Partida Rol por web

El Enano respiró aliviado al ver a más de los suyos, o al menos que asemejaban ser de los suyos; parecía que aquel lugar no había experimentado las tensiones que había ocurrido en la habitación del Doctor. De todas formas, y viendo como algunos de sus compañeros tenían sobre sus ropajes otro tipo de accesorios le vino a la mente la posibilidad de tener el una armadura que no fuera su mera sabana que tantas visiones terribles le hubo dado.

-¿Donde encontrasteis esas cosas? ¿No hay nada para mi?

Thimaz inspeccionó el área para tener una mejor visión de lo que allí se encontraba, al igual que las posibles trampas ocultas en la oscuridad.

El enmascarado tomó el chaleco que le dio la paciente con cinturón. En el fondo a él le daba igual seguir sin distinguir al resto, pues no tenía muy claro quién era cada uno de ellos, pues no los había visto nunca hasta que llegaron allí. Además, lo de hacerse daño usando el ácido sobre la máscara era algo que tampoco le motivaba demasiado, así que simplemente se limitaría a mirar hacia otro lado cuando le propusieran a él para librarse de su máscara.

Mientras tanto seguía esperando a sus compañeros, para acompañarles allá donde se dirigieran pues en el fondo, sus habilidades de saltimbanqui no resultaban muy útiles en ese momento.

Miro a sus compañeros con los objetos distintivos. ¿No hay nada rojo para mí? Pregunto con ilusión la maga pelirroja, hacía mucho tiempo que había perdido la ilusión pero había vuelto a encontrar ese preciado sentimiento. Ahora empezaba a ver la luz al final del túnel, un túnel que aún era muy largo.

Onfale se puso tenso al ver a los enmascarados. Sin embargo no tardó mucho en volver a relajarse al ver, pro sus palabras, que eran el enano y la maga Roja.

- Tened mucho cuidado con lo que tocáis. En los picaportes había veneno. Tengo tres antídotos en caso de que notéis algo raro.- Advirtió el eunuco.- No hay gran cosa ahí, baratijas, pero si queréis os acompañamos. Decidme, ¿ha pasado algo ahí abajo? Esto es más grande de lo que pensábamos. Hemos investigado toda la parte de allí. *- Onfale les relató lo que habían encontrado. El laboratorio de alquimia, donde había encontrado ácido y contraveneno, la habitación del laberinto para ratones, y les explicó que Fifí se había formado por una reacción alquímica.

El Enano no perdió tiempo para contar las hazañas que había realizado en la planta baja, con un tono elocuente y narrando con epicicad comentó lo que había ocurrido allá abajo, a su modo, claro está.

-El Doctor fue apuñalado con un cristal por uno de los enmascarados, pero pese a lo que parecía, no murió. De hecho ese golpe lo puso en alerta y usó unas palabras mágicas para intentar dormirnos; por desgracia cayeron desplomados nuestros compañeros fugitivos, y los dos guardias que allá se encontraban golpearon al atacante.

-Entonces fue cuando el gigantesco monstruo que allí había se volvió completamente desquiciado y loco protegiendo al Doctor; pero por suerte para nuestro compañero fugitivo aquí presente-señalando con la cabeza a la maga roja- yo estaba ahí, y usando mis movimientos característicos y aunque limitados, logré tumbar a aquella enorme amenaza antes de que rematara a aquella apestosa atacante. No hace falta que me lo agradezcáis. 

-Por desgracia los guardias bien entrenados y en completa buena forma bloquearon la única salida posible y usando un movimiento de defensa impenetrable incluso para mí, sacaron al Doctor de la sala y estaban dispuestos a atacarnos; dudo mucho que mi compañera pudiera hacer nada y yo estoy cansado y herido por mi épica batalla contra aquel monstruoso ser. Así que tuvimos que retirarnos heróicamente hasta llegar a aquí.

Habiendo acabado toma aire y suspira por la gran historia de valor y sacrificio que él había contado, una hazaña digna de contarse e incluso, cantarse. Pero no era el momento para canciones, ya que los guardias podían subir en cualquier momento y continuar con la batalla.

-Si lo deseáis puedo haceros de guía por la oscuridad, quizás así podamos encontrar algo que nos pueda servir o ser útil y vuestros ojos sub-desarrollados lo hayan pasado por alto. En cualquier caso, ¿Alguien me acompaña? Estoy agotado... echo de menos mi silla... 

