Partida Rol por web

- Sí, Jack, controla lo que dices de él. - Y miré a Arthur. - Algunas cosas no las sabe y... no sé como saldrá todo esto. Pero tiene mil recursos, eso es cierto. Como Marion y Astrid. - Aunque prefería no volver a ver a esta última jamás. Fue una lianta y una mentirosa. Si hubiesen sabido que acabamos casi viviendo juntos los tres y compartiendo cama, hubiesen cerrado sus putas bocazas. Pero no eran más que eso, unos jodidos bocas.

- Ya veo, creo que tengo el mismo problema entonces... - Respondí frente a las palabras sobre lo salido que estaba Harry, porque así estaba yo. La pena era que Rick no podía seguirme el ritmo y eso nos fastidaba a ambos. Pero le prometí que solo estaría Bennett en mi vida con él y debía cumplir con aquello, aunque nuestro vaquero y aquel irlandés... mejor no pensar en ello, porque me iba a encender como una idiota y Rick se iba a dar cuenta.

- Quizás esté cogelado y no descompuesto, quien sabe... - Pero al salir fuera vimos lo que se nos venía encima y no era precisamente un comité de bienvenida. ¿Acaso esa puta había comprado a todo el maldito pueblo?

- ¡Joder! - Exclamé. Yo no era de soltar ese tipo de palabras, pero dada la situación no pude hacer más que exclamarla al ver a la multitud corriendo hacia nosotros y disparando a lo loco. - ¡Mi vida! - Grité a Rick. Sabía que no quería que se viese su debilidad en la rodilla, pero una cosa era caminar hasta allí y otra correr hasta el barco. Me aferré a él por su lado izquierdo, dejándole la mano derecha libre por si tenía que disparar.

- Vamos, nadie se queda atrás, ¿recuerdas? - Le dije con una sonrisa. - Hoy por ti... - Y me di la vuelta y miré a Smith. - ¡Será mejor que corra, esconderse bajo una mesa no le servirá de nada esta vez! - Grité al hombre. - Kyle, Arthur, no os paréis... o puede que... ¿alguien puede explicarle a Kyle como se usa eso? Si ven que tenemos mayor cadencia de fuego, seguramente se alejen. Solo tiene que disparar a ráfagas. - Le dije a los que sabían de armas.

- Tú no, ellos nos alcanzarán enseguida. - Le susurré a Rick y le miré con preocupación. - Ya no somos los jóvenes que éramos... y eso... eso me da miedo. - Le confesé pero sin decir el motivo de mi miedo.

- O señor Michelson, quizás debería usarlo usted... Kyle aún es inocente en ese sentido y... ya me entiende. Arthur y Rick le cubrirán mientras nos movemos. Y Kyle, ponte de este lado. Si están lejos sus balas no llegarán... pero las de la ametralladora sí y si alguno se acerca, Rick y Arthur se encargarán de ellos.

Muy dentro, seguía siendo la Mayor Heatherly, aquella doctora y estratega militar y Rick el capitán Heatherly y si Nathan era tan bueno como decían y Arthur volvía a demostrar que no temía disparar y matar a nadie, íbamos muy bien cubiertos... pero los rusos lo iban más. Aunque ahora debíamos salir de aquella y llegar al barco... si es que seguía en su sitio.

Jack, Lucy... no sabía bien como llamar a aquella mujer pero aún así estaba seguro de que jamás cruzaría una palabra con él mientras fuese de mujer por ahí.

La suerte estaba echada para todo y era hora de irnos, pero no pude evitar reír por lo bajo y mirar a Jack cuando le tomó el pelo de aquella manera a Smith. Si el tipo era así, como mi madre me había contado o más mi padre, porque ella le tenía tirria por aquel entonces... era su superior y él solo haciendo payasadas y liándola... y ahora todo había cambiado. Aunque mi madre no dijese ni hiciese un claro gesto a como se presentó Jack a Smith y como le trató, su mirada delataba que se estaba divirtiendo con aquello.

Lo que no fue divertido fue la salida. Ver a la muchedumbre venir hacia nosotros dispuestos a matarnos no me gustaba nada.

Era hora de correr.

Saqué mi arma y calculé la distancia a ojo, aún estaban lejos para darles, aunque si veían que se les devolvía el fuego, se frenarían o se pondrían a cubierto.

Y mi madre no solo se ocupó de papá, sino que se le ocurrió la idea de usar la ametradalladora. Íbamos a perder una buena oportunidad contra los rusos sin ella, pero si no salíamos de esta... iba a decir a mi madre que Kyle no debía usarla, cuando cambió de opinión y le dijo a Michelson que la usase él. Me hubiera gustado tenerla en mis manos, pero ver que la rubia llamada Jack estaba tan cerca, me dejó mudo de nuevo.

