Partida Rol por web

La batalla se había recrudecido, pero poco a poco se tornaba en favor de los aguerridos guerreros Etrexios. Sin embargo, las cosas tomaron un matiz más agoreros cuando otro grupo de cinco Osgos salió de la espesura y se acercó a los Etrexios amenazante. Los Osgos que ya estaban en la refriega aullaron al ver a sus refuerzos y se envalentonaron. Se preparaban para el asalto final, cuando unos gritos agónicos les hicieron volverse de nuevo. Sus compañeros habían sido sorprendidos, una mano misteriosa apareció por detrás del Osgo a la vez que una espada corta sobresalía de su pecho, Los demás se pusieron tensos, pero pronto otras lanzas y espadas les atravesaron a ellos mismos, incluso uno cayó con una flecha clavada en el cuello, muriendo en un charco de su propia sangre.

- ¡Etrexia! - Gritó la elfa al dejar caer el Osgo que acababa de matar y que era notablemente más grande que ella. Su unidad avanzó tras asesinar sigilosamente al enemigo y los Osgos se vieron rodeados. Trataron de huir, pero murieron en la emboscada que se había vuelto contra ellos. Unos fueron alcanzador por las lanzas o espadas, pero los que más se alejaron cayeron por flechas salidas de ninguna parte. Los que tuvieran mejor vista podrías distinguir algunas capas moverse entre los árboles al disparar, y luego volver a desaparecer. A continuación, un explorador ataviado con armadura ligera y capa de viaje del color del bosque se adelantó y miró a los soldados. Sin duda alguna era un Capitán de los Caminantes de las Estrellas.

- Buen trabajo soldados, hemos acabado con estos Osgos. Pero una partida tan grande... son malos presagios. Nosotros continuaremos investigando esto. Llevad la buena nueva a vuestro Capitán. - A continuación regresó a la espesura y desapareció de vuestra vista.

- ¡Regresamos! - Ordenaron los tres Tenientes a la vez, y pusieron rumbo al puesto avanzado.

envaino la espada y miro, de reojo, los Osgos., _{quizás algo de valor tienen} y sigo la formación de regreso con el capitán. contento de la aventura y aun más por lo organizado del combate y la optima respuesta del grupo.

otra vez, de reojo, miro a mis camaradas. Pienso: _{y eso que aun somos novatos}.

después de moverme unos pasos, me doy cuenta que quizás el peligro aun no pasó del todo, y cuando voy retirandome a la espalda del teniente, presto algo de atención a mis alrededores.

Robb no pudo evitar sonreír al ver aparecer a los refuerzos. Se quedó parado un momento mirando si veía a los Caminantes de las estrellas. Después, se giró sobre los talones y se dirigió donde estaba el resto de su grupo. 

Buen trabajo chicos. - dijo el joven. Habían conseguido acabar con dos osgos en su primer día, no era un mal presagio. - ¿Estáis todos bien? Yo creo que tendré que visitar a esa enfermera tan mona que me atendió ayer. - dijo riendo. Pero la risa no le duró mucho, al reírse notó un tirón en la herida y tuvo que llevarse la mano al costado. - Volvamos a casa chicos. - dijo antes de seguir a su teniente.

El negro Orión había degollado a un Osgo, iba al encuentro del segundo cuando este calló. Eran los refuerzos. Rápidamente todos caían. Todos los osgos se encontraban rodeados y caían. El negro no pudo evitar sentir un atisbo de decepción. Quería demostrar su valía y no hubo tiempo a más. Se enfundó su espada y le arrancó la lanza que permanecía en el osgo muerto. Luego Robb hizo una broma a la cual sonrió levemente, miró al suelo y caminó tras su sargento sin mediar palabra.

Helios apareció junto a su pelotón como alma que llevaba el diablo, los primeros en caer ni se habían dado cuenta de que estaban ahí y cuando por fin los Osgos reaccionaron ya era tarde... quedaban muy pocos y los lanzados o espadazos de sus compañeros estaban acabando completamente con sus ganas de luchar, finalmente se reunió con todos los demás cuando los pocos que quedaban huían, pero unas flechas de Dios sabe dónde, aparecieron sobre sus cabezas aniquilando por completo la guarnición de esos bichos... -Wow- Fue lo único que pudo decir al verlas aparecer, ya con escudo bajado y lanza apoyada en el suelo, miró a su pelotón y sonrió, pues no había habido ninguna baja y eso si que no se lo esperaba, y cuando volvió la mirada y vio al pelotón que estaba peleando desde el principio se dio cuenta de que tampoco habían tenido ninguna baja "Deben ser fuertes estos... han aguantado la pelea durante mucho rato hasta que hemos podido llegar y no han tenido ninguna baja" Finalmente un líder de los Caminantes de las Estrellas aparece para hablar con nuestros tenientes, sin duda tenían el porte que su padre le había descrito una vez... pero no le acababan de gustar... demasiado misteriosos, demasiado en las sombras.

Recogió su escudo y lanza y junto a sus compañeros se dispuso a volver al cuartel, no sin antes mirarse la mano derecha donde tenía puesto el anillo de su padre y sonreír una última vez.

