Partida Rol por web

¿Nuestro querido alemán va a dejar que me mientras está conduciendo Le registres? Es peligroso... Alguien debería mirar otra vez el papel y decirle a esta mujer que pare porque va a provocar un accidente.

Mako se quedó mirando la fotografía con los ojos muy abiertos mientras su labio inferior temblaba visiblemente.

E...., Esto..., ¿Qué demonios significa esto?, - dijo levantando la mirad hacia sus compañeros. - Esperi que sea una maldita broma..., ¿Vale?, ¿Esta chica es la hija del profesor?

La japonesa se veía cada vez más nerviosa y comenzaba a respirar agitadamente.

No...,no...,no..., Este tío nos ha mandado a la muerte para recuperar el Fruto del Edén y entregarselo a quien sea que haya secuestrado a su hija..., Es como un guión de una mala película americana...

Aquellas mujeres habían convertido un apacible viaje escuchando a un genio musical y una maravillosa pieza de arte en un maldito gallinero. Gritos, movimientos de un lado para otro, apertura de cajas misteriosas, rebuscar en todas las zonas, molestar al conductor, fotos de clara índole sexual fetichista de amantes de lamer armas de fuego... Un desmadre.

-¡Niños!. ¿¡Querréis estarros callados?!. ¡A que doy la vuelta ahorra mismo y os quedáis sin conocer La Atlantida!.

Dijo en tono serio el alemán, el cual no le importaba una mierda de lo estaba sucediendo en el vehículo, tan solo quería paz y tranquilidad hasta la llegada al barco que los llevaría en el último tramo hacia la aventura.

Thalassa parecía haberse convertido en el alma de aquel autobús, no por su ánimo, sino por las ganas que mostraba al rebuscar por todas partes, por cada asiento, y por cada respaldo, la llave o cualquier otra cosa interesante que pudiese encontrar. No podía ser casualidad que aquella caja y aquellas fotografías estuviesen allí.

En la historia, no había casualidad, sino causalidad.

-Bien, oiganme todos. Tenemos una misteriosa caja que abrir y dos fotografías que como poco son bastante inquietantes. Qué todo el mundo registre su asiento y el de delante, por la parte de abajo también. No vamos a salir de este autobús hasta que tengamos algunas respuestas. Usted también, herr Krüger, si no quiere que le apeemos antes de tiempo. No me gusta llevar bultos inútiles en mis viajes. Siempre viajo con lo justo y necesario.

Thalassa se giró y volvió otra vez a registrar, esta vez con más cuidado, la guantera. La abrió...

Al buscar más detenidamente, observas que en en uno de los laterales hay una llave, camuflada entre los objetos, pegada con fiso. Efectivamente tiene una rara moldura y sí es la llave de aquella caja. Al abrirla, observas que hay una grabadora. En ella hay un cartel que pone: PLAY!

Cuando la grabación finaliza, Thalassa solo tiene ganas de bajar del autobús, pero su sentido de la responsabilidad ante la humanidad es mucho más fuerte. No le importa lo que crean los demás, pero que alguien pudiera usar una pieza de valor arqueológico con fines personales y matar por ello... era algo que no estaba dispuesta a tolerar.

Thalassa se levantó y miró uno a uno a todos los pasajeros.

-No sé cuánto de esto será verdad y quién de ustedes podría ser el traidor, pero bajo ningún concepto permitiré que la vida de los demás esté en juego. Cuando se trata de trabajar en equipo, todos somos importantes. Si descubro que alguno de ustedes está actuando por su cuenta, será lo último que haga, aunque tenga que cerrar la espita de la bombona de oxígeno yo misma.

Thalassa estaba enfurecida. Había visto en demasiadas ocasiones como por culpa de una sola persona, todo un grupo había encontrado la muerte. Eso no ocurriría allí, con ella al frente.

Habiendo escuchado esa grabación, el Alemán se tomó algo más en serio lo que estaba ocurriendo en aquella caravana y la gran relevancia que tendría el hecho de descubrir qué era lo que estaba sucediendo en aquel lugar. Pese a que deseaba terminar el trabajo cuanto antes, algo es indudable, si había un traidor entre ellos no se podría hacer.

-La gente vivía en armonía, perro todo cambió cuando la Nación de las Femi-locas atacó...

Con esto en mente, decidió apartar la caravana al arcén de la carretera y poner las luces para que otros conductores supieran que ahí se encontraban parados, por seguridad. Acto seguido, se levantó y se desesperezó un poco. Dirigiéndose hacia el resto de sus compañeros habló.

