Partida Rol por web

[ELdG] Sunny Tear Sanitarium

Epílogo: Isabela Dilisnya

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18/10/2018, 10:24
Director

Bianca llegó a Vallaki sana y salva. Tenía suficiente dinero para permitirse una habitación en la posada el Agua Azul, o podía disfrazarse de uno de los celadores que se quitaron la máscara ante ella y esperar en la calle a que alguien la reconociese para acompañarla a alguna casa de los hombres que perdieron la vida por su culpa. Poco a poco, se fue enterando de algunas noticias...

Unos días después, las esposas y los familiares de los celadores se empezaron a preocupar porque sus esposos no volvían del Sunny Tear Sanitarium. Ni siquiera se acercaban los carros de Rehner al pueblo para comprar más provisiones. Se estaban organizando en una batida, que subiese la ladera e investigase qué había pasado con el Sanitarium.

Existen cerca de Vallaki ruinas de los antiguos invasores bárbaros Terg que Stradh Von Zarovich logró expulsar de la región. El antiguo dios Terg se hacía llamar Za'far.

A la luz del valle, el bastón que robó en el torreón seguía floreciendo. Seguro que si lo plantaba y lo regaba con agua, algo mágico pasaría.

Hace tres años, Jaqueline Montarri mató a la vistana Madame Eva, la raunie de su clan. Actualmente, la líder del campamento gitano que hay al sureste de Vallaki se llama Madame Maruschka. Dicen que echa las cartas y lee el futuro. En cuanto a Jaqueline Montarri, los vistani la apalearon, le cortaron la cabeza y la maldijeron por su crimen. Existen rumores que aseguran que Jaqueline Montarri, la jinete sin cabeza, se aparece por las noches en distintos puntos de la región de Barovia para cortar cabezas y llevárselas con ella al infierno.

También en el sureste, en el pueblo de Barovia, hay cotilleos interesantes. El sacerdote que lleva el Culto del Lord del Alba en el templo de Barovia es un giorgotto, un mestizo entre humano y vistana, seguramente sobrino de Madame Maruschka. Es el Padre Sasha Petrovich y tiene fama de mujeriego: ha contratado a una sirvienta llamada Katya para que limpie la iglesia y se le ve a menudo acompañado por otra hermosura llamada Leisl "Pequeña Zorra".

En el sótano de la posada de la Sangre de la Viña opera una organización llamada los Guardianes de la Pluma Negra, una ramificación de los Caballeros del Cuervo. Ambos estamentos se centran en matar a Strahd Von Zarovich, el Conde del Castillo de los Von Zarovich, y del que se sospecha que puede ser un vampiro en lugar de un descendiente del Strahd original.

Actualmente, la aldea de Barovia es dirigida por el Burgomaestre Nikolai Radavich y su esposa Ludmilla Kartova Radavich. Ludmilla fue la única superviviente de su familia, cuando los Kartova ocupaban el cargo de Burgomaestre, pero una horda de vampiros atacó la cabaña de los Kartova y masacró al anterior Burgomaestre. Se dice que la plaga de vampiros puede ocultarse en el Castillo Von Zarovich.

A las afueras de la aldea de Barovia se levanta el monasterio de Santa Ecaterina, que corona la colina de Lysaga. Es el lugar ideal para alguien que quiera recogimiento y vida monacal.

Las dos religiones actuales de Barovia son el Lord del Alba y Hala. Hala es la religión más antigua, casi druídica. Construyen hospicios en las afueras de las aldeas para cuidar a heridos y enfermos. El Lord del Alba es una religión extranjera, predicada desde hace catorce años por un foráneo que vino de más allá de las Brumas y que se le conoce como el Hermano Martyn Pelkar (o Martyn el Loco, según a quién preguntes), y que ha fallecido recientemente aquejado por la enfermedad.

En cuanto a la ciudad de Krezk, cuyos Burgomaestres descendien del linaje de los Watcher, el Culto del Lord del Alba tiene allí su mayor templo: el Santuario de la Primera Luz. Ese templo también es la base de los Guerreros del Amanecer, compuesta por Heraldos que destruyen vampiros y Escrutadores que recopilan información sobre los chupasangres. Krezk también es la base de operaciones de los Comerciantes del Vardo Rojo, una especie de matones que se dedican a recuperar por la fuerza objetos robados.

Krezk es la ciudad más poblada y pujante, así que es el lugar adecuado para comprar objetos y vender un botín.

Después hay organizaciones que carecen de base de operaciones, como los Iluminati. Al contrario que los Caballeros del Cuervo y los Guerreros del Amanecer, ambas especializadas en la lucha contra vampiros, los Iluminati se dedican a combatir todo tipo de muertos vivientes. La tasa de ingreso en los Iluminati es un pago inicial de 100 monedas de oro y un pago anual de 100 monedas de oro.

Pero no existe nada sobre los Ba'al Verzi. Se sabe que esa organización es un gremio de asesinos, y algunos de sus miembros quedaron aislados cuando las Brumas se levantaron rodeando la región. Es probable que si alguien quiere seguir los pasos de un asesino sean los Ba'al Verzi los que le encuentren a él.

Notas de juego

Para ponerse en contacto con alguna de las organizaciones que vienen en el manual del jugador II, consultar primero con el máster.

