Partida Rol por web

Los muertos vivientes irrumpen en la sala dispuestos a defender al liche que los ha invocado. Rápidamente se centran en el objetivo prioritario. Los dos combatientes atacan con fiereza a Inglanar, aunque el bárbaro es mucho más hábil que ellos y no logran alcanzarle con sus torpes ataques. 

El nigromante por su parte lanza un pequeño hechizo al dragonauro que parece hacer mella en su determinación. No obstante, no es lo suficientemente poderosa como para impedir que cierre uno de los portales. El acólito por su parte lanza un conjuro a Alaster, el cual, ha sido desprevenido de no llevar armadura protectora y ha sentido en sus carnes el impacto del oscuro hechizo, aunque no ha sido muy grave, el mago bien sabe que más le vale no recibir otro, o puede que no lo cuente. 

Alaster todavía estaba contemplando el rápido crecimiento de su compañero calibán cuando uno de los sirvientes no-muertos de la liche, una especie de adepto maligno o algo así, lanzó contra él un potente conjuro dañino que dejó al mago sin resuello durante unos segundos. Fue una advertencia que Alaster no quería que le repitieran: rápidamente llevó su mano al pecho y allí agarró con fuerza el trozo de cuero que llevaba colgado al cuello.

—शक्ति, मेरे शरीर की रक्षा करना! —declamó con voz firme.

Su piel y sus ropas comenzaron a brillar al momento, como si se estuviera calentando al rojo vivo. Este efecto no duró más que un par de segundos, al cabo de los cuales el brillo desapareció con un crujido. Un breve y agudo tañido de campana, que en otro universo cualquier observador casual habría relacionado con un horno microondas, remató el conjuro.

—¡En su punto por dentro y por fuera! —gritó burlón mientras corría para alejarse de sus enemigos, fundamente de los guerreros. Al ver que el dragón-caballo era capaz de cerrar uno de los portales, el mago le preguntó:— ¡Ey, amigo! ¿Puedo ayudarte?

Aprovechando mi desmesurado tamaño, y que dos de los tipos que salen de los portales osan atacarme, sólo me dejan una opción.

Soltando el hacha, agarro con mis manos a los pazguatos para levantarlos y hacer chocar uno contra otro, con un sonoro "chof"

Mientras me limpio los restos de villanos en mi armadura, me pregunto porque no los he usado como arma arrojadiza contra la malvada no muerta...

Las pobres víctimas de Inglanar no quedan muy vistosas para una futura revisión. El acólito por su parte sisea algo parecido a un proyectil mágico, pero nunca lo descubriremos. El nigromante corre hacia el portal que Kalecgos acaba de cerrar y se concentra en él de la manera que lo hacía vuestro aliado, con bastante más éxito que lo que ha hecho el acólito. 

El druida por su parte parece estar en un momento de baja moral, por lo que lo único que atina a hacer es disparar una flecha al nigromante, mientras el oso y el familiar juegan al poker con unos perros en un cuadro de la pared. 

La flecha sale disparada con una precisión letal, introduciendose en la garganta del desafortunado ser de ultratumba, el cual al morir deja caer un elegante bastón de ébano rematado en una cabeza de dragón negro en miniatura. 

Kalecgos observa satisfecho el cadaver del nigromante y vuelve a conjurar las energías arcanas para que no vuelva a abrirse. El portal se va apagando hasta no ser más que un débil fulgor mortecino. 

- No se cerrarán del todo, ¡no mientras yo no lo permita! ¿Crees poder detener a mis tropas Kalecgos?.- La voz del liche resuena en toda la estancia.- No seas imbécil, observa todo mi poder. 

Desde su rincón, el escudo veis como tiembla levemente y un gran rayo de escarcha cruza la sala en dirección al sorprendido acólito el cual sale volando y va a estrellarse contra la pared, rompiendose en varios fragmentos sanguinolentos y congelados en el proceso final. 

Seguidamente, los portales emiten su fulgor azulado y salen nuevos sirvientes del liche, concretamente un esqueleto, un acólito y un nigromante. Del portal cerrado cae un yelmo como el que tenía el primer necroguerrero, solo que este está humeante y aparentemente carbonizado. 

