Partida Rol por web

El sol de la mañana se colaba a través de la hermosa galería victoriana que se erigía sobre el jardín. Las hermosas lilas y las variadas flores aun no habían aparecido en marzo, pero los setos presentaban un vívido verdor de bienvenida a la primavera. Los pájaros revoloteaban de rama en rama preparándose para dar la bienvenida a la vida, lo que llenaba el aire de diversos cantos. Aquel era al rincón favorito de Elisabeth para leer. La galería alojaba un pequeño estudio compuesto por un escritorio de caoba, dos sillones para sentarse junto a la cristalera y una pequeña mesita junto a ellas para tomar el té.

Los pasos se acercaron lentamente. Karen, la amiga de su infancia y confidente debía de estar a punto de llegar. Elisabeth siempre esperaba con impaciencia la visita de su amiga, pues hacía tiempo que ambas compartían el placer por las lecturas ocultas y por coleccionar extraños objetos. La puerta se abrió suavemente sobre sus goznes y la figura de Karen se dibujó al contraluz de la escalera.

-¡Hola Elisabeth!. Tenía ganas de verte, tengo muchas cosas que contarte. La enigmática sonrisa de Karen indicaba que debía de haber encontrado algo nuevo.

Elisabeth sonrió y deslizó un marcapáginas en el grueso volumen en piel que había estado consultando. Lo depositó sobre una mesita auxiliar de lectura, junto a otros volúmenes y un curioso amuleto (el objeto de sus investigaciones en ese momento) y se levantó para recibir a su amiga con los brazos abiertos.

-¡Hola Karen! Por favor, toma asiento y cuéntamelo todo. - dijo indicando al otro sillón - ¿Te apetece un poco de te? - Preguntó mientras ella misma tomaba asiento y hacía sonar una pequeña campanilla de plata posada sobre uno de los montones de libros.

Karen sonrió mientras abrazaba a su amiga. Hacía casi dos meses que no se veían desde que Elisabeth se fuera de nuevo de viaje, pero ya estaba acostumbrada a sus ausencias. Tomó asiento frente a su amiga y dando un rápido vistazo al libro que esta sostenía entre las manos la miró directamente.

-He encontrado una nueva tienda de antigüedades. Con una media sonrisa prosigió con la noticia. - ¿Te acuerdas que deciamos que no había apenas buenos libreros en Londres?. Pues hay un joven anticuario que esta rompiendo con esta tendencia. Esta en Chelsea.

Unos toques en la puerta les interrumpieron y Mary, la sirvienta personal de Elisabeth, entró en la estancia: - ¿Qué desea señorita Staunton? -

- Mary, por favor, ¿podrías traernos un poco de te y unas pastas? - pidió Elisabeth - ¡Ah! Y dile a Robert que tenga el coche preparado para ir a Chelsea dentro media hora. - añadió cuando la criada estaba a punto de despedirse mientras le dedicaba un guiño a su amiga.

Cuando Mary se hubo marchado, Elisabeth continuó con la conversación.

- ¿Así que un joven anticuario que rompe tendencias? - dijo Elisabeth mientras observaba a su amiga con sonrisa pícara - ¿Te refieres a la tendencia a ser unos viejos carcamales y feos? -

La sonrisa afloró a los labios de Karen recordando las largas conversaciones en el estanque sobre los muchachos que las cortejaban. Guiñó un ojo a Elisabeth y con voz insinuante dijo.

-Bueno yo realmente no he ido hasta alli, te estaba esperando. Pero una amiga me ha dicho que es bastante interesante. Su cara se transformó en una mueca de picardía.-Pero claro no se a que se referirá con interesante, jajajaja!

Su mirada se dirijió hacia el libro y el extraño objeto que su amiga estaba estudiando momentos antes.

-¿Que estabas leyendo?

Elisabeth se acercó un poco más a su amiga, casi sentándose en el borde del sofá. Intentó continuar hablando en un tono más confidencial, aunque era obvio que le costaba contener la excitación.

- Verás, como bien sabes acabo de volver de Egipto y allí - dijo señalando hacia el extraño amuleto - He encontrado ese escarabeo en un yacimiento. -

Alargó la mano para coger la pieza con forma de escarabajo que pendía de una rica cadena de oro. El colgante estaba en su mayoría pintado en tonos azules con líneas rojas perfilando las líneas del insecto. Con cuidado Elisabeth le dio la vuelta al objeto y le mostró a su amiga una inscripción en una extraña lengua.

- Estoy buscando la forma de traducir estos símbolos. - prosiguió mientras estudiaba pensativa la inscripción - Podría se la clave para encontrar el libro de los muertos. -

Luego volvió a dejar el amuleto en la mesilla y recuperando su tono normal concluyó con un puchero: - Pero no consigo nada, empiezo a pensar que es otro callejón sin salida. -

Karen tomo entre sus manos el magnífico escarabeo que le tendía su amiga. Era tan extraño que tuviera algo de policromía sobre su superficie que casi la hacía estremecerse al pensar en los posibles secretos que escondía.

