Partida Rol por web

Derinlus lanza una mirada escrutadora a Fosco y Flame, que todavía no han dicho su nombre.

Ya veo... ¿Sois bandidos? Porque un bandido preguntaría si hay más amenazas que yo antes de intentar robar todo lo que tengo. Es una pretensión aceptable, pero os advierto que soy un poderoso mago. Debéis pensaros dos veces si merece la pena el riesgo.

Señorita Alice... Como dije, soy un mago. Yo busco conocimientos. Eso me obliga en ocasiones a viajar, y por azar, también a encontrar ruinas como en la que nos encontramos. La verdad es que este sitio no está tan mal, y apropiadamente acondicionada sería una estupenda torre de mago... Pero no tengo intención de quedarme aquí.

En consecuencia, como comprenderéis, necesito al menos a un sustituto para Uzol. Alguien que me guarde las espaldas. Tranquilos... me habéis caído bien. No voy a hechizaros. Como sois bandidos, imagino que lo que os mueve es el dinero. Os contrataré de guardaespaldas, y a cambio de vuestra protección os regalaré alguna baratija mágica. ¿Os interesa el trato?

Gracias, humana.

Sus heridas se cierran en parte, dejando unas pequeñas costras de carne cicatrizada.

Por cierto, yo ya os he dicho mi nombre: Sandansola. Pero todavía no sé los vuestros. ¿Ha sonado demasiado brusco? Quizás. Mi raza tiene problemas para relacionarse con las demás. A veces dicen de nosotros que somos antipáticos o que no sabemos leer la atmósfera de la conversación. En cualquier caso, este sitio me trae recuerdos dolorosos. Me gustaría subir a la superficie cuanto antes.

 El barbudo Nikeras ni se inmutó cuando le tildaron de bandido. Tampoco es que le importara en estos momentos, lo que sí le preocupaba era saber que era del otro tipo que entrara en la torre.

 Cuando el tal Vaek ofreció un trabajo, el canoso montaraz arrugó el gesto.

 - Veo que soys pronto en efectuar elocubraciones, y a basaros en ellas.- Dice con su voz grave.- No somos bandidos, solo unos viajeros que buscaban un lugar donde cobijarse haciendo un alto en el camino. Y antes de descansar entre los muros de esta vieja torre queríamos asegurarnos de que no había peligros que nos pudieran asaltar durante el descanso.

 Nikeras apoyó la lanza en el suelo y se apoyó en ella, a modo de cayado como solía hacer.

 - Y decidme, estos conocimientos que andáis buscando en que lugar se encuentran, ¿dónde os conducirá a vos y a los que os cubran las espaldas?

¿CÓMO? Cómo voy a ser un bandido!  Fosco llevaba tiempo aguantando toda su ira. Había visto bolas de fuego, murciélago, perros gigantes y bípedos, había clavado su estoque reviviendo su pasado más oscuro y había recibido un golpe muy duro. Si me da igual quien eres, es por que estoy sangrando, me duele...¿sabes?dice mientras se descubre un poco la herida. Mago de pacotilla... miradme tengo a un Gnoll que se llama Osus... y claro, como no lo tengo bien amaestrado se me escapa con dos hachas a matar buena gente...Y encima tiene la desfachatez de llamarme bandido. Ya ves tu que mago es ese. Bien me gustaría conocer a su madre, porque seguro que ese comportamiento no le gustará un pelo... Si es que, no se quien me manda... de verdad no se quien me manda, tenía que haberme quedado y pagar... Ale! que si niebla, murciélago y perros gigantes su rabieta comienza a convertirse en un molesto zumbido, más que una charla interna. Lo que le impidió escuchar buena parte de las palabras del bueno de Nikeras... 

Dele las gracias a la diosa Hala, yo soy mera herramienta en sus manos- dijo sonriendo a la mujer - Me alegra veros mejor Lady Sandasola. Mi nombre es Leiath. Subieremos enseguida, pero antes me gustaría que examinaramos al otro prisionero. Si tenemos suerte estará con vida como vos y asi le podriamos ayudar tambien. Quizás hasta vos lo conozcais.

Portando la piedra de luz en su mano se dirigió a la otro habitaculo ocupado : Por aquí Maese Onfale, esta es la celda que le he comentado.

