Partida Rol por web

Después de tanta discusión y tanto debate, donde Niero se quedó mirando a unos y a otros según hablaba y Gauche cruzado de brazos y tan solo escuchando, el primero se apresuró a deteneros – Haya paz… Si seguís gritando de esa manera Naysse volverá y ya habéis visto lo fiera que es. Además, ni se debe matar en nombre de un dios, ni debes prejuzgar a otros por lo que hacen. – Mencionó mirando primero a Muerte y luego a Anya

-Se nota que conocéis a Icycla ambos, pero solo uno de sus lados. En la región de los Kazibara se dividen en tres tribus, según las acciones de cada uno bendicen una parte divisoria de la propia Icycla, a saber: Guerra, paz e intermedio, siendo este el último. Anya, tu conoces las lecciones de la Lagrima de Icycla, pero el Señor Muerte conoce las de la Escarcha de Icycla. – Terminó de explicar finalmente para que todos pudieran entender – Son distintas, pero a la vez la misma.

Mientras tanto Gauche sonrió – Menudo santurrón… - Se encorvó entonces buscando su desayuno para írselo comiendo al paso que os miró mal a todos – Un asesino, un ladrón, una Mimali prostituta, un héroe solitario y una niña que juega a ser espadachina. Los dioses si que saben divertirse uniendo a este elenco ¿No os parece?

Justo entonces Gauche miró a Tiki – ¿Y no le cobraste a la tipa esa? ¿Cuantas veces tengo que repetirte que ni los besos se dan gratis? – Cuestionó el proceder de Tiki ante su propia profesión siendo que se descubrió entonces como su gran amigo y amor.

-Si faltan tres, buscarlos no será difícil. Tienen sellos ¿No? Solo hay que localizarlos y traerlos hasta aquí – Mientras decía eso, el ladrón sacó una daga la cual miró cogiéndola con ambas manos y jugando con ella, es simple, más para los que nos conocemos este lugar – Simple y sencillo ¿No?

-¿Hm? Se sorprendió de ver a la chica y puso un dedo en sus labios, asintiendo feliz. - Húmedo, cálido y sincero... ¡Fue hermoso! Entonces miró a Gauche, quien pareció enfadarse por no haberle cobrado y entonces lo besó ahí mismo, aunque realmente su cara era tan grande como los labios del ladrón en ese momento y fue una situación más tierna que otra cosa. - ¿tengo que cobrarte ahora, entonces? Además... ¿Como puedo cobrar en sueños? Che, a veces no piensas. Gauche sabía que actuaba, la había enseñado muy bien. Bajó por fin a la mesa y tomó uno de los tenedores de forma graciosa, para acabarse su desayuno. Era divertido ver a un hada pillar un tenedor casi de su mismo tamaño para comer, aunque de pronto el mismo se redujo a la mitad y entonces comenzó a manejarse con su desayuno a medio terminar de forma muchísimo más desenvuelta. 

-¿Entonces dormiremos aquí Che? Miró a Gau y luego a los demás.  - No me dejan trabajar bien... Aunque ya tengo sueño, esos 5 clientes me dejaron agotada... De nuevo, quien tuviera una mínima noción de magia se dieron cuenta con la reducción del tenedor, que la Mimali no usaba esencia mágica si no su propia vida. Fue la pregunta del señor muerte la que hizo que reinara el silencio por parte del hada, quien terminó de desayunar y miró a Gauche a la espera de una orden, una señal para poder decir nada o... simplemente que el mismo inventara algo. 

Se siente un poco incómoda al recordar la escena con el Dios de fuego, todo él era tan... abrumador.

Después, niega con la cabeza ante la pregunta de Muerte, aunque una duda cruza por su mente y responde:

- No, a menos que quieras contar como tal a una DemonIce. La abrasé al despertarme de ese beso. -indica Anya, lo que les debe bastar para entender que se refiere al podere de Pyros, lo que también respondería a su pregunta de cómo se manifestaron. No parece preocupada en ninguna medida por haberse "manchado las manos" con ella.

La intervención de Niero hace que la joven dude, no termina de estar segura que la Escarcha de Icycla tenga algo que ver con convertirse en un asesino. Los seguidores de la diosa no suelen ser gente que piense en matar, desde su punto de vista. A menos que lo que estén matando sea algo que los amenace o que en verdad sea necesario matar. No obstante, asiente, conformándose con la explicación de Niero.