Así que mientras corría, iba pendiente de si alguno se acercaba demasiado para dispararle sin miramientos.

No era solo mi vida, sino que la de la mayor parte de mi familia la que estaba en juego y no iba a permitir perder a nadie. No lo hice en el local el cual fue un templo para mí hasta que la refriega lo estropeó todo, no lo sería ahora.

Kyle entrego el arma a Micheson, aliviado por deshacerse de ella y que otro hiciera el trabajo.

El muchacho, eso sí, tenía otros planes. —Ocultad las armas de momento.— Dijo mientras con las manos en alto se acercó a la multitud armada. Para él estaba claro que solo se trataba de algunos marineros que solo querían defender su hogar.

—¡No disparen! Solo estábamos tomando algo cuando se han liado a tiros. Hemos logrado escapar por detrás, pero aún queda gente allí. Deberían ir en su ayuda.

El muchacho contaba con la carta de que su grupo no parecía peligroso. Dos muchachos, una pareja de viejos, una chica. El que no encajaba era Michelson. Incluso se le pasó la idea de acusarlo de secuestro y dejarle a merced de esos hombres, pero lo necesitaban.

Cuando salimos todos en grupo nos encontramos con una desagradable sorpresa y eran un grupo de al parecer ciudadanos armados que venían al bar a ver qué había ocurrido. Con buen criterio por parte de la señora Heatherly fue decidir que Kyle me diese el arma pues él seguramente lo que haría sería desperdiciar munición o pegarse un tiro en el pié-Vamos, vamos, moveos, si es necesario abriré fuego para retenerlos, pero yo os cubro!-bramé mientras miraba como se alejaban hacia el barco.

Pero entonces al mismo Kyle se le ocurrió intentar negociar con la turba humana que se acercaba-No seas memo Kyle, ¿crees que esa gente se va a poner a dialogar tranquilamente y feliz tras ver la masacre de ahí dentro junto con la tetona que seguramente conozcan todos lo que vienen? no jodas, mueve el culo, lo más probable es que te vuelen el culo y no pienso suicidarme por tu culpa ¡arreando!-mascullé cogiéngole del brazo instándole a que siguiera al resto mientras yo comprobaba el cargador de la ametralladora e iba retrocediendo sin dejar de mirar a toda esa gente armada, éramos los principales sospechosos para ellos y si nos retenían era perder tiempo que no teníamos y si no la vida probablemente.

No entendía bien a qué venían las miradas que todos se echaban unos a otros, pero ya era adulto y hacía mucho tiempo que ignoraba lo que los demás pudieran pensar de mí. En todo caso, aquella señorita bien valía una mirada que desde luego tenía que ser de envidia, y es que era atractiva y tenía una sonrisa capaz de derribar el edificio más alto del mundo.

Cuando me preguntó si iba al gimnasio, sentí como el rubor ascendía hasta mis mejillas.

-Veo que lo ha notado. Pero no se preocupe, sé cuando debo controlarme -le dije con una gran sonrisa. 

Seguí sin comprender bien lo que dijo Lucy a continuación, ni tampoco la broma que había con el nombre de Jack, pero decidí ignorarlo y salí detrás de ella para dirigirnos de regreso al barco. Lo que no esperaba era encontrarnos con otro comité de bienvenida.

-Vaya. Por lo que se ve, en estas tierras llevan muy mal eso del turismo -comenté en tono de broma, pero sintiendo que esta vez, no tenía en dónde esconderme. Quizás leyéndome la mente, la señora Heatherly me dijo que corriese... y no lo dudé ni un instante -. Eso es precisamente lo que voy a hacer.

Y empecé a correr, aun a sabiendas de que mi forma física no era la mejor y que dentro de poco necesitaría detenerme para poder respirar.

Esperaba que esa joven también se diese prisa porque si había alguien por quien de repente sintiese cierto afán de protección era precisamente ella. A los demás no me hubiese importado dejarles por el camino para que sirviesen de entretenimiento mientras el resto de nosotros conseguíamos llegar hasta el barco.

Cuanto más oía hablar a Jack... o Lucy, como demonios prefiriese que la llamásemos, más me daba cuenta de que era en verdad el mismísimo Jack, bromista y a veces incauto, que tantas veces nos había metido en problemas y al mismo tiempo, sacado de ellos, pero que en todo momento había dado la cara por nosotros.

Su confusión acerca del género añadía un toque especial a la expedición y tuve que contener la risa al ver como Smith se engrandecía pensando en él. Lástima que en verdad fuese una mujer porque verle descubrir que era un hombre en el momento preciso no hubiera tenido precio.

Pero mientras hablábamos y la miraba, vi también la mirada de Sarah hacia mí y supe inmediatamente a qué se referían sus palabras.

Yo no era ya ni la mitad de hombre de lo que ella necesitaba, lo que lamentaba profundamente, pero al mismo tiempo hacía que el amor que sentía por ella, porque soportaba la falta de energía con entereza. 

