Partida Rol por web

Haber dejado El Miseria era lo mejor que le había pasado a Flame durante meses. Estaba orgullosa de como había salido de aquella situación, sin duda, como siempre había dicho su padre, "para hacer algo bien debía hacerlo una misma" y eso es lo que hizo en el Miseria: actuar por su cuenta y no mirar a su alrededor. Así es como salió con vida de allí.

Se quedó con ganas de haberse quitado de en medio a ese apestoso gnomo, pero cuando la magia de la región le había entregado aquel invaciable odre, la relación entre ellos había cambiado. No porque se llevasen mejor o peor, sino que ahora, el gnomo cuyo nombre, a pesar de tantos meses juntos, le seguía parenciendo impronunciable, había resultado serle imprescindible.

Y como era típico en él, cuando más lo necesitaba, había desaparecido. Como siempre nunca estaba cuando era menester y para colmo se había quedado sola entre tantas brumas.

Flame estaba equivocada, haber dejado el Miseria era todo lo contrario a lo mejor que le hubiera pasado durante meses. Ahora estaba a punto de morir, las costillas se le notaban bajo su ataviado ropaje, los pechos se habían quedado secos como dos uvas pasas e incluso Ayash no estaba del mismo humor de siempre. El hambre y la sed estaba haciendo mella en ellos. Y como siguieran así, al menos Flame, no lo contaría.

Flame junto a Ayash, su más fiel e inseparable compañero, siguieron andando con la esperanza de dar con algún sitio entre las opacas brumas que le sirviese de posada, o al menos para dar algo de descanso a sus mágicas botas.

Haber salido del Miseria había sido un error, un grave error y más cuando aquel salvaje, misterioso, oscuro y enorme ser se estampó contra Flame, haciendo que, una vez más, acabase tirada en el suelo gravemente herida.

- Llevo días sin comer...pero no voy a rendirme aquí.-Contestó al tal Nikeras. No era el momento para instruir al  desvalido hombre sobre las técnicas ancestrales de la meditación.- Juntos tendremos más posibilidades de salir de aquí. Si encontráramos un arroyo...- Onfale no se había visto en una como ésta. Su sitio estaba en la ciudad, entre las comodidades de unos cojines bien acolchados. Pero tampoco era tonto, y algo tenían que hacer.El mediano repetía lo mismo que había dicho él y , aunque tenía alguna esperanza en los animales, también se desmoralizaba pensando en que  no les habían servido de mucho a sus dueños.- Al menos podríamos beber. Un cuerpo deshidratado no aguanta mucho. Y después seguir el curso del arroyo. ¿Qué piensan?- Aguantar sin comer no era lo que le preocupaba al mago, pues en las largas sesiones de meditación, solía ayunar,pero la falta de agua estaba acabando con él. Tenía el pelo sucio y reseco, y los labios agrietados. Hurgó entre sus pertenencias para sacar una pequeña cajita que contenía una especie de mateca espesa.  Untó el índice y lo pasó por sus carnosos labios que pedían a gritos algo de hidratación. El olor a perro le hizo fruncir el ceño.

Si al menos fuera estofado

 El canoso hombre asintió cabizbajo al mediano que montaba al mastín.

 Al parecer no soy el único que lo está pasando mal por este bosque... tal vez fuera justificado el usar mis poderes para poder dar sustento a estos forasteros y a los canes. No estaría bien dejarlos por aquí... no pudiendo hacer algo.

La cara de Fosco parecía bien cansada, la idea de beber algo le reconfortaba. Mierda, pues claro! Un río... Deberíamos guiarnos por nuestros oídos, aunque Raudo Fosco puso las manos alrededor de su oreja, aunque no parecía escuchar nada interesante. El cansancio hacía mella en sus habilidades. Fosco miró al humano que parecía bastante mayor, tenía un perro y unas pintas que sólo alguien de los bosques podría tener. Usted, humano! ¿A caso no ha recorrido con anterioridad estos bosques? Díganos que le sería fácil encontrar ese río que habla... Onfale... Cuando se dio la vuelta vio al extraño humano rebuscar entre sus pertenencias, por un segundo Fosco pensó que sacaría un odre o algo por el estilo, pero al verle sacar algo amarillento se extraño. ¿Qué diablos te pasas por los labios? ¿Acaso no acordamos que no teníamos comida? ¿Es alguna crema de cacahuete o de almendra? Igual Rufus podría buscar con ese olor o ese otro perro... Incluso también podría comérmela toda y saciar mi hambre. Escuchó a Nikeras hablar y su voz le reconfortaba, parecía que sus dos nuevos acompañantes serían mucho más útil que él. Si le sacaban de esta le invitaría una buena jarra de hidromiel.