Aprovechando que la Liche nos trae nuevos juguetes, agarro a los que tienen forma humanoide, para, haciendo gala de mi fuerza sobrehumana y agrandada, lanzarlos a la liche, mientras la espeto—. ¡Baja ese escudo y pelea de una vez!

El bárbaro hace unos buenos lanzamientos de humanoide contra el liche, pero el escudo parece seguir intacto. 

Sin perder un minuto esperando a ver qué sucedía con los pobres diablos convertidos en proyectiles por Inglanar, Alaster lanzó un nuevo conjuro:

—मेरी सांस एसिड की तरह है और अपने ज़ोंबी गधा खुरचनाgrgrgrg...!

Las últimas palabras se perdieron en una especie de gorgoteo o arcada inhumana cuando una enorme bola apareció de pronto en su garganta desde su estómago y subió hasta su boca deformándole la cara. El mago, con notable esfuerzo y añadiendo impulso con su cuerpo, lanzó entonces el horrible escupitajo esférico hacia la liche y su escudo mágico. Liberado del ácido, con los ojos llorosos y un regusto agrio en la boca, volvió a centrarse en esquivar los ataques de sus enemigos.

—Puaj... Nunca me acostumbraré a esta mierda... —murmuró por lo bajo.

El escudo del liche parece sufrir unas oscilaciones debido a los impactos recibidos, pero aún mantiene ese inconfundible brillo que sólo otorga la protección más absoluta

- Un digno esfuerzo.- Rie el liche.- Pero... ¡inútil!

Los portales abiertos vuelven a brillar y más no-muertos se unen a la fiesta. Esta vez el necroguerrero sale de una pieza, junto con un esqueleto y un nigromante. Lástima que el acólito no haya tenido la misma suerte, pues parece que sale como si lo hubieran pasado por una picadora de carne. 

Kalecgos por su parte logra cerrar otro portal justo cuando el no-muerto acababa de salir. Al menos, a la ronda siguiente, ese estará quieto. El liche observa divertido la escena, tanto que estalla en agrias carcajadas. 

- No penseis que vais a salir vivos de esta mortales. Observad a vuestro campeón

Otro rayo de escarcha sale disparado e impacta de lleno en Kalecgos, el cual parece haber sufrido bastante en este ataque. 

- Kalecgos... necesita... ¡ayuda!

El druida por su parte parece que la cosa no va con él. Maravillado por la facilidad con las que su munición vuelve siempre al punto de partida continúa disparando flechas al liche como si la cosa no fuese con él. 

¡No dejes que se carguen a nuestro único cierra-portales!, gritó el cerebro de Alaster, que había entendido el funcionamiento de los portales, cuando vio que su cuadrúpedo aliado era herido por el liche. Esta fue la razón por la que el mago, aunque sabía que su prioridad debía ser acabar con la liche, empleó uno de sus conjuros para sacarse del medio al esqueletucho, una amenaza más. En esta ocasión, el mago apuntó hacia su enemigo con el dedo índice de la mano y el pulgar levantado, guiñó un ojo para apuntar y gritó:

—इनर विमानों की बर्फ, नमक मेरी उंगली निकाल दिया!

Al momento, un rayo de puro frío surgió de un punto del espacio a un par de centímetros de la punta de su dedo y en una fracción de segundo cruzó el aire hasta impactar en la coraza del guerrero óseo, que estalló en mil marfileños pedazos como un jarrón dementlievino. Del necroguerrero tendría que ocuparse Inglanar. Que le dé a este también un billete sólo de ida a Licheville...

Cuando el ser grita, no puedo evitar pensar que quiere que lo pise. Luego me doy cuenta que igual no quiere eso, así que decido que lo mejor será no pisarle las tripas.

En su lugar, decido pisotear al acólito y al nigromante, por feos y rancios. Cuando los despachurro, no puedo evitar mirar a la liche. Una pena que sea mujer, o le aplicaría la misma técnica que usé con Genosida...

Eso sí, quitarme los restos de estos de las botas puede que sea suficiente aliciente para que se deje de tonterías...

