Partida Rol por web

¿Quién de entre mis amigos en este barco murió a manos de tu daga, bardo? ¿Porqué la blandiste contra él?

La voz de Yalaasha suena estremecida. La verborrea del bardo le ha traído noticias de las que no estaba enterada. Pero no está en condiciones de juzgarle, no en las precarias condiciones en las que se encuentra la replicante.

Mientras, Keha-Varr aprovecha que Silverio se va hacia los grilletes de la prisionera para obtener paso franco hasta el maldito gnomo y propinarle un profundo tajo con su ligera espada.

¡Ojo por ojo, gnomo! ¡Ojo por ojo!

Keha-Varr no atiende a las razones de Silverio. La muchacha recuerda a lo abstraída que estaba cuando subió a cubierta por primera vez. Sus ojos no transmiten ira, sus palabras sí.

¿Crees, Keha - Var, que si te ayudase a salir con vida de aquí, tú permitirías que saliese yo con vida? Quiero decir con esto que si tú eres capaz de controlar todo lo que está sucediendo aquí o si simplemente es una causa que está sucediendo ajena  a tu voluntad. No confío en la criatura azul, ni tampoco en los vistana invisibles que nos abarrotan el barco. Pero quiero pensar que hay una esperanza de salir con vida de aquí. Quiero pensar que todo esto lo has generado tú, o que estás acostumbrada a que estas cosas pasen a tu alrededor.

Estoy dispuesta ayudarte en lo que esté en mi mano. Pero haz el favor de contestarme a lo que te digo.

- Se suicidó uno con esta daga, intente razonar de que no lo hiciera, pero dijo que era lo más justo, que él había matado a Mul el Joven y que estaba condenado a muerte. Si no te hubieras metido en este barco ese zagal estaria vivo. Asi que ahora, para evitar que ese muriera en vano, honra su memoria.- Silverio saca su florete y se lo pone en las manos.- ensarta a Keha-varr

Zorra, maldita zorra. Y encima Flame no hace nada, y Silverio... es un maldito bardo. Estoy jodido, tengo que intentar ganar tiempo... si realmente los poderes oscuros la quieren, más les vale ayudarme...

Erbrahke le clava una mirada de odio a Keha-Varr y tras ello empieza a musitar un encantamiento y le lanza la Rociada de Color... sólo que de sus dedos no sale nada. Desde ese punto, le parecía oír como los poderes oscuros se estaban riéndose de él...

Estoy muerto. Fue bonito mientras...

Flame, cariño, ahora no puedo ponerme a hablar contigo... Tengo un "pequeño" asunto entre manos.

Flame no logra romper la concentración de la espadachina, que muy habilmente ensarta a Erbrahke por el abdomen. Al retirar su filo, la sangre del gnomo chorrea sobre el agua y se disuelve en ella. Pero a pesar del duro golpe, el mago sigue en pie, duro como una magdalena de la tía Phyriona.

Desde la mochila de Erbrahke asoma un gordo y feo sapo, que al ver la "charca" que tienen allí montada, se arroja al agua a chapotear. Pero la piel del sapo no está preparada para el agua de mar, y la salitre empieza a pegarse a su piel como un veneno. El sapo nada irregularmente en el compartimento inundado, con un futuro igual de negro que el de su familiar no anfibio.

Mientras, Yalaasha toma el florete en las manos y medita sobre las palabras de Silverio...

Muy bien, muchacho. Libraré tu batalla. Tengo una cuenta pendiente con esa foca por lo que le ordenó a los ofidios que le hiciesen a mi cuerpo. Pero primero necesito que me saques de aquí, tira con fuerza de estas malditas cadenas...

Un arcoiris de colores sale de las manos de Erbrahke, irradiando su luz sobre Keha-Varr, Flame y Silverio. Keha-Varr ni se inmuta ante la magia del gnomo. Solo está logrando enfadarla más...

En el exterior del barco, la presión sigue aumentando. Más y más vías de agua se producen con el crugir de los tablones, pero ya no es solo eso. El pozo echo con algas para evitar que el compartimento estanco se inundase, y a la vez permitiese a los ofidios y a Keha-Varr ir y venir al océano... ese pozo, comienza a rebosar. El agua se desborda, y cae en una ondulante cascada por la mampostería de algas, aumentando la velocidad con la que el mar absorve al Miseria.

El nivel del agua llega ahora hasta la cintura de Erbrahke, o hasta las rodillas de Silverio, Flame y Keha-Varr, según se mire. La mujer azul encadenada, que estaba sentada y débil, ve como el agua tapa ya sus abominables pechos escamosos. Yalaasha reune fuerzas tras días de inanición y se apoya contra la madera con su hombro hasta ponerse en pie con bastante dificultad.