-¿Quien es la traidorra?. Sé que no erres tu, Sheldon; no creo que sepas si quierra lo que serría traicionar a alguien, erres alguien demasiado purro parra hacer algo así... Así que una de ustedes dos debe de ser la horma en mi zapato... Quien sea que es la inocente, sabrá entonces que la otra es la traidora. Así que, que hable ahorra.

Una vez que llegas al puerto del Pirineo, observas que en una esquina hay tres buzos.

Al acercarte, preguntas si son los de la expedición, estos te comentan que sí. Sin embargo, en la placa donde van sus nombres aparencen unas iniciales y ,luego en minúsculas, casi invisible: Triquel.

Las mismas siglas que había en el vestido de la mujer que, horas antes, te había encontrado. Recordaste lo que te dijo: coger el tesoro antes que los otros y devolvérselo a ella, pues entre tus compañeros había un cazatesoros...

A lo lejos, contemplaste un ferri. Allí estaban tus compañeros.

Pero el alemán no obtiene respuesta alguna, pues aquellas dos féminas se miran extrañadas entre sí y... ¡comenza la guerra entre los cuatros para saber quién es el culpable! Por lo que el viaje, que parece ser una excursión de unos niños de pargulito, ve su fin tras casi una semana en caravana.

Oléis demasiado a sudor. Edu no os ha acondicionado el vehículo con alguna ducha. Sin embargo, parece que el aire del mar os alivia un poco las fosas nasales. Pronto estaréis zambullidos en el agua y podéis daros una 'ducha' en el mar...

A lo lejos observáis el puerto del Pireo y no solo eso. Allí distinguís cuatro figuras humanas. Entre ellos, la de la guía que os habló hace una semana Edu.

Cuando pisáis, al fin, tierra griega, contempláis las figuras. Tres de ellas van vestidas de buzo y la persona más joven es la primera en presentarse:

Las tres llevan unas extrañas iniciales en el lugar donde debe ir el nombre; pero no le echáis demasiada cuenta, pues suponéis que es la abreviatura de sus respectivos nombres.

-¿Un largo viaje, caballeros? -pregunta con una voz dulce, casi melodiosa-.

Al apartarse un poco para saludaros, su otra compañera os entrega el equipo al completo:

-¿Sabéis buzear? -os pregunta E.G.T- En esta misión... como no buceéis...

-Bucear no es un reto para alguien como yo, me pasé mi juventud rescatando tesoros de las garras de los comunistas delante de sus aguileñas narices, pues, como sabrás, los Comunistas fueron subvencionados por los Judíos para atacar al Imperio.

El Alemán no sudaba, se auto-aclimataba a la circunstancia; o al menos eso era lo que el queria pensar; pues de forma independiente a como lo llamara era cierto que estaba apestando los alrededores con su olor a sudor.

-De todas formas, me esperaba que en Grecia hubiera gente... no tantos negros... La inmigración he de suponer...

Dice con un claro gesto de repulsión ante mirar a aquellas personas de color, sin lugar a dudas Heinrich no era alguien que pudiera tener muchos amigos, al menos no más allá de los rubios y ojos azules que de vez en cuando se reunía con él en los grandes salones de la Sociedad.

Cuando termino de escuchar la grabadora la joven japonesa estaba pálida más aún de lo habitual.

Maldíta sea..., Como odio tener razón..., A ver..., Entonces ahora nos enfrentamos a una maldita secta..., Vale..., Vale..., Vale..., Y ahora encima tienen información sobre mí..., si no fuera por eso me bajaba ahora mismo de la caravana y me largaba hasta Tokio andando..., Ahora estamos en una carrera contra un grupo de locos que no dudarían en acabar con nosotros a la mínima de cambio..., Debi haberme quedado restaurando aquel maldito cuadro

Una semana después habían llegado a su destino y se habían encontrado con el contacto. 3 para ser exactos...

La japonesa había estado distante durante todo el tiempo que habían pasado en carretera, y al escuchar la pregunta de aquella joven frunció el ceño mientras enarcaba una ceja.

Haré lo que pueda..., Solo prométeme que llevo el oxígeno suficiente para un viaje de ida y vuelta..., no me gustaría tener que empezar a boquear y a ponerme azul a mitad de la inmersion...

Vamos Mako..., Tú puedes con esto y con más..., Vas a salir viva de esta ¿vale?, Confía en tu instinto..., Allá donde quiera que esté escondido..., Al fin y al cabo es sólo una secta..., ¿Solo una secta?, ¿Pero qué en qué coño estás pensando?..., Oh mierda...

Después mira sus compañeros y lanzó la pregunta al aire.

