Partida Rol por web

Yo me llamo Aubrey. Y estoy perfectamente cuerda. Tú no-dijo señalando a Rachel-. Tú estás loca.

A continuación empezó a señalarles a todos con el dedo...

Loco, loca, loca, loca, como un cencerro, loca... Y tú...-dijo, deteniéndose en Onfale-¿Tú estás loco o estás loca? Jajajajajaja...

Aubrey agarró un cuenco y retrocedió hasta la pared, comiendo apartada del grupo.

Sunny, por su parte, seguía durmiendo. Aunque cuando Aire le acercó una muñeca y se lo puso entre los brazos, la niña lo abrazó inconscientemente. En un momento dado, Leiath la llevó en el regazo hasta la sala de los expedientes para buscar el de Jadewo. En la jota no había ningún expediente con ese nombre. También buscó en la A, por si venía por apellido (Ap Janel), pero no había ningún Ap Janel ni ninguna Alice. Sí había una Aire y una Aubrey. ¿Sería que Jadewo no había acabado en el psiquiátrico como el resto del Aquela... del grupo de Viajeros de las Brumas? Según el Doctor Rehner, sus guardias les habían encontrado en el bosque, inconscientes. Tal vez Jadewo se había despertado antes, y había plantado cara a los secuestradores, que habrían terminado por matarle. O tal vez se había levantado y en el momento de que llegaran los guardias Jadewo estaba vaciando el canario o buscando en los alrededores un riachuelo para dar de beber al grupo.

En cuanto a Thimaz, aunque lo de bailar con un tullido era algo de muy mal gusto, recuperó de pronto toda la movilidad en todas sus extremidades. Ahora sí podía bailar con Leiath, pero no había música. Hay que estar muy mal de la cabeza para bailar sin que suene una canción. El enano notó la mirada de Onfale, como rogándole con mirada de cordero degollado que le dejase su espejo para poder verse el rostro. Pero fue una falsa impresión, ya que Onfale no tardó en sacar de su propia mochila su propio espejito para contemplarse.

-Un hacha bien afilada.

Dice respondiendo a aquella muchacha, la única forma de eliminar cualquier cosa es separando en distintas partes las zonas adecuadas, y un hacha es la mejor herramienta para separar cosas de cosas. Quizás no fuera una respuesta del todo correcta, pero aún así esa era la respuesta que él iba a dar a los presentes.

-Por cierto, ¿Ese no era Peron? ¿Ahora es Jache?... ¿Veis? Por cosas como estas no voy a aprenderme vuestros nombres, porque cada dos por tres os los cambiáis y esto es un sin-vivir y además una pérdida de tiempo.

Thimaz le gustaría saber más cosas, pues a fin de cuentas tener la SABIDURÍA necesaria para conocer y actuar en consonancia con las cosas que le rodeaban podía ser de gran utilidad, tanto para él mismo como para poder interactuar mejor con el entorno en el que se encuentra... aunque también hubiera deseado no ser tan amigable con todo y todos... o tener todos los miembros activos... 

Faltaba un último milagro que Leiath podía hacer. La pregunta era si había allí algún loco que mereciese la pena devolver la cordura. Sin duda los más necesitados eran Thimaz, Flame y Bianca...

Thimaz era Thimaz. Ese maldito enano estaba tan perjudicado que Leiath necesitaría varios días para curarle de (según decía el informe de Rehner): astrafobia, enamoramiento obsesivo-pasivo-agresivo y una preocupante deficiencia mental severa, autismo severo y limitado desarrollo social severo.

Flame, a.k.a. Piedmon, a.k.a. Gadget, tenía transtorno de personalidad múltiple. Eso le impedía usar todas sus capacidades en combate, sus auras... o por lo menos hacerlo todo a la vez. Según los apuntes del Doctor Rehner, los problemas de Flame eran la consecuencia de un shock traumático: Flame era incapaz de entender sucesos que había presenciado e iban más allá de su comprensión. La terapia era clara: curar a la vez su deficiencia mental moderada, su autismo severo y su limitado desarrollo social leve.

