Partida Rol por web

_Bueno, yo... -finalmente el doctor apartó la vista de su copa para mirar al Sr. Rush- yo realmente siento que me estoy perdiendo algo, pues no entiendo. Ellas dicen que saldrán a investigar, solo que no sé qué es lo que irán investigar, ni a dónde irán a investigarlo. Lo único que se me ocurre, de acuerdo a lo conversado, es que vayan a los pantanos a ver si encuentran los secretos de los antepasados de Isaac, pero no me parece que sea algo para hacer en una noche tormentosa como ésta. Posiblemente se queden allí hasta mañana, y con luz creo que podrán investigar mucho mejor lo que deseen. Pero me da igual. Si a nuestro anfitrión no le molesta que vayan y vengan por su propiedad llenando todo de barro cuando regresen, por mí está bien. Estoy muy cómodo aquí, y este licor está muy bueno.

- Bueno... la verdad es que... en principio... habíamos pensado que fuera una excursión sólo de chicas... - digo, alargando el tiempo transcurrido entre las palabras, con el fin de hacerme la interesante. - Aunque si dos, o tres, caballeros tan apuestos se prestan a acompañarnos en nuestro improvisado paseo nocturno, no creo que ninguna de las dos tengamos ningún tipo de reparo en ello. - finalizo la frase guiñándole, de manera disimulada, un ojo al Señor Rush, con el fin de incitarle a que venga con nosotros. - Sheila, a ti, ¿qué te parece la idea?. -

Después, mirando a Joseph, con una picára sonrisa en los labios, y rogando que el Doctor decida finalmente quedarse en la mansión, digo:

- Joseph, no es necesario que vengas, si no lo deseas. De hecho, creo que alguno de nosotros debería quedarse haciéndole compañía a Isaac, y tú podrías ser esa persona. Así, podríais aprovechar para hablar en privado de vuestros asuntos, sin que el resto os incomodemos. -

Viendo vuestras intenciones, el doctor Butler, que hasta ahora había permanecido callado, no puede evitar el intervenir:

Me parece que no lo habéis pensado bien. Pasear a estas horas de la noche, sin luz y tras una tormenta me parece una locura de proporciones considerables, ahora bien - dice, mientras levanta ambos brazos a la altura de su pecho, con las palmas vueltas hacia vosotros, en claro gesto de rendición y/o resignación - podéis hacerlo si así lo queréis. Avisaré a Gullah para que no cierre la puerta de acceso al ala de vuestras habitaciones.

Se vuelve hacia Joseph para comentar: Joseph, si no supiera tu gusto por la ironía y las bromas pesadas, lo que has dicho de mis antepasados sería una grosería muy propia de yankees - mientras sonríe a su amigo, pues lo conoce bien y sabe que no pretendía ofenderlo.

En fin, que son libres de pasear lo que quieran, pero casi me dan ganas de hacerles firmar un papel que diga que están advertidos, por si alguien se tuerce un tobillo que luego no me demande - explica sonriente. Los que lo conocéis bien, sabéis que Isaac suele se una persona alegre, tal y como lo veis ahora. - Venga, os acompaño a la puerta y yo me retiro ya a mi cuarto a dormir un rato. Joseph, eres libre de hacer lo que más te plazca, acompañarles, quedarte aquí disfrutando de mis licores y mis puros o retirarte.

Se levanta y os acompaña hacia la entrada principal, flanqueado por Gullah, que había acudido al toque de campanilla. Mientras estáis en el recibidor, recibiendo unas linternas de queroseno que os trae el criado, podéis observar como por las escaleras baja una figura femenina, con un paso gracil y enfundada en un ajustado y escotado traje negro. En su mano sostiene un candelabro y su andar cadencioso hace que inevitablemente, todos los ojos de los hombres se fijen en ella, casi más de lo que la buena educación permite. Viéndola, comprendéis por primera vez el significado de la expresión "belleza sureña"

El doctor rompe el hechizo del instante para presentaros: Ah si, - dicer carraspeando - permitidme presentaros a mi prima Alexandra

Cuando se aproxima a vosotros, podéis ver que Alexandra es una mujer cautivadora, de negro pelo largo, deslumbrantes ojos verdes y un bonito lunar en la mejilla, única mácula que podéis apreciar en un tez pálida. Posee una voluptuosa figura, que queda resaltada por el vestido que lleva y su andar sinuoso.

Se acerca a vosotros y con su dulce acento sureño os saluda: Encantada de conocerosss* - mientras os mira fijamente a los ojos.

Este si se parecía más al Isaac con el que forjó una inquebrantable amistad y por el cual había recorrido medio país para auxiliarlo a raíz de un mísero telegrama, en ese preciso momento caigo en la cuenta de cuánto lo había echado de menos...
Mientras cojo una de las linternas paso mi mano levemente por su hombro como muestra de afecto, ahora más que nunca estaba decidido a llegar al meollo del asunto porque muy a mi pesar algo terrible rodeaba aquella finca...
 

Después de las palabras de presentación de Isaac, alzo la mirada y contemplo a aquella pariente de mi amigo de formas delicadas y tez pálida como la inmaculada nieve; instintivamente hago una pequeña reverencia con la cabeza acompañada de los hombros, vestigios de un protocolo aprendido de otra cultura que salía a relucir cuando el nerviosismo florecía en mi interior, sin lugar a dudas, tanta belleza me superaba. Buenas noches, señorita Alejandra.- añade el señorita mas por un palpito y deseo interior de que así fuese, de la certeza que lo fuera. Al entender el posible error se sonroja levemente. Un cosquilleó recorre mi estomago por lugares que jamás sospecharía que volvería a sentir.
 