Las palabras de Gauche sobre la composición del grupo ponen a prueba el autocontrol de Anya, a quien no parece gustarle la actitud del proscrito. No obstante, su expresión se mantiene serena mientras ella pelea consigo misma, pues en su interior siente la ira ardiente que siempre está ahí, de fondo, pero ahora quiere salir a flote con su parte más oscura. Esa con la que lleva peleando desde su nacimiento.

- Harías bien en cerrar el pico, Gauche. Lo único que sabes de mí es mi conexión con el fuego, y debería ser suficiente para que no pongas a prueba mi paciencia. -le dice la "niña que juega a ser espadachina" al ladrón, pues no quería terminar saltando teniendo ahora unas capacidades que tanto daño podían hacer a una ciudad si se descontrolaban- Además, esa idea no aporta nada, a menos que los otros tres tengan la marca en la frente. -replica Anya, con bastante razón a su parecer- ¿Cómo lo detectaríamos si la tuviesen en el abdomen -señala a Tiki- o... -señala a Muerte y duda un momento- donde sea que la tenga él? -pregunta, sin dar demasiada inflexión a su tono, y sin levantar apenas la voz.

Pega un mordisco algo más amplio, acabando el primer huevo y masticándolo con celeridad antes de tragar, inusual en ella, antes de añadir:

- Terminemos de desayunar y ya nos organizamos. Y si mientras estamos cumpliendo esto vienen esos asesinos a por ti, no creo que pueda quitarme de en medio. -mira al Señor Muerte- Ahora mismo nuestra misión es más importante que ninguna otra cosa, así que si para cumplirla tengo que ganarme unos enemigos así de puñeteros, pues tendré que aguantarme. Y lo mismo va por ti, si tienes problemas semejantes. -mira a Tiki, aunque puede parecer que sus frases son fruto de ese calor que la recorrió por dentro con las palabras de Gauche, pero lo cierto es que ha asumido ya que hay demasiado en juego como para vender a otro Elegido, independientemente de lo mal o bien que le puedan caer.

Gauche sintió en ese beso algo que antes jamás había podido sentir en Tiki, era... ¿Cariño? No, no podía ser. ¿Cierto? eran imaginaciones suyas, después de todo el hada solo era una muñeca, no podía tener emociones. No no... No podía, no debía.

Tiki por su parte no parecía darse cuenta o cambiar su expresión, como si siguiera con su actuación. 

Sus palabras parecían expresar sentimientos que, aunque había visto antes, no acababa de reconocer. Me levanté para continuar mi viaje mientras la chica volvía a su trabajo, Bondad y empatía, me acordaré. Dije a modo de despedida, haciendo nota mental de lo que quería decir.

Me había dado muchos lugares, no demasiado diferentes de otras ciudades que había visitado por obligación, hambre o paranoia, aunque lo evitaba, siempre se cumplía un patrón de mantener a la gente separada según su capacidad para conseguir comida, trabajo o cuantas cosas podían comprar en el mercado. Pero ninguno de esos lugares me daba una opción verdadera de lo que quería.

¿dónde puede estar el séptimo elemento?, o cualquiera de los otros cinco. Iba pensando mientras caminaba sin un rumbo fijo, ante la falta de opciones me decanté por la primera que tenía, la taberna, no creía que fuera a encontrar nada, pero al menos podría comer.

Caminé sin prisa, pero alerta, como siempre, fijándome aún más en las personas, eran demasiadas pero la chica me había dado unas clases en las que podía englobarles a todos. Imágine por un momento en cual estaría yo, seguramente hubiera pasado más hambre que el más pobre de todos ellos, pero también había tenido comidas abundantes y días amenos, como el más rico, era dificil de catalogar al no haber formado parte de ello nunca.

Al ver la puerta de la taberna, suspiré, aquel lugar era peligroso, pero menos que el mercado, un borracho siempre es más fácil de noquear que un guerrero hambriento. Abrí la puerta y me senté en la barra.

Hola otra vez, y gracias por las indicaciones, llegué rápido y bien. Saqué la bolsa y se la dí a la chiquilla, Me gustaría algo de comida, información y un lugar donde dormir, ¿disponeis de eso?, Pregunté con curiosidad, Son todas las piedras que tengo, espero que sea suficiente, aunque si no lo es podría pagar la noche ayudando a recoger la taberna, limpiándola o cualquier cosa que necesites. Dije tranquilo, esperando al menos poder dormir bajo techo, si no, me iría a cualquier lugar en la calle a pasar la noche.

