Partida Rol por web

Tanto Cú-cú como Rashud caminaron por los tablones hasta llegar al primer poste, pero ni la daga de Rashud ni la maza de Cú-cú llegaron a golpear algo que no fuese aire.

A su vez, tanto Slorbo como Smoralek caminaron por sus respectivos tablones, dieron un salto y aterrizaron panza abajo al lado de sus respectivos postes con sus respectivas estirges. Casi se pusieron en pie los dos a la vez. La única diferencia era que Smoralek lo había hecho con más salero, así que se llevó más aplausos. La frase "queredme menos y votadme más" prácticamente la inventó él.

Y en cuanto a Klucky... los demás se rascaron los ojos sin saber exactamente qué era lo que habían visto. La mayoría del público estaba pendiente de otros participantes, así que solo vieron un gato pasear por los tablones. Hubo abucheos.

¡Nueva norma! ¡Quién consiga tirar el gato al agua recibe cinco puntos!

Los Mascapájaros estallaron en una ovación. La verdad es que pensaban que esto de la democracia iba a ser un rollo, pero era bastante entretenido ver a todos los políticos hacer el payaso por un puñado de votos.

Las estirges se empezaron a sobreexcitar con el olor a sangre, bajo las escamas, fluyendo por sus torrentes sanguïneos de reptiles supremos. Revolotearon en torno a Cú-cú y Klucky, como buitres a por su presa. Los demás candidatos y el gato estuvieron más lentos, y sobre cada uno de ellos se posó una estirge, hundiendo sus patas ganchudas para aferrarse mientras se disponían para una extracción de sangre.

Sin más ocurrencias, cú-cú lanzó otro mazitazo, esperando acertar, cuando preguntó al bicho si tenía hambre, y le intentó dar de nuevo, una vez mas no hubo resistencia, el aire recibió un duro y limpio impacto, esos bichos eran unos bordes, no aceptaban el cariño aplastado de cú-cú.

La maldita bicha se lanzó a por Rashud, esperando clavarle ese maldito morro puntiagudo para empezar a beberse su sangre... ¡maldita!

Pero por otra parte, aferrada, no esquivaba, había la posibilidad de lograr rajarla antes de que lo hiciera. Pero estando poco acostumbrado al combate, Rashud no alcanzó a la pequeña criatura.

Puesto en pie y balanceado por mi propio peso. El tablón de madera se movía de lado a lado, al son que marcaban mis pasos.
-"Un, dos, tres...vamosssss...traalara tralaraaa"
Sacando mi rajaperros y haciéndolo bailar sobre la cabeza de mi objetivo, lancé mi ataque.

-"Smoralek, Smoralek" hablaba al público tratando de contagiar mi entusiasmo.

Tal era mi entusiasmo que fallé la tirada.

Como es una pifia, podría lanzar el rajaperros hacia el gato y.....tal vez, podría provocar su caída.
O la mía también puestos a pensar.
Yo por sugerir. Pero la del gato mola más.
Jeje.

Las estirges chuparon sin compasión. Las que se habían aferrado a Rashud y a Slorbo, quedaron con el abdómen lleno de sangre, mientras que la que picaba a Smoralek iba más despacio porque al principio le costó encontrarle la vena. La cuarta estirge se aferró a Cú-cú, que ahora la tenía justo dónde la quería: desprevenida y muy aplastable. La quinta estirge siguió revoloteando alrededor del gato, ya que al ser tan peludito era anatómicamente más complicado encontrar dónde picarle.

De pronto, Smoralek empezó a gritar su nombre. Lejos de contagiarse, empezó a recibir abucheos reprendiendo su comportamiento.

¡Buuuuu, fuera!

¡No hay pan pa tanto chorizo! En zerio, ¿alguien me puede dejar pan?

¡No noz representaz!

¡¿Pero ez Zmoralek con eze o con zeta?!

¡Enzéñanoz laz tetaz! ¿Eh? ¿Ez macho, en zerio?

La kóbold rojeras rememoró sus tiempos anarco-sindicalistas y también se unió a la pléyade de abucheos...

¡Contra el capital, huelga general! ¡Toma!

La Sabia Momia lanzó un caldero de agua en dirección a Smoralek, y una poca se le metió en los ojitos, así que ya no veía muy bien para atizar a la estirge.

