Partida Rol por web

Dado el poco tiempo que le dedicas y la escasa, por no decir nula, iluminación, no logras identificar ninguna de las plantas que hay en el invernadero, si bien tampoco te llaman especialmente la atención.

Rápidamente, te encaminas hacia el exterior, pero igualmente, no logras distinguir nada, ni rastros ni señales alguna de personas.

Que tu distingas, no hay ningún sendero.

Mientras tratas de encontrar en la oscuridad algún sendero que seguir y que haya podido tomar la belleza sureña, puedes escuchar un poco más adelante una conversación y en ella reconoces las voces de tus compañeros, en concreto del señor Rush y el señor Anderson.

Tan solo mirar un poco el terreno delante de él, el Dr. Sinclair se imaginó lo embarrados que debían estar sus locos compañeros de viaje y negó con la cabeza, un poco divertido. Dio la vuelta, y asegurándose de tener suficiente vela aún, dio un nuevo paseo por el invernadero para mirar con más detenimiento las plantas, si bien antes no había reconocido ninguna, quería ver al menos qué tipo de plantas eran.

Luego subió las escaleras para ir hacia la planta baja, hizo una escala en el baño. Con todo lo que había bebido, mejor no tener urgencias a la mitad de la noche. Miraría atento a su alrededor, a ver si encontraba alguna puerta, alguna habitación a la que no haya entrado. Se le ocurrió que si quería averiguar qué había ocurrido con Isaac, esa noche solitaria era la mejor ocasión, pues nadie podía culparlo por confundir el camino hacia las habitaciones. Siempre asegurándose de no quedarse sin luz.

Obviando a tus compañeros, decides que para tí es más importante tus costosísimos zapatos italianos de piel natural que andar a altas horas de la noche pateando barro por los exteriores, máxime cuando ya lo hacen otros por tí.

De vuelta al invernadero, curioseas más entre las plantas, pero entre la escasa iluminación y que hace ya un tiempo que no repasas tus conocimientos de botánica, no ves nada que te llame la atención, sólo plantas ornamentales, tipo orquideas.

Abandonando dicha línea de investigación, decides hacerte una idea cabal de la situación de la casa. Vuelves sobre tus pasos y atraviesas la sala de desayuno que pasaste anteriormente. A la salida de la misma, a mano derecha, se encuentra el baño, al cual entras a aliviar tu vejiga.

Una vez hecho esto, vuelves a pasear por la sombría planta baja, iluminado únicamente por la vela que portas en la palmatoria. Puesto que cualquier camino es tan bueno como el otro, empiezas por abrir la puerta de enfrente, que da a lo que sin duda es el comedor principal de la casa, con una mesa larga dispuesta para acoger perfectamente hasta a 20 comensales y aún sobra sitio. Una ligera inspección, hace que no veas nada de mayor interés, salvo los típicos armarios con la vajilla y un gran ventanal que da a la entrada de la casa. Un candelabro de cristal y bronce con capacidad para 32 velas cuelga del techo, apagado.

Cerrando la puerta tras de tí, tomas la de tu izquierda, la que te indicó el doctor que debíais seguir para llegar a vuestras habitaciones. al hacer esto, llegas a una cocina inmensa, relativamente nueva. A simple vista, se ve un fogón de madera para cocinar y un gran horno de ladrillos que permitirá asar y ahumar, amén de cocer el pan. En un rincón se ven las mantas que ha preparado Gullah para dormir, si bien él no está.

Sales por otra puerta y allí te encuentras con una serie de habitaciones, claramente las destinadas a la servidumbre y que os van a servir de dormitorio de invitados a vosotros. Gullah se encuentra en una de ellas, haciendo los preparativos para acomodar al ocupante de la misma.

Viendo que de ese ala no queda mucho más que explorar, vuelves sobre tus pasos hasta llegar al recibidor por el que entrasteis. En él hay una elegante doble escalera de roble que permite ascender a la planta superior y puedes comprobar como existen una serie de balconcitos por los que pueden asomarse desde la misma.

Mientras atraviesas el vestíbulo, notas una sensación extraña, pero a pesar de mirar inténsamente hacia todos los lados, no logras descubrir a que se debe. Es más, ni siquiera sabrías definirla.

Siguiendo hacia el otro ala de la casa, llegas a una estancia que es claramente una sala de estar. Es una habitación con suelo de piedra y paredes cubiertas de paneles de madera noble. En ella se hallan dispuestos 4 sillones orejeros alrededor de una mesa baja y un poco más allá se encuentran un par de sillas en torno a una mesa-tablero de ajedrez. Una chimenea ahora apagada proporciona calor a toda la habitación.

Enfrente de la sala de estar, se encuentra una puerta que al tratar de abrirla puedes comprobar que tiene echada la llave.

No hay nada que me llame la atención en esta planta excepto esta habitación, la única cerrada con llave y que no tiene la llave aquí. Seguramente la llave la tenga Isaac, aunque es posible que también Gullah. Sin embargo no puedo pedirle la llave directamente a ninguno de los dos, deberé pensar otra manera. Quizás hablando con Hannah... En todo caso eso será mañana. Ahora me queda un solo lugar por revisar en esta planta. Voy hacia el armario y pienso revisarlo con cuidado. No me extrañaría hallar una puerta secreta o algo por el estilo.