Oh, e información, busco algo. Pensé en como establecer el inicio, el anciano parecía bastante convencido de que era peligroso mostrar el símbolo, pero en su defecto preferí hablar en voz lo suficientemente alta para que todos los que escucharan pudieran oirlo pero no lo suficiente para hacerme notar. Tienen que ser viajeros, de lugares diferentes, tienen que haber llegado antes de dos lunas atras*, y tienen que buscar algo. Dije a la chiquilla antes de esperar a que me llevara mi plato y ponerlo en una mesa para comenzar a comer.

Helga iba observando el interior de aquel castillo, estaba claro que era una construcción sólida y fastuosa y aunque los humanos no tenían las grandes capacidades que ellos poseían sí que eran astutos y audaces y esa construcción sin duda resistiría mucho cualquier ataque. Caminando detrás de aquel guardia no podía evitar fijarse en los recovecos. Aquel lugar estaba claro que era aun lugar activo, por lo que podía ver en las pocas salas con las puertas abiertas, sin embargo, lo que más le llamo la atención fue aquella mujer con la que se cruzaron

¿Una princesa?... si las princesas y en especial las humanas son niñas vestidas con trajes caros que solo se dedican a coger flores ¿no? O al menos eso tengo entendido.

Al pasar por su lado inclino levemente la cabeza en señal de saludo. Helga no sabía muy bien cómo debían saludar a alguien así, así que imito de forma parecida lo que hizo el guardia y siguió el camino junto con este. En la sala del trono estaba el rey, Helga se sintió un poco nerviosa por la presencia de una autoridad, o mejor dicho, de la mayor autoridad de la zona y presto mucha atención a lo que le decía.

Muchas gracias majestad, es un placer… Yo, esto… en realidad fue un placer ayudar a detener a gente peligrosa

Casi sin darse cuenta movía de un lado a otro la cola inquieta, estaba a fin de cuentas un poco nerviosa, notaba como Vaporum estaba quiero detrás suyo y como un par de veces le dio con su cola:

Lo cierto es que estoy en un viaje por el mundo y bueno… por ciertos acontecimientos ummm ¿conoce la leyenda de los héroes que salvaron el mundo de la destrucción de los dioses?

“Vaya, sí que es alto…” pensó la chamán mientras el anónimo se alejaba sorprendida incluso por algo como eso, no obstante luego llegó a su pensar una duda razonable: ¿y si era algún tipo de gigante o excepción de la naturaleza? Después de todo el resto de la gente se veía de tamaño más o menos “normal”… al menos según las descripciones raciales que en su momento leyó.

En fin, Tea se encontraba confundida e indecisa, ciertamente perdida en el corazón de una ciudad donde no era más que una de tantas almas yendo y viniendo, cuando por algo que calificaría como “pura suerte” escuchó hablar a unos sujetos que iban pasando. Como primera impresión pensó que hablaban de algo desagradable, pues más allá de sus respectivas vidas privadas el ir ventilando sus experiencias era de mal gusto, o así lo leyó en un libro antes, sin embargo hacia el final de la conversación soltaron una certeza interesante que involucraba a las taberneras de la ciudad.

Mientras las piezas se unían en su cabeza el rostro y los ojos de la Cobb se fueron iluminando, llenándose de emoción al haber encontrado lo que podría ser una buena pista. Si bien no sabía en dónde podría encontrar una taberna exactamente, ahora al menos tenía algo por lo que preguntar sin provocar que la consideraran loca.

Muy dentro de ella Tea también se alegró de haber estado sola allí, pues si Bastina la hubiese sorprendido escuchando conversaciones ajenas seguro la habría regañado…

Se acercó pues al primer puesto que vio algo desocupado, nerviosa porque todavía estaba acostumbrándose a hablar con otros pero al tiempo determinada, ansiosa por comprobar la fama de las dichosas mujeres — D-disculpe — eventualmente dijo al encargado — disculpe… — intentó llamar su atención una vez más — ¿Podría decirme por dónde puedo llegar a la taberna más cercana? — y finalmente preguntó con una sonrisa levemente nerviosa.