Aire lamentó que su hija no estuviera con ellos, pero claro, estaba loca y había hecho una locura. Había enfurecido al gigante tal y como ella había previsto. ¿El resultado? La habían vuelto a coger, seguramente terminaría completamente desquiciada... O muerta.

Las batallas del enano le aburrían. Por suerte para él, no vio cómo abría la boca por un bostezo provocado sus palabras. Se imaginó que el enano había sido lanzado nuevamente por los aires y así es cómo había bloqueado al gigante. No tenía sentido ninguna de las otras cosas.

Miró a Fifi y se encogió de hombros. Estaba aburrida y quería encontrar a Aristóteles ya

Leiath reconoció al enano casi al instante. Su tamaño y cojera le delatarían antes si no fuese por la falta de luz de aquel desván, pero fue el tono de su voz lo que le descubrió, al igual que a la maga Alice.

La bruja se lanzó a abrazar a ambos, aliviada.

Ay, creía que te habíamos perdido!- dijo a la pelirroja.

Con el enano se quedó algo más de tiempo para disculparse.

- Perdone Maese Thimaz, por haberle lanzado sin avisarle. No vi otra forma para que ambos pudiésemos ayudar en esa situación. No era mi intención hacerle daño alguno. Se encuentra bien? Veo que ya puede mover una pierna, eso es fantástico!

Después de haber escuchado lo que tenían que contar la pareja, Leiath habló de nuevo.

- Deberíamos bloquear la entrada al desván lo primero, luego revisar el resto de habitaciones. Si solo hay esa entrada, quizás podamos escondernos aquí el tiempo suficiente para permitirme hablar con Hala y rogarle sus favores...

El Enano reconoció la voz de uno de sus archienemigos que tantas penurias le habian causado, de todas formas, en vez de decir nada, se limitó a bufar cabreado, como si fuera un gato con sobrepeso que había sido importunado de algún modo. Siguiendo con su estilo locuaz, y heroico, o al menos, eso buscaba, comentó.

-Si estuviera en plenas capacidades físicas podría ser de mayor utilidad, en especial contra esos guardias bien entrenados; que, al parecer, nadie ha logrado derrotar a ninguno en todo el tiempo que llevamos de huída... y eso que eramos como una veintena de presos fugados...¿Quién fue la que me hizo esas friegas milagrosas?.

Parecía ser que el Enano estaría dispuesto a ser tratado nuevamente, y que su objetivo principal sería lograr curar sus extremidades, en especial la otra pierna que aún tenía adormilada y la llevaba arrastrando por todo lugar que este pasara, cansandolo de sobremanera. Echaba de menos su silla... 

Echaron un vistazo a la trampilla para ver si encontraban un modo de atrancarla, pero se encontraron con que al bajar unas pulgadas la escalera, chocaba con un tope. Ese malnacido de Rehner les había encerrado allí, seguramente moviendo a Big Crazy o al armario de su habitación hasta debajo de la trampilla, impidiendo que se abriera. La buena noticia es que tenían un jarro con el que coger agua del depósito y saciar la sed. La mala noticia, es que sin los preparados líquidos de sopas y potitos de la cocina del psiquiátrico, en unas semanas se morirían de hambre.

Pero parecía que el Doctor Rehner no planeaba contraatacar de momento, así que tuvieron un tiempo para hacerle a Alice y Thimaz una visita guiada por las zonas con las que se habían familiarizado...

Primera puerta: la que llevaba a la trampilla que bajaba a la planta intermedia, trampilla que en estos momentos estaba inutilizable.

Segunda puerta: la que había a la izquierda, nada más subir. Según Rehner, era el dormitorio de su hija, aunque probablemente haya mentido y se trate de una trampa. Todavía no la han inspeccionado.

Tercera puerta: una claraboya abierta en el techo permitía recoger el agua de lluvia en un depósito. Las llaves de paso del depósito estaban cerradas, y por eso la hija de Aire no logró nada al abrir los grifos de la bañera.

Cuarta puerta: el laboratorio. Dentro había un almacén en el que había nacido Fifí, el constructo de aire. Había sido expoliado sin compasión por Onfale, haciéndose con un laboratorio de alquimia portátil, tres contravenenos y tres frascos de ácido. De su pomo envenenado, Onfale había logrado una dosis de veneno de hoja de cativera).

Quinta puerta: laberinto de ratones. El suelo transparente permitía ver el laberinto, salvo por un área oculta bajo un panel metálico. Había una mesa con jaulas llenas de ratas blancas a las que se podía amaestrar para que recorrieran el laberinto.