  El barbudo hombre miró al mediano al que saludó con un gesto y su voz grave.

 - Saludos Fosco Verveeeeeh.- Luego se acercó para acariciar al mastín.- Y a tí, Rufus.

 A pesar del hambre que hacía resonar su estómago no parecía especialmente cansado, apoyado en la corta lanza. Se enderezó.

 - Pues con eso tenéis razón. Si vamos juntos, seremos más ojos que puedan ver, más oídos atentos y más narices olisqueando. Sugiero ir juntos.- Dice mirando con curiosidad el gesto del pisaverde untándose el potingue ese en los labios. Al quien le ofreció una mano para ayudarlo a levantarse.

 - Yo tengo práctica en moverme por los bosques, y normalmente no paso hambre, pero con esta maldita niebla no veo a más de cinco palmos de distancia con lo que no puedo sondear el terreno adecuadamente, si los tres nos dedicáramos a buscar... tal vez pudiéramos encontrar algo.

Tras arrollar a la mujer rubia, Alice desmonta para verificar el estado de su víctima. Los ojos de Flame están cerrados, y su cara revela el deterioro por el hambre. Aún así respira, y eso significa que está viva... de momento. La paciente necesita comer, y atención médica para las heridas de cascos marcadas en su cuerpo.

Por otro lado, Alice tiene otras necesidades en este momento. Ganó distancia con el monstruo, pero puede darles alcance en cualquier momento. No pueden quedarse aquí si quieren sobrevivir. La pelirroja hace un intento de levantar a Flame. Comprueba que puede arrastrarla y que puede incorporarla, a pesar de la pesada coraza que viste, pero para subirla al caballo con sus delgados bracitos, Alice tendría que levantarla por encima de su cabeza. Un conjuro de agrandar persona vendría de fábula para esa tarea.

Lo que tiene el no entender, el no ser conocedor o sabio, como lo llamaban en otras aldeas. Semanas cabalgando en ese estúpido jamelgo totalmente en solitario y en el peor momento, cuando el ahora descuartizado animal yace en el suelo nos topamos con tres personas más, y al parecer no vienen juntas… Al final es cierto que las ratas huelen la sangre a kilómetros.

La caída no ha sido muy aparatosa, al menos, para mi persona. Al ver la escena me incorporo dolorido, quizás haya hecho una valoración precipitada de los daños sufridos… Aunque apreció una venda alrededor de su costado, sin duda lo habían curado.

Al ver a Klasius daga en mano, desenvaino mis espadas y lo miro con atención para decir en voz alta:

Poco habéis tardado en darle utilidad al caballo, como bien sabéis es de nuestra propiedad.- esto último mirando a los alterados extraños.

Vaya, al parecer el ambiente se iba poniendo más y más tenso. !Todos necesitaban una buena cerveza enana para relajarse! Pero a falta de una posada cercana tendría que intentar de nuevo aplicar su enseñanzas. Se giró hacia su interlocutor :

- Lo siento, no era mi intención parecer una bulgar ladrona. anto vos como vuestro compañero estabais en mal estado y crei oportuno aprobechar el jamelgo antes que viniese otro predador y tuviesemos que dejarselo a él. Me quedaré con una ración para este peculiar enano otra para mi compañero y otra para mí, si no os es mucha molestia. El resto es todo vuestro.

Le ofrece 9 raciones de dicho caballo al semi elfo.

 Siguiendo las indicaciones de Nikeras, con Onfale a un lado suyo, a unos cinco pies, y con Fosco al otro lado, también a cinco pies... y los canes dando vueltas por ahí, el grupo avanza peinando la zona, sin prisa pero sin pausa, describiendo lo que ven y modificando el curso de su avance a través de la brumosa niebla hasta que logran dar con un menguado afluente... poco más que un hilo de agua que corre por entre matas de hierba y árboles retorcidos. 

 La sed hace que los improvisados compañeros se abalancen sobre esta para saciar su angustiosa sed, tragar y refrescarse y llenar los odres mientras los canes lamen el agua que hay más abajo. Con este primer desahogo deciden seguir el curso del hilo de agua teniendo la esperanza de que este termine por unirse a otro afluente y que, poco a poco, este les lleve a un río y allí poder encontrar algún rastro de civilización que les pueda dar orientación. Pero claro... este también podría terminar en una grieta y desaparecer de la superficie para no regresar.

