Partida Rol por web

[ELdG] Sunny Tear Sanitarium

Capítulo 1: Tanatofobia

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06/04/2018, 23:49
Vladimir Slova

Estás demasiado débil como para morderte, pero encontrar alimento en este lugar abarrotado no debería de ser ningún problema para mí. Salgamos de esta torre, querida. Tú también, mi pequeño amigo-dijo al murciélago.

Las escaleras y toda la planta baja estaba sumida en una completa oscuridad, pero eso no era ningún problema para un vampiro. Vladimir tomó de la mano a Isabela y le fue guiando.

Último peldaño, Isabela-le advirtió, antes de llegar a llano-. Si mal no recuerdo, la puerta que nos llevaba fuera era esa-quizás estaba señalando en la oscuridad, pero ella no lo vió-, pero no puedo irme de aquí sin mis cosas. Esto está lleno de armarios. Te pondré delante de alguna cerradura y tú deberás abrirla para mí.

Las cerraduras de la planta baja eran más sencillas, pero trabajar en la oscuridad lo complicaba, así que a Isabela le llevó su tiempo abrir el primer armario. Al abrir la puerta, Vladimir soltó un chasquido de fastidio.

Parece que dentro hay un capullo de insecto, de un tamaño tal que ocupa todo el armario. No... Snif, snif... Este olor a humedad en el aire es el propio del moho. Los hongos han crecido en torno a los objetos depositados aquí. Vamos, guapa... levanta los brazos justo en frente de ti, y mételos en el capullo para sacar mis cosas.

La verdad es que Vladimir se podía haber saltado la descripción de lo que había en el armario, porque era bastante asqueroso. Pero Isabela no podía negarse, después de todo la había llamado guapa. Sus manos avanzaron en la oscuridad y se hundieron en un tacto que le recordó a un suflé. Isabela empezó a rebuscar en el interior de la masa informe fúngica hasta que tiró de un bastón de madera.

¿Un bastón? Nah. No es mío. Probemos con el siguiente armario.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Haz una tirada de fortaleza CD 12 con un -4 por los niveles negativos de la amnesia, para evitar contraer la fiebre de la mugre mientras tus manos heridas manipulan el hongo. Si la fallas no pasa nada de momento (porque tiene que pasar un periodo de incubación antes de que manifiestes los síntomas).

Puedes rebuscar un poco más para encontrar cosas para ti, aunque a Vladimir no le haya entusiasmado el contenido del armario de moho. Haz una tirada de buscar, 1d20+14 -4 por estar en la oscuridad -4 por niveles negativos de la amnesia -1 por locura (que te bajó la inteligencia de 18 a 17).

Ganas 1 bastón mohoso, que se suma a tu ganzúa.

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07/04/2018, 13:09
Paciente

Bajo mi máscara sonrío estúpidamente al recorrer los pasillos junto a Vlad y Ferngully. De algún modo, somos una suerte de familia feliz; algo que no he tenido en toda mi vida.

Vlad es a la vez un padre protector que me guía y un sensual amante que me hace enloquecer y yo deseo complacerle en todo, de modo que no dudo en obedecerle cuando me pide que registre los armarios del manicomio para él y busca de sus pertenencias. Tal vez una espada bebedora de sangre o una capa de tela de araña que le permita transformarse en murciélago...

Estornudo cuando logro finalmente abrir el primer armario y el polvillo de esporas se introduce a través de mis fosas nasales. Dentro huele a húmedo y a madera podrida, pero me importa menos que satisfacer las demandas de mi amo.

Un bastón a medio descomponer es la recompensa por mis desvelos. Esperaba algo más y está claro que Vlad también, sin embargo, me muestro inasequible al desánimo y continúo buscando. Quién sabe, a lo mejor encuentro alguna daga particularmente oxidada que hundir en el corazón de la muñequita de porcelana.

- Tiradas (2)

Notas de juego

Si puedo elegir 20 en la prueba de Buscar, estupendo; si Vlad no me da tiempo a hacerlo, dejo la tirada.

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08/04/2018, 22:49
Vladimir Slova

Palpando en medio de la masa pegajosa de moho, Isabela encontró el resto de las paupérrimas pertenencias que había en el armario: una especie de túnica, un cinturón, una bolsa para el cinto y un parche para el ojo. Le sorprendió no encontrar ningún tipo de calzado. Al probar a meter la mano dentro de la bolsita de cuero notó un tacto viscoso y desagradable que invitaba a retirar la mano, y en mayor o menor medida también instigaba a la arcada.