Sexta y séptima puerta: almacenes. Creían que habían registrado todo lo importante, pero una escalera de mano despertó el interés de Thimaz, y Alice encontró una almádena, una bolsa de componentes de conjuros y un chisquero.

Octava puerta: salía a la azotea, por encima del ala este.

Las puertas dobles... eran metálicas, y tenían dos esculturas: la puerta de la izquierda tenía una cabeza de unicornio, la de la derecha una cabeza de león. Ambas figuras tenían las bocas abiertas, de modo que si se encontraban las aldabas podían engancharse al paladar y dejarlas colgando como si fuesen lenguas. En frente de las puertas dobles había un ventanuco por el que tirar la ropa sucia hasta la lavandería de la planta baja.

La novena puerta, junto al ventanuco, todavía no la habían abierto. Onfale comprobó que no tenía veneno, así que perdió interés enseguida en lo que había detrás.

Después quedaba la planta derecha, donde encontraron un pasillo ciego, con cuadros colgados en las paredes. El motivo era recurrente: un león, un unicornio y una niña.

Al cabo de un rato dando vueltas por el desván, Onfale volvió a encontrar veneno en otro pomo. Al tratar de conseguir otra muestra, la yema de su pulgar rozó descuidadamente el metal untado. No se dió cuenta hasta que empezó a notar el calor en la piel, como le ocurrió la vez anterior en la palma de la mano. Poco a poco se empezaron a formar ampollas en el dedo.

Por mucho que el enano se esmeraba en darse importancia respecto a la actuación que había dejado tumbado al loco gigante y salvado a la Maga Roja, Onfale sólo podía pensar en que habían dejado escapar al Doctor Rehner.

- Lo había dejado bien atado y a vuestra merced...- Dijo más para sí mismo porque si el sabor amargo de la bilis iba a provocarle un vómito. Estaba seguro que la loca esa de ISabella no habría podido resistirse a darle un escarmiento al sádico Doctor. Había que ser muy torpe para no haberlo logrado.

¡Menuda estúpida! Se lo había dejado en bandeja. ¡En bandeja!- Estaba claro que si uno quería hacer las cosas bien tenía que hacerlas uno mismo. Debía haberle rebanado el cuello con sus propias manos cuando tuvo la oportunidad, pero la presencia de Leiath le había detenido, como siempre. Se estaba ablandando y eso iba a costarle un día la vida.

- La misma que te hizo las friegas es la que te lanzó por los aires.- Dijo no sin cierto enfado en la voz. Y en ese estado colérico fue por el pasillo escrutando las puertas que quedaban por abrir.

- Más veneno...- Dijo al encontrar otra trampa en el picaporte. No estaba en un estado mental adecuado para proceder a retirar el veneno y un torpe movimiento hizo que contactara de lleno con la sustancia que ya conocía bien.- ¡Mierda!

¿Se podía ser más tonto? Apretando los dientes para no gritar, sacó uno de los viales que había encontrado y tragó el líquido de su interior como agua en el desierto.

Thimaz no pudo ver la cara que puso la bruja de Hala al darse cuenta que el enano era incapaz de reconocerla después de tanto contacto. Claro que no debiera extrañarse tanto, los enanos no tenían mucha fama de ser despiertos y vivaces (mentalmente hablando al menos).

Maese Thimaz, soy yo, Leiath. La misma que le ha tratado su dolencia, y la misma que le estampó contra Rehner, muy a mi pesar, como le ha confirmado Onfale.- Echó una mirada preocupada a su amigo, que ahora llevaba unas coderas que le hacían fácilmente identificable. No entendía aquel arrebato repentino, él que era una persona bastante cabal y entera.

Mire, llevo un cinturón- prosiguió la bruja- Así podrá reconocerme. Podré curarle fácilmente si comulgase con Hala, pero para ello necesito algo de calma y la luz del alba. Quizás, hasta que llegase el amanecer, podríamos hacernos de esta planta nuestro fuerte, empezando por los accesos...

Sin más demora se pusieron continuar con la exploración. Después de haber comprobado que la trampilla estaba obstaculizada de alguna forma desde abajo la bruja sugirió que quizás fuese mejor también bloquearla desde su lado, para evitar sorpresas.

También deberían probar con el laberinto y los ratones, algo le decía que allí estaba lo que les faltaba para abrir las puertas dobles.

'Mierda!' Escuchó increpar al perfumista y, cómo no, acudió rauda en su ayuda. Cuando llegó le vio tomarse el antídoto y el resto se lo pudo imaginar. Qué inútil se sentía en aquellos momentos vacía de toda esencia divina.