Cuando salimos afuera, esperando poder volver al barco sin problemas, todos aquellos pensamientos se quedaron en nada, porque la maldición de Sarah nos hizo volvernos a todos para ver como una buena comitiva se acercaba a nosotros con ganas de pelea.

-¡Mierda! Parece que alguien les ha avisado de que somos peligrosos -dije, mirando a los demás. Formábamos un grupo de lo más extraño y no las tenía todas conmigo acerca de si podríamos escapar. Sarah lo tenía claro; todo el mundo a correr... menos nosotros, o debía decir yo, que no estaba ya para tantas carreras -. Puede que no esté para mucho, cariño, pero te aseguro que todavía tengo energía para una buena carrera. Ya me darás friegas después, cuando estemos a solas.

Le guiñé un ojo y rápidamente tiré de ella para empezar a alejarnos, volviéndome hacia Arthur y Kyle.

-Venga, chicos. Al barco sin perder tiempo -les dije, escuchando como además Michelson se quedaba atrás para darnos tiempo. Le miré y asentí con la cabeza, girándome para apretar el paso.

Maldita rodilla. Necesitaré tres kilos de hielo para bajar la hinchazón.

La salida de la taberna no fue tan tranquila como todos esperabais, eso quedó meridianamente claro. El grupo de linchamiento, por llamarlo de alguna manera, que se aproximaba, no invitaba a permanecer allí esperando a ver lo que sucedía, aunque a ninguno se le ocurrió que fuese el sheriff o jefe de la policía del lugar quien la encabezaba y que por tanto solo buscase explicaciones. También era cierto que si las explicaciones no le convencían, quién podía saber cómo reaccionaría y lo que haría.

Así que empezasteis a correr, mirando atrás a cada momento.

Jack tampoco se lo pensó demasiado. Miró las armas y al grupo, y simplemente sopesó todo lo que os podía ocurrir si os quedabais allí.

-Creo que largarnos de aquí es una magnífica idea -dijo en voz alta, chocando con Michelson al moverse sin mirar. 

En ese momento, vuestro guía se ofreció a quedarse atrás y Jack se unió a los demás para salir de allí antes de que fuese demasiado tarde.

Caminar en el hielo era complicado, pero correr resultaba un suplicio, sobre todo para la rodilla de Rick, que ya estaba lo suficientemente desgastada como para producirle intensos dolores habitualmente y que en cuanto se puso en marcha, empezó a dar muestras de que aquello no le gustaba nada.

Pero teníais bastante ventaja, la suficiente como para mantener la distancia que disponíais, y el pueblo no parecía demasiado dispuesto a acelerar el paso para atraparos. Cuando llegaron a la taberna, se detuvieron y unos cuantos entraron en ella. Eso os dio más tiempo y no tardasteis en divisar el barco y la figura del capitán cerca de la pasarela de entrada.

Cuando llegasteis, exhaustos, en el caso de Smith a un paso de vomitar y en el de Rick, preparado para cortarse la pierna con tal de no tener que sentirla más, apareció también el señor Roise, que bajó por la pasarela para recibiros.

-Parece que hay alguien que quiere hablar con ustedes... ¿toda la ciudad, quizás? -dijo, mirando hacia lo lejos y viendo como el grupo volvía a ponerse en marcha -. ¿Qué han estado haciendo? Hemos oído disparos. Muchos disparos. El capitán ha estado a punto hasta de marcharse y todo. Le tuve que decir que le pagarían un extra por aguantar.

El capitán se mantenía en la cubierta, fumando en pipa, como si nada de todo aquello fuese con él, y el señor Roise actuaba con una calma que contrarrestaba vuestro nerviosismo.

-Ah, por cierto. También ha pasado por al lado nuestra un submarino que estaba fondeado lejos de aquí y algo me dice que no es casualidad. ¿Saben algo de eso?

Desde luego, lo sabíais. Pero ¿y ellos? ¿La zorra rusa y su amiguito irlandés no les habían hecho nada al barco, después de intentar acabar con todos vosotros?

Aunque no le gustase, ayudé a Rick a llegar al barco siendo su muleta. Él no me dejaría tirada jamás y yo no podría hacerlo tampoco. Estábamos hechos el uno para el otro. Los quince años perdidos haciendo el idiota y los veinte casados así lo demostraban. Me perdí mucho por el miedo a confesarle mi amor hacia él, pero gané mucho por otro lado, pues gracias a él gané seguridad y conseguí ser médico y tener el rango de Mayor en el ejército. Eso sí, no me dejaron pasar de ahí.

