Partida Rol por web

Durante el primer día de su salida de expedición a la lagunilla, en el cual llevaba consigo a un grupo de seis civiles humanos, Bjorn se centró en estudiar toda la orilla de la misma, al menos en ese primer día. Su exploración trajo como resultado varios hechos importantes. La lagunilla no era profunda, al menos no en la orilla, quizá, varios metros adentro les llegaría a solo un metro desde el suelo. El agua estaba muy caliente, lo cual era extraño, se notaba un sabor mineralizado en ella. Su tono era un tanto verdoso y no estaban seguros de si podían realmente beber de ella. Su extensión total, era de unos 10 x 15m, con pequeñas pozas dispersas, algunas de ellas demasiado profundas. No habían encontrado casi nada de vida allí, aunque tampoco se habían concentrado en buscar. No sabían si había peses, pero vaya que había sapos y renacuajos, además de unos extraños anfibios que se enterraban entre el lodo y las rocas calientes de la orilla.

Durante el primer día de su salida en busca de recursos, Asbjörn se dirigió a las colinas centrales que rodeaban su actual campamento y hogar. Con él, iban otros cinco Varls para ayudarles en sus tareas, y si era posible, empezar a recolectar lo que encontrasen. Había realmente muchas colinas en los alrededores, y era difícil distinguir una de otra, al menos no ahora cuando aún no se lograban familiarizar con el terreno. En su recorrido se encontraron con una colina de roca maciza de gran tamaño, otra que parecía ser muy frágil, y finalmente una que mostraba muchas piedras rojizas. Pero lo más importante fue que hacia el caer de la tarde se encontraron a su vez con una gran cueva cercana a su campamento que estaba un tanto escondida por la nieve y la vegetación, mientras que ya hacia las montañas, en una alta colina había una mina abandonada cuya puerta de madera estaba sellada.

Durante el primer día de su salida en busca de recursos, Wulfrig se dirigió a las colinas cercanas a las llanuras junto con otros tres Varls, pero no encontró nada útil allí, solo tierra y la promesa poco segura de que habría minerales, promesa que igual tendrían cerca de su campamento. Por ello, en el segundo día se dirigieron a los riachuelos, cuya extensión era grande y les tomo también todo un día el explorarlo. Al final de aquel tiempo, durante el cual se cruzaron de lejos con Bjorn que trabajaba en la lagunilla, el grupo llegó a la conclusión de que había minerales allí, sobre todo en la región cerca a la lagunilla, pero no sería fácil conseguirlos.

Habían encontrado cristales, algunos rastros de metales e incluso metales preciosos como el oro, que se concentraban aún más conforme seguían el curso del agua.

Durante el primer día de su salida de exploración, Gunnar se dirigió a las fronteras con las montañas. Ya en aquella zona las colinas se elevaban mucho sobre la falda de las montañas y daban pie a aquella pequeña meseta montañosa. Su andar era lento, mucho más lento de lo que el esperaría, y esto, debido a lo escarpado del terreno. Tras un solo día, Bjorn había recorrido con aceptable éxito, solo una tercera parte de aquel territorio de las fronteras con las montañas. Durante el cual, se había encontrado con todo lo que esperaría encontrar, arboles grandes, muchos terrenos escarpados, animales y plantas de montaña, muchos de los cuales no conocía. Lo único realmente trascendente fueron unas tres cuevas que encontró, de las cuales una de ellas tenía considerable tamaño.

Durante el primer día de su salida de exploración, Hjálmarr se dirigió a los bastos páramos al sur. Allí encontró un terreno algo aptó para la agricultura, no por la calidad de su tierra sino porque era la única extensión de terreno en sus dominios que albergaba la esperanza de algo creciera, de hecho, era la zona con mayor vegetación que había visto hasta ahora en aquellos lugares. Incluso se había topado ya con varios conejos y zorros, y no dudaba de que hubiera aún más.
En su segundo día se centró en la lagunilla, pero rápidamente ese mismo día se encontró con que Bjorn y varios guerreros ya tenían el terreno dominado a detalle y que los Varls que llevaba consigo Wulfrig merodeaban en los alrededores por lo que aquel día regresó a descansar un tanto para durante el atardecer partir hacia las fronteras con las montañas, aunque era posible que Gunnar las estuviese recorriendo a detalle.

