Partida Rol por web

John estaba cada vez más convencido de que allí había gato encerrado. No sabía todavía quien, pero alguno de ellos portaba un alien adentro. Él tampoco estaba fuera de duda, era el primero que quería ver su interior, pero no se confiaba de nada. Sin embargo, aquello no lo excluía de disfrutar de la vista de la piloto, que teniendo en cuenta las circunstancias, era lo mejor que venía viendo desde la otra alien lo había intentado besar vestida de Eva. 

Cuando Michelle se terminó de cambiar tomó la vanguardia, fusil preparado, para dirigirse a la enfermería.

Seguía sin fiarse de nadie, pero cualquier detalle, por banal que fuera, le serviría para determinar si alguien le estaba mintiendo, ocultando algo o escondiendo su verdadera naturaleza. Los ojos de McFadden se habían convertido en un radar, no se le iba a escapar nada. Estaba dispuesto a convertirse en un maldito inquisidor por tal de desenmascarar al jodido alienígena que se encontraba entre ellos. 

- No perdamos más tiempo. - Comentó. - Detrás de vosotros... - Les dijo a sus compañeros invitándoles a tomar la iniciativa hacia la enfermería.

En el momento en que salíais, un movimiento captó vuestra atención, algo que pareció moverse por el suelo, ocultándose detrás de las cápsulas. En el momento en que os volvisteis, pudisteis verlo con mayor claridad. Pero no solo visteis uno, sino que os pareció distinguir a varios, claro que se ocultaban y no eran fáciles de seguir.

Hasta donde pudisteis percibir, parecía haber al menos tres de ellos moviéndose semi-ocultos por la sala.

- ¡Mierda! -gritó elocuentemente John, a falta de una reflexión mas profunda acerca de los peligros que podían deparar los viajes espaciales. ¿Vieron eso? 

A lo cual disparó una o dos ráfagas hacia el lugar donde no pudiera dar a ningún humano, acercandose vertiginosamente a la puerta.

- ¡Vamos, afuera! -indicó, esperando que pudieran salir todos y dejar encerradas a las criaturas. No convenía disparar mucho en aquella zona porque sin las cápsulas de hibernación iba a ser un viaje muy largo a casa, si es que alguno conseguía llegar con vida.

¿Que si lo había visto? Por casi me cago en las bragas. Varias cosas aberrantes se escondían detrás de algunas cápsulas. Si hubiéramos llegado un poco más tarde, la piloto estaría muerta. Salí cagando leches de la sala, esperando que el último cerrara la puerta. Si había bichos ahí, de seguro que había más por la nave; eran como ratas.

-"¡Mierda! Estamos jodidos otra vez. Esto parece una pesadilla que nunca termina. Vamos rápido a la enfermería, pero antes, bloquear esta puerta."

- Si... vamos a es enfermería y esperemos que nadie tenga un bicho dentro. - Resopló. Con la aparición de más de aquellas criaturas, estaban muy jodidos. No podían regresar a ningún sitio civilizado si no les daban caza. - Y a partir de ahora, no nos separamos más. ¿Bien?

Tras salir todos en tromba de la sala de hibernación, os dirigisteis sin perder tiempo hacia la enfermería. Nada parecía haber allí que llamase la atención, salvo el echo de que el aparato para escanear seguía apagado. Michelle fue la primera en probarlo y al darse cuenta de que no funcionaba, se volvió hacia los demás.

-No sé qué cojones habéis hecho, pero esto no funciona y así dudo que podamos hacer nada -dijo, abriendo el interior de uno de los compartimentos del aparato -. La unidad central está quemada. Hay que sustituirla por otra y no tenemos nada, así que ya podéis estar inventando algo para ver si tenemos uno de esos bichos dentro.

- Mierda... - Se lamentó el soldado. - Pues no se que puñetas podemos hacer... - Miró a Stamets. - Eres ingeniero, ¿se te ocurre algo? - Preguntó son demasiadas esperanzas. - Sea como sea, luego tendríamos que escanear la nave en busca de presencia de esas criaturas. Sabemos que hay tres, pero podrí haber más...

—Ya sabemos que no funciona, —dijo a la piloto.— Si nos mantenemos todos en el mismo lugar podremos controlarnos unos a otros. Mantengamos una distancia de seguridad. Si alguno le sale un bicho por alguna parte del cuerpo, tendremos unos segundos para reaccionar—Dijo dando unos pasos hacia atrás alejándose un poco del grupo.

Michelle negó con la cabeza. La idea que acababa de sugerir Rook le parecía una idiotez, por decir algo.

-Eso es una puta mierda. No iremos a quedarnos mirándonos a los ojos durante seis meses, ¿verdad? Y después qué, ¿hibernamos por turnos? ¿Vais a acompañarme también a mear?

Si teníais un bicho dentro, no podían esperar a ver si salía o no, si es que de verdad era así.