Correr sin caerse sobre placas de hielo ocultas bajo la nieve no era fácil y menos cuando ayudabas a tu marido a correr con disimulo, para que su rodilla no sufriese. Me iba a pasar una hora dándole friegas y masajes, pero no me importaba, pues por eso me casé con él. Para curarle y cuidarle cuando lo necesitase.

Al menos a los aldeanos no les apetecía correr demasiado y llegamos al barco cansados de pero de una pieza. Allí nos recibió el único que hablaba inglés en aquel maldito lugar. - Las finanzas con Smith. - Le respondí señalando al hombre afixiado que acababa de subir a bordo al tiempo que iba recuperando el aliento.

Luego nos dio las noticias del submarino al tiempo que yo podía empezar a hablar con normalidad. - Genial... hasta sabían cual era nuestro barco. - Me quejé. - Pero si nos han dado por muertos en la emboscada, no deberían haber tocado nada... Dígale al capitán que nos saque del puerto para que los aldeanos no nos alcancen y revisen todo el barco de arriba a abajo... Aunque si hubiesen roto el casco de alguna manera, lo hubiesen notado... habría crujido y el barco se hubiese movido...

Me quedé pensando unos momentos. - Dígale al capitán que evite pasar por donde lo hizo el submarino hasta que se sumergió. Puede que no hiciesen nada al barco, pero pueden haber dejado minas cerca de este, para que al moverse... - No debía explicar más, estaba claro que pasaría si tocábamos una mina explosiva. ... pero dígale que se mueva ya o él también tendrá problemas con los pueblerinos si no lo hace.

La verdad es que  no tenía ni idea de submarinos, pero las minas explosivas debían colocarse de alguna manera en el agua y dudaba que lo hiciesen buzos dado su tamaño.

Luego miré a mi amado. Nuestros corazones latían con fuerza, no por lo que sentíamos el uno por el otro, sino por la carrera. - ¿Estás bien? En cuanto vea que todo está tranquilo bajaremos a ver esa rodilla. - Le dije con ternura y preocupación, para abrazarme a él. - Ojalá pudiese expresar cuento te quiero, pero si no lo he logrado hacer en veinte años, dudo que pueda hacerlo ahora. - Al menos aquella huída y que los rusos marcasen de manera clara que sabían cual era nuestro barco, hizo que aquel fuego que sentía en mi interior se esfumase por completo y sentí una profunda calma en ese sentido.

Después miré a mi hijo. - ¿Te han herido cariño? ¿Cómo estás Kyle? ¿Y usted señor Michelson? Me imagino que feliz con su juguete nuevo. - Le indiqué al ver como lo sostenía y su mirada de enojo hacia quienes venían hacia nosotros, me puso a mil, así que dejé de mirarle para centrarme en Jack. - Y tú tan fresco, ni cansado ni nada, ¿verdad? - En ese momento recordé la presencia del señor Roise.

- Por cierto, ella es Lucy, señor Roise. Vendrá con nosotros también. De hecho, de no ser por ella, no estaríamos vivos y el capitán no cobraría nada. Así que viajará gratis lo que queda de trayecto.

Y con aquello esperé a que nos sacasen de allí sin pasar por donde lo hizo el submarino. No tenía ganas de darme un baño en aquellas aguas heladas y ser "rescatada" por los aldeanos cabreados.

Corrí, corrí mirando hacia atrás todo el tiempo con el arma en la mano por si acaso. No iba a dejar que le pasase nada a mi familia y parecía que el tipo duro aquel también estaba dispuesto a liarla parda si se terciaba.

Empezaba a caerme bien y seguro que a mis padres también. No había nada que valorasen más que la unidad y la fidelidad de un equipo. Aquello era lo importante para ellos y para mí. Con Kyle no había problema, pues era de la familia y siempre le protegeríamos. Jack... o Lucy, parecía ser parte del grupo, así que la mujer encajaba bien o eso parecía, pues por lo que me contó mi madre de Jack era alguien que siempre se metía en líos. No huía de ellos, pero sí acababa metiendo a los demás en ellos. Recuerdo que me contó lo que les pasó en El Cairo, cuando encontraron aquellos anillos perfectos para ellos en un mercadillo... y llegó Jack perseguido por los nazis y perdieron la oportunidad de comprárselos.

Desde entonces soñé con ir a aquel lugar y comprárselos y dárselos a mi vuelta, pues eran de ellos.

Pero ahora me encontraba demasiado lejos de aquel lugar, corriendo hacia el barco que debería ser nuestra salvación. Al llegar, me parapeté junto al borde del barco, con el arma en la mano listo para disparar si era necesario. Mientras, a mi espalda, mi madre hablaba con el señor Roise y descubríamos a la vez que los rusos sabían que este era nuestro barco. Las indicaciones de mi madre fueron claras y precisas. Por el momento había que salir del muelle para que no nos diesen alcance y tratar de evitar pasar por donde lo hizo el submarino. Aunque el dejarse ver quizás solo fuese el aviso de que sabían que era nuestro barco, también podía traer una trampa.