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27/10/2018, 16:57
Mademoiselle Bianca

Los horribles recuerdos del manicomio todavía me despiertan en mitad de la noche, gritando y empapada en sudor frío. Aún no estoy del todo segura de cómo conseguí escapar de allí pero sí tengo claro que muchos sucumbieron intentándolo. Yo misma estuve tan cerca de perecer... Las secuelas, tanto físicas como mentales, aún me atormentan y no puedo evitar preguntarme si los Viajeros de las Brumas acabaron sufriendo la misma suerte que Rehner y sus matones o si habrán sobrevivido como yo lo hice. Esto último parece imposible, pero sería tan bonito volver a ver algún día a Cara de Ángel...

No me cuesta trabajo adueñarme de la identidad de uno de los celadores del manicomio, ocupar su vivienda y deshacerme discretamente de su esposa. A partir de este momento no dudo en asumir la apariencia de esta última para moverme libremente por Vallaki. No niego que es engorroso tener que conversar con las vecinas de la localidad cuando alguna de ellas me para por la calle, pero el engaño también me reporta sus cosas positivas.

A parte de la huella que mi estancia en el sanatorio mental ha dejado en mí, también conservo de la experiencia un nada desdeñable botín con el que espero mantenerme una larga temporada. Me llevé de allí algunas cosas y siento curiosidad por varias de ellas, una curiosidad que confío en que alguien pueda satisfacerme a cambio de un pago justo.

En mi búsqueda de alguien que pueda ayudarme a identificar la naturaleza de varios objetos extraídos del Sanitarium, me entero de muchas cosas interesantes. Tal vez esta sea una ocasión tan buena como cualquier otra de visitar a los míos en el campamento de Madame Maruschka. ¿Quién sabe? Tal vez ella sepa leer en las cartas mi futuro.

Notas de juego

Trato de encontrar a alguien que me lance un "detectar magia" e "identificar" sobre los objetos que tengo conmigo: el reloj de Rehner, el bastón mohoso, la capa de piel humana...
 

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06/11/2018, 09:30
Director

El camino al campamento vistana pasaba por una encrucijada de caminos un poco especial... A un lado del cruce había un cadalso, y las sogas de las horcas se mecían con el viento. En frente, un pequeño cementerio lleno de lápidas sin inscripción. Bianca sabía qué era aquello: un camposanto de criminales, donde moraban los cadáveres de aquellos que habían sido ajusticiados con el baile del ahorcado. Tres letreros señalaban tres destinos: Vallaki, Barovia y el estanque del Tser.

Durante todo el viaje, el bastón siguió creciendo, con nuevos brotes y nuevas hojas. Empezaba a resultar pesado cargar con aquel palo idiota. Llegó al campamento, a las orillas del estanque, y empezó a notar la desconfianza y el malestar de aquellos que eran puros de sangre. Bianca era demasiado blanca, demasiado mezclada. La evitaban, la miraban mal desde la distancia. Tuvo que preguntar a un niño por el vardo de Madame Maruschka...

De todos los objetos que Bianca mostró para que fuesen identificados, Madame Maruschka indicó que solo uno era mágico: el anómalo bastón. Lo llamó "bastón del roble inflexible", y explicó que en realidad se trataba de un ent que había consagrado su fuerza a los sirvientes de la Madre Naturaleza. El periodo de "alistamiento" para el hombre árbol era de un año y un día. Si empezaban a crecer las hojas, era porque el ent trataba de despertar. Y cuando lo hiciera por completo, si su poseedor no era un aliado de la Naturaleza, le daría muerte.

Maruschka dió dos soluciones al problema...

Bianca podía ir a los confines de la región y arrojar el bastón a las Brumas. Olvidarse del problema, y dedicar su vida a otros objetivos. Madame Maruschka le advirtió que en estos momentos el Descarnado gobernaba la facción aislada de los Ba'al Verzi, y mandaría a todos sus asesinos contra Bianca si ella se hacía notar. Ignorar el conflicto le permitiría llevar una vida sencilla y larga en el anonimato de una aldeana. Si lo que quería Bianca era venganza, el Descarnado se mostrará cuando ella gane fama. La manera más sencilla era entregar una tarjeta a nombre de Bianca en el que se anunciase un asesinato, y luego cumplirlo. Tarde o temprano, el Ba'al Verzi oiría hablar de esos crímenes, y se posicionarían como guardaespaldas para que Bianca se metiese en la boca del lobo.

Bianca podía emprender un viaje al sur, por zonas montañosas y riscos escarpados. En la aldea de Immol encontraría druidas que se harían cargo del bastón, y le darían a Bianca una recompensa adecuada. Bianca también podría aprender la senda druídica, y convertirse en una sierva de la Madre Naturaleza. En ese caso, si lograba terminar su entrenamiento a tiempo, el ent del bastón no la mataría, y otro ent entraría a su servicio adquiriendo la forma de un nuevo bastón durante un año y un día.

Finalmente, Madame Maruschka echó las cartas. La primera de ellas describía el pasado de Bianca: el naipe de los amantes. Bianca recordó su tortuosa relación con su padrastro, rellenó las lagunas que faltaban, y recobró por completo su memoria. La carta que describía el presente de Bianca: el naipe del carro. Bianca se hallaba en un largo viaje en el que viviría muchas aventuras y peligros. La carta que describía el futuro de Bianca era la muerte: ella moriría joven. Esa carta aventuraba que Bianca no iba a convertirse en granjera para ocultarse del Ba'al Verzi; no habría vida tranquila, ni pacífica, ni larga. Pero eso ya lo había decidido hace mucho tiempo...