-No seáis modesta, Leiath. Las gracias os las debemos a vos por las atenciones que nos dais--afirma el enano poniéndose en pie de nuevo.

-Sí, será mejor que le echemos un vistazo a ese otro infeliz--asiente luego el viejo a la propuesta de la bruja antes de preguntar a Sandasola--¿Sabéis algo de él? 

Sin duda, el luchador veterano había esquivado el tener que darle una respuesta a la mujer que acababan de rescatar. ¿Cómo podía uno llegar a olvidar su propio nombre? ¿Qué oscuro y malvado maleficio le habían echado encima?

De vuelta a casa. Mi expedición ha terminado, y ahora toca la minuciosa labor de cotejar, clasificar y analizar. Simple trabajo de biblioteca. La primera etapa del viaje nos llevará al pueblo de Vor Ziyden. Luego, iremos a la ciudad de Illvin. Ahí terminarán vuestros servicios, y os pagaré lo que estime conveniente según los peligros del viaje.

Me comprometo a hacer al menos un pago en productos mágicos por muy tranquila que sea nuestra travesía, y que en ningún caso se trate de roñosos pergaminos o pociones. Tened en cuenta que el objeto maravilloso más barato puede costar cientos de monedas, pero por un buen servicio de guardaespaldas puedo llegar a pagar miles de monedas en equipamiento para vuestras despreocupadas aventuras.

¿Y bien? ¿Aceptáis el trato?

Estos momentos de charla son aprovechados por Azaron para volver a colocarse su armadura. Sandansola niega con la cabeza.

No, no sé de ningún otro prisionero. Cuando el destacamento abandonó la torre, yo era la única que quedaba en las celdas. Si hay alguien más, debe de tratarse de un inquilino reciente. El dolor de las lanzas era difícil de soportar, y me desmayaba con frecuencia. En los breves momentos de cruel lucidez durante estos días, no me cuadró haber escuchado a nadie en esta oscuridad. Salvo a vosotros, cuando llegásteis al final del pasillo.

El grupo recorre el espacio entre las celdas vacías, y detienen a Onfale delante de los barrotes. Las luces de la piedra y del cetro solar dejan adivinar la silueta del hombre tumbado en el suelo, de espaldas... No se ha movido ni un ápice desde la última vez. Los buenos oídos de Klasius escuchan una respiración débil, pero constante.

Onfale se toma su tiempo para abrir, pero al sonido del click que declara el paso libre, el humano se retira para mayor seguridad. Está bastante intranquilo desde que entró en la torre y vió la pila de calaveras.

Por cierto... No sé si será importante, pero fuera coincidimos con un hombre... Se decía llamar Nightshade. Venía desarmado y fue amable. Actuaba como un recién llegado. Sin embargo, si suponemos que era una de las personas de las que Nikeras vió huellas... Es obvio lo que quiero decir. Estaba demasiado tranquilo como para tener a un amigo encerrado en una jaula subterránea. Diría que o bien el prisionero es peligroso, o que simplemente son enemigos.

Tomaremos precauciones.

Azaron entra el primero en la celda espadón en mano, y con la planta de su bota empuja con suavidad el cuerpo hasta ponerlo boca arriba. Es un humano. Un humano viejo vestido con una túnica oscura.

Cuidado con Vaek...-dice en sueños.

El prisionero no añade nada más. Está inconsciente, y presenta varios cortes en el torso que hace poco han coagulado. Es obvio que a pesar de lo feo de sus heridas, ya está estable.

¿Qué hacemos?-preguntó Sandansola-Si es peligroso, deberíamos volver a cerrar la celda. Leiath podría curarle para que así respondiese a nuestras preguntas, pero de hacer eso sería mejor atarle primero.

Leiath frunció el ceño cuando escuchó las palabras de Sandasola ¿acaso la habían atado a ella aun sin conocerla? Si bién algo de razón tenía... había escudriñado al grupo con anterioridad y ninguno de ellos le había parecido especialmente peligroso, pero aquellas nuevas personas... no sabían nada de ellos. Habría que mantenerse alerta. Aun asi, no la parecía bien atar a este pobre hombre, igual que no la había parecido bien tomar dichas precauciones con la bella dama.