Si bien podría haber intentado encontrar su objetivo por ella misma, dado que la ciudad era tan grande consideró que podría ahorrarse tiempo así, además Maurice había sido muy bueno con ella… quizás la gente de Trayerta era así, después de todo todavía no había visto villanos como los que conocía de los libros…

"Una Mimalí prostituta". Al parecer Señor Muerte no había entendido a qué era que se refería Tiki cuando había dicho que se dedicaba a la calle y que era diestra haciendo lo que a la cocinera le faltaba, pero había llegado a quien llamaban Niero para aclararlo. «¿Por qué se le otorgaría un sello así a una prostituta?» fue lo primero que se cruzó con su mente. «Sin duda la distribución de sellos debe ser completamente aleatoria...». Aún así, Muerte se notó levemente sorprendido al ver aquel tenedor hacerse pequeño literalmente por arte de magia. Quizás no se trataba de una prostituta cualquiera después de todo...

En otro orden de las cosas, ninguna de las dos chicas le había explicado exactamente cómo se habían manifestado sus poderes, y en cambio habían sutilmente ignorado o respondido a medias la pregunta. Si Anya tenía el poder de Fuego que fuese capaz de abrasar cosas no era algo exactamente difícil de deducir, pero sí la magnitud ¿Una chispita? ¿Una hoguera? ¿Un huracán de fuego que arrasa todo a su paso? ¿Magma saliendo del corazón de la tierra? Sería difícil trabajar así pero no tenía opción más que seguir adelante, no sin antes dejar salir un férreo suspiro.

—La única forma que tenemos de encontrarlos es encontrando el séptimo elemento, sea lo que sea. Todo lo demás es mera especulación. La cocinera dijo que era aquí, pero no sé a qué se refería —dijo volteando por unos instantes en dirección a la mujer—. Agradezco tu disposición, Anya, pero no es necesario, sé defenderme so... —Muerte palpó sus caderas y su espalda, aparentemente buscando algo. Luego alzó la cabeza nuevamente—. Necesito un arma, he perdido la mía —explicó mientras se levantaba de la desdichada silla a la que le había tocado soportar su peso y que de aquí en más se quejaría con crujidos cada vez que alguien se sentase en ella—. Iré a buscar una —dijo ya enfilando hacia la puerta. No le terminaba de agradar la idea de volver a salir a la calle ni la de no estar seguro de cuántas monedas llevaba encima, pero llegado el caso ya vería cómo ingeniárselas; un asesino sin un arma era como un escritor sin manos o un centinela sin ojos.

Gauche miró con cierta confusión el acto de la Mimali dejandolo de lado en pocos segundos - Sabes que cobrarme a mi no tiene sentido - a fin de cuentas, el dinero de Tiki pertenecía a Gauche. - No se si dormiremos aquí... Ya veremos

No obstante de ahí de vino una fuerte discusión por parte de Anya, la cual si bien Niero no hacía nada para impedirlo, tampoco parecía estar tan tranquilo de dejarla así. Por su lado sin embargo Gauche sonrió - Tiki, preguntan como trabajas ¿Se lo digo yo o cuentas tu una experiencia personal y profunda? - dijo con cierta sonrisa de sorna y por supuesto que lo iría a hacer pues tendría que dar una respuesta. No como con el señor muerte el cual ambos bandos de la discusión les dejaron sin respuesta

No obstante la discusión así como la huida del grandullon estaban a punto de verse detenidas...

Nada más levantarse el señor muerte vió como la tabernera iba con algo en la mano, solo que sin mucha posibilidad de verlo mejor pues estaba a punto de llegar a Anya a la cual se lo puso en la frente y este empezó a fundirse - Calmate, que lo que menos quiero es que mi negocio salga ardiendo ¿Entendido? Y tu grandullón, andado tan perdido como andas que ni te das cuenta de que esta taberna es esl septimo elemento, no saldría de aquí, menos cuando ya puedo atenderos. Así que mejor que os senteis y os tranquiliceis, y que tu en especial - señaló a Gauche - Te quedes calladito, metomentodo. Ya puede hablar tu mimali por ti

Obviamente a Gauche no le gustó nada eso, pero viendo como se las gastaba la tabernera prefirió no entrar en una trifulca encogiendose de brazos. Naysse por su lado dejó que la chica sostuviera el hielo contra su frente para que notara que la temperatura de su cuerpo estaba por las nubes, y luego se sentó - Así que es cierto. - dijo tras sentarse - El faro de la paz se ha apagado y ahora los sellos están en mano de sus herederos por lo que veo. - Dijo mirando a los tres poseedores de tal seño mirando exactamente allí donde los tenía cada uno, a pesar de la ropa. - ¿Y que haceis que no sois seis? Por no decir que hacen estos dos aquí - dijo señalando a Niero y a Gauche - Ahora teneis oportunidad de explicaros, os escucho, va...