Guardé la flecha una vez que volvió a mi mano. Harto estaba de sólo lanzar la puta flecha, así que era el momento de lanzar conjuros.

Venid a mi, guerreros grité levantando la mano. Pronunciando unas palabras en antiguo élfico, una especie de nubarrón apareció en el techo de la sala y se dedicó a descargar rayitos sobre el necroguerrero.

La batalla parece estar en un punto muerto no ser por la tormenta invocada por el druida. Los rayos se han ido a descargar sobre el necroguerrero, pero como ya estaba muerto, rebotan en lo que queda de su armadura y salen disparados en dirección al escudo del liche, el cual oscila de manera bastante importante ante el impacto recibido. 

- Mis tropas os destruiran y servireis de carroña para los cuervos ¡malnacidos!

Los portales emiten el acostumbrado fulgor cuando las tropas irrumpen de nuevo en la sala. El necroguerrero sale disparado como una flecha contra Kalecgos con la espada en alto, propinandole una severa estocada que hace tambalearse al dragonauro. 

El esqueleto por su parte considera que el druida es mucho mejor opción, pero el druida puede esquivar sin problemas las torpes embestidas de su adversario. 

El nigromante comienza a conjurar algo que termina de coger forma en sus manos. Una especie de calavera verde que va riendose como loca disparada directamente contra el bárbaro. La calavera se estampa directamente contra un sorprendido Inglanar. Sorprendido, a la par que enfadado. El golpe no ha sido gran cosa para todo lo que implica ser un bárbaro, pero ha sido más que suficiente como para generar una amenaza para Inglanar. 

El liche conjura un rayo de escarcha de esos que tira y esta vez lo dirige contra el pobre jefe de expedición que lo recibe de lleno. 

Kalecgos va renqueando hasta otro portal y con un rápido gesto consigue cerrar el portal. Ya sólo quedan dos. 

Levemente aturdido, tiritando y cubierto de escarcha por el impacto del rayo, Alaster retrocedió un par de pasos antes de espabilar del todo.

—¡AHÁ! —gritó hacia ex-Alice con una sonrisa de satisfacción—. ¡Eso ha sido por lo de tu esqueletito, ¿eh, doña mami no-muerta?! ¡Te ha jodido, ¿verdad?! —se burló el mago mientras preparaba su siguiente conjuro—. Pues no te preocupes, que también hay para ti... लानत मृत स्थानापन्न कि गधा जलते... भस्म!!!

Ya había extendido hacia el liche su palma abierta untada de mezcla flamígera, así que sólo tuvo que cerrarla en un puño mientras decía las palabras mágicas para que una nueva gran bola de fuego se materializase justo frente a la liche como una explosión estática que hizo vibrar su escudo mágico como si le doliera. Lo mejor de todo: que las llamas iban a aguantar un buen rato. Mientras la mantenga contra las llamas, tal vez no pueda atacar... ¡Alaster sólo tenía que moverse y evitar a sus enemigos! Sin embargo...

Ahí va mi último conjuro dañino.

Como respuesta al ataque del nigromante, sólo puedo acercarme a él, agarrale la cabeza y apretar fuerte.

Parece que la calavera que había dentro de su cabeza no está tan sonriente como la que lanzó.

Dando un paso hacia atrás, señalé al esqueleto. Venga, ¿es lo mejor que sabes hacer? Saborea el relámpago El nubarrón se concentró y lanzó un rayo, buscando golpear al esqueleto.

Tan sólo queda el necroguerrero que parece que centra todos sus esfuerzos en acabar con el dragauro. El ataque traspasa todas las defensas que el dragauro tenía y este cae al suelo sin vida. La risa del liche resuena por toda la sala.

- Ahí teneis a vuestro campeón vencido y derrotado. Ahora vuestro destino os resulta más evidente, imagino. 

El escudo continua brillando, aunque mucho más débil que antes y de los portales no parece salir ningún nuevo enemigo. 

—¿Segura? —pregunto de forma retórica mientras piso la cabeza del guerrero esqueleto que acaba de matar al dragón de cuatro patas y dos manos.

Ahora no tiene ayudantes. Es el momento de acabar con ella.