Bianca, a.k.a. Isabela, era el caso más delicado. Tenía amnesia, autismo severo y limitado desarrollo social moderado. En el informe de Rehner aparecía catalogada como psicópata, es decir, alguien con la pobre catadura mental del Doctor Rehner consideraba que Bianca era una mala persona por naturaleza, la maldad era intrínseca a ella, con lo que curarla no iba a servir para hacerla mejor persona. Sin embargo, curando su autismo y su limitado desarrollo social, Leiath curaría también la amnesia de Bianca. Eso le permitiría tener conocimiento de formas de lucha y habilidades que había olvidado. Sería más letal, pero habría que preguntarse si no era eso lo que necesitaban en este momento.

El problema era que para tratar las afecciones más severas necesitaría un conjuro de restablecimiento o al menos dos conjuros de restablecimiento menor, y no podía usar su conjuro de restablecimiento hasta que encontrase el componente material: polvo de diamante.

La cabeza de la bruja estaba bullendo con tanto sentimiento encontrado que concentrarse se hacía difícil. Es lo que tiene la pubertad y la falta de experiencia. Pero, pese a su juventud, Leiath poseía una gran sabiduría y una voluntad firme. Y fue eso lo que la puso en su sitio, le hizo dejar sus impulsos aparte y se centró en lo realmente importante.

Se terminó el plato de papilla 'divina' y se puso manos a la obra.

No había rastro de Jadewo, pero eso no significaba que no estuviera por allí. La idea de que les hubiera abandonado no tenía cabida en su tierno corazón; el guerrero arcano no parecía de esos. Tendría que preguntar a Hala para asegurarse, pero para eso necesitaría acceder de nuevo al Tejido y no podría hacerlo hasta la mañana siguiente (suponiendo que llegasen a vivir tanto tiempo).

Al presentarse el resto de desconocidos, Leiath los saludó con toda cordialidad. También se quedó a cuadros con la nueva personalidad de Flame; era increíble cómo había conseguido engañarlos todo este tiempo!

Sin alejarse en ningún momento del lado a Sunny, llamó a la guerrera.

- Flame, digo Piedmon, digo... Gadget?, acércate y vamos a ver si conseguimos quitarte eso que dices que te molesta en la cabeza.

Le apartó el cabello del rostro y mantuvo firme la mirada para acceder al interior de su amiga y descubrir las piezas que se habían roto, a través de sus ojos. Estaba muy dañada y necesitaría más cuidados de los que le podía dar en una sola sesión. Aún así hizo lo que estaba en sus manos por el momento.

Necesito un diamante, o más bien, polvo de diamante para poder seguir reparando el daño que sufrís- comunicó al resto de interesados- Alguien tiene o puede conseguirlo?

Mientras esperaba que le trajesen el material que necesitaba para el conjuro, regresó de nuevo a la niña durmiente, le humedeció los labios y el rostro, e incluso le acercó el cuenco con puré por si el insulso aroma la despertase de alguna forma.

Qué piensas de lo de Onfale, me he vuelto loca yo también?- le susurró mientras le besaba la frente, aunque la pregunta estaba dirigida más para ella misma que para la chiquilla.

El inspector Gadget se sintió mucho mejor cuando Leiath colocó sus manos encima y la magia de Hala hizo su trabajo. La bruja era su más fiel canalizadora y era capaz de ejercer su voluntad a través de sus manos. Para un investigador como él ver aquello era algo increíble y a pesar de que toda su sabiduría había sido de vuelta, aún le costaba comprender y demostrar qué es lo que había sucedido.

Hasta ahora no había logrado encontrar una explicación científica a lo que acababa de suceder, quizá su sobrina estuviera al corriente de ese tipo de medicina, pero ni sus propios gadgets eran capaces de obrar tal milagro.

Gracias, señorita. Se atrevió a decir la mujer de voz masculina. Su labor es increíble y desconozco si esa tal Hala de la que tanto habla obra milagros a través de sus manos o si simplemente es usted que tiene un don especial. Pero sin duda me encuentro mejor, aunque aún sigo sintiéndome débil y con mi inteligencia a muy bajo nivel.

Después tomó uno de los cuencos de comida mágica que le habían tendido y empezó a comerlo a gran velocidad.

