Partida Rol por web

¡Yo quiero uno, aquí empieza a hacer frio.- La voz de Harry, que aún está recogiendo el equipo médico imprescindible, suena por los altavoces de comunicación de la nave.- Ya sabéis lo que dicen, las mujeres y los médicos primero.

—Está bien —miró a McFadden— lo echaremos a suertes, pero tener el traje no asegura la supervivencia.

Tomó uno de los trozos de cable que le ofrecía el soldado y sin mirarlo lo mostró a todos.

McFadden vio como Gemma decidía no escoger, pero no iba a dejarle sin la posibilidad de usar uno de esos trajes. Aunque fuera un androide, Roger la consideraba una más. Por ello, decidió que fuera el propio Tristán, como mano inocente, quien escogiera un cable para Gemma y resultó que sacó el más corto.

- Bien... - Resopló aliviado. - Los trajes son para Hate y para mi.  - Miró a Harry. - Lo siento Doc.  - Le dijo dándole una palmada en la espalda. - Hate y yo iremos a la nave. Cuatro ojos mejor que dos, dicen. Volveremos en cuanto tengamos algo para vosotoros. ¿Vale?  - Cerró los ojos. Estaba agustiado por los que se quedaban, aunque tampoco era mucho más alagueño su futuro. - Tristán, suerte con ese traje y vosotros - dijo haciendo referencia a Harry y a Gemma - usad aunque sea los trajes rotos. Algo servirán para el frío.

Sin perder más tiempo comenzó a ponerse uno de los trajes espaciales. Era un alivio en el fondo haber tenido aquella suerte. Esperaba que no valiera únicamente para tener una muerte mucho más violenta y pavorosa.

El sonido volvió después de haberse quedado en silencio un rato. Algo o alguien estaba ahí abajo, golpeando el suelo con algo metálico. No había tiempo de pensar mucho, así que lo único era bajar y ver qué era. Justamente estaba entre nuestro objetivo y nosotros.

-"Bien, capitán, creo que no tenemos opción. Hay que bajar. Los trajes tienen unas pequeñas linternas de led, no muy potentes, pero lo justo para ver unos metros por delante. Si hace el favor, deje que vaya yo el primero. Necesito andar ya mismo o creo que me mearé encima si sigo aquí parado. Usted puede disparar por encima de mi hombro en el caso de que nos encontremos con la persona que hizo esto, aunque creo que lo más probable es que esté muerto."

Con una tranquilidad digna de un cirujano, me introduje por la escotilla y bajé por la escalera, llegando al corredor inferior. Alumbré con las luces del traje hacia el corredor, para ver qué podía divisar más adelante. Anduve unos pasos para dejar sitio a John y que bajara detrás mía.

- Stamets, le agradezco el heroísmo, pero si alguien puede rescatar a nuestros compañeros es usted, lo que me hace a mí el más prescindible. 

Dicho lo cual se apresuró a bajar, con cuidado y atento al lugar desde donde venían los sonidos.

Nada más descender, visteis un pasillo oscuro, alumbrado únicamente por el haz de vuestras exiguas linternas acopladas a los trajes, y en el suelo, a unos metros de distancia de vosotros, una especie de pelota inmóvil en el suelo.

Su contorno no era liso, sino rugoso, de un color difícil de concretar con aquella luz, pero más parecido a un tono rosado como de una lengua.

En medio de aquel lugar recubierto de metal, aquella pelota con apariencia orgánica, no parecía estar en el lugar que le correspondía, pero tampoco daba la sensación de ser peligrosa. Smith avanzó primero, adelantándose al ingeniero, pero ambos podíais verla a la perfección, mientras os preguntabais lo que podría ser, hasta que de repente, cuatro patas salieron de ella como por arte de magia, se levantó y abre una especie de "boca" con dientes dispuestos de manera irregulares, que emitió una especie de chillido extraño.

Miré a McFadden con curiosidad, puesto que finalmente, hasta decidió que yo participase en aquel "juego". Se loa gradecí, pero no había necesidad. Como androide, mi prioridad era la supervivencia de los humanos, no la mía propia. En cualquier caso, al final dio exactamente lo mismo, puesto que fueron él y Rook Hate quienes consiguieron los trajes que estaban en buen estado.

-Señor Milton, debería intentar reparar ese traje y unirse al resto. Doctor, creo que usted mejor que nadie podría sobrevivir en este entorno, pero con ayuda de los dos trajes rotos, podríamos intentar fabricar uno que le permitiera soportar estas condiciones. Sin embargo, mis cálculos indican que no sobrevivirá demasiado. El oxígeno no durará mucho.

Me ausenté mentalmente unos instantes, intentando calcular cuánto tiempo aguantaría en aquellas condiciones.

John, como buen caballero, me adelantó para bajar y morir primero. Una vez que andamos unos pasos, vimos algo curioso y espeluznante. Era como una pelota orgánica, de la que salieron cuatro patas y una boca con muchos dientes afiladísimos. Unas gotas de pis se me escaparon, mientras intentaba no gritar del susto.

-"¿Pero qué demonios es eso? ¡Dispare, John, dispare!"

Había algo que rascaba detrás del cráneo de John, algo difuso, que se agrandaba con cada uno de los ruidos que escuchaba. Intentaba mantener la calma y ser valiente, pero una sensación de fatalidad lo iba invadiendo, como si supiera que todo aquello iba a terminar terriblemente mal. Cuando su mirada se posó en ese ser, se disparó algo que llevaba cocinandose en su mente desde que entraran a esa nave maldita.

El bicho no se quedó quieto. Sus patas se movieron a la vez y avanzó hacia vosotros con rapidez, como una maldita araña aproximándose a su presa. Agazapados en el corredor, disponíais de poca posibilidad de movimiento, sobre todo porque Smith parecía no estar dispuesto a reaccionar y se había quedado paralizado.

Vuestras posibilidades no eran muchas, pero la criatura, todavía os lo puso más difícil: dio un pequeño salto, aterrizando delante de vosotros, y preparándose para volver a saltar, esta vez, hacia vuestros rostros.

Saqué el traje y lo apoyé en una mesa metálica. Levanté la caja de herramientas con esfuerzo y la puse encima, junto al conjunto. No creí que fuera capaz de arreglarlo. 

Había fracasado. Hecho el ridículo. Demostrado penosamente lo inútil que era. 

No escuchaba la conversación del resto. Tan solo estaba pendiente de controlar el miedo, de no perder demasiado la compostura y de lidiar con las insoportables punzadas de dolor que tenía en el vientre. Las manos me temblaban mientras manipulaba las herramientas. Los ojos, enrojecidos. 

Empezaba a notar el frío y eso que además de recoger medicinas, el médico ya se había puesto doble capa de ropa, gorra y unos mitones, pero ni con esas.- Joder Gemma. ¡Qué buenas noticas! Si no me mata el frío acabará conmigo la falta de oxígeno.- Si tenía que elegir Harry elegiría la falta de oxígeno al frío, pero no pensaba sufrir los síntomas de ninguno de las dos cosas, llegado el momento tenía preparado un cóctel que le conduciría a su último viaje entre sonrisas.

Bien, pues manos a la obra. Dadme esos trajes y veamos que mierdas podemos hacer. Por cierto. ¿Tienes idea de como hacerlo?- Le pregunta por último a la androide.