Teniendo en claro ahora tu próximo objetivo y tras hablar con la chica, no había mucho más que hacer salvo encaminarte hacia la taberna. Por suerte ahora tenías más información, pero no te servía de nada si no podías resolver el enigma del séptimo elemento.

Con todo aquello en cabeza llegaste entonces a la taberna donde sacaste la primera información que necesitabas para empezar a buscar tu siguiente objetivo, además de un buen desayuno. Una vez allí y saludando debidamente, la tabernera te saludó con una grata sonrisa en su rostro para hacer mejor la estancia a los clientes

Se acercó entonces a ti para escuchar y mirar extrañada la bolsa de dinero, mirando el interior de la bolsita – Bueno, de la comida no hay problema, hay suficiente para pagar un buen desayuno. En cuanto a dormir, me temo que tendrá que buscar otro lugar. Esto solo es una taberna, no una posada. Para ello tendrá que mirar en otro sitio, aunque si esa es la información que desea puedo facilitársela…

No obstante no parecía ser esa la información que requerías, no obstante tu explicación la dejó perpleja tratando de ver cómo te respondía cuando…

Sin duda Bastian te hubiera regañado si en lugar de ser una conversación banal y poco útil, hubiera sido una conversación privada entre él y Nayra. No obstante el destino te sonreí y no solamente no estaba Bastian allí, sino que además la información te había dado el siguiente punto a buscar el cual te ayudaría sin duda a encontrar lo que buscabas.

Hablando con el tendero más cercano y desocupado, este te miró extrañado ante tu pregunta, que no ante tu nerviosismo - ¿Una taberna? – Miró entonces a la calle que iba hacia el sur – Si vas en esta dirección encontrarás una, pero no es un buen lugar para una jovencita como usted.

Pero era tu única fuente de sacar información y aunque fuera peligroso, tenías cierto poder para defenderte. Por tanto te pusiste manos a la obra para llegar a aquel lugar y no tuviste que recorrer mucho, ya que a mitad del camino viste el letrero de una taberna. Habías llegado y quizás allí podrías sacar toda la información necesaria.

Por eso, tu primer paso sería el más importante, entrando allí y encontrándote con…

En un momento dado, una chica humana castaña y un tanto bajita encontrándose con mucha clientela y en especial con un tipo cubierto de ropas hasta arriba hablando con la tabernera del lugar. Una pequeña complicación para la chica, pero algo muy útil para el Kazibara que supone el ser bajo tanta ropa.

-Mucha gente ha venido hace dos días atrás – Mencionó entonces la tabernera al Kazibara riendo – Si quieres saber algo útil, te recomiendo que seas específico. Es muy útil saber de qué hablas para poder decirte si tengo la información para ti o no. Así que… ¿Lo piensas y me especificas un poco mejor? – Fue entonces que la tabernera miró para la puerta sorprendiéndose por la clienta que acababa de entrar.

-Adelante no tengas miedo, pasa, pasa. ¿Qué quieres de desayunar preciosa? Prometo hacerte descuento por ser una monada – La tabernera ahora sonreía más dulcemente que con el Kazibara, aunque estaba atendiéndoos a los dos

El rey se quedó expectante mirándote con cierta alegría y curiosidad ante lo que mencionabas - Seguro que los guardias te estarán muy agradecido, tanto como yo. – El rey te puso entonces una mano en el hombro en señal de tranquilidad y tratándote como a una igual – Tranquila, que tenga el título de Rey no quiere decir que no sea un ser vivo como tú. Somos iguales en ese aspecto, así que no estés nerviosa.

Tras decir eso te siguió escuchando lo que tenías que preguntarle y la pregunta le sorprendió tanto que rio y miró al techo en señal de nostalgia.

-¿Qué si la conozco? Mi abuelo me contaba esa historia mil veces cuando eres pequeño. Me encantaba escucharla. Las doce razas unidas todas juntas combatiendo con los divinos por una misma y sencilla razón: Simplemente paz. En esa batalla sin duda se cumplió el sueño de muchos de ahora, pero también hubo muchas pérdidas al intentar sellar a los divinos.

