Partida Rol por web

Mientras el Agente Parker habla permanezco quieto sin moverme de mi sitio.

- Realmente sería bueno que escucharais al Agente. - le digo a la secretaria. Estoy seguro que el Dr. Armitage se lo agradecerá si consigue mantener el despacho a salvo de visitas indeseadas.

-Lo siento-niega la mujer categoricamente con la cabeza- no puedo abandonar mi puesto de trabajo y yo estoy aqui, su despacho está en el piso de arriba y no paso yo mas tiempo en él que ustedes. Oigan, de verdad que queremos ayudar pero no puedo, no tengo permiso del Director para entrar en su despacho cuando el no está. Ni siquiera entra el bedel a limpiar cuando no está. Me temo que, como ya les dije, deberán escribirle a él...-dijo algo cansada ya del tema y la insistencia de los dos hombres aunque a fin de cuentas fueran representantes de la lei.

- Agente, puede venir un momento. - le digo llamándole a un aparte.

Una vez estamos a solas prosigo.

- Ha dicho que el despacho está en el piso de arriba, ¿no? Pues entonces sólo tenemos que llegar a él. - susurro.

Luego en voz normal para que pueda oirme la secretaria.

- Acompañela para comprobar que está bien cerrado y nadie ha entrado en el mismo. - digo con un guiño de ojo que la secretaria no puede ver al darle la espalda. Yo les espero aquí para que nadie interrumpa.

Tras decir esto me giro hacia la secretaria.

- O si lo prefiere podemos subir nosotros y comprobar que nadie ha intentado entrar en el despacho.

-Pueden subir si quieren, verán como la puerta esta cerrada-dijo la mujer, pero en un monmento calló sospechando algo- Señor agente, si de verdad necesitan entrar y trae una orden del juez yo misma se la abriré en persona.

- En ese caso no creo que pase nada por subir a investigar la planta superior. - digo mientras me encamino hacia las escaleras y empiezo a subirlas.

Subís al piso de arriba. En el lado derecho se encuentra el despacho del director y de varios profesores más. Por el pasillo hay multitud de estudiantes que van de un lado para otro, asi como profesores.

Agarro el picaporte del depado del director.

- Veamos si está abierta la puerta. - susurro.

Michael torció el gesto al darse cuenta de que el profesor no podía abrir la puerta. Aquello no estaba saliendo como esperaban y la situación empezaba a volverse peligrosa. Si les atrapaban, iban a tener bastantes problemas... y ya habían despertado muchas sospechas.

- Quizá debamos intentar otra cosa, profesor -dijo a Rogers-. Tal vez haya alguna forma de conseguir una orden de parte de un juez, pero sería bastante sospechoso ahora que hemos inventado otra historia...

Miró una vez más la puerta cerrada.

- Si no... la única opción es colarse por las malas.

- Habrá que hacerlo de la segunda forma. - le digo. Active la Alarma de Incendios espere a que baje algún profesor más o menos de mi edad* y baje las escaleras asegurándose de que la secretaria le vea pero que no vea la cara de su acompañante.

- Yo romperé el Cristal de la Puerta y encontraré el libro. - añado. Luego se lo tiraré por la ventana así que más vale que se dé prisa en llegar bajo la ventan.

Michael no podía creerse que tuvieran que estar así a esas alturas. Y el que más tenía que perder era él, que después de todo era un agente de la ley. La misma ley que iban a saltarse a la torera...

- Esperemos que salga bien... pero escabúllase del despacho en cuanto pueda.

Sin más, se volvió para buscar una alarma de incendios que poder activar, pero lo haría justo en el momento en que pasara alguien parecido al profesor Rogers y luego se pegaría a él. De todas formas, por muy similar que fuera... esperaba que la secretaria no reparase en que seguramente iría vestido de forma diferente. Bueno, con la tensión de un incendio quizá no se parara a pensar en eso...

La alarma empezó a sonar por todo el centro, de pronto todas las puestas se abrieron de golpe y empezaron a salir alumnos, profeasoras y maestros de todas las aulas. El ruido, el desorden... os daba tiempo a actuar pero debíais de ser rápidos pues sabíais que la mujer no se fiaba de vosotros. El agente se juntó a un hombre de pelo blanco, algo mas alto que el profesor Rogers, pero con todo el jaleo si la mujer no se fijaba podría dar el pego.

El profesor solo tenía unos minutos para entrar y buscar el libro si no quería que lo encontrasen allanando el despacho del director.

Cuando la alarma suena el pasillo se convierte en un hervidero de gente. Unos corren, otros andan pero espero que nadie se fije en mí cuando golpeo con el codo el cristal de la puerta del despacho del Director.

- Sin duda luego tendré que romper alguno más para disimular. - pienso.

Intentando pasar desapercibido me introduzco en el despacho y cierro la puerta tras de mi.

Una vez dentro empiezo a buscar el libro en cuestión. No me cuesta mucho trabajo encontrarlo así que en cuanto lo tengo en mi poder me asomo a la ventana para comprobar que el Agente Parker se encuentra abajo.

Mientras llega busco una forma de bajar sin tener que usar las escaleras por las que he subido a esta planta.

En el momento en el que lo veo aparecer y llegar bajo la ventana suelto el libro.

En cuanto la alarma empezó a sonar, Michael se dirigió hacia el hombre parecido a Rogers. Este se apresuró a bajar las escaleras y el agente lo aprovechó para unirse a él, tratando de colocarse de forma que estuviera entre el sujeto y la secretaria.

Aunque trataba de aparentar tranquilidad, en realidad iba apretando los dientes. Si aquello salía mal iban a tener muchos problemas. Se esforzó por no mirar a nadie directamente a los ojos y en cuanto pudo, enfiló hacia el exterior para recoger el libro, rezando por que el profesor lo encontrase rápido.

El profesor buscó entre las estanterías. No tardó en encontrar el libro que encontraba, un tomo cubierto de cuero negro que destacaban en la estantería entre otros libros de la misma temática. Sin quitarle un ojo a la puerta por si alguien lo veía logró abrir la ventana. Pese a estar en el primer piso no era demasiada altura hasta un frondoso arbusto que lo esperaba debajo.

Parker logró hacer su parte de cometido. Logró que la secretaria lo viera, aunque lo miró con el ceño fruncido el hecho de que estuviese indicando a toda esa marea de gente como salir sin pisarse unos a otros hizo que nos les prestara mayor atención. El policía fue a la parte de atrás donde llegó justo para ver como el profesor se lanzaba sobre el arbusto.

En menos de 20 minutos habían conseguido su objetivo. Sin decir nada salieron de allí y se mezclaron con la multitud hasta alejarse, camino a la cafetería donde habían quedado con el padre Alexander y con Sybill.