Cú-cú intentó apuntar al bichejo y ya lo tenía cuando, sin saber bien porque se quedo quietecita, en ese momento su azote pasó de largo y pareció que fuera a bailar,... ¿solo lo parecía? Estiró los brazos para bailar un vals con el bichejo, pero, al parecer las estirges no saben bailar, porque se quedó igualmente quietecita.

A pesar de las escamas la indignación que sentía el lagartuno Rashud provocó que una protuberancia nueva apareciera en su sien derecha, una vena que bombeaba mal rollo y despreció junto a la poca sangre que le había dejado aquella maldita criatura.

Cegado por el odio, Rashud lanzó un nuevo ataque con la daga... y de nuevo quedó demostrado que lo suyo no era el combate cuerpo a cuerpo.

¡A esta me la cargo!

Las estirges chupetearon la sangre de Cú-cú y de Smoralek, mientras que otra remoloneaba con el gato, que había empezado a usar el poste como rascador. En cuanto a Rashud y Slorbo, eran dos mosquitos muy molestos que no dejaban a las estirges hacer la digestión en paz. Slorbo saltó con las botas sobre el tablón justo cuando su estirge pasaba a ras de suelo, se inclinó, agitó los bracitos para no caerse...

Uyuyuyuyuy...

Las gafas se le ladearon. El bigote y la nariz se torcieron un poco, saliéndosele del sitio. Pero en cuanto recuperó el equilibrio, Slorbo se volvió a colocar las cosas de su cara en su sitio, sin perder ningún disfraz ni desvelar una verdadera identidad ni nada. No había nada de lo que sospechar del kóbold de la tribu de los Chupapollos.

¿Podéiz tirarme laz fanz un zujetador?

La Sabia Momia Peleadura le lanzó sus dos mitades de cocos atados por lianas, cayendo seximente en el hombro de Slorbo, que utilizó el sostén para asegurarse y atarse bien las gafas para que no se le volviesen a caer.

¡Graciaz! ¡Erez muy amabl... ugh!-al volver la vista a su fan, Slorbo vió un artículo de broma de unos repulsibos pechos postizos caídos, ya que como todo el mundo sabe los reptiles no tienen tetillas (salvo casos extremos de algún kóbold degenerado).

- auch auch auch, pincha pincha pincha, bicho grande que parece una estirge pero ahora eresh mi brazo, echo ha dolido, portante bien o te doy mamporro molón.

Y dicho y hecho, casi como si supiera donde tenía su brazo, dio un golpe con una técnica magnífica, que limitó para evitar hacerse demasiado daño en ese brazo con forma de estirge.

—BBBNNZZZzzzzzbbbzbbbbBZBZBZBZBZBZBZBBbbbBZBZBZBZBZBbbbZBZBZBZBBZzzz

Esa era toda la conversación que la Stirge tenía. Era un sonido molesto que se escuchaba por encima de la cabeza de Klucky mientras intentaba llegar a ese puntito que hay entre las glándulas anales y el saquito de los huevos. El brillo del sol sobre el agua y las batientes alas de repente se convirtieron en todo lo que el druida en forma gatuno podría prestar atención ahora. El bicho no solo era molesto sino que se movía con alevosía, como invitándole a clavarle las zarpas.

Se reclino sobre sus patas traseras y tras seguirla con la mirada dio un salto bastante torpe debido a que no quería caerse del tablón. Las zarpas aplaudieron en el aire y la Strige siguió revoloteando sobre su cabeza, lo que le provocó un bostezo involuntario mientras se relamía la boca.

—Mmmmiiiaauuugggrrroooaarrrrhhhggg— contestó finalmente Klucky, por que si iban a estar ahí mucho tiempo pensó, estaría bien al menos hacerse amigo de aquel insecto.

Frustrado y enfadado por no poder acertar al objetivo, traté de concentrarme y asestarle otro golpe. Sin embargo, el apoyo del público se había perdido.
-"Necesito algo para animar el ambiente." pensé
Guardé silencio. Levanté mi arma al cielo. Y señalé con ella a mi objetivo, al mismo tiempo que dediqué una leve inclinación al público. Dedicándoles el nuevo golpe.
Como si de un torero humano se tratara.
-"Espero aceptar, necesito recuperar la pequeña ventaja obtenida." pensé

Inchada y abotargada por la tripa llena, la estirge que le robara su sangre intenta emprender el vuelo para alejarse del kóbold. En contra de las reglas expuestas, pero en favor de su singular sentido de la justicia, Rashud lanza un rayo cargado de odio contra el patético ser.

