Partida Rol por web

Clark miró al doctor con un gesto de sorpresa y confusión, pero con un toque sarcástico.

-Doctor, yo no he venido aquí a tranquilizar el espíritu de nadie, sino a conseguir beneficios, y no tengo demasiado claro todavía si merece la pena poner en riesgo mi nave y mi tripulación a cambio de... ¿nada?

Estaba claro que él no formaba parte de ninguna partida de rescate, o al menos, no gratis.

-En cuanto a la carga, a mí solo me dijeron que os la diera, que preferían que pasara por varias manos para... digamos, enfriar el rastro. Pero en cuanto a lo que contenían... -el capitán se encogió de hombros - eso es algo que nunca pregunto. Solo me interesa por cuánto lo quieren y cuándo me pagarán. Y por lo que me has dicho, me parece que vosotros no recibiréis ningún pago, porque la carga está dañada, ¿no?

Su rostro se deformó en una mueca despectiva.

-Y ahora, doctor. Si quiere que vayamos a buscar a su capitán, tendrá que darme algo a cambio, porque de lo contrario, tendrán que ser usted y la princesa de hojalata quienes lo hagan por su cuenta.

Miro a mi alrededor buscando algo útil mientras doy vueltas a las palabras de Paul... soldar... soldar... tiene que haber otra manera de cerrar los conductos...

¿Qué sabemos exactamente sobre esos bichos? - preguntó en voz alta casi como hablando conmigo mismo... seguramente una nueva visión de conjunto haga que se me ocurra algo...

En ese momento, mientras mirabas a tu alrededor en busca de una solución, como por ejemplo algo con qué soldar las rejillas, y te preguntabas qué era lo que esperaban, miraste al suelo y caíste en algo.

Debajo del suelo se encontraban los conductos por los cuales estaban los circuitos y como eran sistemas que a menudo había que reparar, sin duda alguna permitían el paso de una persona. Quizás pudieseis abrir uno de los paneles y salir por ahí.

Pero no debíais perder tiempo porque ir de uno en uno significaba que alguien debía ir el último y esos bichos, no tardarían en saltar sobre vosotros.

En ese momento, mientras mirabas a tu alrededor en busca de una solución, como por ejemplo algo con qué soldar las rejillas, y te preguntabas qué era lo que esperaban, miraste al suelo y caíste en algo.

Debajo del suelo se encontraban los conductos por los cuales estaban los circuitos y como eran sistemas que a menudo había que reparar, sin duda alguna permitían el paso de una persona. Quizás pudieseis abrir uno de los paneles y salir por ahí.

Pero no debíais perder tiempo porque ir de uno en uno significaba que alguien debía ir el último y esos bichos, no tardarían en saltar sobre vosotros.

Me enfadé muchísimo ante la actitud del capitán Clark. Mi capitán estaba en peligro y él no parecía estar dispuesto a hacer nada. Miré a mi alrededor y vi un arma en el cinturón de aquel hombre negro llamado Jeremiah, y con un movimiento rápido, se la arrebaté y apunté a Clark.

-Capitán Clark. Nuestra tripulación está en peligro. Ahora mismo enviará a dos hombres a través del campo de asteroides para ayudarles o dará la vuelta a esta nave para ir a recogerlos, o su cabeza será dividida en no menos de quince fragmentos, en cuanto apriete el gatillo de esta arma y la bala atraviese su cráneo.

Casi a la vez, todas las rejillas saltaron de su lugar, dejando a la vista a los malditos bichejos, completamente listos para saltar al puente y atacaros. Al caer las rejillas al suelo, caísteis en algo sobre la estructura de la nave. Bajo el suelo se encontraban los conductos por los cuales pasaba todo el cableado eléctrico y por ahí podía pasar una persona, obviamente, seguida de cuantas fuesen necesarias. Si había una posibilidad para huir era sin duda, esa, o bien quedarse a luchar, lo cual no tardaría demasiado.