Por último, Madame Maruschka estiró la palma de su mano, boca arriba, para que Bianca pagase por los servicios. No dió una cifra, tan solo pidió "la voluntad". Bianca podía pagar lo que estimase oportuno.

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17/11/2018, 17:48
Mademoiselle Bianca

Comparado con el manicomio, el camino hasta el campamento de los gitanos casi me resulta paradisíaco. Las tumbas, los ahorcados... todas esas son cosas corrientes en el día a día de Barovia; los gigantes de fuego que se levantan de sus tumbas, no tanto.

La desconfiada acogida que me dispensan los vistani tampoco me resulta inquietante. ¿Por qué habría de parecérmelo? Está claro que mi presencia les desagrada tanto como a mí la suya. Timadores, violadores, salteadores de caminos... pueden ser muchas cosas pero ninguna buena. En cualquier caso, ¿quién soy yo para juzgarles? Solo estoy aquí por la ayuda que puedan proporcionarme.

Mi visita al bardo de su líder satisface mis expectativas, aunque trae consigo recuerdos de un pasado que me alegraba de haber olvidado, aunque solo fuera temporalmente. Sólo puedo reírme cuando Madame Maruschka lee en las cartas mi funesto porvenir. ¿Qué otro destino cabría esperar para alguien de mi condición? Moriré joven, sí, pero caminaré hacia la Muerte por un sendero asfaltado por los cadáveres que dejo tras de mí.

Me planteo incluso que la propia Maruschka se una a la larga lista de mis víctimas en pago por sus servicios. Un rápido movimiento es todo lo que necesitaría para clavarle mi daga plateada por encima de su clavícula, seccionándole la yugular. ¿Por qué no lo hago? No lo sé, pero seguro que no es por miedo a convertirme yo también en una decapitada jinete. Eso son cuentos de viejas para asustar a los niños.

También para por mi cabeza entregarle el nudoso bastón. Parece más un problema que algo de utilidad y no quiero terminar mis días atravesada por las ramas de un enorme hombre-árbol. Sin embargo, la promesa de una generosa recompensa por parte de los druidas hace que decida replanteármelo y escoja finalmente el camino a la aldea de Immol como mi destino más inmediato. Pero antes de partir, le entrego a la vistana la capa de piel humana que hallé en el sanatorio. Estoy convencida de que Madame Maruschka encontrará mi pago de lo más apropiado. Pensaba quedármela yo, pero después de todo ya tengo una de mi talla.

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20/11/2018, 15:54
Director

Nada más salir del vardo de Madame Maruschka, nubarrones negros ocultaron el sol y un gato negro del descampado gruñó a Bianca. Aquello podría ser interpretado como que a la adivina le insultó el pago, por insignificante, y acababa de lanzar una maldición sobre Bianca. O tal vez solo fuesen imaginaciones suyas...

La semi-gitana tomó precauciones con el bastón, envolviéndolo para que la luz del sol no incidiese en sus hojas. Eso bastaría para ralentizar el proceso de transformación del ent durante el largo viaje que se le venía encima. Tendría que cruzar las colinas de Sangrecolmillo, zonas escarpadas y repletas de trasgos salvajes.

Una noche, tras sufrir varias escaramuzas menores con goblins, un muerto viviente asaltó a Bianca. Solo con la mirada, el monstruo logró que a la muchacha le subiese repentinamente la fiebre, hasta el punto de desplomarse en el suelo. Vió al muerto acercársele. Una enorme lengua, terminada en una delgada aguja, salió de la boca del monstruo y le chupó la sangre.

Despertó en una cueva. El monstruo ya no estaba. Una pequeña claraboya natural en el techo emitía un halo de luz en el centro de la cámara. No tenía sus pertenencias, pero el agujero sobre su cabeza era demasiado pequeño como para que el monstruo hubiese tirado a Bianca por allí, así que en la oscuridad debería haber alguna otra salida.

A tientas, Bianca vagó por un intrincado laberinto de túneles y cavernas. Todavía tenía fiebre, y cada paso suponía un esfuerzo extra. Tras varias horas llegó a la salida, hambrienta. Un esqueleto vestido de montañista estaba recostado a un lado. Bianca descansó a su lado, mientras recuperaba el aliento. Del bolsillo del viajero asomaba un pequeño diario.

La investigación de la leyenda de Erich Reinhold, el "Barón Leproso", avanza optimistamente.
Erich fue mordido por un no-muerto no identificado. Sobrevivió, pero a costa de caer enfermo.
Temiendo que fuera a convertirse, los padres de Erich mataron a su propio hijo, y le privaron de
las pompas fúnebres adecuadas. El Barón Leproso regresó de la muerte para tomar venganza.

[...]