- Malidta, ¡no te llevarás lo que es mío!

Un haz de luz morado escapa de las garras de Rashud, pasando de largo de la criatura, logrando que el brujo monte en más rabia y cólera contra la criatura.

La estirge volaba en círculos (como no podía ser de otra manera estando atada al poste), como si se estuviese burlando con el abdomen lleno de sangre de la torpeza de Rashud...

Slorbo tenía los mismos problemas con su estirge, mientras que la que esquivaba habilidosamente las zarpas del gato había decidido que aquella conversación no iba a ningún lado y, posándose sobre el animal, se agarró al pelaje listo para picarle.

Cú-cú rozó con la maza a su parásito, con cuidado de no darse a sí mismo por error. Su estirge agitó las alas en un zumbido de protesta por haberle interrumpido durante la comida, y siguió chupando hasta llenar la panza.

Y finalmente... ¡Smoralek! Había sido abucheado y vilipendiado por su torpeza natural y sin gracia, pero se redimió con un tajo preciso de su rajaperros, partiendo al insecto en dos antes de que alzase el vuelo, y deteniendo el filo a escasa pulgada y media de la zona de la picadura.

¡WHOOOOOOOOOLÉ!

¡Dos votos para Smoralek! ¡La democracia funciona!

Los Mascapájaros empezaron a lanzar un murmullo al unísono: ¡Smoralek! ¡Smoralek! ¡Smoralek! ¡Smoralek...!

Una lagrimita cayó sobre la estirge,... o no... espera un porrazo crítico hizo explotar la estirge y lo que parecía una lágrima, era la baba, tan pronto la estirge explotaba cú-cú se comía los restos voladores del insecto - ñamñammmmm ricoooo, chabe a changre kobold. - luego miró y vio casi en frente otro bicho de esos que estaban ricos y saltó sin pensar mas.

Cú-cú lo había logrado. La estirge había hecho ploff. Y la prueba continuó su curso. ¡Saltos! ¡Malabarismos! ¡Chupones por doquier! Estirges aplastadas, ya no tanto, más bien menos. Entonces apareció, como una señal divina... ¡LA AQUERENA!

Seguramente era el pájaro más grande del mundo, y su aparición era tan rara como la de una Tarasca. Los Mascapájaros se postraron...

¡Un pájaro tan grande que no se puede mascar! ¡Aleluya!

Eso fue muy emotivo para la tribu, pero el paso de la aquerena tuvo otras consecuencias. El peso del pájaro hacía retumbar la tierra a cada paso. El temblor de tierra hacía que los pilares vibrasen. Las vibraciones agitaban los tablones. Y los tablones tiraron a la mayoría de los kóbolds al agua fría del riachuelo, dándoles un buen chapuzón.

¡El kóbold que escupe al hablar es el último superviviente del Recuento de Boto! ¡Cinco puntos más para Grifind...! Ehm... ¡Cinco puntos más! ¡Bravo!

El grupo fue guiado de nuevo a la cueva. Una vez llegados, se volvieron a cambiar los zapatos por sus botas normales, lo cual habría sido mejor hacerlo antes, pero es que era tan divertido verles caminar con esos zapatones... Allí, el geiser que mantenía caliente la cueva había sido copado por una tarta de cumpleaños gigante.

Llega la última prueba: "Cátering en la Sede del Partido". ¡Atadlos, muahahahaha!-ordeno la malvada druida roja.

Los Mascapájaros cayeron sobre ellos como una bandada de buitres. Se levantó mucho polvo, que cuando se disipó mostró a Slorbo, Smoralek, Cú-cú, Klucky y Rashud atados con las manos a la espalda y un montón de cuerda alrededor del torso. No fueron los únicos. Cuatro águilas doradas también tenían las alas atadas a la espalda.