- Llamarla por sus otros nombres sólo hará que empeorarla.- Recriminó así a los demás que siguieran el juego de Rehner.- Te llamas Flame, eres una mujer-aunque fuera poco femenina- y nosotros somos tus compañeros. Ya te irás acordando.- Confiaba en Hala y en que Leiath pudiera devolverles a la Flame que ellos conocían.- No te agobies, poco a poco.- Posó su mano en el fuerte hombro de Flame para mostrarle su apoyo. De todas formas, si acaso dudaba, sólo tenía que mirarse entre las piernas, pero claro, la locura era eso, algo irracional.

- Mmm, quizá la idea de Aire sea buena, y sea prudente que estudiéis algún conjuro de hielo o agua para contrarrestar el fuego.- El mago tenía alguna idea para contrarrestrar los efectos del limo de la grasa. Nada del otro mundo, por otro lado.- Lo del polvo de diamante lo veo...difícil.- Si tuvieran uno alguno de esos locos que se les presentaban seguro que no habrían llegado hasta allí. ¿Estaba de mal humor? Quizá el beso de Leiath le había descolocado más de lo que quería admitir o la falta de pruebas en los registros de la presencia de Jadewo le quemaba como un tizón ardiente sobre la piel.

Yo tengo los conjuros preparados, cuando esteis listos puedo intentarlo, aunque quizá nos ataquen... contestó Aire a Onfale, tras terminar de comer y meditando sus palabras. ¿Serían tan sencillos de derrotar cómo parecían? Comenzaría con un conjuro menor para no perder sus energías de manera innecesaria. Si no fuera suficiente, ya se plantearía otra situación

Espera Leiath, voy a ver qué puedo encontrar aquí dentro continuó, mientras metía la mano en su bolsa de conjuros, esperando encontrar el polvo de diamante que tanto necesitaba Leiath

Acepto de buen grado la escudilla llena de esta especie de gachas insípidas pero nutritivas. Hubiera preferido, sin duda, el corazón de la muñequita de porcelana o cualquier otro en su defecto pero supongo que debo sentirme agradecida de no tener que seguir usando una pajita para alimentarme.

De lo que no cabe duda es de que estoy rodeada de individuos de lo más singulares. A su manera todos ellos me parecen geniales y no los perturbados mentales que Rehner trataba de hacerles creer que eran. Lo sé porque también trató de convencerme de que estaba loca y porque yo también soy estupenda. La pena es que no esté aquí Vlad para conocerles y su ausencia trae a mi memoria recuerdos recientes que había dejado relegados a un segundo o tercer plano.

—¿Vosotros también habéis visto a los no-muertos? —pregunto, mientras rebaño el cuenco con un dedo—. Un montón de cuerpos apilados unos sobre otros que, de pronto, se activaron al recibir un chispazo. ¿Pensáis que eso también tiene algo que ver con los conjuros que se han escapado o con los poderes telepáticos de vuestra amiguita de bucles dorados?

-No-muertos?

Esas palabras despertaron el odio profundo que la bruja sentía por aquellas abominaciones y que esperaba no tener que volver a ver nunca.

En realidad poco sabían de lo que el grupo que había acompañado a Isabela había visto y cómo habían conseguido llegar hasta ellos. Además no había que olvidar a los mercenarios extraplanarios que andaban tras la pista del aquelarre y que pronto darían con ellos si perdían más el tiempo.

Dónde? Cuántos?- quiso animar a Bianca a relatar su parte de la historia- Y qué fue de Rehner? Hay algo que pueda servirnos de vía de escape que hayáis visto de camino hacia aquí?

El tiempo de descanso debía terminar, sintió la urgencia de un inminente peligro que les acechaba y esto la apremió a terminar con lo que tenía pensado hacer y que aún no se había llegado a decidirse; identificar uno de los objetos mágicos que guardaba en su bolsa de contención.

Y si Alice y Onfale querían recuperar sus hechizos, más vale que levantasen sus perezosos culos y se pusieran en movimiento YA.

Iba a expresar su pensamiento en voz alta e imperativa, como era de costumbre, cuando se acordó de lo que le acababa de hacer al perfumista. Como consecuencia el rubor volvió a sus mejillas y su fuerte voz se volvió débil y dubitativa al hablar hacia sus amigos.