-¿Donde lo encontraste?, a lo mejor eso puede ayudarnos.Karen frunció ligeramente el ceño, concentrándose en algo que parecía escaparse de su memoria.-Acabo de acordarme, he visto a mi padre leyendo esta mañana una noticia sobre Egipto. Dicen que va a llegar un barco cargado de tesoros de la última excavación del Dr. H. Carter. ¿Tal vez podriamos enterarnos de quien va a estudiarlos!. Una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro pensando en la posible aventura en la Universidad.

Una sonrisa borró rápidamente el puchero de la cara de Elisabeth.

- ¡Eso sería genial! ¿Qué te apetece primero? - dijo poniéndose en pie - ¿Visita a anticuario joven o paseo por la universidad? -

En ese momento Mary apareció en el umbral con el carrito del té. Lanzó un profundo suspiro cuando vio que su joven ama ya estaba en pie dispuesta a salir a la calle y dirigió una mirada de auxilio a Karen, no quería tener que volver a tirar un té.

Karen se quedó sentada un instante mirando como su amiga se movía hacia la puerta a toda velocidad. Justo en ese instante el ama de llaves entraba por la puerta con el té.

-Elisabeth espera un momento tendría que pedir permiso a mi padre ya lo sabes. Le dije que iba a estar aqui. Sus ojos se posaron un instante en el té y las pastas. -Además aun me tienes que contar muchas cosas de tu viaje. Se quedo mirando a su amiga y despues a Mary indicándola con la mirada que estarían un poco mas.

-Podríamos ir mañana. Asi tendremos tiempo de preguntar sobre un buen egiptólogo en el University College of London, ¿Te parece?

Elisabeth miró a ambas mujeres ligeramente contrariada, pero en seguida volvió a sonreír.

- Perdona Karen, ya sabes lo impulsiva que soy a veces. - dijo mientras volvía al sillón. - Además, como dice mi padre: antes de emprender una nueva tarea, acaba la anterior. -

- Unas sabias palabras las de su padre. - asintió Mary, satisfecha por que la señorita se tomara el té como Dios manda. Les puso el servicio al lado y se retiró, no sin antes dirigirle a Karen una sonrisa de agradecimiento.

Cuando estuvieron solas de nuevo Elisabeth se lanzó a relatar su viaje:

- Bien, sabes que tengo buenos contactos con el profesor Lorentz, de la Universidad de Oxford. Cuando nos encontramos en la fiesta de pedida de mano de Alexandra Watson, me comentó que uno de sus equipos había encontrado una serie de tumbas. Cuando me dijo el lugar tuve que contenerme para no soltar un grito de alegría. ¡Uh-Munon! - Elisabeth le dio un sorbo apresurado a su te y se levantó a buscar un rancio libro. Lo abrió por una página donde había un mapa que parecía ser de Egipto. - Uh-Munon es el valle donde, según algunos antiguos textos, se trasladaron las momias de los grandes sacerdotes de Anubis. Y estoy segura de que ellos debían haber conocido el Libro de los Muertos. -

Karen asintió, desde hacía un año su amiga de la infancia estaba obsesionada por aquel libro que era, según palabras de Elisabeth, junto con el Necronomicón, el grial de los libros de sortilegios . Cuando algún erutido le decía que el libro de los muertos ya había sido hallado y traducido, ella siempre matizaba - Pero no el Libro de los Muertos completo -. Continuó prestando atención al relato mientras se tomaba una pasta.

- Inmediatamente le pedí que me permitiera visitar el enclave. - Elisabeth cambió el gesto y agitó la mano con aburrimiento -Lógicamente encontré la oposición de siempre: No es lugar para una señorita de alta cuna. Lo encontrará aburridísimo. . Pues si tan aburrido es ¿por qué me lo cuenta? - luego continuó más animada - Finalmente tuve que recurrir a mi padre, pero una semana más tarde ya estaba a pie de excavación. -

Karen volvió a asentir, ya conocía aquella parte de la historia, pero a Elisabeth le gustaba contar el cuento completo.

- Tras discutir con los capataces nada más llegar, conseguí que me dieran unas herramientas para ponerme a trabajar. Pasaron un buen montón de días sin encontrar nada de interés para mí. Aunque me llevé la satisfacción de frustar las ilusiones que los capataces habían puesto en que me aburriera pronto de aquel juego.- le hizo un guiño a Karen acompañada de una sonrisa triunfante y añadió - Y fue entonces cuando lo encontré. Estaba atardeciendo cuando encontré el perfil de una losa en el suelo. Pedí que trajeran iluminación y limpié el borde por completo. Según las inscripciones de la losa allí yacía Rametep, el último gran sacerdote de Anubis. -

Elisabeth hizo una pausa teatral y luego continuó.

- Estaba convencida de que si en algún sitio podía estar el libro o una pista sobre él era allí dentro. Pedí que de inmediato trajeran unas palancas para abrir la tumba y ...- con desaliento se hundió en el sofá - no estaba el libro. Sólo una momia rancia con sus habitual parafernaria funeraria. -

Hizo un alto para tomar un sorbo de té antes de finalizar el relato. - Los arqueólogos me felicitaron por el hallazgo y no entendían por qué no estaba tan emocionada como ellos. Pero al menos encontré este amuleto en una de las vasijas. Las inscripciones que te he mostrado no coinciden con ninguna de las que había en la tumba, por lo que espero que encierre algún mensaje cifrado que me de una pista del paradero del libro... o la marca de un vendedor de baratijas. terminó con una sonrisa irónica.