Os vamos a poner sobre el pastel, mientras el agua caliente cocina la masa. El primer kóbold en escapar de la tarta se lleva 10 votos. El segundo kóbold en escapar de la tarta se lleva 5 votos. El tercero en escapar se lleva 3 votos. Por cada águila matada, ganáis 5 puntos. Y ya. La tarta solo mide diez pies de diámetro, y las águilas van a estar muy enfadadas... así que...

¡DOS KÓBOLDS ENTRAN UNO SALE! No, espera... ¡TODOS LOS KÓBOLDS PRESIDENCIABLES ENTRAN Y LAS ÁGUILAS NO SALEN!

Cuando vio ese pájaro de cuatro pies, cú-cú, quiso montarse encima pero se lo llevaron a comer pastel, y el ahora no tenía hambre, y encima le ataban, y el suelo estaba calentito.

Los pajarracos dorados esos parecían pollos pero no eran pollos porque los pollos son pollos y eso no lo eran (¿no?) Cú-cü, estaba concentrado en desatarse, y en romper las cuerdas, pero la falta de sangre a pesar de habérsela comido de nuevo, hacía que su habitual agilidad utilizada para escabullirse se hubiera ido de paseo.

Rashud no estaba tan contento en esta ocasión, de ser el aventajado en puntos había pasado a tercera posición, a parte de dejar patente sus discretas habilidades marciales. A parte también se sentía débil tras el chupóptero que lo había dejado casi vacío. Solo esperaba que la recompensa valiera la pena.

Así llegó junto al resto a la cueva para descubrir la nueva idea absurda de los Mascapájaros. Cuandó pudo reaccionar al fin se encontraba en una tarta que se estaba cociendo atado de pies y manos, y envuelto de cuerda. Instintivamente empezó a retorcerse para intentar liberarse de ellas. ¡Imposible! Pero no se quedaría sin plantar cara al desafío, con un movimiento similar al de un gusano intentó de moverse hacia los límites de la tarda para intentar caer rodando fuera de esta...

La Aquerena llegó para revolverlo todo y al final klucky en forma de gato calló al agua. Pero los gatos detestan el agua, por lo que enseguida se volvió a transformar en kobold, donde sus escamas agradecieron el contacto con el elemento con el que tenían mas afinidad. El barro.  Los mascapájaros ayudaron a todos los kobolds ha salir del agua y les condujeron de nuevo a la cueva, no sin algún bufido y un que otro croar en protesta debido a la desaparición misteriosa de aquel animal, que hubiese servido par aun pequeño banquete.

Klucky, como cualquier otro Kobold de bien, no era más que una lagartija escuálida y enclenque. No sabía muy bien que podían esperar los mascapájaros de él estando ahí atado como estaba. Pero lo que mas rabia le daba era no poder apagar las velas de la tarta en la que se estaba cociendo, poco a poco.

Tiro tanto como pudo y enseguida se rindió, luego paso a utilizar sus habilidosas manos para deshacer los nudos, lamentablemente sus dedos estaban demasiados acostumbrados a lo de siempre, y con una habilidad encomiable, a pesar de las dificultades, terminaron por liar un porro.

¡Quema-quema-quema-quema! Au, au, au...

Slorbo trató de revolverse para romper sus ataduras, pero lo único que lograba era hundirse más en el pastel, como unas dulces, dulces arenas movedizas: un segundo en la boca, toda la eternidad en las caderas. Los demás tampoco lo hicieron mucho mejor, salvo Cú-cú, que logró escabullirse como un zorro. Un kóbold. Un kóbold muy zorro. Ahora, Cú-cú podría matar polli... águilas doradas para conseguir votos, o salirse de allí. De momento tenía una ligera ventaja y, total, tampoco es que el pastel estuviera muy caliente todavía. Cú-cú alzó su maza, beligerante contra todos los pájaros del pastel.

Eso en el equipo de los lagartos, ¿pero qué hay de los polli... águilas doradas? Salvo una, que daba saltitos para no quemarse las patitas, los otros lo estaban pasando bastante mal. Y, naturalmente cabreadas, en plan existencialista, odiándolo todo y a todos los kóbolds, ya empezaron a agitarse, hostiles contra los presidenciables. Graznaron con furia asesina...

¡PIO-PIO-PIO, PIO-PIO-PI!