Me quedé observando como esa belleza monumental se aproximaba a nosotros. Sonreí ante semejante escultura. Pero no saludé más que con una inclinación de cabeza. Si algo había aprendido de mis numerosas investigaciones es que una mujer guapa podía ser más poderoso que un veneno y siempre ocultaban algo, sea para bien como para mal. Mostrar mucho interés en ellas desde el principio es un riesgo que no podía correr

Escucho como la recién llegada nos saluda, mientras examino cada parte de su cuerpo con descarados ojos maliciosos, y omito el responder a su saludo de forma intencionada.

- No creo que esa suntuosa forma de moverse, y ese exageradamente escotado vestido, sean la mejor forma de presentarse ante los recién llegados. - Pienso, intentado alejar de mi mente la insistente evocación que intenta hacerme recordar la infinidad de veces que yo misma me he vestido, y me he movido, de la misma forma, con el fin de llamar poderosamente la atención de algún hombre.

Después, miro a Mike con cara de sorpresa, y horror, como si no reconociera a mi amigo en el hombre que tengo justo delante de mí.

- ¿Pero que demonios le pasa?. ¿Acaso le ha llamado tanto la atención la primita de Isaac como para ponerse tan nervioso?. Maldita sea, yo me he puesto vestidos así en alguna ocasión delante de él, y no le he visto levantar ni tan siquiera una ceja. - termino mi reflexión soltando un sonoro resoplido.

Estaba claro que Joseph quería quedarse para poder hablar con Isaac y que de todas maneras no hubiese ido voluntariamente a embarrarse a investigar quién sabía qué en una noche de tormenta, pero por dentro odió por unos segundos a Emily por explicitarlo tan inocentemente.

Mujeres, algunas veces pueden ser tan sutiles, pero otras...

Aún más le molestaron las palabras de Isaac. Incluso si no quería hablar del motivo de su pedido, podían hablar de otras cosas. Eran amigos desde hacía años, no había motivos para querer huir así. En su mirada se notó su enojo, que Joseph no se molestó en disimular.

Antes de que pueda decir nada al respecto, el ángel que se le apareció le hizo cambiar el gesto de su cara. Esa mujer hubiese valido todo ese pesadísimo viaje. Joseph con mucha decisión pero también con total naturalidad, se acercó a ella y extendió la mano para ofrecérsela a la joven; su palma estaba orientada más hacia arriba de lo habitual.

_Es un placer finalmente conocer a la familia de mi amigo Isaac. Soy el Dr. Joseph Sinclair, encantado.

Hasta esa tonada sureña era una delicia en ella.

Un sentimiento cálido recorrió todo mi cuerpo cuando la señorita Dickinson me guiñó el ojo y me insinuó acompañarlas bajo la noche estrellada. Un torrente de imaginaciones recorrió mi mente sobre las cosas que se podrían hacer si dejaba de llover y la temperatura lo permitía. Mi mente se había despertado, pero nada tenía que ver con lo dicho por mi amigo. 

Dio un paso hacia delante cuando su compañera le hizo el gesto, quiso dirigirse hacia ella, pero justo el Sr. Butler les interrumpió para presentarles a su prima.

¿La señorita Butler, era su prima? ¿quién podía creerlo? eran como la noche y el día. Aquella belleza sureña nada tenía que ver con su profesor, ambas personas era imposible que compartieran genes. De pronto todas esas sensaciones e imágenes que me habían venido a la cabeza con Emily se modificaron por esa figura voluptuosa de pelo negro como el azabache.

¿Por qué siempre hacían estas apariciones a cámara lenta Y entonces, olvidé que estábamos haciendo allí. Mi entrepierna me decía que olvidara todo lo demás, solo estaba ella. Si lograba estar con esa mujer el viaje hubiera merecido la pena.

Entonces hice una leve inclinación y me llevé la mano a mi sombrero, entonces recordé que lo había dejado guardado, así que simplemente hice un gesto de saludo.

Sheila se encogió de hombros, pero mirando divertida la escena. Asintió a Emily y saludó con cortesía a la recién llegada.

Estaba claro que ninguno de aquellos había visitado un estudio fotográfico para pin up. Ni siquiera le molestaba en Richard. Con un poco de suerte se los quitaría a todos de encima en pocos días.

La aparición de la dama sureña te deja más bien fría, no obtienes ninguna impresión a priori sobre ella.

La aparición de la dama sureña no te provoca ninguna impresión a priori sobre ella, aparte de acelerarte el pulso...

La aparición de la dama sureña no te provoca ninguna impresión a priori sobre ella, aparte de acelerarte el pulso...

La aparición de la dama sureña no te provoca ninguna impresión a priori sobre ella, aparte de acelerarte el pulso...

Te parece apreciar que esta belleza sureña muestra cierto interés por Emily

Te parece apreciar que esta belleza sureña muestra cierto interés por Emily

Tras este primer saludo, Alexandra no hace nada por entablar conversación, sino que más bien mira a su primo. Éste le explica que estáis allí de visita y que pasaréis unos días, ante lo cual la dama sonríe enigmáticamente y os dice:

Entoncess, ya noss veremoss por aquí. Que passeiss buena noche.

Tras lo cual os deja y se encamina hacia la habitación del desayuno

Tras ver como se aleja la sinuosa silueta de su prima y se pierde en la oscuridad, el doctor Butler os encara de nuevo:

Bueno amigos, como les he dicho, sois libres de pasear por donde queráis. En cuanto a tí Joseph, estaré encantado de charlar contigo, pero mañana, que hoy estoy ya agotado. Por favor, los que salgáis, tened cuidado ahí fuera. Entre la tormenta y el abandono que tiene esta vieja hacienda, no quiero que tropecéis y os rompáis un tobillo.