero, no llegué a husmear en sus cosas.

No revisé si tenía algún golpe en la cabeza, pero supongo que si se golpeó con algo, o le golpearon con algo, la sangre de una brecha sería indiscernible de las manchas de tomate. Sé que el mazo no le hizo nada. Es el mazo del juicio, y estuvo en el estrado todo el tiempo. Estoy convencido que nadie lo usó para golpear al anciano.

En cuanto a su borrachera... No hay nada más que pueda decir que no haya dicho. A pesar de su olor a alcohol y de que arrastraba la lengua al hablar sin ser capaz de pronunciar ninguna erre correctamente, me juró y me perjuró que estaba "soblio". Lo encontré muy temprano, casi no había gente por la calle, así que no lo ví interactuar ni molestar a nadie: ni pegar a los transeúntes ni dar caramelos a los niños. Andaba normal. No puso resistencia, ni alzó la voz. Era lo que yo llamo un "borracho tranquilo".

La duración de la conversación fue lo suficientemente extensa como para que el muro de hielo de Alice se derritiese. No lo hizo como el hielo normal, poco a poco, sino como la magia. Con un repentino splash, todo el hielo se convirtió en agua, empapando al señor Sykes. Al matón le bastón con ver a Perenthelas liberado para saber que sus compañeros habían fracasado, así que en esta segunda ocasión echó a correr huyendo por una de las calles de la plaza.

No voy a seguir al señor Sykes. Estoy demasiado tocado como para enfrentarme a él. Trataré de ayudar de otras formas más modestas a los vecinos. Voy a buscar a más gente y a escoltarla hasta la iglesia. Por lo menos, que puedan encontrar hoy consuelo en la fé.

El Capitán entró en la posada.

Aire miró hacia sus compañeras. Ya no se le ocurría más que decir. Se guardó el mazo nuevamente, por si servía para algo, mientras que el hombre entraba en la posada.

El asesino tiene alguna capacidad extraña, y está claro quiere cargarse a todas las mujeres del pueblo sin ningún tipo de remordimientos. Estaría bien saber cuáles son sus intenciones.

El de los tejados puede ser el Wu jen que buscamos, creo. Pero me extraña que estuviera borracho. Quizá le echaron alcohol por encima, eso quizá cuadre más con todo. Quizá fue así, con el alcohol, como le hicieron romper sus votos. O quizá la multa simbólica.

Creo que deberíamos seguir al Capitán. Tenemos que enterarnos de qué ha estado pasando y qué le hicieron exactamente al wu jen

La posada no tenía clientes hoy. Por lo menos a estas horas, y por lo menos en las mesas del comedor. Tras la barra, el Capitán forcejeaba con un desconocido arrodillado ante un barril con la espita abierta, bebiendo a morro el vino que caía.

Vamos, Andreu... no bebas más. Tengo que llevarte a un lugar seguro...

Déjeme, Capitán. ¡HIP! Que eshtoy ocupado.

El borracho soltó un manotazo para zafarse de Perenthelas. Tal era su fuerza sobrehumana, que Perenthelas salió volando por los aires y su espalda se estrelló contra la pared, cayendo inconsciente. Andreu siguió bebiendo del pitorro del barril.

Por el rabillo del ojo, en el rellano de lo alto de las escaleras, notaron otra presencia.

 ¡Ih!

La niña volvió a subir al segundo piso, mientras sus pasos hacían sonar la madera del suelo, desapareciendo de su vista.

El golpe había sido exagerado, y el capitán se encontraba inconsciente, tirado en el suelo. Quizá Leiath tuviese capacidad para curarle, o incluso Flame, pero no era el mayor problema existente.

Vigiló al borracho. Cada uno pasaba sus "últimas" horas con vida de la manera que quería, estaba claro. A ella la importaba bastante poco, siempre y cuando no se diera la vuelta y quisiera enfrentarse con ella. Midió mentalmente su reserva de energía. Queda tan poco pensó con pesadumbre. Suspiró. Había que moverse.

Su intención era marcharse de allí y seguir su camino, pero el descubrimiento de la niña hizo que cambiara de opinión Ya tenemos ganadora para virgen pensó de manera inconsciente. En otra situación, quizá se hubiese reprendido, pero decidió moldear sus pensamientos a algo menos agresivo. Podrían preguntar a la niña qué había visto ella sobre el hombre "borracho", a ver si ella podía darles algún tipo de pista.

Miró a Alice y a Flame y señaló hacia arriba, dejando clara su intención de seguir a la muchacha. Después, apuntó hacia el hombre, indicándoles que le vigilaran por si se ponía agresivo y atacaba.

Flame asintió. También se movió lateralmente por la taberna hasta que el cuerpo de Perenthelas estuvo dentro del radio de su aura curativa. No reaccionó. Ya había ocurrido antes. El aura de Flame podía regenerar los cortes y las quemaduras externas, pero si el golpe de su cabeza contra la pared lo había dejado inconsciente, el aura de una chamana del dragón no haría que despertase antes. O quizás... o quizás el golpe había matado al Capitán.

En las escaleras superiores, Aire solo encontró una puerta entreabierta en todo el pasillo. Daba a un dormitorio con peluches y muñecas. En una esquina, un banco para sentarse ante un aparador con espejo... En una pared, un armario... Al lado, un baúl... Y en el centro, una cama.

Era fácil adivinar el cuerpo tumbado de la niña bajo las mantas. Reposaba sobre su costado, en el borde de la cama, inmóvil. Aire se acercó con cuidado para no asustarla, y tiró de la manta para descubrirla. La niña seguía quieta. Tenía los ojos cerrados. Aire tomó el pulso... mientras esperaba durante unos interminables segundos a que se produjera la primera pulsación, se fijó en el pijama de la niña, y en la mancha de sangre en su pechera. No había cortes en la ropa, pero un filo se había hundido en su pecho. Y la pulsación de la muñeca de la niña nunca dió señales de que siguiese con vida. El cuerpo estaba caliente, y Aire, en peligro.