Yo no entendía de aquellos trastos, solo sabía que podían viajar bajo el agua y poco más.

Miré a mi madre unos instantes. Debía estar completamente dolida en aquel momento. No solo porque habían roto el recuerdo que tenía de Bennett en aquella taberna, sino que habían quebrado también todos sus recuerdos del tiempo que estuvo en Rusia, donde aprendió el idioma en medio de aquella guerra civil. Donde encontró más aliados entre los rusos que los propios norteamericanos... aunque todo cambiase con aquel médico sin manos y poco tiempo después, la de un sargento conocido como Jester con dos balazos, uno en la pierna y otro en el culo... un hombre que gritó como los demás al saber que iba a ser operado por una mujer y pidió un médico de verdad... un hombre que años después se convirtió en mi padre.

Agaché la cabeza apenado por ella, pues sabía que cuando acabase todo este momento de tensión pensaría en Rusia y lo que vivió allí y volví a centrarme en los aldeanos, esperando que Roisen le dijese al capitán que debíamos irnos de allí de una maldita vez...

Llegamos al maldito barco con tiempo suficiente, pero yo tenía las piernas agarrotadas y unos pinchazos en la rodilla que me hacían ver las estrellas. Lo último que me apetecía era responder preguntas pero allí estaba aquel tipo, el mecánico del barco, para hacer unas cuentas.

-Somos muy populares pero no por gusto, créame -le dije. A continuación preguntó por los disparos y lo último que me apetecía era dar explicaciones, así que respondí de manera seca y contundente -. Nada que les importe.

Sarah me había ayudado a llegar de una pieza pero mi malhumor por tener un cuerpo poco preparado para algo tan sencillo como hacer una carrera me hacía no tener ganas de congeniar con la gente, mucho menos con uno que parecía de repente tener mucha curiosidad sobre nuestras acciones.

Cuando dijo lo del pago extra, me dieron ganas de estamparle un puñetazo en la cara, pero afortunadamente, Sarah respondió antes de que lo hiciese. Efectivamente, esas eran cosas de Smith así que todo para él.

Una vez arriba, ya inmóvil, dispuse de tiempo para poder sentir el dolor en todo su esplendor, mientras Roise seguía hablándonos, esta vez del submarino.

-Lo mejor es salir de aquí lo antes posible y como dice ella, revisar el barco. Esa gente no es de fiar y han estado a punto de acabar con nosotros -dije, apoyando las palabras de Sarah. Miré entonces a Roise y añadí una última palabra -. Competidores.

Sarah cubrió todas las posibilidades y solo entonces se permitió el lujo de concentrarse en mí.

-Estoy... viejo y oxidado, pero sobreviviré -le respondí, con una sonrisa que intenté fuese tranquilizadora. Después se acercó para abrazarme y me dijo lo que ya sabía -. Lo haces cada día que estás conmigo, y de muchas maneras.

Le di un beso rápido y a continuación me enderecé, intentando controlar el dolor para bajar a la cabina en cuanto pudiéramos. Sarah, mientras tanto, se volvió hacia los demás y presentó a Jack. No me cabía ninguna duda de que iría rompiendo corazones por todo el barco porque ya veía como algunos tripulantes parecían desnudarle con la mirada.

Pero tendrían que competir con Smith, que no le había quitado ojo de encima.

-Cariño, ¿me acompañas abajo? -le pregunté a continuación a Sarah, porque no estaba convencido de poder llegar a la cabina sin caerme.

Por suerte los aldeanos con malas pulgas se metieron en el local lo que nos dió una ventaja que valía oro y conseguí que todos echasen a correr o cojear, porque Rick tenía la rodilla hecha mierda y Sarah cargó con él como una jabata. Corrí tras ellos y miraba hacia atrás cada pocos metros pero el bar quedaba cada vez más lejos y no había señales de que nos persiguieran así que habíamos salvado el culo de momento. Los pies se hundían en la nieve hasta la mitad de la espinilla pero por suerte con las largas zancadas que daba conseguí alcanzar al grupo y mantener tras ellos a buen ritmo hasta vislumbrar el barco.

Una vez subimos ahí estaba Roise dando las buenas noticias, miré un momento a Smith que casi echaba los pulmones por la boca-Bien hecho Smith, sigue así e igual con suerte sales vivo de aquí amigo-le di un manotazo en el hombro que casi lo desarmo, más valía que no fuera un problema porque Rick iba por delante de él, si tenía que salvar el culo a alguno de los dos, Smith ya podía darse por muerto. Escuché a Rois atentamente y luego miré a Sarah cuando se comentó lo del submarino-Si hubiesen querido borrarnos del mapa asegurándose al 100% habrían torpedeado el barco, dudo que se tomen la molestia de soltar minas, esa serpiente se cree muy eficiente pero esa soberbia es su debilidad-mascullé sacando el cargador de la ametralladora y le eché el aliento en el receptáculo de los proyectiles, para evitar que el mecanismo se congelase, miré a la mujer con una sonrisa cargada de confianza mirando la ametralladora.