Según habladurías, el Barón Leproso sería un brucolaco, o vampiro vrykolakas. Al contrario que
otros vampiros, el brucolaco tiene más de bestia que de ser racional. No dispone de colmillos
afilados, extrae la sangre de sus víctimas con una dureza carnosa de la punta de su lengua.
Un vrykolakas acumula las enfermedades de transmisión sanguínea de sus víctimas, con lo
que su picotazo transfiere a su presa numerosas dolencias. Además, en lugar de transformarse
en lobo o murciélago, el brucolaco se puede transformar en una rata gorda y enorme. Las
armas de plata no les dañan de por sí, solo las armas mágicas pueden cortar su carne. Una
barra de hierro en su cráneo funciona como una estaca de madera en el corazón de un vampiro
común, aunque no es probable acercarse lo suficiente como para poder hacerlo. Por supuesto,
se trata de un ridículo mito, aunque eso no le quita interés académico.

[...]

El último avistamiento del Barón Leproso fue dirigiéndose hacia el sur. Me dirijo a las colinas
de Sangrecolmillo, tratando de encontrarme con ese pobre, incomprendido e inofensivo leproso.

[...]

Hace tiempo que no escribo en este diario. Como advertencia a futuros viajeros: ¡HUID! ¡EL
BRUCOLACO ES REAL! Me capturó, me arrastró hasta su cueva. Por el día duerme, y salgo de
su guarida intentando huir, pero al caer la noche sale de caza y siempre me alcanza. Mi única
esperanza para dejar de ser su alimento es que la enfermedad acabe conmigo, pues temo que
una muerte violenta, como la de un suicidio, termine por transformarme en la misma bestia
que me ha estado atormentando.

Ante Bianca se abrían varias posibilidades, ninguna de ellas con demasiadas probabilidades de éxito. Si trataba de huir en su estado, acabaría desmayándose por la fiebre, o puede que la asaltaran algunos trasgos. Podría palpar en la oscuridad buscando al monstruo. Puede que el campista tuviese algún foco de luz entre sus pertenencias. Le palpó: cerillas. En cualquier caso, esta guarida no estaba muy lejos del lugar en el que encontró al vampiro. Por el paisaje del exterior de la cueva, Bianca sabía orientarse lo suficientemente bien como para encontrar su mochila, sus armas, y la maldita vara de roble que le metió en este lío. Solo necesitaba una estrategia.

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02/12/2018, 21:54
Mademoiselle Bianca

Nunca había viajado durante tanto tiempo en soledad por terrenos agrestes. Mi coto de caza son las comunidades bien pobladas y no tardo en darme cuenta de que las colinas de Sangrecolmillo ofrecen para mí un desafío hasta ahora inédito.

No son los trasgoides que habitan estas tierras la mayor amenaza, pues sé moverme deprisa y pasar inadvertida e incluso luchar por mi vida si debo hacerlo. No, mis mayores problemas son la escasez de víveres y las inclemencias del tiempo. Me encuentro buscando una cueva en la que esconderme del gélido viento nocturno cuando soy asaltada por una pérfida y sobrenatural criatura. Los sudores fríos y los incontrolables temblores que me sobrevienen de forma repentina me impiden defenderme de él y, antes de que me quiera dar cuenta, lo tengo encima alimentándose de mí. Después... Nada.


Despierto desorientada y tiritando a causa de la fiebre. No sé dónde estoy, pero gateo por el suelo dejando tras de mí el diminuto rastro sangriento de mis uñas partidas. Pierdo la noción del tiempo antes de que el limpio aire del exterior me alerte de que estoy llegando al fin a la salida de este laberinto.

Encontrar un cadáver consumido por los años y los animales carroñeros como único guardián de la cueva me causa más tranquilidad que alarma. Así es como deberían estar todos los muertos: bien muertos. Y como yo he perdido mis pertenencias mientras que él conserva las suyas, no tengo reparos en tratar de corregir semejante injusticia.

La lectura del diario me resulta desagradable y trabajosa. Leer nunca ha sido una de mis actividades favoritas y me cuesta hacerlo, sobretodo cuando las letras se me emborronan a causa de la fiebre. Afirmar que entiendo la mitad de lo que pone sería mentir descaradamente y termino dándome por vencida tras intentar leer unos cuantos pasajes al azar.

Termino de registrar al infeliz explorador y me guardo las ramitas yesqueras como un tesoro valioso. Encender fuegos tampoco es mi fuerte y necesito desesperadamente entrar en calor. Mi intención es tratar de recuperar mis pertenencias, buscar algo de leña seca y regresar a la boca de la cueva para hacer una hoguera. Así, cuando ese maldito chupasangre venga otra vez a por mí (y estoy segura de que lo hará), no me encontrará desprevenida de nuevo.

El fuego puede estar bien pero, mientras me castañetean los dientes, no puedo evitar pensar que lo que realmente necesito es un sanador.

- Tiradas (1)
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08/12/2018, 16:22
Director

En las posesiones del esqueleto, Bianca solo encontró dos objetos más: la pluma y la tinta con la que fue escrito el diario. El camino fue arduo, y más en sus condiciones, pero se orientó bien y encontró su antiguo campamento. Se echó la mochila a la espalda, pero el bastón druídico que le había metido en aquel lío le dió más problemas... Con todo un día al sol, le había brotado una pequeña rama del tronco central, y raíces se habían internado en la tierra aferrándose con fuerza y dándole a Bianca mucho trabajo para arrancarlo del suelo.