No tendríais demasiado tiempo porque si aquellas cosas habían hecho saltar las rejillas significaba que además de estar interconectadas de alguna manera, también estaban preparando el terreno para acabar con vosotros.

-  ¡No podemos permanecer aquí! - Exclamó Roger muy alterado. - ¡Sólo tenemos una maldita oportunidad, por las rejillas del suelo! 

Roger se agachó y agarró como pudo una de las rejillas del suelo. Comenzó a tirar de ella, pero era imposible despegarla  del suelo, estaba bien anclada y por mucha fuerza que realizaba, no cedía ni un milímetro. 

-  ¡Es imposible! - Gritó angustiado. - ¿Alguien tiene algo con lo que hacer palanca? ¡Joder!

En lo único que pensaba John, pese a que estuviesen a punto de ser atacados desde todas las direcciones, era en llegar a la enfermería. Su estomago rugía, el gusto en su boca no se iba y sentía que iba a morir. Tomó el caño que había encontrado antes del ataque y se acercó a la rejilla que McFadden trataba de sacar.

- Yo..  cof cof...   Iré último..   les cubriré la  cof..  cof..  retirada -dijo como pudo.

Estaba pensando en cómo soldar las rejillas, pero no hubo tiempo para nada. De repente, ¡pummm! Las rejillas volaron y cayeron al suelo con un estrepitoso sonido metálico. Los bichos, como buenos hooligans, nos increpaban desde los palcos de los conductos. Todos nos fuimos retirando hacia el centro del puente, mirando aterrorizados cómo se iban afilando los dientes para comernos. De repente caí... ¡Cómo no me había acordado antes! Los conductos de mantenimiento que había debajo de la cubierta, por donde pasaban todos los cables eléctricos. Esos conductos eran estrechos y había que ir arrastrándose a cuatro patas, pero podía ser nuestra única manera de escapar de aquí.

McFadden tuvo la misma idea y se movió rápido. Me gustaba cómo actuaba de deprisa ante las situaciones tensas, era todo fogosidad. Pero no logró quitar una de las tapas que conducía a dicho conducto. Saqué mi multiusos del bolsillo, que llevaba de todo: destornillador, navaja, cubiertos, mondadientes, gayumbos de repuesto, lupa, vaso, etc. Quité los dos tornillos que la anclaban al suelo y levanté la pieza sin mucho esfuerzo. Miré a McFadden y le guiñé un ojo, para acto seguido introducirme en el conducto e ir arrastrándome cual lombriz de pantano por él.

-"¡Rápido, seguidme."

Al ver que Stamets y McFadden no podían, también él intentó ayudar, pero no pudo mover mucho, estaba concentrado en otra cosa, como lo era el dolor que lo abrasaba desde dentro.

No hizo falta que contestaran a su pregunta, los bichos ya estaban allí. Solo había una salida y no lo tenían muy fácil, se unió al grupo para intentar forzar la losa que ocultaba el acceso a la zona de cableado, solo esperaba que esos malditos bichos no hubiesen llegado hasta allí.

Ninguno de vosotros logró levantar los paneles del suelo, pero eso sí, durante el tiempo que estuvisteis intentándolo, parece que los malditos bichos terminaron por decidirse. Uno detrás de otro empezaron a saltar al suelo y a caminar por encima del mismo metal que estabais intentando levantar, solo que en lugar de ir hacia vosotros, formaron dos filas y se dirigieron hacia la puerta. 

Una vez llegaron a ella, empezaron a saltar unos encima de otros y a roer la puerta, como si fuese un queso. El ruido del metal siendo raspado llegó hasta vuestros oídos y al asomaros aunque fuese un momento a mirar, os disteis cuenta de que estaban adelgazando el metal y que en breve, conseguirían abrir un hueco.

McFadden no entendía una cosa... ¿Por qué entrar allí para roer la puerta y no roerla desde el exterior? Lo que pretendían, dejar entrar a aquella zorra de mandíbulas ocultas y asesinas, era evidente. 

