Partida Rol por web

Al hablarle una mujer, el viejo se lleva la mano a la gorra y hace un leve gesto de saludo, a la vez que sonríe. El problema es que al hacerlo, casi desearíais que no lo hubiera hecho porque os muestra una dentadura compuesta por únicamente 4 dientes, amarillentos de tanto tabaco mascado.

Pos no muy lejos, señorita. Una vez pase el puente que hay en esa dirección, no tiene pérdida, sólo sigan el camino y procuren no salirse de él.

Al escuchar que el viejo conocía a los Butlers, Joseph se acercó.

Con educación y una amable sonrisa saludó al hombre llevándose la mano al sombrero, como el otro había hecho antes.

_Buenos días, buen hombre. Por lo visto conoce a nuestros amigos. Supimos que la Sra. Butler ha estado enferma. ¿Sabe cómo se encuentra? Por eso hemos venido a visitarla.

Observo, en completo silencio, como la investigadora, Mike, y Joseph, interrogan al lugareño, mientras siento como el sudor recorre mi espalda.

- Por Dios, que terminen pronto, y podamos marcharnos lo antes posible hacia la plantación, o voy a terminar desmayándome a causa de este maldito calor. -

El hombre te mira de arriba a abajo y te responde secamente:

No tengo ni idea.

Sin perder la cordialidad, Joseph vuelvea llevarse la mano al sombrero.

_Es usted muy amable.

Se gira hacia sus compañeros.

_¿Les parece si nos ponemos en marcha?

- Me parece sensacional.- algo le pesaba en el alma como una enorme piedra que se hunde en un lago... y no era la insufrible calor.

Rush había estado escuchando toda la cnversación mientras apuraba las últimas caladas de su cigarrillo. Después tiró la colilla al suelo y la pegó un pisotón para que se apagara. Después imitó el gesto que había hecho el señor y su compañero y sin decir nada se limitó a seguir las indicaciones mostradas.

_¿Mike, no quieres venir con nosotros este pequeño tramo que queda? Ya te estoy extrañando amigo, hace mucho que no hablamos un buen rato.

¿Te importa Nathan?.- había compartido muchas horas de viaje con él y no veía necesario ser descortes con este. Queda poco para llegar a la hacienda de los Butler y hace días que no puedo conversar con mis amigos.- las palabras del profesor volvían a excusarse mas por cortesía que por temor a represalias.

- Como usted quiera. Si alguien quiere venir conmigo, adelante, es bienvenido, o bienvenida. Si no, os seguiré.

_Muy bien, en marcha entonces.

Joseph se subió al coche y lo puso en marcha, esperando que sus compañeros se subieran.

La presencia de una mujer guapa y atractiva como era Sheila podía haber dado sus frutos, pero Joseph debió pensar que podía conseguir el mismo resultado.

Poco se podía sacar más de allí, al menos de momento. Volverían si era necesario, y esperaba que esta vez sólo fuera Sheila la que hablara y sacara la información necesaria.

Me fui hacia el coche sin esperar a Sheila. Aunque subiera conmigo, era mejor que los ancianos del lugar pensaran que teníamos muy poco que ver el uno con el otro, que en ningún caso nos vieran agarrados por si pensaran que eramos pareja.

La mujer se despidió del lugareño y caminó en dirección al coche. Richard y sus prisas por salir de allí. Aunque no parecía ser el único. De repente todo el mundo quería salir corriendo. Se preguntaba si aquel tipo ocultaría algo. La gente que deambulaba por allí no parecía de fiar. Era un lugar que no le transmitía buenas vibraciones.

- Yo iré con usted, Sr. Rush - digo, aceptando gustosa la invitación del parapsicólogo, mientras me dirijo hacia su coche - Mike, Joseph, espero que no os moleste que no os acompañe durante este trayecto, pero creo que no es conveniente que nadie vaya sólo en el coche, por si ocurriera algo. Además, así vosotros podréis hablar tranquilamente de vuestras cosas sin que esté yo delante. - Termino la frase con una ligera sonrisa en los labios y guiñando uno de mis ojos.

Ya en el coche, Joseph da unas amistosas palmadas en el hombroo de Mike, acompañando ese gesto con una sonrisa.

_¿Amigo, cómo has estado? ¿Qué tal ha sido el Sr. Rush como compañero?

Pues para hacer honor a la verdad solo decirte que el trato con el Sr. Rush ha sido prácticamente nulo...- tras una somera pausa.- si ya sé que te parecerá inverosímil pero apenas habremos intercambiado una decena de palabras y la mayoría de ellas en forma de cortesía. Aunque cierto es que cada vez que fumaba, que era bastante amenudo, me ofrecía gentilmente...- una divertida sonrisa se dibujaba traviesa en la cara de Mike.

_Jajaja diez días así... Cosas como ésa forman el temple de uno. De todas formas no me resulta inverosímil, al menos no debo preocuparme de que te haya puesto sus ideas raras en la cabeza.

Joseph hizo una pausa antes de continuar, él también tenía por confesar lo suyo.

_No creas que me fue mucho mejor que a ti. Con Emily apenas nos hemos dirigido la palabra. No sé si estará enfadada por algo o simplemente el cansancio, aburrimiento y clima la han afectado demasiado. Al menos ahora que se ha dado el gusto de viajar con su novio nuevo su humor mejorará.

A sugerencia del señor Rush, al cual no le parece muy correcto presentarse a la hora del almuerzo, decidís tomar algo en la cafetería local, para espanto y horror de los más refinados de vosotros, especialmente del doctor Sinclair.

Una vez engullido el bocado y sin intercambiar más palabras que las justas entre vosotros y con la camarera que os sirve, la cual tampoco hace ningún esfuerzo por entablar conversación, montáis es vuestros coches y ya entrada la tarde os dirigís en la dirección que os señaló el lugareño.

El tiempo ha pasado de bochornoso a tormenta y empieza a llover, lo que hace que los caminos sean aún más complicados de recorrer, teniendo que reducir vuestra velocidad para evitar patinar o caer en algún charco que atrape las ruedas.

Una vez en trayecto, retomáis vuestra costumbre de las largas e interesantes conversaciones en las que soléis enfrascaros en Arkham, si bien allí soléis hacerlo más cómodamente, alrededor de una buena mesa.

En esas estáis, mientras Joseph conduce con atención, pues el trayecto aunque no es peligroso, si que requiere cuidado para evitar un patinazo que os lleve a un percance desagradable, cuando llegáis a divisar a unos cien metros por delante un puente, que sin duda debe ser el que os dijo aquél redneck tan desagradable.