Observó al anciano detenidamente por si encontraba alguna pista sobre su persona. Objetos que indicasen su profesión como varitas, bolsas de componentes mágicos, manos curtidas o delicadas...

Le aliviaré de sus heridas y asi veremos qué tipo de hombre es. Ruego os mantengais preparados por si ofrece lucha al despertar. Nunca se sabe si se trata de un malvado hechicero o de un pobre hombre perdido entre la niebla como nosotros.

Esperó a que todo el grupo se encontrase en la posición deseada y se encomendó a su Diosa para recibir el poder de curación una vez más.

Onfale trabajaba lo más rápido que podía con tal de salir de allí cuanto antes. No es que tuviera un estómago delicado como el mediano que había vomitado, pero sólo podía pensar dónde coño se habían metido. Si salir huyendo de las dunas no era suficiente, el supuesto cobijo que les iba a otorgar la torre ya no era tal. Dos prisioneros enjaulados, un desconocido que había desaparecido como por arte de magia y vete tú a saber qué mas cosas por encima de sus cabezas.

- Volvamos arriba lo antes posible.- Nadie le había hecho caso al decir que debían quedarse al aire libre.- No debimos meternos aquí.- Estaba claro que el perfumista no se encontraba cómodo en el sótanos de la torre.  Observó con impaciencia como Leiath volvía a solicitar a su diosa más ayuda.

...Si a mi me molestara con semejante frecuencia la fulminaría con un rayo...

Sin embargo le sorprendió más la hipocresía de Sandasola que, a pesar de haber estado también enjaulada, pedía un trato  para el otro prisionero totalmente diferente.

- ¿Vaek? Quien es ese Vaek.

Mientras Leiath rezó a la diosa, el enano se mantuvo alerta junto a la bruja para protegerla de cualquier posible amenaza. Todavía no sabía por qué, pero el viejo sentía una creciente simpatía por la joven que siempre se mostraba dispuesta a ayudar a los demás sin pedir nada a cambio.

-Bajo tierra siempre se está mejor--sentenció sonriendo a Onfale, dejando así entrever los cuatro dientes desgastados que le quedaban en la boca.

 Nikeras asentía.

 - De momento me parece bien, podemos ir juntos hasta Illvin. Ya que es un destino común.- Dice mesándose la barba. Cuando de repente añadió.- Ahora que parece ser que ya no somos unos completos desconocidos, y esperando que desechara la idea de que somos unos bandidos, ¿podría responderme a la pregunta que os hice antes? A parte de vos y el fallecido gnoll, ¿os acompañaba alguien más en la torre?

No muestra ni símbolos sagrados a su cuello, ni ningún signo de nobleza. Claro que Victor Watcher tampoco los presentaba. Por un momento, a Leiath se le pasa por la cabeza desnudar al anciano para buscar tatuajes... Una idea peregrina que al final no lleva a cabo.

Por fin el viejo recibe su cura, y su primera reacción al despertar es retroceder sobre su trasero hasta la pared de la celda. Está abrumado por la presencia de todos estos desconocidos. Luego sondea sus caras de expectativas. Buscan respuestas.

Creo que comprendo... Eeeeeehm... Mi nombre es Yavé Kenkobek. Como otros grandes magos de mi generación...-mantiene una pausa, para resaltar su importancia; la única pausa que hace antes de hablar... y hablar... y hablar...-yo también aspiro a guiar a los pueblos mesiánicamente y escribir una página de las crónicas en la memoria colectiva. Viajé a Dorvinia con el propósito de frenar un oscuro vaticinio: los seres humanos se extinguirán en el Valle del Gries. No quedará hombre o mujer vivos en toda la región.

De momento mis adivinaciones no me han permitido definir cual es la amenaza que llevará a semejante situación crítica... Mis planes pasan por restaurar esta torre y reunir a los últimos supervivientes...

¿Vaek? Oh, sí... Vaek. Maldito canalla. Derinlus Vaek es un antiguo discípulo mío. Un tipo talentoso... pero demasiado impaciente en el progreso de la magia. Vaek no pinta nada aquí. Me siguió para robar mi libro de magia. Quería mis conjuros, aquellos demasiado poderosos como para compartir con un hombre poco íntegro como mi ex-discípulo.