Su viaje comercial inicio por la tarde del primer día tras establecerse en su nuevo hogar. Habían ya resueltos los preparativos para múltiples tareas, incluida la que ahora les atañía a Embla, Fridtjof y Egill. Con ellos viajaban cuatro guerreros humanos con el fin de darles protección de ser necesario e incluso cargar con las cosas que consiguieran si no se daban a vasto con carro que llevaban.

En su camino hacia el asentamiento del clan Rotensnö en torno a un pequeño lago que se formaban con las aguas que bajaban desde las montañas se encontraron curiosamente con que un sequito de dicho clan viajaba también con el mismo fin en dirección contraria. Así, ya entrada la noche de aquel día, ambos grupos montaron un campamento y se dispusieron a cenar mientras hacían transacciones. Por parte del clan Rotensnö solo se encontraban dos figuras de importancia, Jendalos y el Mender Niklas, para desagrado de su discípulo, pues volvían a encontrarse tras muy poco tiempo.

Con toda la ilusión de encontrar algo que nos pueda salvar del duro invierno partimos una dura mañana, mucha charla y poco movimiento para mi gusto. Algo que parece típico de los humanos que si algo no se habla hasta el cansancio no se hace. Cuan diferentes que somos, con sólo mirar a mis hermanos e incluso sin mirarlos ya hacemos las cosas y nos entendemos pero estos humanos...

El primer día pasó sin pena ni gloria, aunque quizás si con pena porque el resultado no era el esperado aunque todavía falta para terminar la semana. El segundo día me cruzo con Bjorn y ni me esfuerzo en saludarlo, viendo todo lo que estamos sufriendo por su culpa, por haber dejado a Erik escapar tantas veces en el combate pasado. Con la caída de ese tipo habríamos logrado la ventaja táctica y este lerdo nos hizo costar la pelea. Ahora estaríamos disfrutando de la mejor zona y viviendo cómodamente pero no, nos tocó el lado marginado.

Sigo mascullando y renegando a los dioses antiguos por lo que estamos viviendo pero se que no puedo quedarme en eso, tenemos que solucionar esto y apuesto hasta lo que no tengo de que aquí estará la solución. Pasan las horas y se van escurriendo las posibilidades, mi ánimo se exasperó tanto al punto que nadie se me acercó.

La tarde caía y con ella otro día gastado en nada, el sol estaba dando sus últimos trazos que reflejaban en el agua. Piso el reflejo de mi medio cuerno frustrado por no dar con algo de valor. Como si la falta de mi cuerno hiciera que no pudiera dar con recursos valiosos para el clan.

Giro enojado sobre mis talones y noto que algo brilla en la punta de mi pie, lo sacudo pensando que es algo insignificante pero eso que brillaba con la luz no se quería ir. Me inclino quejándome por el dolor de espalda, un dolor menor incluso que el de mi espíritu. Con las uñas retiro lo que tanto brilla y mis ojos se van abriendo a medida que acerco esa pequeña hasta el punto que la tengo delante de la nariz. Me quedo así un buen rato admirando lo que encontré, tanto que un compañero se acercó y me habló pero no se bien que dijo, le hice señas para que se acercara y viera lo que yo. - ¿Sabes lo que podría ser esto?. - Iba a decirle más cosas pero no era necesario, el había entendido. - Ve a buscar a los dos hermanos que dejamos con el clan y avísale a Asbjörn de que traiga a los suyos acá. Cuando llegues al Salón el ya tendría que estar ahí, no te demores. - 

De un momento a otro todo podría cambiar, miro a los cielos como queriendo encontrar a los antiguos dioses pululando por ahí aunque no los veo. - Señores, nos quedaremos aquí un buen tiempo. - Sentencio al resto del grupo. Vinimos para jugárnosla el todo por el todo y quedarnos a juntar recursos comunes no va salvarnos del invierno.