Probemos en esta puerta, querida.

Sintió la mano fría de Vladimir tomándola por el codo y tirando de ella para guiarla hasta una nueva cerradura. Una exclamación del vampiro bastó para saber que habían dado con sus cosas.

Excelente, está todo. Dame un minuto para cambiarme... No mires.

Ni que se pudiera ver nada en esta oscuridad. Mientras Vladimir estaba ocupado, a Isabela le daba para abrir una puerta más. Pero esta vez necesitaba valerse por sí misma para encontrar algo en este sitio. Con el bastón mohoso, fue tanteando el suelo hasta llegar a una pared. Tras eso empezó a tantear con su ganzúa buscando un ojo de cerradura que forzar.

Notas de juego

Haz una tirada de Abrir cerraduras CD 25. Esta vez no se puede elegir 20 porque no vas a disponer de 2 minutos, y si eliges 10 te quedas en 21 por culpa del -4 por niveles negativos, con lo que no te llega.

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09/04/2018, 23:46
Paciente

Estoy tan feliz de haber encontrado el modo de complacer a Vlad que cualquier otra penalidad presente o pasada queda relegada a un segundo plano, incluso aunque sigo escuchando los molestos zumbidos en mi cabeza que me alertan de cosas que no consigo comprender.

En la oscuridad, no logro averiguar en qué consiste mi reciente hallazgo pero, mientras mi amo se pertrecha con sus pertenencias reencontradas, yo deambulo a tientas por la sala en busca de nuevos tesoros tan fantásticos como el podrido bastón que acabo de agenciarme.

Casualmente topo con una cerradura y me asalta un instante de presciencia en el que me veo a mí misma abriendo la puerta y desatando un nuevo horror mayor que ninguno de los que he sufrido hasta la fecha. Claro que también podría ser alguien maravilloso como Vlad o un arma que blandir en nuestra huida contra nuestros carceleros.

- Tiradas (1)
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10/04/2018, 21:39
Vladimir Slova

¡Click!

Isabela introdujo a tientas sus manos en el interior del armario, pero solo encontró una capa colgada de una percha.

Te queda fabulosa, querida...

Las palabras zalameras de Vladimir no eran verdad: aquella capa era un poco grande para la talla de Isabela. Seguramente perteneció a alguien más alto y fuerte, seguramente un hombre.

Ya estoy listo. Ahora, te guiaré hasta la puerta, y tú la abrirás para mí.

De nuevo una mano cogió a la mestiza en la oscuridad. Tiraron de su brazo para orientarla en la sala hacia la cerradura correcta. Minutos después, las puertas se abrían dejando salir a la extraña pareja al patio. Allí, a la luz de las estrellas, la mujer pudo ver los materiales de los que estaba confeccionada la capa encontrada en la torre... era piel, piel humana. Y como un interruptor, un recuerdo saltó en la memoria perdida de Isabela:

"La primera víctima de un Ba'al Verzi debe ser diseccionada. Cometer un asesinato puede ser brutal o elegante, puede ser accidental o premeditado... pero hay un crímen que solo puede tener una etiqueta que rompe cualquier dualidad: cuando un Ba'al Verzi se cobra su primera pieza, ese asesinato es un acto de transformación. La piel de tu primera víctima te envolverá, Mademoiselle Bianca, y te llenará de orgullo para siempre. Así son las capas de los Ba'al Verzi".

Isabela no era capaz de poner rostro a la persona que le dijo esa frase, pero sí escuchaba en su mente la voz que salió de los labios que hace tiempo la habían pronunciado. Era un eco oscuro, masculino y avejentado. Un anciano, o quizás un maestro, un mentor. La palabra Ba'al Verzi ya se la había escuchado al Doctor Rehner, y era una pieza del rompecabezas del pasado de Isabela.

¿Estás bien, querida? No debes dejar que las distracciones te impidan prestarme toda tu atención ni te desvíen de tu misión de servirme.

Ahora que veía a Vladimir por segunda vez, tras aquel primer momento iluminado por el ventanuco de su celda, Isabela pudo comprobar que el vampiro se había pertrechado. Vestía ahora elegantes ropas de noble, y lucía un saco atado a su cinto, mientras su fiel murciélago revoloteaba a su alrededor.