 En cualquier caso, el camino trazado por el menguado corriente de agua guía al grupo hasta unas zarzamoras de las que pueden sacar unas bayas, también dan con unas setas que Nikeras reconoce como comestibles. Finalmente el trino de un pajarillo, entre las ramas de un árbol cercano al río, les conduce hasta unos huevos que rápidamente engullen. No es gran cosa... en realidad es muy poco, pero es mucho mejor que nada.

 Relamiéndose los dedos pringados con la última mora, el barbudo hombre les comenta.

 - Con esta niebla no podemos hacer gran cosa. Pero tal vez, si seguimos este corriente de agua, nos lleve a algo interesante. Menos es nada.

 El hombre se recostó contra un árbol, el grupo estaba cansado, para encontrar esas escasas provisiones habían tardado horas de lento y penoso avance a través de la angustiosa niebla, y eso, unido al cansancio por el hambre y la fatiga de la falta de sueño de algunos, hacía que el grupo estuviera agotado.

- Deberíamos descansar... en cualquier caso, yo lo haré. Necesito tomarme una pausa. Esta perenne niebla me desorienta y altera mi ritmo de sueño... propongo un alto en el camino antes de proseguir.

Un pájarillo muerto en el suelo panza arriba. Viejo y flaco, no se sabe si murió de hambre o porque le había llegado la hora. Los dos humanos, los dos perros y el mediano forman un círculo al rededor del hallazgo. Los perros están nerviosos. Salivan con la lengua afuera mientras titubean con las patas dispuesto a saltar sobre el desayuno, ¿o es la hora de la cena?

Rufus, el perro sobre el que normalmente cabalga Fosco, no puede contenerse más. Salta en dirección al pájaro para cogerlo con las mandíbulas.

Cuando todo parecía perdido para el mediano, Nikeras con su impetu y su energía animó a seguir la marcha. Fosco al ver a Nikeras tan decidido decide seguir su avance con cierta desgana. Al encontrar el lecho del río Fosco sale corriendo y zambulle la cara en el agua.
AAAAAaaah que fresquita. Bebe hasta que su sed está calmada y llena su odre para después, más allá Rufus también parece beber. Muy buena intuición Nikeras, he de reconocerlo cuando Fosco creía que la cosa no podía ir a mejor. Nikeras encontró bayas, setas y huevos. No era suficiente, pero sin duda Nikeras se estaba ganando al mediano Nikeras, amigo mío sigue por este camino y mi amistad será duradera. El sumum de las buenas maneras de vida llegó con la propuesta de echarse un rato a recuperar la forma. Fosco no podía evitarlo y simplemente se rindió ante la buena vida del humano.
Oh... Sin duda, este mediano no puede pedir más. Antes de conocerle, buen señor, tenía hambre, sed y sueño. Ahora esta niebla no me parece tan peligrosa con su compañía cerca. Después de esta demostración de increíbles dotes en campo abierto, Fosco se giró y miró a Onfale, esperando que este sorprendiera de igual manera al mediano. Esperando que hiciese desaparecer la niebla o hiciese aparecer una cama. Algo digno de alabanza. Fosco se sentó y se tumbó, esperando que Onfale hiciese cualquier cosa. Nikeras había dejado el pabellón muy alto... Y bien...? Dijo a Onfale

Al ver el pajarito y ver las intenciones de Rufus, Fosco no se lo piensa dos veces y más rápido que un rayo recoge el pajarito e insta a Rufus a estarse quieto. Le da el pajarito a Nikeras Toma guárdalo con lo demás

El mediano parlanchín, con su alegre y vivaracha vocecilla,  le perforaba los oidos. ¿Crema de cacahuete? Eso debía ser lo que tenía él en el cerebro...Onfale se limitó a ignorar los comentarios sin sentido. El mago aceptó la mano del hombre para levantarse. Su tacto era rudo y áspero. No estaba mal. Ahora sus manos estarían impregnadas del olor del otro. Se llevó la suya disimuladamente a la nariz y aspiró hondo, conteniendo unos segundos la respiración.  Trazas de sudor, hierba mojada, tierra,pelo de perro,  madera, es lo que percibía del nuevo compañero. Quizás sí le sirviera de algo después de todo.