El mestizo apareció entre las ramas y disparó su flecha sin parar, acabando con un osgo, y cuando todo terminó se dirigió hacia su "pieza" para recuperar la flecha. Mientras caminaba soltó un silbido y después sonrió. Los que estaban allí habían masacrado a los Osgos, pero nunca se sabe cual de todos ellos podría haber matado a alguno de los presentes si no hubieran llegado ellos.

-Bueno, parece que los osgos no eran para tanto, ¿verdad? -dijo ampliando la sonrisa y hablando en general- yo prefiero un baño caliente a una cama en la enfermería, pues eso significa que estoy sano y no me han herido.

Arsenios vio a las criaturas sin vida, despedazadas en el combate, estaban aun calientes pero no volverían a atacar. El equipo estaba completo, por primera vez habían actuado de modo coordinado, y sintió una extraña sensación, la de ser uno con ese grupo tan dispar... por unos segundos se sintió parte de ellos, como si hubiese nacido para eso. El olor a sangre y la euforia que comenzaba a decaer, le hicieron volver al herrero que solía ser, aunque por dentro temía haber cambiado para siempre. Emprendió el viaje de regreso, cerca de su equipo. Se acercó a Orestres:

- Buen combate, amigo - y estrechó su antebrazo a modo de saludo. Atrás había quedado aquella pelea inicial, ahora se alegraba de que estuviesen vivos todos ellos.

Ésta vez hemos combatido de verdad y sin ningún rasguño, le devolví la sonrisa a mis compañeros mientras que limpiaba mi arma, e intentaba encontrar la lanza que había lanzado entre los cuerpos muertos de los osgos o alrededores.

Ante la presencia de los caminantes me quedé paralizado, nunca había visto una forma tan eficaz de emboscar, pero se fueron con la misma rapidez que vinieron y seguí buscando mi lanza...

Si llega a parpadear se pierde la batalla, y ahora que contemplaba como más de uno se pavoneaba, y mostraban pecho por la victoria. Enfundo sus armas, y se acerco a esos seres, examino a algunos de ellos, rebusco por si alguno llevara algo relevante o algo útil para el y para terminar, le cortó la cabeza a uno de ellos y la empalo en un palo que clavo en el suelo para que desde lejos fuera visible que aquí se aniquilaban a esos seres repugnantes.

En cuanto ordenaron la vuelta, sin rechistar se puso en marcha y siguió a su teniente, que ahora después de verla en acción aun le gustaba mas.

La lucha continuaba, aunque de pronto los osgos empezaron a huir y los sonidos y gritos propios de un enfrentamiento fueron cesando . Orestes estaba jadeante y exhausto, más por el miedo y la tensión que por el esfuerzo del combate. Libre de enemigos cercanos, se apoyó en su lanza intentando recuperar el aliento. Tenía la mirada perdida y su mente seguía aterrorizada. Nunca había tenido la muerte tan cerca  durante tanto tiempo. Los segundos frente al osgo parecieron una eternidad. No sabía cómo había podido esquivar sus golpes, sin duda su instinto de supervivencia supo estar a la altura. Una figura se acercó de pronto intentando atraparlo y Orestes reaccionó instintivamente guiado por el miedo y le amenazó con la lanza. Y  en ese momento  fue consciente de que el combate había terminado. La figura era Arsenios, que le felicitó por el combate mientras le estrechaba el brazo. Pero Orestes no pudo pronunciar palabra. Miró a su alrededor para tomar conciencia de la situación  justo cuando Bartos decapitó a un osgo. Orestes no pudo soportarlo más y le fue imposible contener el vómito. Apoyado en su lanza arrojó todo el desayuno de la mañana, pero también la tensión y temor acumulados durante el combate. Y era lo que necesitaba. Tras unos segundos, recobró la compostura y agradeciendo a Arsenios su saludo, se dispuso a seguir los pasos del resto de sus compañeros de vuelta a la fortaleza.

Por el camino, se acercó a Orión y le felicitó por su efectividad y templanza, mientras recuperaba la espada que le había prestado.   

Habían acabado con aquellos Osgos, aquello era un motivo más que de sobra para sentirse enorgullecido.. y Brand no pudo evitar esbozar una sonrisa triunfal tras gritar junto a sus compañeros el nombre de su nación. Aquellos malditos Osgos se lo pensarían más antes de volver a atacarles, al menos si tenían un mínimo de intelecto.. algo que Brand dudaba.. En cualquier caso, si se atrevían a hacerlo de nuevo, lo harían con miedo después de aquella escaramuza.

-Buen combate, amigos - Dijo sonriendo a todos sus compañeros de pelotón y al resto de soldados que veía - Como entrenamiento no ha estado mal, ¿verdad? - Rió divertido, al fin y al cabo no habían sufrido bajas. Se podía permitir ese tipo de bromas.

El ataque sorpresa resulto todo un éxito y en aquel rodeo sigiloso habían logrado alcanzar a los osgos y aniquilarlos casi por completo, Sargon clavo su lanza en la cabeza de aquella bestia matándola de un solo golpe, inmediatamente saco la lanza, y se disponía a seguir a los osgos sobrevivientes que estaban huyendo, pero unas flechas desde el bosque acabaron con ellos en su huida.