La voz de Vladimir rompió el germen de los recuerdos que trataban de aflorar, e Isabela volvió a la realidad. Sí, estaba en el patio de un psiquiátrico. Allí cerca estaban las tumbas de los pacientes que habían perdido la vida a manos de los experimentos del Doctor Rehner, y en frente tenían la puerta que daba al ala norte del Sanitarium. Rodeando la torre, también podría ir a las puertas del ala este, y el ala oeste, así como al huerto del patio. Aún faltaba mucho para considerarse una mujer libre.

Notas de juego

¿No coges nada de lo que había en la celda del moho a parte del bastón?

Tus posesiones en este momento son, salvo que digas lo contrario: ganzúa, capa de piel humana y bastón de madera. La capa puedes llevarla por encima de la túnica de paciente.

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10/04/2018, 22:25
Paciente

Tiritando de frío, me desprendo de mis orinadas y ensangrentadas ropas para poder reemplazarlas por la túnica no demasiado mohosa que he encontrado en uno de los armarios. Quedarme desnuda no me perturba tanto como constatar que, al igual que mis manos, el cuerpo que veo no es realmente el mío y me apresuro a vestirme tanto por el frío como por ocultar a mis ojos este cuerpo extraño, femenino, curvilíneo y sensual.

La prenda me queda holgada y me la ciño a mi delgado talle por medio del cinturón que la acompaña. Puede que en el futuro encuentre alguna utilidad para el sucio saquillo de tela que cuelga del cinto pero no dudo en deshacerme del parche, es un complemento repugnante. ¡A saber quién lo habrá llevado!

El hallazgo de la capa en la cerrada oscuridad parece un complemento perfecto para mi pobre atuendo y tiene un tacto tan familiar... No logro apreciar los detalles pero parece ser una prenda de buena calidad y calentita. Por desgracia, no tengo mucho tiempo para recrearme porque el impaciente Vlad tira de mí hacia el exterior.

Bajo la luz de las estrellas, la confección de mi nueva capa manifiesta su hechura exquisitamente macabra. La sombra de un recuerdo cruza mi mente por un momento como una nube que oculta fugazmente la luz del sol. Tengo la sensación de encontrarme frente una puerta entornada y que solo necesito empujarla levemente para descubrir qué esquivos recuerdos me aguardan al otro lado, pero la voz de mi amo desdibuja el acceso a esos pensamientos.

—Estoy... no lo sé, cansada, supongo —respondo con aire distraído, tratando en vano de agarrarme a los jirones de un pasado que se desvanece rápidamente—. ¡Vaya, estás impresionante! No me había fijado en lo apuesto que eres realmente —ronroneo al percatarme de la elegancia de Vlad—. Soy tan afortunada de poder servirte...

Me abrazo a él con la desesperación de un náufrago a su tabla de salvación.

—Es una pena que no puedas levantar un ejército de no-muertos —comento entonces, dedicándole una mirada nostálgica al cementerio—. Salgamos de aquí, ¿quieres? Tal vez encontremos la forma de trepar por el muro que rodea el huerto y escapar por allí. ¿Qué dices, amo, merece la pena intentarlo?

Notas de juego

Añado a lo que has mencionado anteriormente: la túnica (dejo la de paciente), el cinturón y el saquillo, pero dejo el parche.

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12/04/2018, 21:45
Vladimir Slova

A la luz de las estrellas, la "nueva" vestimenta de Isabela resultó ser una amalgama de harapos viejos y sucios de vagabundo, cosidos de cualquier manera. Pero por lo menos no se trataba de una túnica meada.

Primero debo comer. Vamos por la izquierda.

La pareja avanzó hacia el ala oeste del psiquiátrico, donde había una nueva cerradura para la ganzúa de Isabela. Mientras la humana trabajaba afanosamente, una sombra se proyectó sobre ellos.

¿Qué es eso?

Vladimir señaló hacia arriba. Allí seguía el Marut, caminando por el aire a cincuenta pies de altura sobre el patio interior. La criatura mecánica se detuvo en seco, y quedó allí, vigilándoles, mirando tan fijamente que pareciera que en cualquier momento podría atacar.

La cerradura cedió justo a tiempo, y el murciélago y los dos pacientes se refugiaron en el ala oeste, cerrando la puerta tras de sí. Era la primera vez que Isabela estaba aquí, pero se trataba de una sala simétrica a la del ala este: un pasillo, con celdas a un lado distribuídas en dos plantas en la que unas escaleras llevaban a la pasarela superior; una puerta de barrotes que les separaba del ala norte en el que empezó la fuga; una puerta de pomo, sin cerradura, que llevaba al ala sur...

