Partida Rol por web

El fortísimo topetazo de la mano arcana empuja a un tambaleante Babras peligrosamente por las murallas. Sin embargo, el aguerrido y encolerizado enano parece ahora un furioso animal empeñado en acabar con su presa a toda costa. Si en algún momento el experimentado luchador ha llegado a mostrar dudas (de hecho, hubo un ligero atisbo, sobre todo tras la petición de la bruja de Hala), la amenaza de muerte que acaba de lanzar el noble termina por empujarlo al abismo.

Con fuerzas renovadas por el miedo, el guerrero trata de trabar las piernas del mago para dejarlo a su merced y darle el golpe definitivo. 

-Por Hala, parad este sin sentido! Qué quereis, facilitarle el trabajo a los lobos?!

Leiath hablaba tanto para sus compañeros como para el que, hasta ahora, le había parecido el cabal Consejero. Pero todo se había desmadrado, y por culpa de ese odioso mago.

Corrió hasta Babras intentando pararle y a la vez protegerle de los ataques de los guardias. Cuando estuvo a su lado le dijo: Maese Babras, parad el ataque, yo lanzaré un hechizo para protegeros, pero no podeis atacar o lo perdereis. Dicho esto rezó a su diosa para proteger a su querido amigo.

Fosco con los ojos como platos miraba la escena. Onfale le pedía entregar un recado a Hodvic y su cuerpo le pedía mandarle uno al mago. El desempate fueron los dos licántropos que tenía en frente. Soltó la cuerda de Chucrut Cuídamelo, ahora vengo. Y fue presto a colocarse detrás del consejero enano. Para ello dio una vuelta y no hacía falta ser muy ducho para saber que nadie le iba a prestar la más mínima atención. Con dos licántropos recién entrados, una pelea épica entre mago y enano y además un truco circense por parte de Onfale... aún así Fosco se esmeró en acercarse con el más mínimo cuidado sin que nadie pudiese oírle. *Se colocó detrás del consejero, sacó su daga. Agarró con fuerza las barbas de enano y le puso la daga en su gordo cuello, apretó con fuerza el cuello y el mediano no era como Onfale, apretó lo suficiente para que insitintavemente el enano tuviese que ir hacia atrás topándose con el cuerpo del mediano. No pienso morir por una pelea entre un enano y un mago. Manda a tus hombres a por los licántropos o me bañaré en tu sangre... ¡Que el mago aprenda a luchar solito! le susurró a su oído.

A pesar de sus ganas por responder el ataque del cabrón que le había herido, lo cierto era que solucionar el tema de los licántropos era mas importante. 

Dejaremos lo nuestro para luego- les dijo a los soldados- debemos acabar con las bestias que están entrando en el lugar- bajo ligeramente su arma, dando a entender que no les atacaría. Solo esperaba que ellos hicieran lo propio. 

Cruzando las dagas en frente de mi rostro me quedo en guardia esperando la reacción de los guardias ante las palabras de Azaron. 

Con un poco de suerte entrarán en razón y nos centraremos en el verdadero enemigo aquí.

La maga corrió para ponerse a salvo detrás del carro, una vez se encontrara en una posición reguardada de los ataques de los licántropos, ya pensaría que haría. Seguramente atacar a los licántropos.

Algo en el interior de Flame decía que aquel día llegaría, si hubiera acabado con él cuando debía, nada de todo aquello hubiese pasado. Sabía que Ulmo, Babras o como se llamase aquel apestoso enano, suponía una gran amenaza para el grupo. Y ahora comprobaría en sus propias carnes las consecuencias de sus alocadas acciones.

Había que detener al enano, ese era el primer objetivo, mientras el mago estuviese en peligro no podría sujetar la puerta, y la puerta era vital para que más licántropos no entrasen en la seguridad de las murallas. Ya habían entrado dos, y sabía que el resto de sus compañeros lograrían interceptarles, pero lo que no tenía tan claro es, si tendrían la sangre fría como para interceptar a Ulmo.

Flame miró a Leiath, después a Alice y por último a Onfale, las dos mujeres y media eran las que parecían más sensatas de aquel grupo, miró su comportamiento, lo que parecía que iban a hacer y después suspiró hondo. Quizá, con aquel acto que pensaba hacer, se pondría en contra de todos, incluidos ellas dos y el perfumista.

Luego lo pensó mejor, realmente no lo tenía tan claro, y aún tenía ciertas dudas sobre qué hacer o qué no hacer. Pero entonces vio a Onfale amenazar con matar al otro enano, el mismo que había dado las órdenes de acabar con Babras, y una vez más dudó sobre qué hacer. Y entonces tras ver como Babras caía al suelo y como todo parecía tan confuso, decidió acercarse al mago, Leiath parecía haber protegido al enano, así que ya no había más posibilidades contra él. Así que, ante la posibilidad de que más dudas le surgieran, salió corriendo en dirección al mago para protegerlo de futuros ataques de cualquiera de los presentes.