Aire caminaba despreocupada tras sus compañeros. Era un paseo más, ya que seguía sin Aristóteles ni Platón. Los nuevos descubrimientos no le despertaban ningún tipo de interés, hasta que vio los cuadros

Ooh... dijo con un tono de asco que horror de cuadros, ¿quién los habrá pintado? ¿Hace falta un cuchillo tan grande para cortar esa tarta? Si lo mejor es comérsela a bocados... Se acercó más sin llegar a tocar los cuadros ¿No se parece a la nieta del viejo loco? 

Con el pomo ya limpio gracias al autosacrificio de Onfale (Hala lo tenga en la gloria cuando el veneno le mate), lograron entrar en la habitación. En seguida notaron un olor rancio en el aire. Se trataba de un cuarto vacío, de un tamaño similar al laboratorio, pero el lugar que ocupaba la puerta del almacén, aquí había unos barrotes con una puerta. Un pequeño cuenco de madera en el suelo hacía pensar que durante mucho tiempo vivió aquí un prisionero.

Al acercar la linterna sorda, pudieron ver marcas en la madera dejadas con las uñas por inquilinos que ya no vivían aquí... El dibujo era horrible, sin ningún rigor artístico, pero teniendo en cuenta que se hizo horadando la madera no vamos a ser muy crueles con el autor.

Aún quedaban muchas puertas para buscar trampas, pero Onfale se tambaleó malherido. Aún sentía el calor en la piel, mientras empezaban a formarse las ampollas. Sin embargo, Leiath pasaba completamente de su amigo envenenado. Ella era más de hacer masajes impúdicos a enanos lisiados.

La bruja iba a darse la vuelta para no ver cómo sufría su amigo (ya que pensaba que no podía hacer nada por él sin sus utensilios de curación), cuando una vocecilla en su mente - seguramente Hala- le hizo caer en la cuenta que quizás algo pudiese hacer para frenar la acción del veneno.

Volvió a por Onfale y le pidió que le dejase ver la mano. Parecía un veneno de contacto, así que lo mejor era hacer un torniquete para que la sangre sucia no contaminase el resto del cuerpo. Cogió un trozo de tela y lo ató con fuerza por encima del codo del perfumista. Luego lavó la zona y finalmente escupió sobre la piel irritada. Era bien sabido que la baba de una bruja lo curaba casi todo.

Le obligó a sentarse y que descansase un rato.

- Creo que esto funcionará, pero debes reposar un poco. No te muevas hasta que se te pase el mareo, no vaya a ser que actives otra trampa por no estar atento, de acuerdo?

Con la conciencia tranquila por haber hecho todo lo que estaba en su mano, volvió su atención a lo que habían encontrado.

Pidió ayuda para poner sobre la rampa algunos muebles, que quizás no evitasen que subiesen, pero armarían bastante ruido. 
Observó el dibujo grabado en la madera de aquella claustrofóbica celda; le pareció que uno podría ser el sistema de caldera y el otro algún tipo de llamador, pero no entendía qué relevancia podría tener así que siguió con otras cosas.

Las puertas que aún quedaban cerradas no se atrevió a abrirlas sin la ayuda de Onfale, por lo que se dirigió al pasillo donde estaban los cuadros de la niña, intentando buscar detalles en los lienzos o incluso alguna puerta o botón secreto tras ellos.

Luego probó con los ratoncillos. Le daban tanta penita que se prometió soltarlos cuando pudiese. Levantó la compuerta que los mantenía encerrados y les fue animando con palabras amorosas para que hicieran aquello a lo que estuvieran entrenados, prometiéndoles el rico queso y una pronta liberación. 'Venga preciosos, traedle a mamá Leiath algo que nos ayude a todos a salir de este apestoso lugar'.

Por cada paseillo que la bruja se iba dando, de aquí para allá, afanándose en uno u otro menester, echaba un ojo por la trampilla esperando la primera luz del amanecer como si fuera la mismísima Hala. Ya faltaba menos.

Con la cara de asco oculta pro la máscara, Onfale se dejó hacer. Confiaba plénamente en Leiath y, aunque aún le dolía horrores la mano, parecía que sus cuidados paliaban los efectos del veneno.

