Partida Rol por web

No podemos dejarle ahi encerrado MIchael...si pasa algo...

Sybill seguía con el cuerpo rígido por la tensión pero parecía ser capaz de pensar nuevamente con normalidad. La joven soltó al policía y se acercó a la estanteria. No les costaría mucho sacarla...además

Así podriamos revisar también el sótano, por si hubiese algo que se nos pasa.

Michael escuchó la sugerencia de Sybill, pero negó con la cabeza. Ese hombre podía ser imprevisible, y además... fuera correría más peligro que dentro si estaba sólo e indefenso.

- Yo no se lo recomendaría -dijo Michael con calma-. Creemos que anda suelto un criminal peligroso por esta parte del pueblo. Si se queda aquí, podré protegerle... pero si se marcha quizá no tenga tanta suerte.

Tomó aire y esperó que aquél tipo se mantuviera tranquilo con aquella milonga. Y al fin y al cabo, tampoco le había mentido... sólo que había omitido la parte de que el susodicho criminal fuera un demonio invisible y sediento de sangre.

- No se preocupe, no tardaremos mucho en resolver esto. Después todo el pueblo estará a salvo.

Una vez que hubieran acabado con aquél asunto, les daría bastante igual que un vagabundo fuera contando por el pueblo que había ido un policía de Boston a detener a un asesino... En cualquier caso, si algo tenía claro, era que ese tipo no iba a salir del sótano hasta que hubieran acabado el ritual.

Michael, desde cuando se puede tomar una mujer casada tantas confianzas...

La mente de Alexander volvió a la situación que les ocupaba.

Podemos sacarlo y mantenerlo vigilado aquí fuera. No me gusta la idea de dejarlo ahí abajo. Vamos agente, ayúdeme a quitar la estantería...

El sacerdote se recogió las mangas dispuesto a mover la estantería para que el vagabundo pudiera salir del sótano.

Michael torció el gesto. Estaba claro que Sybill y el padre Brandt no tenían su experiencia a la hora de tratar con vagabundos y personas sin hogar. Uno podía sentirse inclinado a sentir lástima por ellos y ayudarlos, pero él sabía que en muchos casos había que tratarlos, como poco, con prudencia. Había tenido malas experiencias y aquél no era el sitio y la situación más adecuados para añadir otro riesgo al asunto...

- De acuerdo -se resignó-. Pero si hace alguna tontería, espero que no me contengan cuando tenga que actuar...

Se acercó a la estantería y ayudó al padre Brandt a apartarla.

El hombre que sube las escaleras esta sucio y desarapado. Con el pelo como un loco, y la cara y las ropas llena de suciedad y costras. Lleva en la mano un palo que sujeta con dudosa firmeza y mira para todos lados nervioso.

-Yo... me voy... eh, ustedes deberían... pero yo me marcho ya, ¿saben?...-dijo el hombre dado un par de pasos

Michael se había temido algo así. Tardó medio instante en llevarse la mano al revólver y desenfundarlo con seguridad, para apuntar directamente al pecho del vagabundo.

- ¡Quieto, no se mueva! -exclamó-. Tire el palo y ponga las manos detrás de la cabeza, ¡ya!

El tiempo para las sutilezas había pasado. Ahora tenía que asegurarse de controlar inmediatamente la situación. Si era necesario volverían a encerrarlo... pero de momento lo que menos le interesaba es que alguno de los suyos saliese herido.

No, no... yo... no, yo me voy ¿sabe? No se preocupe por mi. Pero deberian marcharse ustedes también. Yo me voy ya-dijo el hombre mirando fijamente la puerta mientras hablaba sin prestar mucha atención a nada.

Agente por favor, solo está asustado.

El sacerdote avanzó para interponerse entre ambos hombres.

Por favor, señor. Deje el palo que lleva en las manos. Como ve no hay nadie que quiera perjudicarle entre nosotros. Además, tenemos un agente de la ley aquí. Por favor, traquilicese.

Sybill dió un salto hacia atrás al ver el aspecto de aquel hombre, pero se tranquilizó al ver que no les hacía nada. No obstante, recordaba con cierto desagradao las fotografías de las chicas de los anuncios.

Que asco...¿como puede...?Bufff Pero...¿Que narices está haciendo este hombre?- la actitud paranoica del policia dejó a la escritora perpleja y sin saber que decir.