Él era el protector de la muralla y ella sería su guardaespaldas.

La triquiñuela de Onfale funciona. Y ha elegido las palabras correctas, ya que el propio Hodvic no ve a su doble por culpa del carro, ni sabe que el viejo al que se refiere el eunuco tiene su mismo aspecto. Uno de los guardias duda, porque tiene ángulo para ver a la ilusión y al verdadero consejero, pero no puede decir cual de ellos es el verdadero, así que tiene que enfrentarse igualmente a los lobos.

Bajo la atenta mirada de Alice, que arrastra a Trompicón tras el carro para alejarlo del peligro y mantenerlo tranquilo, uno de los lobos avanza hasta Xyrkjirk y desgarra sin compasión la valiosa cuerda de seda de Onfale liberando a su camarada.

¡Sí! Bzzzzt...-exclama poniéndose en pie de un saltito-¡Al fin soy libre! ¡Temblad, inferiores monos con ropa, ante el poder del gran Xyrrrrrkjiiiiiiirk! ¡Muahahahahaha!

El Barón Fortich y tres lanceros tratan de matar a Xyrkjirk antes de que complete su transformación, pero es inútil. Ya es demasiado tarde. La cría de kóbold empieza a convertirse en una bolita peluda y aulla a la luna. Otros tres lanceros tratan de evitar sin éxito la entrada de más licántropos. Por su parte, el Barón Septow se acerca a uno de los cadáveres calcinados de los guardias y recoge una lanza para poder unirse al combate... o por pura supervivencia.

Otro lobo ataca a Watcher, rasgándole su cara ropa de noble con las afiladas garras. Watcher trata de defenderse, y en su ayuda también va la Capitana Vanator y cuatro de los lanceros, pero solo uno de ellos demuestra la pericia suficiente como para rasgar el muslo del híbrido.

Leiath sube las escaleras de la torre más cercana y corre a la par que Flame en dirección a Babras y el mago. Derinlus cae, y desde el suelo lanza una segunda hornada de proyectiles mágicos traiditos desde las mismísimas llamas del infierno, mientras la mano gigante sigue emperrada en empujar al enano, cada vez más cerca de caer.

No...-susurra el consejero cuando ve a Derinlus caer-¡NO HAY ESPERANZA! ¡TENEMOS QUE EVACUAR LECHBERG! ¡AL TÚNEL! ¡AGUANTAD, GUARDIAS! ¡POR LAS VIDAS DE VUESTRAS FAMILIAS, AGUANTAD!

Fosco, pegado a la pared de una casa, ve al consejero huir delante de sus narices. Uno de los guardias que escoltaba al enano se topa de narices con el pequeño granuja, lo que le impide avanzar.

¿Pero qué diantres estás haciendo?-inquiere el guardia a Fosco.

En cuanto al resto de la gente, Eva y Das Vracken se refugian en el carromato gitano, y el resto de los pueblerinos gritan y se agolpan en las esquinas aterrados por la situación.

Las palabras de Leiath eran un auténtico bálsamo para Babras, una dulce nana que lo impelía a detener inmediatamente la ofensiva. Sin embargo, el nuevo topetazo de la mano arcana, obstinada en arrojarlo muralla abajo, y los pérfidos proyectiles mágicos del mago derribado lo devolvieron a la triste realidad. Era un fracaso de persona, siempre lo había sido. Pocas cosas cambian en la vida...

Su destino parecía escrito con letras oscuras, pero antes de que llegara el momento cumpliría un último objetivo: acabar con aquel perro maloliente. Recomponiéndose tras la embestida, el guerrero enano lanzó un terrible cadenazo sobre la cabeza del arcanista. El impacto fue tan brutal que partes de su maltrecho cerebro saltaron sobre Flame y varios de los guardias que había abajo. 

El plan de Leiath de parar el desastroso encuentro entre Babras y aquel pútrido mago había acabado mal. Ahora no había sito para más intentos diplomáticos.

En vez de proteger al enano guerrero de los ataques de un muerto, decidió enfocar su plegaria a curarlo, así podrían contar con su fuerte brazo para luchar contra los lobos.

Klasius, no te separes de mi- le dijo al mediano mientras comienza a ir hacia donde se encontraban los licántropos. Estaba claro que tendrían que luchar contra aquellos seres si o si. 