- No será mejor que nos preparemos ya? Pronto darán con nosotros.

Cuando Onfale se acercó a él directamente miró a sendos lados sorprendido ante sus palabras. ¿Me dices a mi? no, no, no. Te equivocas, a mi me llaman el Inspector Gadget, soy un gran detective y poseo grandes habilidades, dijo enseñándole sus manos y brazos, y sí, ya sé que sois mis compañeros, llevo desde ayer con vosotros, comentó asintiendo ante sus palabras, pero creo que te equivocas con mi nombre y no entiendo a qué viene cambiármelo. Quizá me estés confundiendo con alguien. 

Teniendo la idea de que Onfale estaba tan loco como el resto de pacientes del manicomio se giró sobre la mujer que había hablado de no-muertos y sintió curiosidad ¿Qué es eso de no-muertos? ¿Zombies quizá? Muchas veces su archienemigo había manipulado a la gente haciendo que siguieran su voluntad sin ningún tipo de consciencia, zombies lo había llamado, pero calificarlos de no-muertos, no sé aquéllo sonaba a juegos de rol o a películas de ciencia ficción.

El perfumista se acercó a Isabella cuando ésta mencionó a los no-muertos.

- Pues no. Cuando nosotros pasamos por ahí sólo eran una pila de cadáveres..."normales". Y no tiene nada que ver con Sunny. Ella es una psiónica, no tendría la capacidad de hacer eso. No es ni por asomo tan poderosa.- No había podido ni con Onfale, ni con Leiath, aunque eso no quitaba que no fuera peligrosa.

El mago no hizo demasiado caso a las sandeces que decía Flame. Era culpa de los jueguecitos de Rehner y deseaba un poco más poder hacérselo pagar. Aún así confiaba que los cuidados de Leiath devolvieran a la Flame de siempre al Aquelarre.

- Vamos, sí. Una vez recuperemos los conjuros y el equipo que falta quizá podamos salir por la azotea. 

—Sí, zombis... supongo —afirmo con poca convicción pero más de la que realmente siento—. Eran unos veintiiiii... ¿treinta? La verdad es que no lo sé, muchos. No me quedé a contarlos. Estaban ahí tirados tan tranquilos y de pronto... pufff... todos saltando por ahí como locos. A lo mejor fue porque le reventé a uno la cabeza de un bastonazo. Si llego a saber que pasaría eso, los hubiera dejado tranquilitos.

»Como sea, ahí fuera tenemos a una estatua voladora que mira mal a la gente pero no les hace nada, o al menos a mí no. Podríamos salir por donde he entrado yo, pero ahora mismo no tengo demasiada prisa. Tengo un palo y me he librado de la máscara, así que si encontramos a Rehner, ¿puedo golpearlo hasta que muera despacito o también es amigo vuestro como la muñequita?

Thimaz ni corto ni perezoso se pone en pié de un salto y comienza a estirar sus extremidades recién curadas, al parecer había pasado demasiado tiempo desde que las usó por última vez y ahora las siente un poco raras, como si aquellas extremidades no fueran suyas y fueran las de un muñeco que él podía mover a voluntad. Pese a ello, no le dio más importancia, ya se le pasaría.

-Bueno, guerreros. Ya todos hemos comido y descansado. Es hora de dar el siguiente paso a nuestra huída; supongo que el malnacido doctor Renher estará preparando unas fuerzas de choque que no dejen de repetir sus palabras mágicas para dormirnos. O incluso que usen las armas y la fuerza física para reducirnos. Y ya sin contar con aquel supuesto monstruo que todo el mundo vió.

-Así pues, estamos en terreno hostil y posiblemente rodeados de enemigos con un poder muy superior al nuestro. Por suerte tenemos una rehén, pero visto que el Doctor nos envió hacia ella... supongo que el aprecio que él siente hacia ella no es más que anecdótico, como si fuera un mero trofeo más.