Recuerdo que en una ocasión... deben de haber transcurrido veinte... o veintidós años desde aquella... Estaba yo dando clases a Vaek sobre alquimia. De pronto le dió un arrebato y tiró una probeta al suelo, derramando la esencia de grasa de lemur por el suelo del laboratorio. Descarado... Me dijo que la alquimia no le importaba un rábano. Solo que no dijo un rábano, sino una palabrota mucho más fuerte. Dijo que él solo quería aprender más hechizos.

Vaek, oh... maldito traidor... Debí haberte calado de aquella.

Él y su gnoll me... bueno, me derrotaron. Eran dos contra uno. En un combate individual jamás me habría vencido y... ehm... ¿por dónde iba? Ah, sí... Me metieron en esta celda y se quedaron con mi libro. ¡Necesito mi libro! ¡No podré vencer al destino del valle si no cuento con mi libro!

Vosotros sabéis a lo que me refiero, ¿no? Si habéis venido a esta torre en ruinas dejada de la mano de los dioses es porque huíais de un peligro. Ya está pasando. Como pronostiqué, ya está pasando: el fin de los humanos en el valle del Gries. ¿Cual es la naturaleza de ese mal? ¿Son Baatezu? ¿Tanar'ri, quizás? ¿Una plaga? Oh, es un liche... ¿verdad? Los peores siempre son los liches.

Un conocido mío se volvió liche. Fue hace años... formé equipo con un bárbaro y una barda. Con mucho esfuerzo y sufrimiento logramos robarle su filatelia y acabar con el no-muerto y su ejército de... bueno, de no-muertos. De aquella tenía siete lustros menos a las espaldas, pero si se trata de un liche, volveré a arremangarme la túnica como en los viejos tiempos y...

...y sigue... y sigue... y sigue hablando.

Sí que os respondí, Nikeras. Preguntaste si había más peligros acechando en esta torre y yo os dije que no... Uhm... espera. ¿Te refieres al prisionero? ¿Pero cómo sabías del prisionero...? Oh, es igual. Mientras esté en su celda no supone ninguna amenaza para nadie. Tranquilos...

Mejor dicho... Traedlo a mis aposentos. Quiero decir a esa habitación destartalada del tercer piso. Subiendo, la puerta de la izquierda. El prisionero está en el sótano del edificio. No os costará encontrarle. Ya es hora de que le interrogue y obtenga respuestas.

Dándose importancia, Derinlus se echa la capa al hombro izquierdo y sube las escaleras señorialmente.

 Vaya tipejo, no es sorprendente que busque guardaespaldas el muy engreído.

 A pesar de la actitud del tal Vaek, parece ser que las cosas no van tan mal como podrían. Mirando a sus compañeros, asiente todo añadiendo un:

 - Vayamos, de paso con la luz de fuera podremos examinar mejor esa herida Fosco.

Una vez en el piso de la planta baja. Onfalen, Peersan, Víctor y la pequeña, ven como la expedición que había subido por las escaleras regresa un poco renqueante, con Zicko bañado en sangre, con toda la barda embadurnada de ella y Fosco tapándose una herida en un costado. A rastras van tirando de un cuerpo voluminoso cubierto por la descolorida capa del montaraz. Quien lo cubriera para que no resultara tan visible par ala niña.

 - Traemos nuevas... inesperadas.- Dice Nikeras mientras arrastra el cuerpo hacia fuera, con su voz grave.

 Una vez el cuerpo queda a un lado de la torre, fuera de la vista de la niña regresa sacudiéndose las manos. En tono confidencial, sin armar mucho revuelo comenta.

 - Noticias nuevas. Nos hemos topado con un inquilino en el piso de arriba, dice ser un mago, un tal Derinlus Vaek y su hechizado guardaespaldas.- Dice señalando vagamente hacia el cuerpo que han sacado fuera.- Ha dicho que va en dirección a Vor Ziyden y de ahí a su casa en Illvin. Quiere contratar nuestros servicios como guardaespaldas. Ha comentado que en el sótano hay un prisionero suyo... con lo cual supongo que deberíamos ir rápido a avisar al resto... por lo que pudiera ser. Antes de subir ya veremos que terminamos por hacer.

 Sin turbarse más acaricia a Zicko y le susurra un cariñoso "sentado" y sin más se dirige a las escaleras que bajan.