Bajo las órdenes de Nikeras, Onfale se sintió mucho mejor, como en casa se podría decir. Hizo todo lo que le decía el supuestamente experto explorador hasta que dieron con un pequeño hilo de agua. Onfale se lanzó primero a llenar el vacío odre y a beber agua a sorbitos. ¡Qué dulzor! Parecía miel en vez de simple agua. Siguiendo su camino llegaron a un zarzal. A medida que comía moras Nikeras le parecía más y más maravilloso.Después setas y un huevo, ¿qué más podía encontrar ese hombre?. Onfale estaba arrepentido de haber errado con su primera impresión por lo que, a su manera, trató de disculparse.

- Gracias. Yo haré el primer turno de guardia si queréis. Me encuentro bastante bien. - Su pequeño estómago se había llenado y la sed que lo atormentaba estaba saciada. El mediano tenía mucho peor aspecto desde luego, y eso que Onfale estaba casi en los huesos. Por lo menos duermiendo no abriría la boca. ¿Cómo alguien tan pequeño podría tener la boca tan grande? Hurgó de nuevo entre sus cosas para sacar un espejito y algo de bistre con el que perfilarse los ojos. Mientras se hacía la raya, negra como el carbón, el pequeñín le incomodó clavando en él su mirada e incluso dirigiéndole la palabra.

Y bien...?

- ¿Y bien qué?- Onfale miró despectivamente a Fosco. Volvió a mirar en el espejo, dándole la espalda, se retiró el pelo de la nuca, dejando ver un elaborado tatuaje con forma de flor de 8 pétalos, un chakra.- Lo único que podría hacer ahora mismo es procurar que olieras un poco mejor.

El jadeo de los perros llamó su  atención . Fue a ver qué ocurría y entonces vio al pajarillo muerto. Sin embargo, no pudo reaccionar a tiempo.

- Controla a tu perro, mediano. -Alcanzó a decir.

Alice empezó a desabrochar las cinchas de la coraza de la mujer que se encontraba tendida en el suelo, Si la coraza me será más fácil subirla al caballo. Las manos inexpertas de las maga buscaban los cierres de la armadura, solo había visto armaduras en los libros,. Venga más rápido, venga.

No sabía por qué trataba de ayudaba a una desconocida, y más cuando estaba armada, podría ser un asaltante de caminos. Peo algo le decía que eso no era así. Pero la maga se identificó con la mujer tendida en el suelo. Estaba perdida en las brumas, igual que yo.

Venga más rápido, venga.  Algunos cierres se le resitúan, no paraba de temblar, el monstruo ya debe de estar casi enzima de nosotras.

Una vez liberada de la coraza la mujer apenas pesaba está en los huesos, pero Alice también estaba en los huesos y sin fuerzas.

La actitud de Onfale confundía al mediano. Iba a responder a Onfale cuando se levantó, le siguió y miró al pájaro. Ni pensó cuando ya sabía las intenciones de Rufus, el pájaro ya estaba en sus manos y se lo ofrecía a Nikeras Con lo demás. Miró a Onfale y decidió observarle hasta que hiciese algo mágico y espléndido. Por descartadi estaba que tenía que hacer algo increíble, pues aparte de que Nikeras hacía cosas extraordinarias, tenía una flor en la espalda. Rufus le había guiado ante esos dos seres y tenía que ser por algo. ¿No piensas hacer algo? le dice a Onfale, sería cuestión de tiempo que aquel ser raro hiciese algo interesante. Fosco había estado en muchos pueblos, había conocido a muchos seres y todos tenían en común en los ropajes.

 El barbudo Nikeras, recostado contra el árbol, estaba buscando por sus bolsillos algo cuando el tal Onfale le dió las gracias. El canoso hombre de los bosques asintió a la par que se ponía una pipa, vieja y de forma peculiar, en los labios mientras que sacaba algo de hierba de una falquitrera cuando se percató del la respiración intensa de Zicko.

 Apenas se incorporaba para ver de que se trataba cuando el mediano, a una velocidad pasmosa, se hizo con el objeto de atención de los perros. Ofreciéndole el ave que había estado apunto de ser devorada por Rufus.

 - Mmm, qué es eso que tenemos aquí...- Dijo examinando el ave, estudiando el posible motivo de que estuviera muerta. No fuera a ser que se comieran un animal enfermo o envenenado y su situación empeorase.- A ver si lo podemos aprovechar...