El Zelekhut ya había pasado por aquí. Al igual que aconteciera en el ala este, aquí también las puertas se habían desencajado de sus goznes para quedar apiladas en el centro del lugar. Aquí también los cadáveres de pacientes anónimos, con sus túnicas y sus máscaras, habían sido apelotonados a lo largo para formar una "i" en la que las puertas eran el punto.

Este lugar ha cambiado mucho desde que me trasladaron a la torre-se quejó.

Notas de juego

Isabela recupera parte de sus recuerdos: pasa de tener 4 niveles negativos a tener "solo" 3 niveles negativos (-3 a las tiradas de d20). Pgs actuales 6 (te quedaba 1 punto tras perder sangre con las sanguijuelas y ganas los 5 pgs del nivel negativo recuperado).

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12/04/2018, 22:47
Paciente

Deambulando en compañía de Vlad, el sanatorio mental se me antoja un lugar infinitamente menos tétrico y amenazante. Al lado de mi amo me siento segura y confiada, aunque tal vez sea precipitado afirmar que no volveré a caer en las garras de Rehner por tercera vez en lo que va de noche.

El apuesto vampiro no parece tener ninguna prisa por abandonar el complejo y yo no tengo ningún deseo tampoco de abandonarle a él, de modo que me dejo conducir por el complejo en lugar de tratar de escapar por el muro del huerto. Lo que sí procuro es mantener mi mente distraída con alguna cosa para no tener que fijarme en el siniestro constructo volador que nos mira con demente fijeza.

—No parece que aquí vayas a encontrar nada de cena —comento con desapego al cruzar la nueva puerta y descubrir la dantesca escena que nos aguarda al otro lado—. ¿No te gustaría alimentarte de mí, tal vez?

Sugiero con genuina generosidad a pesar de que el encuentro con las sanguijuelas me ha dejado más que moderadamente debilitada. Lo que sea con tal de que Vlad esté feliz.

—Pero ten cuidado con los "muertos" —le advierto, bajando la voz de manera innecesaria—. Hay guardias de Rehner disfrazados de pacientes y podrían estar fingiendo.

Para poner énfasis en mis palabras, uso el bastón para aplastarle la cabeza a uno de los cuerpos tendidos en el suelo. Ese seguro que no se levantará más.

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16/04/2018, 00:35
Vladimir Slova

No te voy a morder. No estás en condiciones. Y necesito que estés despierta por si encontramos más cerraduras que forzar. Revisa las celdas-dijo a su murciélago-, tal vez haya alguien escondido.

Isabela golpeó a un cadáver sin que reaccionase. ¿Qué sentido tenía esta disposición? No tardaron en averiguarlo: el temporizador del disco verde del ala oeste llegó a cero, soltando una descarga a la pila de puertas de metal. Un arco voltaico saltó a los cuerpos. Había historias al respecto: músculos que se tensaban al aplicar una corriente; cadáveres que se podían reanimar no con nigromancia, sino con electricidad. Al estar apilados, la electricidad fue pasando de un cadáver a otro como un montón de fichas de dominó cayendo tras la primera de ellas. Los cadáveres se alzaron, no como muertos vivientes, sino como constructos que usaban cáscaras vacías como cuerpo. La obra de ingeniería de un gran arquitecto... la tecnología de los discos verdes del Zelekhut.

Los cadáveres empezaron a moverse. Los de la parte superior del muro de cuerpos resbalaron, y la muralla se desmoronó. Los distintos enmascarados empezaron a ponerse en pie, como un puñado de zombis que avanzaron en dirección a los recién llegados...

¿Pero qué...?-protestó el vampiro, incrédulo-¿Qué hacemos, Isabela?

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16/04/2018, 20:44
Paciente

Los muertos se levantan. ¡Los muertos se levantan!

Tardo unos segundos en entender las aterradoras implicaciones de eso. ¡A lo que está muerto no se le puede matar! Miro a Vlad con la esperanza de que esto sea cosa suya pero parece tan confundido como yo misma y eso me hace temblar de manera involuntaria.

Este sitio necesita que le prendan fuego hasta sus cimientos, eso está claro, pero me falta tiempo y material combustible para conseguirlo. Busco con la mirada hacia uno y otro lado, sin estar segura muy bien de qué es lo que estoy buscando.