-Si, digamos que es mi tipo, su punto justo de frialdad pero cuando se le aprieta el gatillo se calienta como un horno- sonreí a medias mostrando parte de mis dientes-Señora Heatherly cuide de su familia, yo me encargo de la seguridad, así que revisaré el barco de proa a popa, puede estar tranquila-dije después de que ella se preocupase por sus seres queridos, volví a colocar el cargador, alimenté la recámara y apoyé el arma sobre mi hombro, despreocupado, como si fuera algo que hubiera hecho durante casi toda mi vida y así era en realidad.

- ¿Con nosotros fuera de él? Lo dudo. - Respondí a Nathan. Siempre había desconfiado de los extraños pero de aquella mujer más, sobre todo por como miraba a mi Rick. - Si yo fuera ella precisamente no me arriesgaría y dejaría el regalo por si acaso la emboscada en la taberna no hubiese funcionado. Lo que no entiendo es su afán por matarnos... si nosotros solo queremos a Bennett... - Miré a Benjamin. - ¿Verdad señor Smith? ¿O hay algo que debamos saber? - Le pregunté al hombre de la compañía.

Escuché a Nathan hablar de la ametralladora y pensé en su mano apretando mi gatillo y como, efectivamente, entraba en calor. Miré a Rick y le besé en los labios. - Mi misión es cuidar de todos, señor Michelson. No solo de mi familia. Usted se encarga de la seguridad, pero yo de la salud y siempre de hacer de cebo... nunca aprendí a usar un arma, pero sí a distraer a los demás para que los míos se preparasen. Quizás para la próxima salga mejor. - Le dije con una sonrisa antes de que pusiese la ametralladora en su hombro y decidiese revisar el barco.

Eso debía hacerlo el señor Roisen, básicamente porque no íbamos a buscar rusos dentro, sino averías... y aquel hombre tenía pinta de todo, menos de mecánico... - y un culo que me encantaría ver... - Ya estaba de nuevo. - En cuanto zarpemos y vea que todo está en calma, te miraré la rodilla. - Y yo me aliviaré. Menos mal que no soy un hombre, sino estaría todo el día con el mástil en alto.

Aquello iba a acabar conmigo. No me había preparado tan bien como para tener que correr de aquella manera, pero lo conseguí, aunque el manotazo que me dio Michelson casi me tiró al suelo. Le miré sonriéndole, pero sin poder articular palabra alguna todavía, porque me faltaba el resuello.

Cuando escuché mi nombre miré al frente y me di cuenta de lo que aquel hombre, el marinero o lo que fuese, acababa de decir.

-Sí, sí, lo que quiera, pero sáquenos de aquí -conseguí decir, enderezándome para seguir moviéndome.

Después, una vez terminé de llegar arriba, me volví para ver por dónde iban los demás, dándome cuenta de que al final les habíamos sacado una buena ventaja pero quizás no la suficiente si no salíamos de allí inmediatamente.

Claro que los demás parecían preocupados por lo que habían podido hacernos los del otro grupo; agujeros en el casco, minas... todo sonaba igual de mal.

-Ustedes... ¿creen de verdad que habrán hecho algo así? ¿Por qué? Si ni tan siquiera sabíamos que estaban aquí -comenté.

Entonces me di cuenta. Evidentemente, allí abajo debía haber riquezas inconmensurables o algo tan increíble que todos deseaban llegar a ello. ¿Encontrar a ese Bennet? Tonterías; eso era solo una excusa para regresar a buscar algo que sabían les haría poderosos. 

Pero yo lo conseguiría antes que ellos. Para eso estaba yo allí.

Menos mal que llevaba las botas porque de otra manera, con la indumentaria que habitualmente llevaba Lucy en el día a día, no hubiera llegado demasiado lejos. Con el tiempo, Jack había llegado a saber camuflarse y adaptarse a la vida de sus cuerpos y aunque no había estado en el interior de muchos de ellos sabía lo suficiente como para desenvolverse con relativa facilidad.

Lucy no solo era un bombón. La había convertido en una chica aguerrida y segura de sí misma, preparada para todo, y cuando llegó a la pasarela no lo hizo como una mujer desvalida y necesitada de ayuda, sino justamente todo lo contrario.

Sarah le presentó y Jack miró a Roise con una seductora sonrisa.

-Mucho gusto, señor Roise. ¿Permiso para subir a bordo?

Obviamente, no esperó a ver si lo recibía, sino que terminó de llegar a la cubierta para volverse y contemplar a la horda que les perseguía.