-No obstante fue bueno el ver que entre todos se alcanzara un bien común y aún espero a día de hoy que todas las razas podamos convivir en comunión, pero me temo que si no hubiera una catástrofe igual de grande que en aquel entonces, dudo que todas las razas volvamos a unirnos – Con un fuerte suspiro, el rey bajó la mirada de nuevo mirándote.

-Pero por suerte no hay catástrofes, así que, ese es un punto bueno. ¿Pero porque lo preguntas? – Se  quedó al final con la duda.

Anya no sabe a qué vienen las palabras de Gauche, y aunque se deja notar el disgusto con este en el rostro (si bien menos intensamente que cómo se siente en realidad en su interior), el acto de la tabernera la pilla desprevenida, apartándose de la mano que va hacia su frente con un movimiento relativamente rápido, pero aún así el hielo se funde en una sorprendente cantidad, haciendo que la joven se frote con la manga izquierda la frente para quitar el agua. La muchacha respira un par de veces de manera profunda, mirando el hielo que ha dejado la tabernera al sentarse, y luego tomándolo con dos dedos lo sostiene contra su frente, tal como había hecho la tabernera, aunque no duraría mucho. No necesitaba saber que su cuerpo se estaba calentando, ya lo suponía, de hecho que Gauche no diese una respuesta más estúpida fue lo único que los libró de ver algo más siniestro. Pero sentir ese frío es algo calmante, le recuerda a su Diosa y eso la reconforta. Igualmente le sorprende un poco que tengan hielo en la taberna, no es tan frecuente*.

Deja hablar a la tabernera mientras se vuelve a sentar, rumiando su mosqueo y tratando de digerirlo, evitando en todo momento mirar otra cosa de Gauche que no sean sus manos, aunque tampoco se centra del todo en ellas.

- ¿Ve los sellos? -pregunta, más de sorpresa que por duda, al mirarlos a los puntos donde estaban marcados, ya que ella aún no ha visto la marca de Muerte. Igualmente, no se demora en añadir- Somos tres porque tres hemos llegado hasta aquí, no hemos venido juntos, como habrá notado. El resto no sé si estarán ya en Trayerta o por venir, pero este debería ser un punto al que vengan, tarde o temprano. -replica la joven- Niero es mi nuevo maestro y me sacó de la caverna donde se manifestó mi sello, suerte que fue lo bastante hábil para evitar la explosión. El tipo este... -mira a Gauche apenas un instante, más serena, aunque su frase hace evidente que está lejos de apreciarlo- solo podría especular con qué hace con Tiki, y creo que prefiero no hacerlo. -a fin de cuentas, no se acuerda bien de cómo llamarlo, pero Ya'tse le dijo una palabra para las personas que se aprovechan de las prostitutas.

Cuando le rey le dice aquello sobre no estar nerviosa, ella sonríe levemente, lo cierto es que no sabía muy bien cómo tratar con los reyes humanos, o mejor dicho, no sabía muy bien cómo tratar a las autoridades y a los humanos en general, a fin de cuentas, estaba acostumbrada a tratar con la gente de su ciudad y entre ellos los valores y los cargos eran diferentes a los humanos.

Escucho atentamente el relato del rey, no sabía muy bien que hacer, la anciana confiaba en el rey y le dijo que era alguien sabio y para ella aquella mujer era alguien importante y en quien confiar, por lo que armándose de valor y quizás arriesgándose un poco decide hablar:

Pues… Me temo, que para nuestra desgracia… ese tiempo ha vuelto

Se quedó unos segundos en silencio, no sabía muy bien cómo se tomaría aquello el monarca, pero decidió proseguir un poco más.

No puedo explicar muy bien el porqué, pero… sé que una gran catástrofe se acerca y es necesario volver a reunir los elementos

Escuché con detenimiento a la mujer, con ciertas dudas. Por qué se podrá comer en la posada, pero no dormir en la taberna. Entiendo. Era mentira, pero no tenía tiempo para preguntar por cosas sociales ahora mismo. Me disponía a recoger el desayuno e ir a una mesa a pensar en mi próximo movimiento tras la respuesta de la camarera. Supongo que tiene razón. Dije emulando algo parecido a una sonrisa para contestar la suya. Lo había perfeccionado con el tiempo y había conseguido que hasta pareciera real. Muchas gracias por la comida, parece deliciosa. Acabé en tono neutro.