—¡Por allí! —indico, señalando a las escaleras que conducen a la pasarela del nivel superior. Si no tenemos a dónde huir, al menos disfrutaremos de la ventaja que nos proporcione la estructura para combatirlos desde arriba y de uno en uno. No es que eso vaya a equilibrar de algún modo la abrumadora desvenaja numérica, pero menos es nada.

Notas de juego

Conseguir un mapa de lo que conocemos sería mucho pedir, ¿no? Porque orientarme nunca ha sido mi fuerte :)

¿De cuántos no-muertos estamos hablando? Aproximadamente.

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17/04/2018, 20:46
Vladimir Slova

El vampiro empezó a contar, mientras seguía a Isabela escaleras arriba...

 Undostrescuatrocinco... ¡Dieciocho! ¡Hay dieciocho muertos!-e insistió-¡¡¡Dieciocho!!!

Los "zombis" estaba claro que no iban a ser muertos vivientes corrientes. La electricidad no solo los había devuelto a la vida, sino que los había acelerado, como ocurre con los gólems de carne. Los enmascarados resucitados empezaron a perseguirles a velocidades inusitadas, acortando las distancias peldaño a peldaño. Otros directamente saltaban verticalmente una docena de pies de altura y se encaramaban a la barandilla de la plataforma superior. La teórica ventaja se les había terminado en cinco segundos frenéticos.

¡Entra ahí!

Vladimir empujó a su sirvienta a una de las celdas vacías de la planta superior, alejándola del peligro y llevándose él el arañazo de las uñas largas y sucias del primer paciente en alcanzarlos. De la herida brotó sangre, y del vampiro brotaron unas malas pulgas adecuadas para la situación. El siguiente empujón de Vladimir fue a su agresor, arrojándolo por encima de la barandilla. No tenían mucho tiempo: el vampiro se reunió con Isabela en la celda.

Ayúdame con esa cama...

Entre los dos cogieron el camastro y lo pusieron en el umbral donde faltaba la puerta. Brazos delgados asomaban por los bordes de la cama, luchando para entrar. Vladimir metió una mano en su bolsa de contención, y sacó un pequeño objeto de madera negro que se fue haciendo más y más grande hasta convertirse en un gran ataúd que quedó encajado entre las paredes. El ataúd, transversalmente, ejerció la misma función que una viga de madera apuntalando una puerta, o en este caso una cama.

Esto nos ha dado unos minutos más de existencia, pero no aguantará eternamente.

El murciélago rezagado no tuvo tiempo de entrar en la celda, y revoloteaba en el pasillo a gran altura mientras los renacidos saltaban para cazarlo. Mientras, en el interior de la celda, Isabela se fijó que el arañazo en el antebrazo de Vladimir no cicatrizaba, sino que la herida seguía abierta.

No quedaba más mobiliario en la celda que un orinal en el suelo. Por los barrotes de la ventana se podían ver las estrellas, y el exterior del Sanitarium: bosques, cordilleras, las luces de la aldea de Vallaki.

Notas de juego

Te presento el universo conocido:

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19/04/2018, 20:22
Paciente

Subo las escaleras a la carrera, saltando de dos en dos peldaños, de tres en tres... Tropiezo y a punto estoy de caerme de bruces, pero logro recuperar el equilibrio a tiempo, ayudada por mis manos. Es por culpa de esta maldita máscara que no me deja ver bien dónde pongo los pies.

Vlad corre detrás de mí, preocupado por mi seguridad. Es tan atento como apuesto y no duda en exponer su integridad física para defender la mía cuando los reanimados llegan hasta nosotros. La forma en que mi amo hace aparecer un ataúd de la nada, como una niñera con un bolso mágico, me deja sin palabras pero me apresuro a obedecer sus indicaciones. Lamentablemente, no parece que eso vaya a detener eternamente a nuestros hambrientos perseguidores, deseosos de alimentarse de nuestros cerebros o quién sabe qué.

—Si quieres usar tu fuerza sobrehumana para reventar los barrotes de la celda, éste sería un momento estupendo para hacerlo —le sugiero, con una nota de ansiedad en la voz, mientras agarro el orinal y comienzo a golpearlo frenéticamente contra la ventana, abollándolo en el proceso—. Si no puedes, entonces conviértete en murciélago o en niebla o lo que sea y escapa sin mí, yo cubriré tu retirada.