-No pienso esperar a ver si alguno de vosotros es lo que dice ser. Estaba muy bien dormida y seguramente esos jodidos bichos no iban a molestarme. Lo mejor es entrar, matarlos y echarnos a dormir. Si todos hibernamos, nadie sorprenderá a nadie.

- Yo estoy con Rook. - Dijo McFadden. - En unas cuántas horas sabremos si alguno lleva un bicho dentro. No tardan demasiado en manifestarse... - Comentó. - Pero mientras tanto, hagamos lo que dice la morenaza. - Desenfundó su pistola. - Vanos a cazar alienígenas...

—Yo también pensaba que estabas muy bien durmiendo, hubiésemos tenido a un huésped menos que vigilar. Deberías gastar tu furia con Stamets, el fue quien te despertó, él y sus dedos rápidos.—Miró a su compañero con cara de pocos amigos. —Yo parto de una premisa; no tienes un bicho dentro, si me equivoco solo tengo que apuntar con mi arma a tu criatura y después pensaré si me apiado de ti. —Rook no entendían que hacían moviéndose por la nave como pollo sin cabeza, tenían que terminar con los bichos ¿por qué no empezaban? Miró a la chica entornando los ojos, —tal vez te guste más esto: saquemos el palito más corto, y utilicemos al afortunado de carnaza, será fácil, solo tenemos que disparar a todos los bichos que se acerquen.

John asistió a como cada uno daba su táctica respecto a cómo resolver el problema. Cualquiera podía tener un alien dentro o ser un clon. Incluso él. Bueno, lo del alien, lo otro sabía que no. O lo sospechaba. No estaba seguro de nada, excepto que no iban a tener un viaje tranquilo a no ser que exterminaran hasta el último de aquella plaga que ya se había cargado dos naves y media, y eso que supieran ellos.

- Bueno, vamos a liquidar a esos bichos que dejamos en la sala de hibernación. Luego iremos al puente. Hate, quiero que nos digas dónde está el planeta o estación más cercano, de ser posible que no haya que ponerse a dormir. Así como vimos a esos la nave puede estar infestada, incluso si verificamos meticulosamente compartimento por compartimento, ya hemos vivido en carne propia que hay ductos por donde pueden trasladarse, la opción más segura es ver hacia dónde podemos ir. Luego, más tranquilos, veremos si Stamets puede reparar la enfermería. ¿Suena como un plan aceptable?

- Si... - Respondió todavía con ciertas dudas McFadden. - Supongo que suena aceptable... 

McFadden se puso en marcha. Tenían que cargarse a esas cosas. Desde luego eso era lo primero. Armado con su pistola se dispuso a acceder a la sala, pero no sin antes, dar un vistazo a través del ventanuco de la puerta. Si localizaba a alguna de aquellas cosas desde allí, sería abrir y disparar. 

Desde el otro lado de la sala, McFadden acertó a distiguir algo moviéndose, pero era imposible acertar si permanecían ocultas. Sin embargo, una de ellas parecía estar bastante accesible, así que entraste con el arma a punto, apuntaste y...

.... acertaste de lleno a uno de aquellos asquerosos bichos, que saltó en pedazos, liberando sangre que empezó a corroer las cápsulas que estaban al lado.

Sin embargo, otras dos de aquellas criaturas se lanzaron a por él nada más entrar y disparar y una de ellas saltó directamente en dirección a su rostro.

McFadden se había adelantado, todo soldado él, e hizo comer plomo a uno de aquellos bichos, pero a sus amigos pareció no gustarles quedarse huérfano de hermano y fueron a por él. John atinó a dispararles con el rifle apuntando como pudo, desde atrás del soldado.

Iba el último, ya que no tenía ni pizca de ganas de volver a esa sala llena de bichos. No quería ser devorado por esas cosas asquerosas y menos aún que hubiera otro yo. Aunque pensándolo detenidamente... no estaría nada mal. Podríamos hacer cosas juntos: arreglar cacharros, jugar al tenis, darnos por ...., ver pelis, etc. Pero claro, para hacer el clon, primero debían matarme y comerme, así que mi gozo en un pozo.

Como iba diciendo, iba el último, y nada más llegar allí, el rubiales entró como el sheriff entraba al salón del bar. Disparó a una de esas cosas y le acertó de lleno, matándola al instante. Cosa curiosa lo del ácido que corroía el metal. Sus compinches, que estaban escondidos a los lados, cosa que denotaba inteligencia, saltaron hacia él. Ahora comprendía por qué el que había muerto estaba a la vista, ya que hacía de cebo. Yo no había cogido ningún arma, las repudiaba, pero sí tenía un nuevo y famoso soplete-bomba. Al estar atrás, y digo atrá, atrás, el último, veía lo que sucedía adelante con miedo y temor. Saqué el soplete de mi bolsa de herramientas y lo encendí.