Con las piernas temblorosas Onfale vio que su treta surtía efecto entre los soldados lo cual no hacía más que reafirmar su opinión de que eran unos paletos. Mientras se concentraba en la manipulación del éter pudo ver como el enano Babras se había vuelto medio loco y acosaba a golpes a aquel poderoso mago. Pro todos era sabido que la soberbia de los practicantes de la magia era, en general, desorbitada. Muchos se consideraban más poderosos de lo que eran y, en este caso, le había llevado a su fin. Cuando vio caer a Vaek no pudo reprimir una sonrisa maléfica de satisfacción.

¡Maldito enano!- Pensó con admiración de Babras. Ya le había sorprendido trepando por la muralla para ahora acabar con quien ni en sus sueños hubiera imaginado osar enfrentarse. ¿Sería capaz, dentro de su locura, de acabar con la gitana embarazada? Pero los gritos de Chucrut le hicieron fijarse en que ese endemoniado diablillo se les había escapado. 

Mi cuerda de seda...- Si hubiera tenido tiempo para llorar hubiera derramado una lágrima por ella, pero no lo había. Tampoco podía vengarla pues perdería la concentración en el conjuro y entonces puede que la situación empeorase. Deseó con todas sus fuerzas que Fortich y los guardias lograran empalar su asqueroso cuerpo en una de esas lanzas.

¿Dónde te has metido Fosco?

Vio que tenía cerca a Alice. Su poderosa magia bien podría ayudar a controlar a los licántropos que habían conseguido superar las puertas. Él tenía que moverse, subir a la muralla para tener la ventaja de una posición elevada. Desde allí tendría una buena vista y calma para apuntar con precisión. Se acercó a la muralla haciendo como que arrastraba al Consejero con él.

El enano iba a conseguir que masacraran una ciudad entera. Si el mago moría nadie podría cerrar la puerta y si el mago no moría eso implicaba que el enano moría, una situación difícil. Ellos solos no podían controlar a toda la horda de licántropos. Pero había una salida, un túnel, la maga miro hacia donde se dirigía Derinlus, si la situación se ponía peor esa sería su única posibilidad de sobrevivir. ¿Pero la situación podría empeorar más?

Alice se disponía a correr detrás de Derinlus, cuando vio al pequeño Xyrkjirk fanfarroneando de su poder. Era un momento idóneo para matar a un licántropo y “vengarse” de la pequeña criatura que no le había hecho nada, solo la había molestado con su presencia. Pero eso  bastaba para endósale un rayo de fuego. La maga hurgo en su bolsa de componentes saco polvo de color rojo y chasqueo los dedos en dirección a la bola de pelo con garras mientras pronunciaba varias palabras mágicas. El rayo chisporroteo en el aire frio dirigiéndose hacia las espaldas de Xyrkjirk.

Fosco al ver que el enano se replegaba sacó su arco y apuntó a uno de los lobos*. Pues lo que deberías hacer tú. Atacar a esos lobos. dice dejando escapar una flecha a uno de los lobos.

- Hay que avanzar o entrarán esas bestias.

Respondo a la actitud conservadora de Azaron. Parecía que los guardias se habían dado cuenta de cuales eran las prioridades, así que me arriesgué a ponerme a su lado y a lanzar una de las dagas que impactó en un de los licántropos que habían entrado en primer lugar.

En el momento en que el mago murió, los dientes de Flame comenzaron a chirriar, frotó sus manos sobre los restos del cerebro del mago y se los quitó. Aquello era aún más repugnante que el jodido enano. La furia contenida de Flame le hizo agarrar con gran fuerza a su querido Ayash. No podía creerse lo que había sucedido, los malos modos de Babras le habían condenado a todos. Ahora la ciudad entera estaba en peligro y o ayudaban a cerrar la puerta, o no habría forma de salir con vida de allí.

Afortunadamente Flame aún tenía un as en la manga, y sabía que o aquellos licántropos eran muy inteligentes, o quizá a ella jamás se la comiesen, pues desde que había aprendido a andar por las paredes, sabía que no tendría por qué preocuparse. Pero tras tantos días con aquel grupo, había guardado algo de cariño para algunos, y mucho odio para otros, así que decidió ayudarles. Acabar con Babras y calmar así su ira no la llevaría a ninguna parte, así que lo más inteligente sería girarse sobre sí misma y descargar su poderoso aliento ácido sobre los dos licántropos que estaban ahí al lado.
 

Al ver la muerte de Derinlus Vaek, algunos recuerdan amargamente las palabras de Olisk en la torre Stabcrow...