La madera fue fácil de conseguir en los alrededores de la cueva, pero ir y volver le llevó la mayor parte del día. Todo el esfuerzo le había debilitado, y quizás volver a la cueva no habría sido prioritario, pero en sus condiciones no pensaba con claridad. Al anochecer, un rugido surgió de lo más profundo de la caverna. Entonces Bianca empezó a contar... uno, dos, tres... necesitaba saber cuánto tardaba el monstruo en llegar a la entrada de la cueva... ciento veintisiete, ciento veintiocho...

Una rata gigante se mostró en el límite de la luz de la fogata. Bianca usó la capa desaparecedora. La rata se puso sobre sus cuartos traseros, y comenzó a transformarse en la criatura humanoide vampírica. El Brucolaco olisqueó el aire. Aunque no pudiese ver a su presa, podía localizarla por el sentido del olfato. Avanzó despacio, buscándola. Los guantes invocaron electricidad sólida para crear una jabalina.

Bianca sudaba, y entendió mejor al montañista cuando comprendió que la verdadera batalla no era contra un monstruo, sino con la mismísima enfermedad. Todo el trabajo realizado por el día se tradujo en un cansancio que bajaba sus defensas. Ni siquiera hubo lucha, la semivistana se desmayó de la fiebre mucho antes de que el Brucolaco llegase hasta ella.

Despertó en el mismo punto de la caverna con un poco menos de sangre en el cuerpo. El tragaluz natural mostraba la luz del mediodía, el halo que caía hasta la roca del suelo de la cueva. Seguía enferma, pero además tenía hambre y sed. Encendió una cerilla y se orientó más rápido por los pasadizos.

¡Clonck!

Era el ruido de un objeto metálico que había empujado con la puntera de su bota. Bianca se agachó para examinarlo con detenimiento: se trataba de un cetro solar, un pequeño objeto alquímico que se enciende al golpearlo, y cuya luz dura horas. Aquel tenía su carga gastada, y por más que golpeó el tubo no pudo encenderlo. Imaginó que había pertenecido al esqueleto del diario. Era probable que hubiese más objetos propios del alpinismo en algunas galerías, todos del hombre del diario, y también objetos tribales de los trasgos de la región, que debían ser a la fuerza las presas del Brucolaco cuando no había campistas cerca.

Llegó a la entrada de la cueva. La hoguera ya se había consumido, pero las cosas de Bianca y el esqueleto aún seguían allí. La sombra y el suelo duro de la caverna habían frenado el crecimiento del bastón-ent, con lo que si lograba sobrevivir siempre cabría la posibilidad de abandonar el trozo de madera allí y olvidarse del tema. Si lograba sobrevivir... Era una idea bonita que parecía difícil de hacer realidad. La enfermedad seguía su curso, y el odre estaba vacío. Iba a tener que volver a salir para encontrar algún riachuelo. Corría el riesgo de volver a emplear demasiados esfuerzos en la búsqueda del agua, y que eso la cansase de nuevo para luchar con el Brucolaco al caer la noche. Sin embargo, necesitaba agua...

Notas de juego

Recuerda que esto es rol narrativo, la tirada de buscar no sirve de nada. Si tienes algún objeto en mente puedes rolear directamente que lo encuentras, siempre que sea adecuado al contexto. Por ejemplo, no encontrarás en la cueva una ristra de ajos, ni una espada mágica mata-brucolacos, pero podrías encontrar un carrete de cordel o una cuerda para crear una trampa de lazo y cazar algo de comida, o un arroyo subterráneo dentro de la cueva.

Al contrario que otras partidas, en las que se considera de mal gusto rolear lo que dice o hace un pnjota o un monstruo, en esta ocasión puedes hacerlo sin problemas para dar más calidad al post. Por ejemplo, en tu próximo post podrías resolver por completo la escena, narrando varios días en los que peleas con el Brucolaco y fallas hasta finalmente salir airosa, que encuentras a alguien en la montaña (un grupo de bandidos que se retiran a las montañas para huir de los guardias, un comerciante con un carro, una tribu de trasgos cuyo chamán te da algo de medicina para que mejores...), que una noche aparece otro monstruo y lucha con el brucolaco para ver quién te come, etc...

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09/12/2018, 15:47
Mademoiselle Bianca

Una y otra vez despierto en el mismo lugar, como si de una interminable pesadilla recurrente se tratara. Durante el día regreso en busca de mis pertenencias y me preparo para la batalla que tendrá lugar contra mi torturador. Al caer la noche, no obstante, estoy tan debilitada por la fiebre que apenas consigo ponerme en pie antes de que el vampiro se abalance sobre mí para alimentarse con mi sangre emponzoñada.

Sospecho que el sucio riachuelo hasta el que me arrastro cada amanecer no hace más que minarme las fuerzas y agravar mi enfermedad, pero es la única fuente de agua que he encontrado hasta la fecha y la sed insaciable que experimento es para mí una tortura mayor que cualquier otro de los síntomas de mi afección.

Hace dos días (tal vez más, resulta difícil medir el tiempo en mi actual estado físico y mental) descubrí el santuario del frigolápiz o como quiera que se llame el voraz muerto viviente que se alimenta de mí. El lugar estaba lleno de cucarachas, escorpiones, ciempiés, arañas y otras sabandijas igualmente repugnantes. Creo que me desmayé antes siguiera de entrar, porque volví a despertar en el mismo lugar de siempre.