Thimaz bosteza y pese a que buscaba soluciones a los problemas que se le habían planteado a lo largo de aquella huida, nada parecía ser posible, pues a cada esquina, tras cada puerta podría haber una amenaza a la que ellos no estarían preparados, las cosas van desde dos supuestos monstruos invencibles, a guardias con entrenamiento en artes marciales, un ser gigantesco y deforme, una araña gigante y una infante levitadora. -Ya sin contar los peligros internos que es llevar un puñado de locos a todas partes.

-Pero no todo es malo, al menos aquella loca con tendencias sexuales graves no está entre nosotros. Esa muchacha nos pondría en más aprietos que los que nos sacaría en verdad. 

Vale, ¿y qué tal esto?-y pasó a exponer su teoría-Sabemos que los cosos esos mecánicos vienen de un lugar donde todo es orden. Supongamos que no hay vida en su mundo. La vida es caos. La vida es... es... imprevisible. Esos cacharros quieren "arreglar" lo que es caos. Cogen cuerpos, los matan, los reviven. Los reviven a algo muerto. A algo que no tiene pensamientos. No hay creatividad, no hay disensión. Todos opinan igual, todos visten igual... Ellos... están buscando el orden.

Pffff... Sí, claro. ¿Es que no os dáis cuenta? Han sido los alienígenas. Desde el principio fueron los alienígenas, chavales, que no os enteráis. Hay una semiesfera extraterrestre que habla en la sala de tratamiento ocho. Los alienígenas dejaron la esfera allí. Es la invasión de los ladrones de cuerpos: la esfera manda señales eléctricas al cerebro de los cadáveres, los controla y les da vida.

¿Y un mago? ¿Lo ha podido hacer un mago? O el Doctor Rehner. Ah, ¿y si el Doctor Rehner es un mago? Por eso dice siempre que la magia no existe. Si nadie cree que el Doctor Rehner es un mago, nadie buscará nunca su libro de conjuros.

Mientras discutían, Leiath usó su magia para identificar el yelmo de comprensión idiomática y leer magia. Resultó ser... un yelmo de comprensión idiomática y leer magia, solo que ahora lo sabían. Leiath se puso el yelmo. Con él en la cabeza, podía entender a qué se refería Fifí con sus silbidos.

 ¿Por qué todos tienen dos caras menos yo? ¿Y por qué se han quitado todos la primera cara?

A pesar de todo, Fifí seguía sin comprender lo que decía Leiath. Pero bueno, de momento el yelmo serviría para entender a Fifí si trataba de advertirles de algún peligro, y también sería útil para identificar pergaminos.

De pronto, el conjuro viviente de abrir y cerrar puertas abrió la puerta de nuevo. Esta vez, los conjuros vivientes salieron en tromba, y se desató el combate.

El modo en que la puerta del desván se abre repentinamente me sobresalta, aunque no tanto como ver el montón de luces multicolores arremolinadas e irrumpiendo donde nos encontramos. Esto pone fin a la sesuda conversación acerca del origen metafísico de los muertos vivientes que han acabado con Vlad.

Me apresuro a soltar la escudilla vacía de la que acabo de comer y a recuperar mi putrefacto bastón de madera. Resulta imposible no sentirse una completa idiota armada de esta guisa para hacer frente a esta desconocida amenaza.

—¿Hay algún mago en la sala? —pregunto, sintiendo que me va a dar un infarto en cualquier momento.

Heroicamente aquel enano guerrero usando su astucia que le quedaba en la sesera decide primero identificar al enemigo, pese a sus muchos años viéndose con toda clase de feroces adversarios, ninguno se podía comparar a lo extraño de esta situación. Hechizos mágicos que se han vuelto contra sus legítimos dueños.

-Supongo que como el fuego se combate con el fuego, la magia se ha de combatir con... fuego. ¡Que alguien prenda fuego a esa cosa viscosa, seguro que todo saldrá bien!. Lo haría yo mismo, pero aún no me he acostumbrado a esto de poder moverme.

Pese a sus palabras, él sí se había acostumbrado, de hecho se había escabullido buscando refugio tras aquella bruja que le había sanado sus parálisis de las extremidades. Si le preguntaran a él, sería para protegerla de todo mal que pudiera venir por su espalda a menos de un metro del suelo.