- Gracias.- Escueto, pero sincero.- Descansaré un poco. Me he tomado un contraveneno, espero que ésto no me vuelva a pasar.- Obediente se abstuvo de abrir más puertas y dejó que Leiath se ocupara de los ratones.- Necesitamos más luz. - Sacó del improvisado petate el candelabro que había encontrado Leiath y pidió a Alice que lo encendiera.- Maese Thimaz, ¿cree que podrá colocar algo sobre la trampilla? No creo que la intención de Rehner fuera perseguirnos, sino huir de nosotros, pero pro si acaso podría ayudarnos a saber si alguien se acerca.- Se quedó observando el dibujo grabado en lo que cláramente era otra celda donde Rehner había podido abusar de otro "enfermo".- "NL"- Le hubiera gustado mesarse el cabello, como solía hacer cuando no tenía la maldita máscara encima, pues le ayudaba a concentrarse.- Podrían ser las iniciales de Néstor Lármika, el preso que Alice nos dijo que tenía un plan de escape. Y "SR"...oh sí, podría ser. Eso lo explicaría todo. SR es Sunny Rehner, la nieta del Doctor. Estaba enamorado de la niña y por eso el abuelo no podía soportarlo y lo encerró aquí.- Sin embargo, aunque podía comprender las emociones que el dibujo contenía, no entendía el mecanismo que describía.- Lo demás me parecen los conductos, la tuberías delas duchas. Quizá pretendiera salir al tejado a través de los mismos.- También mientras descansaba se paseó por el pasillo alumbrando los cuadros.- Quizá aquí haya pistas para abrir las puertas dobles con los pomos esos. Uno es un unicornio y el otro un león. Parece que la niña de los cuadros, que se parece mucho a Sunny, tiene una tarta y duda sobre si dársela al león famélico o al elegante unicornio. Quizá solo haya una aldaba y haya que dársela a uno de los dos, como si fuera la tarta del cuadro.- Como ex-esclavo tenía claro que se la daría al león.

La maga se colgó la bolsa de conjuros del cinto, o trato de atarla de alguna manera a la túnica. Dentro de la bolsa de componentes guardo el chisquero. También cogió la pesada almádena, aunque no sabía muy bien que podía hacer con ella siempre era bueno llevar algo entre las manos.

Pero aún no tenemos ninguna aldaba, lo máximo que tenemos es esta almádena con la que intentar tirar la puerta. Pero…. soy de la opción de seguir buscado por las habitaciones y, como última solución, usar la fuerza bruta y desproporcionada.

La maga inspecciono los dibujos en la madera y los cuadros. Si alguien se había molestado en tallar la madera y en buscar cuadros idénticos era por alguna razón.

No entiendo los cuadros dijo Aire, que volvió sobre sus pasos para ver los cuadros, y no escuchó la petición de Leiath de mover cosas sobre la trampilla hasta que fue tarde Yo creo que el viejo loco no es que quiera que no vayamos a por él, si no que prefiere dejarnos aquí y que nos muramos de hambre. Así se libra de todos nosotros sin ningún problema. O quizá quiera que nos matemos entre nosotros, que la culpabilidad nos coma por dentro y, al final, nos volvamos realmente locos y nos suicidemos. Pueden ser tantas cosas lo que quiere ese viejo...

Lo que si hizo Aire fue corriendo con la bruja a ver a los ratones. Ella también quería jugar con ellos, así que según salían, le fue dando nombres para que Leiath no se confundiera con ellos.

Ese se llama Bigotitos, es el que tiene los bigotes más largos. Ese Pulga, el más pequeñito. Esa Guerrera, porque es fuerte y luchadora, nadie se mete con ella. Ese se llama Sócrates, porque es el que más sabe de todos. Quizá sepa dónde está la niña o cómo salir de aquí, ¿no? Pero tampoco se hablar el idioma de los ratones

En el laberinto, Sócrates avanzaba a buen ritmo, como si supiera exactamente a dónde ir. Mientras los otros ratones daban vueltas, picoteaban del queso, y se volvían a perder en el laberinto. Sócrates llegó debajo de la placa metálica, pero lo que había allí abajo era demasiado pesado para él, así que desandó el camino para hablar con Guerrera. Guerrera asintió y siguió a Sócrates de nuevo bajo la placa metálica del suelo. Al cabo de un rato, Guerrera asomó empujando una pequeña pieza de metal hueco. Con la guía de Sócrates, le llevaron el objeto a Leiath...

En uno de los extremos había una cabeza de león, así que en un principio pensaron que se trataba de un sello para el lacre. Sin embargo, el otro extremo estaba abierto, y tenía una rosca interior para enroscarlo en otra pieza. Al buscar dentro de las gárgolas de la puerta doble, encontraron palpando una rosca en el velo del paladar del unicornio y un tornillo en el velo del paladar de la cabeza de león. Tras enroscar la pieza dejándola colgando como si fuese una lengua de león, probaron a llamar: nada sucedió.