Creo que este sitio tiene algo de especial si acabo aquí una y otra vez sin importar lo que haga. Casi he empezado a considerarlo mi hogar de una manera patológica. A veces, cuando la fiebre es más alta, hablo con las calaveras de los goblins asesinados aquí y ellos me responden. Los huesos se reordenan y bailan para mí sus danzas tribales hasta que me quedo dormida.

Son los espíritus de los trasgoides quienes me muestran en mi calenturiento delirio el lugar donde han escondido el arma definitiva de su venganza: el gastado cetro solar. Recuerdo haberlo visto antes y haberlo perdido en algún momento. Entonces consideré que era un objeto inservible pero ahora mis danzantes amiguitos muertos insisten en que nos traerá la victoria y la paz de espíritu que anhelamos.

En ocasiones pienso que están locos; otras que la loca soy yo por hablar en un idioma que no conozco con un puñado de huesos descarnados. A veces la locura es la mayor de la realidades y me cuesta disociarla de lo tangible.

Hoy lo he hecho. Es difícil decir si era por la mañana o por la noche, porque aquí dentro siempre reina la oscuridad, pero lo he hecho. En lugar de ir a por agua he gateado por los túneles hasta la madriguera del Barón Leproso. Lo he encontrado encogido en un rincón de su cámara llena de asquerosos artrópodos y por un momento casi he sentido pena de él. Tan indefenso, tan inocente... 

El suelo crujía bajo mis botas con cada paso. El crujido de los cuerpos aplastados de cantidades ingentes de repugnantes insectos, pero mi incansable cazador ni siquiera alzó la cabeza para mirarme mientras me acercaba. Los gusanos escarbaban en su cuerpo y eso tampoco le hacía reaccionar. Tal vez estaba profundamente dormido, tal vez únicamente fingía estarlo.

Me acerqué más, empuñando el cetro solar en mi mano izquierda y la calavera de uno de los goblins en mi mano derecha, con los dedos índice y corazón en el interior de sus vacías cuencas oculares. No ocurrió nada. Otro más. Otro. El último. 

Coloqué un extremo puntiagudo del cetro sobre su frente. Nada. Cogí aire y golpee el extremo opuesto de la vara con el cráneo, como un martillo golpeando un cincel. Un único golpe y la calavera se hizo añicos pero la barra de hierro quedó enterrada en la cabeza del vampiro más de un palmo.

Mi víctima ni se inmutó, se quedó allí como si no hubiera pasado nada y yo regresé junto a mi extinguido fuego de campamento y mis pertenencias. Tengo la sensación de que han transcurrido muchas horas desde entonces. Demasiadas. Y él todavía no ha venido a buscarme. ¿Significa eso que al fin soy libre? Y si es así, ¿por qué sigo todavía tan enferma?

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15/12/2018, 13:02
Director

Unos días de descanso bastaron para volver a ponerse en marcha. Seguía teniendo fiebre, pero Bianca era consciente de que lo único que podría curarla es la civilización. Un clérigo, mi caballo por un clérigo. Pero tampoco tenía caballo. Avanzar por el relieve de las Balinoks era complicado, y la enfermedad le impedía aprovechar todas las horas del día.

Hubo suerte, y no se topó con los trasgos, o tal vez había llegado a una región que los trasgos se cuidaban de evitar. La fiebre subía y bajaba según el día, y una tarde que le atacó con fuerza, logró desmayarla. En el suelo tuvo la breve visión de dos botas con forma de pata de oso, que caminó hacia ella.

Despertó. Olía a hierbas. Se quitó el paño de la cabeza, con un ungüento verduzco y aromático. Se sentía bien. Estaba en una cárcel de madera, y sus cosas estaban del otro lado de las cañas que hacían de barrotes. Por un ventanuco veía el resto del pueblo, las casas de madera, los niños humanos jugaban y correteaban... Dos hombres plantaban en mitad de la plaza el bastón druídico que Bianca había venido a entregar.

Veo que te has despertado...

Bianca apartó la mirada del ventanuco para ver la visita que acababa de llegar. Se trataba de una humana joven, seguramente de su misma edad. Vestía como una aldeana, con ropa sencilla entretejida de esparto. Portaba una bandeja de madera con algo de fruta, que abandonó cerca de los barrotes de caña.

Bienvenida a Immol. Mi nombre es...-dudó, como si tuviera que elegir entre una lista de nombres más amplia-Para los extranjeros, me llamo Vainilla. Tu amigo el ent pronto recuperará su forma y será libre. Contigo no será tan sencillo, pueden surgir complicaciones.

Verás, en el pueblo conviven tres sensibilidades. Tres facciones: Robles, Serbales y Frutos Rojos. Los Robles rezan a la diosa Daghda, y ayudan a la gente buena a cruzar las Brumas para ponerse a salvo. Los Serbales rezan a Belenus, y combaten el Mal, porque en estas tierras el Mal va ganando. Los Frutos Rojos rezan al Señor del Verdor, y dan prioridad a la seguridad de los habitantes del pueblo evitando por todos los medios que nadie pueda contar cosas de este pueblo, para mantener en secreto su ubicación.

Que Vainilla hablase con tanta franqueza, significaba que los planes que tenían reservados a Bianca no barajaban las posibilidades de dejarla marchar con vida.