"Aquí mi amigo el Bebefloreros es un cabronías de mucho cuidao. Asesino y violador de la peor calaña. Un desalmao sin patata en el pecho..." Bueh, puede que yo no usase esas palabras esactas en aquella torre, pero más o menos. Ahora us jodéis por iros de fiestuki con Babras en vez de con el buenazo del menda. ¡No era a mí a quien teníais que haber matao, meapilas!

El guardia pasa de Fosco y apura el paso para alcanzar al consejero. Alice volatiliza con su rayo abrasador al legendario Chucrut del que hablan los cantares. Parece que los mercenarios están aprovechando el caos para saldar cuentas pendientes con todos los que les caían gordos.

Uno de los lanceros hace bien su trabajo, y atraviesa el pecho de uno de los licántropos. No hay inmunidades que valgan, no hace falta plata cuando atraviesas el corazón de un monstruo. Además, el aliento ácido de Flame y la daga de Klasius ya le habían debilitado.

Sin sus dos rivales más próximos, el Barón Fortich corre con su hacha en ayuda de la Capitana Vanator. La Capitana rasga con precisión el costado del licántropo con el que está enzarzada. Roko Fortich termina el trabajo decapitando al híbrido. No hay inmunidades que valgan, no hace falta pla... pero eso ya lo he dicho.

En lo alto del puente sobre el portón, la mano mágica gigante sigue empujando sin contemplaciones al enano. Es solo que ahora, sin nadie para dirigirla, no tiene la maldad de tratar de tirar a alguien desde la muralla abajo. Deben de quedar unos treinta monstruos peludos fuera de las murallas. De vez en cuando, se ve a alguno asomar la cabeza por encima de la empalizada, intentando trepar. También se les ve desde el portón abierto, aproximándose para cruzar el umbral. En el suelo yace la viga partida en dos que cerraba las dos hojas del portón y que reventó poco antes de la llegada de los refugiados cuando los licántropos empujaron en tropel. Así que sin viga, habría que cerrar la puerta y mantenerla así empujando tanto o más que el enemigo invasor.

Y en el medio del patio, frente a las puertas abiertas en la que los licántropos y los guardias luchaban, un breve destello teleportó hasta allí a tres viajeros peculiares.

¡Suelta a la niña!

Nikeras apareció en una ciudad con murallas de madera, al pie de las montañas. La zona estaba plagada de cadáveres de kóbolds y seres humanos ataviados con camisotes de malla y sobrevestas. Ante él, su némesis demoniaca soltaba el cuerpo de Lovina Watcher, que caía sobre la tierra, para poder así atacar con ambas garras.

¡¡¡Este no es el dónde ni el cuándo al que tenía que llevar a la cría!!! ¡TÚ! ¡MALNACIDO! ¡NADIE TE HABÍA INVITADO A VENIR! ¡¿TIENES IDEA DE LAS CONSECUENCIAS DE TU ACTO?! ¡HAS TRASTOCADO LOS MISMÍSIMOS HILOS QUE TEJEN EL ESPACIO Y EL TIEMPO! ¡HAS ADULTERADO LA HISTORIA DE RAVENLOFT, LO QUE DEBE DE SER Y SERÁ, LOS DESIGNIOS DE LAS BRUMAS!

Accidentalmente se rasga el dorso de su propia mano, pero a pesar de ello golpea duramente la barbilla del druida.

¡LOV!-el padre de Lovina corre preocupado hacia su hija.

Con el camino despejado, Viktor Das Vracken agita las riendas del carromato gitano y se va por una calle opuesta a la del Consejero. El Barón Septow alza la lanza, llamando al medio centenar de mujeres que se agolpan en el área sur del patio y dando instrucciones a los sesenta campesinos que hay en el área norte.

¡MUJERES DE VOR ZIYDEN, POR AQUÍ, EL CONSEJERO SABE DE UNA VÍA DE ESCAPE! ¡Vosotros, muchachos, empezad a llamar a las puertas de las casas! ¡Avisad a todos cuantos podáis para evacuar Lechberg!

 Nikeras, con ambas manos aferranado el asta de fresno de su lanza, y amenazando con su punta al diablo, rugió.

- Ahora aléjate de ella, miserable. Lárgatae, lárgate para ir en pos de tus amos. Y que tu error te lo paguen con tu muerte. Esa es la única forma de que termines con tus maldades.

 Si no fuera por la urgencia de la situación, el druida habría quedado sumido en el caos en mitad de esa batalla, con hombres, mujeres y bestias gritando y aullando. El fuego bailaba y bañaba de naranja toda la escena, unos aullidos hicieron que algo en el interior del empapado de agua marina de Nikeras, temblara de miedo. Pero no era el momento de dejarse dominara por ese. Tenía un deber que cumplir...