¿A cuánta profundidad vamos a bajar?, Porque es la primera vez qué buceo..., no sé muy bien cómo va eso de las descompresiones..., Una vez vi una película en el que uno de los buzos la palmada por no hacerlo bien..., No recuerdo el título solo sé que salía Jean Reno

Después se extendió una tímida mano hacia la joven.

Llamadme Mako..., Es un placer conoceros...

Lograron completar el viaje de alguna manera, porque de la última parte del mismo Thalassa apenas sí recordaba algo. Todo era calor, sueño, más calor... y más sueño.

Cuando llegaron, "T" se apresuró a salir de aquella maldita lata de sardinas para estirarse. Realizó algunos estiramientos básicos y solo después de unos segundos, se atrevió a mirar más allá. La frescura del puerto provocó en ella una sonrisa que hasta entonces nada en aquel viaje había conseguido hacerlo.

Cuatro figuras destacaban entre todos los que estaban allí, tres vestidas en traje de buzo y una cuarta, una joven, que no tardó en acercarse a vosotros. Aquella debía ser la guía de la que os había hablado el doctor Pérez.

-Encantada. Soy la doctora Bright -le dice a E., estrechándole la mano, primero a ella, y después al resto.

¿Sabéis buzear? En esta misión... como no buceéis...

Thalassa sonrió. Entre otras cosas, precisamente por eso estaba ella ahí.

-Algo -respondió Thalassa lacónicamente, dejando que los demás se preguntaran si podrían o no hacerlo -. Pero la pregunta realmente importante es para qué hacen falta cuatro personas que nos acompañen. Bucear no es más difícil que conducir y normalmente, yo llevo mi propio coche sin copiloto, así que antes de seguir, me gustaría saber quienes son ellos exactamente. En este viaje llevamos ya algunas sorpresas y cuantas menos, mejor.

Thalassa estaba tomando definitivamente el mando. Aquella chica sabría cómo llegar, pero ella sabía cómo sobrevivir.

'I' al ver la aclaración de la joven frunció el ceño.

-¿Qué os ha pasado, doctora? - se atrevió a preguntar-.

-Veréis, vamos a bucear a mucha profundidad marina, por lo que es conveniente que haya un equipo profesional con ustedes. Aunque parezca surrealista, Akanni - comentó señalando al hombre corpulento-, es especialista estas cosas. Yo, por el contrario, soy egiptóloga y también sé bucear, la profesión me lo ha requerido estos años atrás.

-Entiendo su desconfianza, señorita. Pero a no ser que os queráis ver sin oxígeno y en algún momento crítico, nosotros les acompañaremos. Podéis llamadnos por nuestros nombres :Esperanza, Istar y Akanni, pero preferiblemente es mejor hacerlo por nuestras iniciales. Manías que tenemos.

Thalassa sonrió, satisfecha.

-Perfecto para mí. A mí pueden llamarme "T" -les dijo, sonriendo abiertamente -. Siento haberla ofendido, si es que ha sido así. Es solo que desde que empezamos este viaje me he vuelto más precavida que de costumbre, sobre todo debido a las fotografías y grabaciones que nos hemos encontrado durante nuestro interminable viaje.

Thalassa se acercó al pequeño grupo de bienvenida y le enseñó las fotos que habían encontrado. Después, les reprodujo la misma cinta que habían escuchado. Si aquellas personas estaban allí e iban a sumergirse con ellos, merecían saber también lo mismo que ellos.

-Sé bucear, así que no habrá problema conmigo, y tienen razón, cuantos más seamos para adentrarnos allí abajo, mejor. Por cierto, señorita Istar, he oído hablar de usted, y bastante bien, según recuerdo.

¿Qué demonios significa todo esto? - dijo mirando a sus compañeros con el ceño fruncido para después poner los brazos en jarras.

Creo que vosotros  tres también os habéis metido en un lío con esos colgados..., Hala..., cuando veáis al profe le dais las gracias ¿Eh? - añadió mientras palmeaba el hombro del enorme hombre de color.

Y luego dicen que los japoneses estamos locos porque nos gustan los dibujos animados... - dijo mientras negaba con la cabeza. En fin..., Pues nada..., Llamadme M..., No...,no..., Llamadme..., Yamaza..., Mira..., llamadme simplemente Mako..., Bufff..., Lo siento..., Pero es que tengo el corazón a mil..., La Atlantida..., Guau..., Es algo increible

entonces comenzó a mirar de un lado a otro a fijarse en las personas que se hallaban allí con ellos..., Estibadores..., Marineros..., Todo el mundo le parecía sospechoso..., ¿Estaría empezando a perder los nervios?