Bueno, ya estamos seguros que de aquí sacaremos el alimento en la primavera y hasta el otoño, incluso hasta podremos cazar tranquilos. Una cierta tranquilidad me deja haber corroborado lo que ya sabíamos, lugar para pasturas, sembrar y recolección de alimentos como de caza. Ya sabré donde venir cuando los hielos se vayan.

El segundo día arrancó ajetreado, donde fuera que estuviera recorriendo alguien más del clan ya estuvo dando vueltas por esa zona. Seguro de que Wulfrig supo ver lo bueno de ese lugar le dediqué un respetuoso saludo y seguí mi camino pero hacia donde estaba el resto del clan para descansar un poco con la idea fija de aprovechar el resto del día para partir y recorrer todo el territorio que mis patas pudieran.

Aunque el progreso de su exploración era más lento de lo que en un principio Gunnar había esperado a causa de lo escarpado del terreno, lo cierto es que lo que había encontrado hasta el momento sí que era lo que había esperado: arboles, algunos de ellos bastante grandes, plantas adaptadas al clima de la montaña y diversos animales, aunque ninguno que le supusiese un riesgo real. Claro que también había hallado algo de cierto interés: cuevas. En particular, le llamó la atención una de ellas a causa de su tamaño.

Podría servir para refugiarnos del invierno… o en caso de ataque- pensó, aunque claro, para poder siquiera considerarla para eso, primero tenía que asegurarse de cuán grande y profunda era realmente, así como también de que no había peligro alguno en su interior. Con esos pensamientos en mente, Gunnar decidió que se adentraría en la cueva. Si no hallaba nada importante, descendería a los páramos centrales, y si encontraba algo… bueno, decidiría en ese momento.

Aunque intentaba mantener impasible la expresión de su rostro, lo cierto es que lo que habían visto hasta el momento, preocupaba a Bjorn. La lagunilla, que en principio había tenido como una fuente fiable de agua para su clan, no parecía ser en realidad indicada para ello. En primer lugar, tenía un tono algo verdoso, y al probar un pequeño trago, se notaba cierto sabor como a roca en ella, si es que eso tenía algún sentido. Pero sobre todo, lo más extraño de la lagunilla era que el agua se encontraba caliente, lo cual era extraño en cualquier lugar, pero más aún en aquellas frías tierras.

¡Que nadie beba del agua hasta que no sepamos más!- les ordenó a aquellos que lo habían acompañado.

Tal vez el mender sepa algo más de estas cosas… o puede que Gunnar o algún otro haya oído hablar de algo así- pensó, consciente de que tal vez otro hubiese sido más adecuado para aquella tarea. Sin embargo, su gente le necesitaba, así que haría lo posible por averiguar todo lo que pudiese.

Construyamos una balsa, voy a intentar averiguar de dónde viene esta agua caliente- les dijo -Luego, exploraremos las orillas- añadió.

Los cuatro Varls decidieron conseguir todo el oro que pudieran durante aquellos días e incluso avisaron a Asbjorn para redoblar esfuerzos, aunque no era seguro que el otro gigantesco Varl se uniera. Las laboras iniciaron en la noche del segundo día, ubicando un campamento temporal y preparando todo. Pero fue durante el tercer día que el arduo trabajo realmente empezó, y la búsqueda de oro fue dando fruto llegando a conseguir una cantidad mas que aceptable para aquel primer día, aunque siempre cabía la posibilidad de que justamente hubiesen conseguido el oro fácil.