Sin embargo, cuando me disponía a levantarme para comer sin molestar a nadie, pensando lo sencillo que sería enseñar el símbolo sin más y ver quien sabía algo, apareció una chica en la puerta. Llevaba tanto tiempo mirando a las gentes de la ciudad que estaba claro que no pertenecía a ella, y la respuesta de la camarera acabó de confirmarlo.

Así que una monada, Parecía que haber estado cerca en el momento oportuno me había hecho tener información de como comenzar la conversación. Aunque no parecía tan diferente a cualquier humana, no tenía cola, ni pelo, ni era pequeña ni enorme. Que curiosidad.

Esperé a que se acercara y dijera lo que tuviera que decir con la camarera antes de intervenir.

[si se acerca a la barra]

Tras esperar que hubiera hablado todo lo que tuviera que hablar y antes de que se fuera, así que una monada, no lo había oído nunca, ¿sois de lejos?, Tampoco se me ocurría mejor manera de saber si era nueva en la ciudad que usar la información que parecía haber dado la chica de la barra. No pareces diferente de los humanos normales, ¿acaso es algo interno?, Alomejor era cuestión del cuerpo, al igual que yo tenía frío donde otros tenían calor.

Perdón, no me conoces y soy demasiado directo, supongo, Soy nuevo en la ciudad y no conozco a nadie, si quieres desayunar estaré en esa mesa. Dije cogiendo mi bandeja y yendo a una mesa vacía. No parecía una guerrera feróz, pero de haber llegado hacía poco podía ser una pista.

Además, no parecía ser uno de aquellos verdugos que aún creía que me buscaban, y de serlo todo apuntaba a que podía escapar antes de que ella pudiera perseguirme o llamar a alguien. Quizá un golpe de suerte.

— No se preocupe por mí, aunque no lo parezca ya soy mayor de edad — dijo conciliadora aunque quizás sin terminar de entender del todo lo que quiso decirle el tendero, en cualquier caso Tea se despidió, agradeció educadamente y así se puso en camino hacia el lugar indicado.

Mientras avanzaba cabe decir que la chica iba dando pequeños saltitos de tanto en tanto, emocionada por esos primeros atisbos de libertad que sentía en su vida; pese a escuchar conversaciones ajenas no hubo regaño, y aunque sin duda extrañaba los consejos de sus adorados tutores, no por ello valoraba menos la adrenalina que le suponía ir buscándose su propia forma para hacer las cosas. En fin, cuando llegó al dichoso lugar indicado y cruzó el umbral que la llevaría hacia adentro, se sorprendió al ver la cantidad de gente que podía reunirse allí, que vamos, no era tanta como la que vio en la plaza por obvias razones pero sin duda generaba su propio bullicio; destacó sin embargo el sujeto que hablaba con la tabernera, pues aunado al tono misterioso que sugería la respuesta de esta última, entre los allí presentes era el único cubierto de ropas que se adivinaban pesadas, ¿acaso él…?

Sacando sus propias conjeturas estaba cuando la mujer la notó y sin más la invitó a pasar, haciéndola ruborizar al llamarla “monada” — Eh-¿eh? Gracias pero… — quería agregar “solo venía por información” solo que se le hizo de mala educación dada la amabilidad de la mujer, así que avanzó lo suficiente hasta sentarse en un banquito frente a la barra que para alcanzar tuvo que estirarse un poco, cerca de donde estaba el misterioso sujeto.

— ¿Tiene zumo de naranja? — llegada allí preguntó puesto que hambre no tenía luego de haber desayunado en casa de Maurice, sin embargo en su cabeza estaban bien presentes las palabras de Nayra que, entre otras cosas, le había enseñado lo importante que era consumir al menos una fruta (o su zumo) cada día… al menos para los humanos. Dicho eso planeaba esperar un poco más antes de sacar la verdadera razón por la que estaba allí, quizás analizar las cosas un poco primero.