- ¡No se qué hacen, pero nos han dado una jodida oportunidad! - Gritó el soldado y de nuevo, con todas sus fuerzas, trató de lentar uno de aquellos paneles del suelo.

Se rompió el pantalón del esfuerzo y también de la ventosidad que salió de su culo de soldadito. Pero los paneles ni se movieron. Lo que si se movieron fueron sus entrañas. Algo en su interior se había rajado al igual que sus pantalones. Se había herniado del esfuerzo y le dolía una barbaridad. 

- Nada... - Dijo resignado agarrando la empuñadura de su arma. - ¡A fuego con ellos! - Y desenfundó su arma apuntado hacia la puerta.

Todo sucedió muy deprisa para Harry, sin darse cuenta se encontraba en una situación muy peligrosa.

Algo había pasado en circuitos de Gemma y se había vuelvo loca. Estábamos superados en número y la Androide estaba apuntando a la cabeza del único capitán que podía solucionarnos el problema.

No hace falta ponerse así.- El médico extendió los brazos, tratando de transmitir tranquilidad a la tripulación de la Aktuk.-  Seguro que el capitán Smith negociará un precio justo por su rescate cuando este se efectúe. Mucho más de lo que yo tengo para negociar.

La reacción de los demás miembros de Clark no se hizo esperar y todos sacaron sus armas y apuntaron a Gemma, creándose una situación de lo más frágil. 

Todas las armas, incluso una que se había sacado de alguna parte misteriosa Jeremiah, apuntaban ahora al androide, mientras ella mantenía su cañón delante de la cabeza de Clark. Las palabras del doctor intentaron mediar pero al final, todo estaba en manos de los dos, de Gemma y de Clark.

Viendo que McFadden se ponía rojo fuego de la fuerza que le estaba imprimiendo a sus poderosos y atléticos músculos, no fui capaz de retirarle la mirada. Los bíceps se le marcaban en su camiseta ajustada, al igual que los glúteos respingones se ponían duros por la posición de lavantar la baldosa. Un gas salió de su trasero como fruto del esfuerzo, dejando una fragancia aterciopelada en el ambiente. A mi se me caían solos, sin hacer esfuerzo, dada mi naturaleza. Al ver que era imposible ir por el conducto del suelo, la cosa estaba clara.

-"Vamos por los conductos del aire, ya tenemos paso libre al irse los bichos a roer la puerta. Hasta nos han quitado las rejillas. Y hay varios conductos, para no entorpecernos al huir como ratas."

Clark no perdió la sonrisa, sino que se mantuvo tranquilo y levantó las manos para tranquilizar a los suyos.

-Tranquilizaos, chicos. Se trata solo de una discusión entre compañeros. El doctor tiene razón. Seguro que si le salvo la vida a tu querido capitán, me recompensará como merezco, pero si quieres, podemos hacer un trato previo. Si voy a salvar a tu capitán y hago lo que pueda para lograrlo, vendrás conmigo. ¿Estás de acuerdo? Si es así, a partir de aquí podremos negociar más tarde directamente con él y al menos, no me iré de vacío.

Clark levantó las cejas hacia el doctor y los suyos, que parecieron relajarse y sonreír también ante la idea.

Me resisto a desistir de aprovechar la oportunidad de intentar escapar de allí por las rejillas del suelo y hago un último esfuerzo apoyando a McFadden en dicha tarea...

Mientras los bichos seguían royendo la puerta, Tristán logró por fin levantar una de las planchas del suelo, dejando al descubierto, tal y como sospechabais, un conducto por el cual podríais arrastraros, de uno en en uno, para salir de allí.

En esos momentos, la rotura de la puerta estaba empezando a alcanzar el otro lado y ya podía verse algo que no era el frío metal, sino piel humana, al otro lado de la misma.

Había que salir de allí, y pronto.