Cada una de las facciones guarda un destino distinto para ti. Algunos quieren agradecerte lo que has hecho por el ent. Otros quieren que entres a formar parte del círculo druídico. Y los demás... quieren verte muerta. Deberás elegir qué facción aplicará su Justicia para evitar la de los otros dos. No hagas caso a la filosofía de las facciones, pues puede conducirte a error.

Por ejemplo, cualquiera de las sectas podría ser la que apoya la muerte de Bianca: los Robles la matarían por no ser una persona buena, la capa de piel humana era delatora; los Serbales matan a la gente mala; y los Frutos Rojos para prolongar el secretismo que envolvía a Immol. De hecho, si Vainilla perteneciese a la secta que quería matar a Bianca, todo lo que ha dicho sobre cada facción podría ser mentira, y la asesina tendría que elegir a ciegas.

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15/12/2018, 18:30
Mademoiselle Bianca

Cuando aquel temible plantígrado se me acercó caminando sobre sus patas traseras creí que mi final había llegado. Me equivocaba doblemente, ni resultó ser un oso, ni mi vida tocó a su fin de resultas de aquel encuentro. Bien al contrario, fui conducida sana y salva hasta un lugar seguro y seco donde me curaron de mi enfermedad.

Despertar y verme presa no me causó una profunda impresión, más bien un comportamiento irritante y algo desconcertante de mis huéspedes. De no hallarme medio desnuda y descalza, sin duda hubiera empleado mis botas encantadas para aparecerme al otro lado de los barrotes pero todo apuntaba a que la situación no iba a resultar esta vez tan sencilla.

—¿Te parece ésta la clase de bienvenida adecuada para una heroína que ha cruzado en solitario las colinas de Sangrecolmillo enfrentándose a innúmeros peligros para traeros ese bastón sagrado? —pregunto a mi interlocutora con tono sarcástico, enarcando una ceja con desaprobación— A mí no me lo parece. 

Extendiendo la mano para coger una pieza de fruta. Hinco los dientes en la carne del melocotón maduro y disfruto de su pringosa dulzura. Solo después de haber tragado continúo mi monólogo:

Bueno, supongo que podría ser peor, ¿verdad, Vainilla? No te ofendas, cielo, pero me pareces una pequeña mentirosilla. Yo no te juzgo por eso, claro, solo digo que si tu gente me quisiera muerta o temiera que revelase la ubicación de vuestro poblado, no me habría arrastrado hasta aquí mientras estaba inconsciente para atender mis problemas de salud. No tiene sentido, ¿a que no?

»Porque si bien es cierto que yo intentaba llegar hasta Immol, no lo es menos que fuisteis vosotros quienes me trajisteis. Como digo, yo ni siquiera estaba consciente así que no podría decir a nadie cómo llegar hasta aquí porque realmente no sé dónde es aquí.

»¿Quieres hacerme un favor? Yo no debería estar discutiendo estas cosas con la chica de la fruta, no te lo tomes a mal. ¿Podríais pedirle a los jefes indios de los tres clanes, al consejo tribal o cualquiera que sea la forma de gobierno que tenéis aquí que se reúna conmigo? Sé que están muy ocupados plantando, regando y adorando a ese bastón de ahí fuera, pero resulta que es un bastón que os he traído yo. Luego podrán seguir bailando a su alrededor para pedir la lluvia o lo que quiera que se propongan hacer.

- Tiradas (1)
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30/12/2018, 21:13
Director

Vainilla trazó una sonrisa falsa y se retiró. Unos veinte minutos después, Vainilla reapareció acompañada de dos personas más: una de ellas era una niña con una ardilla sobre el hombro; el otro era un hombre de mediana edad vestido con pieles.

-Vainilla nos dijo que querías ver a los tres líderes a la vez-dijo la niña, mientras le daba una almendra a su mascota.

-Mi nombre es Romero-dijo el hombre-, y ella es Belladona. A Vainilla ya la has conocido, uno de sus hombres fue el que te trajo aquí. Somos los tres jefes de Immol. A pesar de tu cautiverio, nos gustaría que empatizases con nuestra situación. Te encontraron cerca de nuestra aldea, y no tenemos modo de saber si estabas vagando sin rumbo, o te alejabas después de haber espiado a Immol. Si es lo segundo, supones un peligro para familias enteras...

Vainilla dió un paso hacia la celda. Bianca se fijó en sus andares. A pesar de la juventud de la chica de la fruta, tenía el porte y la decisión de un líder. ¡Cómo no se había dado cuenta antes! Y Bianca la había vilipendiado como si fuese una sirvienta.

-Es suficiente-cortó Vainilla a Romero-. Traer a un hermano árbol no te granjeará nuestras simpatías, bien podría ser una artimaña más, una cohartada fabricada por si te atrapamos mientras nos espías. Fingir estar perdida no te traerá piedad, ni aminora el peligro que supones para Immol. Debes elegir: Robles, Servales o Frutos Rojos.

Bianca agudizó su atención. Ninguno de los tres presentaba una prenda o una enseña roja en su ropa que delatase al líder de los Frutos Rojos. Tampoco había una hoja de roble en el pelo, aunque Bianca no podría distinguirla de una de sauce o de encina. Afinó su olfato. La cabaña estaba llena de aromas: a corteza, a flores, a especias... Pero una asesina no es un perro que pueda distinguir de dónde vienen los olores. ¿Puede que alguno de los tres huela a roble?