Un oficial salió desde el bosque felicitando a todos los soldados que habíamos luchado y ordenándonos volver al cuartel, entonces Sargon se dispuso a revisar los cuerpos de los Osgos en busca de cualquier cosa útil o de valor, a él le gustaba tomar los despojos de las batallas y trofeos de los combates.

Una vez revisados los cuerpos siguió al resto del grupo de regreso al cuartel.

-Ha sido divertido, ¿Verdad, compañeros?-Pregunto -¿Que tal estais los heridos? ¿Alguien necesita que lo lleven?

Viktorio, con una pequeña expresión de felicidad y preocupación a la vez, mira a sus camaradas, sonríe y asienta con la cabeza.

luego de caminar un poco, vuelve la vista atrás, como si alguna parte de si mismo se hubiera quedado en la pasada batalla y también la alegría de que hallan pasado esa prueba, la primera, sin ninguna baja aparente.

vuelve a meditar sobre la pasada batalla, _{que hubiera podido hacer, que no habría tenido que hacer}.................................................. con estas difíciles intrigas se castigó casi toda la marcha a seguir. 

- Muy bien muchachos, los caminantes ya me lo han contado todo. Al parecer era su plan que nosotros hiciéramos ruido hasta hacer salir a los Osgos, pero no esperaban una partida tan grande. Buen trabajo ahí fuera, aunque esto... es algo extraño. Pero no es nuestra tarea investigar. Ahora, vayamos de vuelta a la fortaleza, tenéis un descanso merecido por el resto de la tarde. - Dijo el Capitán al veros, felicitándoos por vuestros esfuerzos. Después marchásteis de vuelta a la fortaleza, entrando por el portón lateral por el que habíais salido, os esperaba otra tarde libre de exploración.

El camino de vuelta se hizo un poco pesado para Robb. Ahora que estaban fuera de combate y sus músculos comenzaban a enfriarse comenzó a notar el dolor que le causaba la herida del pecho. Cada paso hacía que el dolor se extendiese por todo su cuerpo. Por eso el joven Robb caminaba despacio y en silencio, pensando en los errores que había cometido y castigándose mentalmente por ello mientras apretaba los dientes para no hacer ninguna mueca de dolor.

Una vez en la fortaleza Robb se alejó del bullicio de la gente y caminó hasta la enfermería donde confiaba en que le curasen como habían hecho tras el entrenamiento con el teniente.

El negro Orión volvía defraudado, sin mediar palabra fue directo a la arena de entrenamiento. Donde se quitó sus armas y cogió las de entrenamiento. Empezaría una buena sesión de entrenamiento intensivo, para él nada había acabado. Sólo tuvo la oportunidad de enfrentarse a un osgo antes de que los caminantes de las estrellas frustraran su diversión. Si hubiese sido más rápido... hubiese sido más letal. Estaba lejos de ser aquello en lo que se quería convertir.
En la arena sólo se veía una mole de músculos agitar dos espadas, perfeccionando sus movimientos de lucha. Un halo de sudor rodeaba todo su cuerpo, aún se sentía el sol pegar contra su oscura piel, pero eso no iba a hacerle desistir...

Helios llegó un tanto decepcionado, no solo no había podido matar a nadie, sino que encima tampoco había podido formar parte de la lucha, solo el grupo del negro había entrado en guerra de verdad... "Cabrones con suerte..." Pensaba Helios mirando con ojos de recelo a ese pelotón, su mirada se dirigió a su teniente y volvió al camino que seguían sus pies, dirección a su habitación a dejar la lanza, espada y escudo.

Su cara de decepción apagaba la hiperactividad que siempre llevaba consigo, parecía mas calmado y callado de lo normal "Me voy a tomar una ducha y a pensar que hacer... entrenar no me iría mal, pero como me enfrente a Orión me mata, con la rabia que lleva ahora mismo... le da igual espada de madera que sus puños..." Miró a la zona de entrenamiento una última vez y se fue directo al cuarto, como había pensado en primera instancia.

Ya está Bartos con una sonrisa maliciosa, cuando escucha que disponen de tiempo libre,se frota las manos y en cuanto rompen filas se esfuma. A saber que estará pensando. Pasa cerca de la Arena y se distrae un rato mirando la obsesión del negro por mejorar su técnica. ¡Si usarás esas con los Osgos quizás te durarían más! jeje como se nota que le ha sabido a poco. dicho esto dejo al portento con sus espadas de madera y desfilo hacía la parte de la fortaleza en donde no toca el sol.

Las palabras de Bartos le dolieron, bien hubiese pegado a ese granuja por desafiarle, pero esa no era la forma de actuar de un soldado de Etrexia. Se quedó de espaldas a Bartos y cuando escuchó que se iba soltó las espadas de madera. Se tiró al suelo y comenzó a hacer su abominadas 1,2,3... igual tiene razón... la semilla de la duda había germinado en el negro. Al principio no pudo ver la verdad, pero sin duda el negro pensaba igual que Bartos, si no no estaría machacándose entrenando 10,11,12......