-Las cosas no parecen haber cambiado demasiado desde los tiempos de Frankenstein, ¿verdad? -comentó con naturalidad, mientras observaba como cada vez estaban más cerca.

Mientras tanto, Rick mostraba los efectos de la edad, algo que Jack lamentaba ver porque los había conocido en mejores circunstancias y el recuerdo que guardaba tanto de él como de Sarah era muy diferente. Pero el tiempo no perdonaba a nadie... o a casi nadie, visto lo que tanto Jack como el cabrón de Bob podían hacer.

Así que no dijo nada y se volvió hacia los demás.

-Señor Michelson, si me espera le acompañaré a hacer esa revisión; cuatro ojos ven más que dos -le dijo al guía, cuyo aspecto seguro que sería del agrado de cualquier mujer... salvo de aquellas que tenían el espíritu de un hombre dentro de ellas, por supuesto. 

Pero antes de hacerlo, Smith volvió a mostrarse dubitativo y tan flojo como una hoja.

-Señor Smith, no lo sabemos. Por eso es mejor comprobarlo. Yo no me fiaría mucho de alguien que ha intentado matarnos una vez y puesto que estamos con vida, no descartaría que siguieran intentándolo -le dije, antes de volverme hacia Michelson a la espera de hacer aquella inspección.

Kyle estaba dispuesto a intentar hablar con aquella gente. Estaba seguro de que podría demostrar su valía en aquel momento. Ya que convencer a la gente se le daba bien, pero mientras él permanecía allí ensañando su discurso en alto, el grupo armado se acercaba.

Escucho a oír a Sarah a lo lejos, apremiándole a moverse y correr. Ahí se dio cuenta al mirar atrás de que estaba solo. —Mierda.— Se encogió de hombros y se unió al resto unos metros por detrás.

Correo sin poder alcanzarles. Casi se le sale un pulmón, pero llego junto al resto finalmente. —Justo... esto quería evitar... ¿Acaso no sabéis... de mi deplorable estado físico.?— La voz apenas le salía del cuerpo. Se dolía del costado. Estaba hecho mierda, de modo que no presto atención a lo que discutían, solo busco donde sentarse y recobrar el aliento.

Una vez arriba, y hechas todas las presentaciones y con Smith dando validez a aquella subida de precio, Roise asintió satisfecho y dio una orden que ninguno entendisteis, pero que supuso que algunos de los tripulantes retiraran la pasarela que comunicaba con tierra, dejando el barco aislado.

Roise parecía encantado con la nueva invitada y no dejó de recorrrer a Jack con la mirada.

-Mucho gusto, señorita. Será un placer llevarla donde necesite -le dijo, cogiendo su mano y besándola educada y empalagosamente.

Fue justo a tiempo, porque unos momentos más tarde llegó todo el comité de bienvenida que os había venido persiguiendo. El líder del grupo se dirigió entonces hacia el barco, hablando en tono amenazador y sin que ninguno de vosotros comprendiese tampoco palabra alguna de lo que decía, aunque sí que parecieron hacerlo tanto Roise como el capitán, que con un ademán de cabeza hizo que tres de los tripulantes se moviesen empuñando fusiles y apuntando hacia ellos, mientras Roise le respondía amablemente.

Después de hacerlo, se volvió hacia vosotros.

-Parece ser que la autoridad local quiere que os quedéis para dar explicaciones acerca de algo sobre una matanza en la taberna de la ciudad. Les he respondido que no sabemos nada de eso y que tenemos que seguir viaje y el capitán ha insistido en ello.

Aquello no pareció gustarle al hombre, que incluso se aprestó a disparar en dirección al barco.

No tuvo oportunidad alguna de hacerlo porque rápidamente, los tripulantes se acercaron a la barandilla de la cubierta para dejar clara su postura. Si disparaba, no tardaría más de un segundo en caer muerto.

Fue como una especie de duelo, pero más allá de miradas supuso descubrir que la tripulación del barco, con su capitán y el señor Roise al mando, parecían tener experiencia en tratar situaciones como aquella.

Lo más importante era que al fin el barco zarpó rumbo al último tramo de vuestro viaje, antes de llegar a la Tierra Hueca. Michelson y Jack se dirigieron hacia las escaleras para explorar el interior del barco, siendo interrumpidos por un guardia armado que se colocó delante de ellos. Roise se acercó a ellos.

-Disculpen, pero les recuerdo que hay zonas del barco que están prohibidas para ustedes. Ya saben, podrían ser peligrosas por todo el combustible que transportamos y todo eso. Así que tengan... mucho cuidado. Señorita, si necesita un guía... no dude en llamarme. Estoy disponible día... y por supuesto noche.

Por su parte, Sarah y Rick tenían como destino regresar a la cabina. La rodilla de Rick necesitaba muchos cuidados. 