Fuese cual fuese la elección (recompensa, entrar en una secta de abraza-árboles o ser ejecutada) seguía teniendo que tomar la decisión a ciegas. Por lo menos, les tenía delante y podía presentar alegaciones, aunque ellos también podían ignorarlas.

Notas de juego

Ni que decir tiene que si eliges al azar una de las sectas, también describes a qué veredicto se corresponde.

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30/12/2018, 22:15
Mademoiselle Bianca

A pesar de que mi situación no es precisamente la más deseable del mundo, lo cierto es que no puedo evitar un ataque de risa cuando veo entrar a la chica de la fruta acompañada de una niña pequeña y el tipo que debe ser su padre. Si estos son los líderes de Immol todo este viaje no va a resultar más que una completa pérdida de tiempo cuando no algo peor. Maldita gitana... sabía que tenía que haberla rajado el cuello antes de irme. ¿Con qué me van a recompensar estos paletos, con nueces?

Sé que mis carcajadas no deben ayudar mucho en este juicio ni despertar demasiadas simpatías, salvo tal vez las del roedor que me mira con curiosidad mientras se come su almendra.

Comienzo a sospechar que en este pueblo solo viven ellos tres y que quien me ha traído es el individuo que afirma llamarse Romero. Puede que ni siquiera estemos en Immol, puesto que lo único que he visto hasta el momento es la rudimentaria choza en la que me retienen cautiva.

—Como le he dicho a Vainilla —intento explicarme una vez que consigo empezar a recuperar el resuello—, yo no debería estar aquí encerrada. Si acaso, debería estar encerrado el tipo que me trajo aquí a rastras mientras yo estaba desmayada; donde yo vivo, a eso se le llama secuestro y es un delito.

»¿Quería venir a vuestro pueblo? Pues la verdad es que sí. Alguien en quien confiaba me había prometido una recompensa generosa si os traía hasta aquí ese bastón floreciente, pero está claro que he sido engañada de la forma más miserable. Después de los peligros que he afrontado para llegar hasta aquí...

»Mira, chica de la fruta, siento que yo no te caiga bien porque tú a mí me pareces encantadora. En serio, no te guardo rencor porque uno de tus hombres me secuestrara. Eso no es culpa tuya, como tampoco es culpa mía que me embaucaran para traeros ese palo con hojas. Bueno, puede que sí fuera un poco de culpa mía porque me dijeron que se convertiría en un ent gigante que vendría a matarme y yo me lo creí, así que algo estúpida sí que debo ser.

»Lo que importa aquí es que yo soy inocente. ¿Para qué querría espiaros? No me imagino que nadie quisiera hacer daño a unas personitas tan encantadoras como vosotras y mucho menos que me pagasen por hacerlo. A menos que cultivéis algún tipo de valiosa planta psicotrópica. ¿No? Vaya, es una pena, eso realmente daría mucho dinero en los mercados adecuados.

»En fin, Vainilla me ha explicado muy amablemente a qué se dedica cada uno de vuestros tres clanes pero... —me rasco la cabeza algo avergonzada— confieso que no me acuerdo de nada, así que me quedo con el de la niña-ardilla, sea el que sea. Alguien que les cae tan bien a las ardillas tiene que ser, por fuerza, una persona maravillosa.

—Has hecho tu elección, forastera —replica una gravedad impropia de su edad la niña-druida, clavando sus gélidas pupilas en los ojos oscuros de la cautiva semivistani—, y al hacerla te sometes al juicio de los adoradores del Sorbus Sagrado. Justo es, pues, que recibas el veredicto; helo aquí:

»No veo en ti la pureza de corazón que se requiere para abrazar el culto de Belenus. Muy al contrario, percibo en tu alma una sombra nigérrima que me sobrecoge y me perturba; una sombra que solo el fuego de una hoguera hecha con leña de sebal puede purificar.

»No obstante, aun sin proponértelo, has obrado un gran bien en favor de la causa del Resplandeciente al traernos un guardián ancestral que velará por la seguridad de nuestro pueblo en estos tiempos inciertos. Crueles e injustos seríamos si pagásemos mal por bien, bien con mal.

»A cambio de tu único regalo, involuntariamente entregado, tres son los presentes con que voy a pagarte en honor a Belenus el Radiante. El primero es nuestra clemencia; se te liberará y se te escoltará lejos de nuestras tierras con los ojos vendados. El segundo son provisiones para que puedas regresar a tu hogar, se encuentre donde se encuentre. El tercero es una advertencia: no habrá juicio para ti la próxima vez que seas descubierta merodeando por nuestras tierras.

- Tiradas (2)

Notas de juego

A cambio del "bastón de roble inflexible" (5.600 po), Bianca recibe una "jarra siemprellena" (200 po; C.O.M., pág. 176) y "raciones perpetuas" (350 po; C.O.M., pág. 186) 

Una suelta de ardillas induce, sin duda, a la sonrisa. La ardilla, yo creo que es de esos animales que cuando todos los vemos sonreímos. Es un animal amable y esa repoblación de ardillas en el Parque del Retiro pues, sin duda, hará a los madrileños disfrutar de eso que nos hace estar, por un rato, pues en la naturaleza.

-- Ana Botella --