Mientras, Alice examinó los cuadros. Era un detalle ínfimo, que cualquiera pasaría por alto, pero había pequeños rallazos que habían levantado la pintura, formando finos trazos horizontales y verticales con lo que se mostraba de lienzo blanco. Alice le pidió la lupa que había encontrado Leiath para examinar mejor las obras, y encontró que la pintura levantada formaba unas letras casi inapreciables, que formaban un mensaje a modo de testamento.

T U N O M B R E E S N E S T O R L A R M I K A

T U G R A N A M O R S E L L A M A B A S U N N Y

S U N N Y M U R I O E N E L P A R T O D E T U U N I C A H I J A

T U H I J A S E L L A M A C O M O S U M A D R E

N O C O N F I E S E N E L D O C T O R R E H N E R

N O D E J E S Q U E L A H I P N O S I S T E H A G A O L V I D A R

P L A N D E F U G A P A S O 1

T I R A D E L A S A L D A B A S D E L D E S V A N

A T A L A S C A D E N A S A U N B U L T O P E S A D O

T I R A L O S B U L T O S P O R E L H U E C O D E E N F R E N T E

C O G E L A P A L A

P L A N D E F U G A P A S O 2

D U C H A T E C O N A G U A C A L I E N T E E N L A P L A N T A B A J A

No había más. Es posible que el pintor del cuadro hiciese una cuarta obra, con información adicional, pero con los tres cuadros solo disponían de esa información. Una vez realizadas esas dos tareas, mientras Onfale se recuperaba del veneno, la linterna y el candelabro les permitió explorar cuatro nuevas puertas. Onfale no encontró trampas en ninguna de ellas.

Una de las puertas conducía a la azotea del ala oeste.

Otra de las puertas llevaba a un archivador, en la que estaban los viejos expedientes de todos los pacientes.

En la siguiente puerta había más trastos almacenados... igual que tras la cuarta puerta. Pero al abrir esta última, una araña monstruosa del tamaño de un asno alzó sus patas delanteras de manera hostil. En una telaraña tras la araña había un ratoncillo blanco atrapado, que no era Bigotes, ni Guerrera, ni Sócrates, ni Pulga.

El perfumista se mordía el carnoso labio inferior mientras que Leiath mostraba un desconocido talento para guiar a los ratones a través del laberinto.  Entre los nombres que les había puesto Aire y  el éxito del los simpáticos roedores, cuando Leiath consiguió la aldaba Onfale tentado estuvo de pegar un par de saltitos y aplaudir con las manos. Se contuvo, sin embargo.

- ¡Alabada sea Hala!- Exclamó asombrado por el poder de voluntad que mostraba su Bruja, aún sin el vínculo mágico que la unía a su diosa. Era difícil no dejarse llevar por su arrolladora personalidad. Por otro lado la Maga Roja demostraba una gran percepción al descubrir unmensaje oculto en lso cuadros. Le daba rabia no haberse dado cuenta él mismo, que también lso había inspeccionado. Aún así sacó pecho al confirmar el descubrimiento que él había interpretado bien el basto dibujo tallado en la madera.

- Esto confirma lo que dije, sólo que no estaba enamorado de la niña, sino de su madre. Y ahora el dibujo cobra sentido. El de la izquierda representa el primer plan de fuga. Un objeto que pende por el agujero de la ropa sucia que está en frente de la puerta y que, con su peso, activa el mecanismo que supongo mantiene las puertas abiertas o alguna trampa desconectada. El otro es el esquema de las tuberías, aunque no parecen suficientemente amplios como para arrastrarse pro si interior.  De todas formas el mejor plan de escape, ahora que ya no  estamos encerrados, me parece salir a la azotea.- Tras los cuidados de Leiath se sintió con fuerzas para seguir explorando el desván. No encontraron trampas ni nada que pudiera servirles. Todo lo contrario. Al abrir la última puerta se toparon con una araña gigantesca. Como un acto reflejo se llevó la mano a donde solía llevar el estoque, cuando era un hombre libre, pero no tenía nada. Ni estoque, ni tronco de madera, ni cristal roto. En su lugar tomó un frasco de ácido y se retiró para cubrirse con la pared y poder cerrar la puerta de golpe. Temía que Aire se encariñara con el pequeño e indefenso ratón que había visto en la telaraña.