Kyle, Arthur y Smith aún debían decidir si se quedaban arriba o no, aunque tanto Kyle como Smith estaban en esos momentos más ocupados recuperándose que en cualquier otra cosa, y mientras tanto, el barco se alejaba de tierra y el peligro parecía quedar lo suficientemente lejos como para despreocuparse por él... mientras no apareciera el submarino y Jack y Michelson no encontrasen nada raro en su revisión.

Tras la intervención de Sarah continué mirándola fijamente, para mí conocer la mirada de una persona era imprescindible, podías descubrir muchas cosas a través de los ojos, la funestas cobardía de Smith, la veterana y dura mirada de Rick, la constante introversión de Arthur o la férrea determinación de Sarah por seguir adelante y no detenerse ante nada ni nadie salvo que sus seres queridos corriesen peligro. Asentí con la cabeza mostrando una sonrisa entendiendo su punto de vista y decisión-Sin problema señora Heatherly, a sus órdenes- contesté mostrando una media sonrisa "joder me gustan las mujeres duras y ésta los tiene bien puestos si es así en todos los ámbitos de su vida... Nathan echa el freno que es la jefa y la mujer de Rick eso es prohibido máximo" pensé apretando la mandíbula remarcando la varonil mandíbula-a saber, los rusos están como putas cabras y la mirada de esa mujer la he visto en más personas y nunca terminaba en nada bueno, pero desde luego hay que tener extremo cuidado con ella- contesté listo para darme la vuelta y comenzar la ronda, pero entonces se acercó el cuerpo poseído por Jack uniéndose a mi exploración.

-Claro preciosa, vayamos a algún pasillo oscuro a ver qué encontramos-dije guiñándole un ojo cómplice a sabiendas de quién realmente era para picar a Roise, las risas estaban aseguradas. Comenzamos nuestro recorrido por las entrañas del barco y miré a Jack con curiosidad -¿Cómo coño ha acabado tu espíritu en el cuerpo de ésta maciza? Es decir sé cómo, ya oí tu historia pero eso de ser un espíritu...fue algo que ocurrió en esa Tierra Hueca y que te hizo terminar así? Y venga no me niegues que cada vez que te despiertas te sobas las tetas- me reí sonoramente cuando nos encontramos con un fulano del barco y luego apareció Roise silencié la risa cambiando el rostro. Escuché a Roise y conseguí contenerme la carcajada mostrando un rictus serio de narices cuando se ofrecía a Jack como guía nocturno.

-Roise no somos niños de teta ni es la primera vez que viajamos en un barco lleno de combustible, descuida que tendremos cuidado y no vamos a tocar nada de tu barco y bueno ésta belleza decidirá si quiere compañía o no ¿Verdad bonita?- pregunté dándole un suave codazo-ahora déjenos pasar o igual su paga se verá reducida por hacerse el estrecho a no ser que oculte algo en algún sitio claro...- contesté suspicaz.

Aquel Michelson me caía bien. Era duro y seco, como el pan de pueblo, y podía matarte solo con la mirada... también como el pan de pueblo, que servía tanto para alimentarte como para defenderte de alguien. Parecía ser un hombre directo, de los que siempre decían las cosas a la cara y no dudaban en jugarse el tipo cuando llegaba el momento.

Merecía la pena tenerlo en el grupo.

Cuando le dije que me esperase, así lo hizo, guiñándome un ojo, lo que me hizo pensar que estaba jugando si no conmigo, con cualquiera de los que veían justamente lo que parecía, ya fuese Smith o cualquiera de los del barco.

Me coloqué a su lado y nos dirigimos hacia la puerta, momento que aprovechó para preguntarme por cómo había llegado a esta situación, incluyendo un análisis de lo más masculino sobre mi despertar.

-Te puedo asegurar que no es la primera vez que eso pasa por mi cabeza y reconozco que me exploré muy a fondo la primera vez que entré -le expliqué, riéndome ligeramente.

Claro que no pude terminar de hablar porque de pronto nos encontramos con ese Roise delante, impidiéndonos el paso, lanzándonos una amenaza... e intentando seducirme en cuestión de segundos.

Era un tipo nauseabundo, y no lo decía porque fuese un hombre. Es que me lo parecía de verdad.

Michelson no se amilanó y siguió con la broma, aunque añadiendo su propia amenaza de verdad.

-Ay, no seáis niños. A veces no comprendo como los hombres pueden hacer con lógica o sentido. No se preocupe, señor... ¿Roise? Solo daremos una vuelta para comprobar si hay algún daño cerca de puntos clave del barco. Ninguno de nosotros quiere irse al fondo del mar por sorpresa, ¿verdad? En cuanto a lo demás... el tiempo lo dirá -le dije, lanzándole una buena sonrisa, de esa que deshacen a los hombres y vuelve hombres a los niños.