¿Porque?¿Qué ocurre?-preguntó al vagabundo tratando de roper la tensión creada por el policia

Michael, baja el arma por Dios

Michael apenas daba crédito a lo que estaba viendo. ¿En qué estaban pensando aquellos dos? ¿No se daban cuenta de que el primero que había exhibido un arma era aquél tipo?

- ¡Padre, apártese de ahí! -dijo airado.

En cuanto Brandt se cruzó con él, no tuvo más remedio que apuntar al techo con el revólver. Lo último que quería era disparar al sacerdote por error. Pero aquél tipo estaba decidido a salir, y no podían permitirlo. ¿Quién sabía lo que podía hacer fuera, con quién podría hablar y qué podría pasar una vez que hubiera contado a medio pueblo que estaban allí?

- Maldita sea, Sybill... ¿qué pretendes?

- Pero ... ¿os habeis vuelto locos? - digo levantándome y sujetando la navaja en la mano. ¿En qué cojones estáis pensando para dejarlo suelto?

- Padre, haga caso al Agente Parker y quítese de enmedio. - le casi exijo al Padre Alexander.

Miro fijamente al vagabundo.

- Usted no se mueve de dentro de la casa. - añado interponiéndome entre él y la puerta. ¿Ha quedado claro?

- Si lo que quiere es estar a salvo baje al sótano y permanezca callado hasta que terminemos la investigación. - prosigo. Cuando hayamos acabado podrá usted irse donde le plazca. Hasta entonces se quedará aquí y sin hacer ningún ruido.

- Ahora tiene dos opciones. Primera, dejar el puto palo, bajar al sótano y quedarse quieto y callado o Segunda que el Agente Parker le dispare por amenazar con un arma a un Agente de la Ley. ¿Qué elige?

-¡Aaaaaaaaaaaght yo me voy!-gritó con locura el hombre blandiendo el palo contra el profesor que se había interpuesto entre él y la puerta.

Michael fue notando poco a poco cómo la situación se les escapaba de las manos. Desde el principio no le había gustado la mirada de ese hombre al subir las escaleras y en un momento se había enredado todo.

- ¡Alto! ¡Deténgase! -gritó sin esperanzas.

Volvió a apuntar con el revólver, esta vez a la pierna derecha del sujeto, y disparó. El ruido de la detonación ensordeció a todos, mientras un fogonazo iluminaba la sala.

¡BANG!

El disparo resonó en los oidos de todos con un trueno. La bala atravesó la pierna del hombre que profirió un alarido lleno de dolor pero aún así siguió cojeando hacia la puerta y por consiguiente hacia el profesor.

- Maldita sea. - digo lanzando desesperadamente la Navaja hacia el tipo ese que se me viene encima.

Lógicamente fallo así que el tipo sigue avanzando hacia mí con el palo en alto.

- Esto va a doler. - pienso.

El hombre pasó por encima de la navaja, que había caído al suelo, y golpeó con el palo al profesor tratando de escapar.

Desesperada, y pensando en proteger a sus compañeros, Sybill hizo algo que nunca se hubiese imaginado a si misma hacer. Se abalanzó encima del vagabundo golpeandole para arrojarle al suelo. La adrenalina movía el pequeño y delgado cuerpo de la joven, que recordó los tiempos e bromas en el viejo continente y como la habían enseñado a... buscar el punto debil. Sybill agarró del vrazo al vagabundo y rapidamente hizó presión con la pierna en la zona herida hasta que el hombre cayó al suelo.

No se mueva por favor-dijo con tono suplicante- no le haremos daño

Si Sybill...nos va a creer despues de haberle disparado a la pierna

El hombre cayó de bruces al suelo mientras Sybill le agarraba por la espalda y lograba que no se moviese. EL hombre gruñía y gritaba que lo dejaseis tranquilo pero parecía que le costaba deshacerse del abrazo de la mujer.

- Padre, traiga una cuerda o algo para atar a este hombre. - digo tras esquivar el golpe y ver como la Sra. Leefolt placa al sujeto.

- Buen trabajo Sra. - le digo.

Me acerrco a él y poniendo un pie sobre su cuello para que no se mueva le digo al Agente Parker.

- Agente Parker, por favor, revise los bolsillos del señor Jake a ver si encuentra alguna documentación suya que nos confirme su identidad.

El hombre no tiene ningún tipo de documentación.