Terminará la partida y seguiré como lanzar correctamente los hechizos xD

Eso me pasa por no preguntar cuando tengo alguna duda ;_;

Espero al menos que Flame quede cegada y aturdida, no se merece nada mejor esa... xD

No podía creerse lo que pasaba. El agua comenzaba a llegar hasta sus tobillos y a inundar toda la sala. Poco a poco el barco se hundía y quizá acabar con Kaha -Varr ya no fuese suficiente para poder escapar de allí. Empezaba a pensar que tan solo le quedaría dos opciones, pedirle a la mujer convertirse en una criatura de esas y salvar tanto su vida como la de ella, o bien acabar con su vida y arriesgarse a que todo eso se arreglase.

Fuera cuál fuese la decisión, para Flame fue demasiado tarde. De pronto, el estallido de colores que hizo brotar el gnomo de sus manos lo dejó completamente cegada y el dolor le hizo desmayarse quedando completamente aturdida e inconsciente.

Entonces notó como el agua se iba adentrando lentamente por su cuerpo hasta que dejó de recordar nada más. Tan solo pensó en una cosa, si salía de aquella ya podría ser gracias al gnomo, porque de no ser así, él si que no saldría con vida del barco.

Silverio también se desmaya como Flame. Ambos cuerpos flotan en el agua, en una paz y una quietud que no se corresponde con el embite y la peligrosidad de la frenética situación.

Erbrahke sacó algo de su bolsillo antes que se mojara, y pensó "si este ha de ser mi último hechizo, creo que es bastante adecuado", y tras ello hizo que su pergamino se consumiera mágicamente lanzando un Rayo de Debilitamiento a Keha-Varr.

Erbrahke suelta la ballesta, arma que a estas alturas le servirá más bien de poco, y agarra su bastón e intenta darle con todas sus fuerzas... las cuales no son muchas.

Keha-Varr esquiva el golpe del pequeño gnomo con facilidad, lo que hace pensar que no es un blanco nada fácil.

Pienso arrancarte todos los deditos de los pies... Jijiji... y me los voy a comer uno a uno.

El filo de su espada corta golpea el agua como un remo. A sus ojos, el gnomo no es más que un bulto en las sombras, y ella también tiene problemas para atinar en sus ataques.

Mientras Erbrahke tiene a la mujer ocupada, Yalaasha logra liberarse. Al subir el nivel del agua, la salitre ha debilitado el pegamento natural con el que Keha-Varr pegó las algas luminosas y las cadenas de los prisioneros. A pesar de estar muy débil, la doncella azul logra liberarse. Sigue encadenada, pero esas cadenas ya no la retienen contra la pared. El peso de los grilletes también es más llevadero en el agua para sus brazos, pero siguen suponiendo un estorbo a la hora de usar el estoque que le dió Silverio.

Lo único que vas a comer a partir ahora son papillas, bruja, porque te voy a dejar sin dientes.

Flame y Silverio abren los ojos, pero están ciegos. Sus cuerpos flotan en el compartimento inundado. No pueden moverse, pero escuchan lo que pasa.

¡Cara de sapo!

Por un lado, Erbrahke, malherido, está con el agua al cuello... Literal. Apenas se atreve a mover un músculo a sabiendas que eso puede atraer de nuevo la atención de Keha-Varr sobre su pellejo.

¡Foca!

Yalaasha ha logrado liberarse con sus propios medios, y lucha estoque contra espada contra la alocada Keha-Varr.

¡Tu madre, berruga de troll!

En un momento, la punta de la espada de mithril roza la mejilla escamosa de la pelirroja, produciendo un somero corte que apenas es capaz de borbotar una pequeña gota de sangre.

¡JA! ¡Te di!

¡Te voy a arrancar todos esos dientes perfectos que tienes para que no te vuelvas a reír...!

Yalaasha tropieza. Bajo el agua, su pie pisa los eslabones del grillete. Intentando mantener el equilibrio se le resbala el estoque de las manos. Su hoja se hunde hasta desaparecer de la vista.

Flame siente que algo pequeño y viscoso se le sube a la cara. Ruega para que solo sea el sapo que vió poco antes de desmayarse, saltando al agua desde la mochila del gnomo, y no algo peor.

Erbrahke no sabía que hacer, pero pensó que si no le daba él, quizás la mujer le daba... o viceversa. Así que volvió a agarrar con fuerza su bastón y logró impactar con Keha-Varr, pero notó que habría sido poco el daño producido. Pero una pequeña venganza seguía siendo una venganza...