La noche del tercer día el grupo de Varls se refugió en su campamento improvisado para pasar la noche, habiendo guardado todo el oro en un bolso de cuero bien custodiado entre ellos. Ya entrada noche, un gran rugido despertó a todos, así como el grito de pánico de lo que parecía ser un hombre. El Varl que montaba guardia les indico que el ruido provenía de una pequeña zona boscosa, desde el otro lado de un par de arroyos de gran caudal.

El recorrido por las fronteras con las llanuras no trajó información importante, salvo el mero conocimiento del terreno, que habría de informar a su clan a su regreso. En el tercer día, al recorrer los riachuelos, se encontró con que había muchos miembros del clan allí, sobre todo cerca de la lagunilla, donde se podía ver tanto a Bjorn como a ha Wulfrig. Por ell opto por bajar colina abajo, sobre la región de los riachuelos que daban paso a las llanuras y a una amplia lagunilla en el territorio del clan Rotensnö. Sobre aquellos territorios, en la noche del tercer día, le pareció ver antorchas que deambulaban por una ciénaga al norte del territorio de los Rotensnö, pero dado que no tenía permiso de adentrarse allí, se alejó hacia el norte, hacia la región de los riachuelos que bajaban de las montañas.

Allí se encontró con el deshielo ya había terminado y pronto la nieve empezaría caer con intensidad sobre las montañas, y mas adelante, sobre de ellos. En la madrugada del quinto día, cuando todo su trabajo había prácticamente terminado, se encontró con dos cosas importantes, lo primero es que había encontrado una cueva bajo una pequeña cascada en la zona montañosa de los riachuelos, pero lo realmente inquietante de todo ello, es que juraría haber visto luces allí cerca.

El encuentro fortuito le dio esperanzas a la mujer, el hecho de que sus vecinos enviasen figuras importantes en el clan mostraba buena fe y que probablemente tanto su esposo como el mender tenían razón. Lamentablemente, sentía que Niklas y Fridtjof tendrían que hacer de tripas corazón y pensar en sus clanes más que en sus rencillas personales. Sabía que el mismo mender consejero de su gente no la pasaría nada bien si arruinaba la relación que estaba floreciendo allí entre esas personas.

La recepción de parte de Embla fue cordial, hablando con ambos embajadores de todo lo que habían visto en aquella región, intercambiando noticias e intentando saber como estaba el destino fraguando el asentamiento de Rotesnö.

Ni lerda ni perezosa, la líder abrió varias propuestas para que considerase el consejo: abrir caminos entre sus territorios, reforzar el comercio y el intercambio de noticias y ayuda, e incluso formar ahora mismo una caravana para visitar el pueblo.

- Espero que nuestra alianza se fortalezca, pues necesitamos más que palabras para que ello suceda. Los miembros de Rotesnö serán siempre bienvenidos en la tierras de Lávidr. Podremos construir juntos caminos y organizarnos para protegernos de cualquier amenaza - expresó con seguridad - En un futuro podremos invitaros a comer un banquete y beber hidromiel -

Durante su segundo día de exploración, Gunnar decidió adentrarse en la cueva mas grande encontrada en el día anterior, para ello tubo que rehacer el camino ya recorrido, preparase para sumergirse en la oscuridad.

La cueva era grande y firme, tal como esperaba. Su entrada era amplia y el interior lo era aun mucho mas, tan grande como dos o tres grandes salones. A sus alrededores había varios pasadizos y otras cuevas menores que al recorrerlas parecían llevar a un amplio laberinto interminable.

Eindride se movía animado por una fuerza que parecía no ser la suya, incluso cuando la cabeza le daba vueltas o sentía que sus miembros pesaban aún más, el deseo de traer algo para los demás era un combustible que alimentaba su espíritu.

... eso y los tersos muslos de Islab, comparables con el batir endemoniado de sus espesas pestañas...

Aunque ahora se dedicase mayormente a ver los primeros desde atrás, siguiendo su liderazgo y escuchando sus acertadas direcciones. Si no fuese porque su impulso primordial era el hambre y descorazonmiento de los suyos, podría realmente pensar en invertir sus energías en otra cosa.