Fue entonces que el hombre que vio al llegar volvió a llamar la atención de la Cobb, ahora diciéndole algo que la hizo ruborizar solo por un momento — ¿P-porqué dicen que soy una monada…? — murmuró — Eh… un poco, si, tampoco tan lejos — dijo casi enseguida a la par que tan discreta como podía escudriñaba con sus brillantes ojos al ajeno. — No soy distinta a los humanos normales, soy una humana normal — agregó a riesgo de perder el interés del que obviamente no lo era — en cambio tú... — estaba por decir cuando el sujeto se disculpó y pasó a retirarse aunque no sin extenderle la invitación para acompañarlo.

En circunstancias normales quizás todo hubiera quedado allí, siendo que si bien el cubierto de ropas despertaba la curiosidad de Tea esta tenía otras prioridades en ese lugar, sin embargo la confirmación ajena sobre su condición de nuevo en Trayerta fue definitoria para que la castaña tuviera un presentimiento, una esperanza. Así pues, mientras esperaba por su zumo (suponiendo que la tabernera hubiera dicho que si tenía) aprovechó para bajarse del banco con un saltito y así acercarse a donde había ido el otro.

— Eres un Kazibara… ¿verdad? — siendo ahora ella la directa, seria pero no precisamente agresiva. Cabe destacar que su mirada seguía siendo analítica, curiosa, como de quien sabe más de lo que aparenta…

-Tampoco tiene sentido cobrarle a un sueño. Replicó la Mimali entre risas, la conversación que tenían los otros dos no parecía interesarle mucho al hada, o al menos no dejaba ver que le le afectara de ningún modo. -¿Hm? ¡Claro! No me importa contar. Parecía que la mujer tampoco que Gauche abriera la boca  así que le tocaría a ella hablar pero... Parecía que aquello había sido retórico, porque volvió a hablar y no solo eso, hizo que un hielo acabara derretido en poco tiempo a causa de la enorme temperatura de Anya. ¿Como no lo había notado? Aunque, ¿Debía hacerlo? 

-Pues... Gauche y yo estamos aquí por trabajo, ¡El hace las cuentas y yo beneficio a los pobres necesitados! Sonreía de oreja a oreja tras su " aclaración" sobre qué hacía Gauche allí. Aunque era aún de mañana, Tiki acabó bostezando y mirando a Gauche quien supo al instante que estaba agotada por haber trabajado con magia tan seguido. -¿Entonces hay que esperar no? ¿Puedo descansar? ¡Estoy agotada! Se estiró un poco. - ¡El puede haceros una gran compañía!

Muerte escuchó a la tabernera y miró a su alrededor... ¿La taberna era el Séptimo Elemento? En cierta forma tenía sentido, pues tres sellos se habían encontrado en aquel lugar y la mujer había respondido "aquí" a su pregunta de dónde era aquel misterioso y escurridizo séptimo elemento. Por otra parte, en cambio, que la primera taberna con la que hubiese dado fuese la correcta o que la voz de la llama les pidiese a todos que se reuniesen en una taberna era como que un comité por la paz de las dos facciones más importante del mundo se reuniese en una verdulería. No tenía demasiado sentido, aunque bien era sabido por él que no siempre todo tenía que tener sentido, o que quizás de hecho sí tuviese sentido a pesar de que él lo ignorase. Y esto último... Todo parecía indicar que ese era el caso, pues a sus ojos la tabernera sabía más de lo que una simple tabernera debería saber sobre todo aquel tema del Faro de la Paz y los cuatro sellos. Si aquel era el lugar que debían encontrar, literalmente sólo restaba esperar al resto. Probablemente.

El vapor del hielo fundiéndose en la frente de la espadachina llamó la atención del enorme enmascarado. «Cierto, era Fuego» pensó mientras intentaba calcular la temperatura necesaria para derretir un hielo a tal velocidad y la temperatura corporal de los humanos. Los números, aunque aproximados y bastante imprecisos, no cuadraban en absoluto. Un humano corriente habría muerto en un par de segundos de haber estado a aquella temperatura, sin duda tenía que ver con el sello, lo cual significaba que la influencia de aquellos poderes no estaba únicamente presente al usar la palabra que invocaba un enorme poder, sino que estaba allí de forma permanente.

—Tabernera  —dijo Muerte, desconocedor del nombre de aquella mujer, quien según recordaba no se había presentado—, ¿qué sabes de todo... esto? —preguntó mirando a Tiki, Anya y por último a sí mismo—. ¿Tiene esta taberna algo de especial? —inquirió—. En todo caso... Necesito un arma —explicó con su grave tono de voz.