Tan cerca de la libertad y a la vez tan lejos...

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19/04/2018, 23:27
Vladimir Slova

¿Transformarme en murciélago...?-dudó.

Vladimir se quedó mirando su antebrazo, confuso. Como si esperase que la herida cerrase sobrenaturalmente en unos pocos segundos. No lo hacía. Las marcas de uñas seguían allí. ¿Dónde estaba su curación sobrenatural vampírica? ¿Acaso el Doctor Rehner tenía razón sobre él?

No soy un vampiro. No soy un vampiro-repitió, como si le costase reconocerlo.

Mientras, el orinal que Isabela zarandeaba contra los barrotes desbordó un poco del líquido que atesoraba. Unas gotas que por inercia salieron fuera de la celda, y que antinaturalmente se quedaron en suspensión: una salpicadura que había dado con un muro invisible. Estirando el brazo, Isabela también podía tocarlo: liso, transparente. Aunque su amado rompiese los barrotes, no iban a ir a ninguna parte.

Vladimir sacó de su saquillo una pequeña piedra. En su fantasía, aquello era un huevo de gárgola, y podía darle propiedades mágicas si se la tragaba. Dudó. Si todo lo que le pasaba era fruto de sus trastornos psicológicos, ¿qué pasaba con sus poderes? ¿Qué pasaba con todas las cosas inexplicables que le pasaban?

Tragó el canto rodado. Su mano se convirtió en roca, desde la punta de los dedos hasta el codo. Un puño de piedra. Se subió sobre su ataúd atravesado para alcanzar el techo de la celda, y golpeó con su mano mágica la mampostería sobre su cabeza. Una y otra vez. Puñetazo tras puñetazo. Con una fuerza demoledora.

Tras varios intentos, consiguió abrir un estrecho boquete.

Ven. Sube tú primero. Yo tengo una espalda más ancha, y no quepo aún.

Isabela obedeció ciegamente, fruto del hechizo que recaía sobre ella. Rasgó su túnica harapienta saliendo a la azotea del ala oeste. Desde allí tenía plena visión de dos cosas: una puerta que daba al desván del ala sur y un Marut que la miraba con desdén en medio del aire, diez pies por encima de la cornisa.

Por el agujero de la celda, también pudo ver la mano de piedra de Vladimir revirtiendo sus efectos, volviendo a ser de carne y hueso.

Ambos sabemos que si sigo aumentando el tamaño del agujero, ellos también podrían seguirnos. O nos dan alcance, o escapas solo tú. Así que elijo que seas libre.

Una chispa deliberada saltó en la mente de Isabela, rompiendo el hechizo que la convertía en la fiel servidora de Vladimir Slova. Era el segundo regalo que le hacía esa noche: primero le proporcionaba un modo de huír; y luego le devolvía el libre albedrío.

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20/04/2018, 23:53
Paciente

Obedezco las indicaciones de Vlad sin protestar, a pesar de que algo dentro de mí trata en vano de resistirse contra ella. De este modo alcanzo la azotea arrastrándome por el hueco que logra abrir en el techo mi benefactor. Una vez allí, noto cómo la influencia que ejercía sobre mí se desvanece pero eso no impide que me arroje al suelo y le tienda estas manos que no reconozco como propias para ayudarle a subir.

—No me dejes —le imploro al ver que se niega a seguirme.

Soy consciente de que me ha mantenido bajo su influencia por medios sobrenaturales pero no puedo guardarle rencor por ello. O sí lo hago, pero me preocupa más volver a quedarme sola en el mundo. Cada vez que encuentro una figura paternal dispuesta a protegerme, termina abandonándome de uno u otro modo.

Debajo, los no-muertos golpean la puerta haciendo saltar astillas hacia el interior de la celda. La entrada no aguandará demasiado y Vlad parece decidido a sacrificarse por mí. Trato de enjugarme las lágrimas que comienzan a resbalar por mis mejillas pero la máscara me impide incluso ese paupérrimo consuelo.

Me incorporo del frío suelo y descubro al constructo mirándome con no menos frialdad. Mis ojos buscan con desesperación un lugar al que huir y lo descubren en la que parece ser la entrada del desván. Echo a correr hacia allí tan deprisa como mis temblorosas piernas me lo permiten, esperando que la puerta esté abierta o logre abrirla antes de que el guardián volador descienda en picado sobre mí.