Sus cascos repiqueteaban en la roca y la tierra compactada mientras cabalgaba junto a los suyos y charlaba con humanos que eran casi como hermanos.

Bjorn había decidido concentrar sus esfuerzos en construir una resistente balsa durante el segundo día. En un principio usaron troncos de la zona cercana a la lagunilla pero pronto estos se hundieron tras terminar el trabajo, incluso pareciera que el calor y propiedades del agua fácilmente suavizaban los amarres. Uno de los civiles que había caído agua quedo ciego debido al ardor que le provoco el que le entrara el agua en los ojos, lo cual dejaba aun mas en claro su peligro; no obstante su piel y la piel del otro aldeano que se encontraba también en la improvisada balsa cuando esta naufragó, se encontraba bien. Quizá el agua era muy salada y altamente mineralizada, o se encontraba muy caliente.

El resto de aquel día siguió trabajando con solo cuatro aldeanos en construir una buena balsa con troncos y cuerdas que habían traído desde arboles fuertes. El aldeano enceguecido tuvo que ser llevado al asentamiento por otro de los civiles, y no era claro si volvería a ver. Para el tercer día al amanecer, el quinto aldeano estaba de regreso y la balsa ya estaba lista. Tras probarla, esta vez con éxito, Bjorn decidió explorar el mismo el centro de la lagunilla llevando a otro aldeano mas con él ademas de cuerdas y agua fresca. Y mientras tanto, los otros cuatro aldeanos habrían de concentrarse en explorar las orillas poco profundas de la lagunilla durante todo ese día.

El accidente con el aldeano, además de provocar que mol se maldijese internamente por ello, hizo que estuviese a punto de replantearse la idea de la balsa. Al fin y al cabo, su deber era proteger a su gente, no provocar que sufriesen daños. Pero no podía dejar que aquello fuese en vano, por lo que se mantuvo firme en su decisión inicial.

Se fuerte- le dijo antes de que partiese -Estoy seguro que volverás a ver- añadió, tras lo cual me giré hacía quien había decidido acompañarlo -Está en tus manos, cuida de él- le dijo con la mano en su hombro para inspirarle confianza.

Por suerte, y a pesar de los problemas iniciales, para el amanecer del tercer día habían conseguido armar una balsa lo suficientemente resistente, por lo que tras probarla, él y el aldeano que había regresado tras haber acompañado al herido de vuelta con el resto del clan, subieron a la balsa y se adentraron en la lagunilla.

Amarrémonos con las cuerdas, mejor no arriesgarnos- le dijo a su acompañante -¡Explorad bien las orillas, e id con cuidado!- les gritó a los que se quedaban en tierra. Dado el escaso tamaño de la laguna, no tardaron demasiado en llegar al centro de esta, donde Bjorn estudió las posibilidades -Busquemos algún indicio por la zona, no quiero meterme más de lo estrictamente necesario- le indicó.

Al ver a mi viejo maestro dentro de esa expedición, hizo que un nudo comenzará a formarse en el estomago, maldiciendo mi mala suerte. Antes de acercarnos, mire a Embla creo que podríamos intentar comerciar con ellos e irnos rápidamente. A pesar de la mirada de reproche de Embla, me encogí de hombros mientras continuábamos.

Según nos acercamos, mi cabeza era un torbellino, luchando entre mis deseos irracionales y mis deberes racionales, debatiéndome en un conflicto interior que, por las caras que ponía, eran evidentes para cualquier observador.

Así, antes de entablar conversación con el clan rival, tome el brazo de Embla para retenerla quizás podríamos intentar entablar una relación comercial, una especie de acuerdo. Si están de acuerdo, creo que la construcción de una vía para un comercio abierto podría ayudarnos a avanzar más rápido en nuestro asentamiento, así como para conseguir alimento.