Karen miró como su amiga volvía a sentarse. Elisabeth, siempre tan impulsiva.Al escucharla citar los sacerdotes de Anubis sus ojos se abrieron como platos.

-¿Y estuvistes alli?. Se adelantó un poco en su sillón y centró toda su atención en su amiga, como si las palabras de esta pudieran llevarla hasta el valle perdido que añoraba conocer.

Karen se fué acercando más a su amiga inconscientemente. Y ahora dira y el libro estaba allí, lo tengo guardado.Cuando la decpcionante noticia de que sólo había una momia salio de los labios de su amiga.

-Vaya decepción, pense que ya lo teníamos. Creí que por fín los secretos se abrirían para nosotras. Ahora fué Karen la que estuvo a punto de hacer pucheros.

Tomó el escarabeo entre sus dedos y jugueteó un poco con él.

-¿Y ahora que vamos a hacer?. He buscado en todos los rincones de Londres. Al menos en todos los que he podido. La decepción cruzaba el rostro de Karen. En ninguno han oido hablar jamás del Necronomicón. Y en una tienda un anciano me expulsó de allí con malas palabras. Creo que nunca lograremos avanzar en esto. Sus ojos brillaron levemente con unas lágrimas incipientes. Karen estaba haciendo esfuerzos para evitar llorar de amargura.

Elisabeth se quedó pensativa.

- ¿Qué hacer? ¿Encontrar un egiptólogo que les ayudase con el escarabéo o seguir buscando el Necronomicón? -

Finalmente pareció tomar una decisión:

- Si te soy sincera, creo que me vendría bien un pequeño cambio de temática. Este escarabéo no va a ir a ningún sitio. ¿Qué te parece si indagamos un poco en la tienda de ese anticuario nuevo? Quizá siendo más joven sea de menta un poco más abierta. - viendo que Karen va a repetirle que necesita pedir permiso añadió - Iríamos, claro está, cuando tu estés lista, no tiene por qué ser ahora mismo. Hoy, aprovechando que tenemos el coche preparado y hace un día estupendo podríamos, ir a dar un paseo por Londres. -

Esperaba que la idea de ponerse en movimiento animara un poco a la pobre Karen, odiaba verla llorar. - Anímate Karen, - dijo suavemente acercándose a ella y cogiéndole las manos - ¿quién sabe lo que nos tiene deparado el destino? -

Karen recogió las manos de su amiga entre las suyas y las apretó suavemente agradeciendo el apoyo de su amiga. Ambas llevaban muchos años de relación y se conocían muy bien. A pesar de que Elisabeth realizaba muchos viajes siempre que volvía se reunía con su amiga de la infancia, y esta aprovechaba para disfrutar de las aventuras que ella nunca viviría.

-Bueno, pensándolo bien si alguien nos acerca en coche hasta Londres y si casualmente, mientras paseamos, llegamos hasta una tienda de antigüedades no sería infringir ninguna estricta regla social. ¿No?. Tengo tantas ganas de visitar la tienda, espero poder encontrar algo de lo que llevamos años buscando. Eso si, supongo que tendremos que abordar con cuidado al anticuario, no vaya a ser que se escandalice con nuestras peticiones. ¡Jajaja!. La risa de Karen brotó de golpe, sincera y cristalina.

De un salto correteó hasta la puerta con la intención de salir. Mientras abría la puerta dió un vistazó hacia su amiga, que seguía sentada en el sofá, y esperó a que esta se levantara.

-¿Vamos?

Elisabeth desplegó una amplia sonrisa y mientras se levantaba y se acercaba a ella, le respondió con fingido enfado

- ¡Oh vamos! ¿Cuántas veces me vas a recordar lo de aquel pobre anticuario? Ya soy una mujer respetable y no me dedico a acorralar a venerables ancianos contra una cómoda Luis XIV mientras le asalto a preguntas esotéricas. -

Luego con sonrisa malévola añadió - Lo que sí que sigo haciendo es ganarte en una carrera hasta el coche. - Sin darle tiempo a reaccionar, se coló por la puerta a la carrera en dirección al coche, para escándalo de Mary, que se acercaba por el pasillo para retirar el servicio de té.

Cuando su madre las vio correr por el recibidor hacia la puerta sonrió mientras hacía un gesto negativo con la cabeza, - Son como niñas, algún día tendré que hablar con Elisabeth sobre sus modales. -, pero lo pensó con el convencimiento con que uno piensa que debe buscar un ramo de flores frescas.

Trasa la cena, Elisabeth se despidió pronto con la excusa de que el siguiente día sería muy ajetreado con todo el asunto de la llegada del Newcastle. Cuando por fin se encontró a solas en su cuarto se sentó en su sillón favorito para recapitular sobre el intenso día transcurrido mientras tomaba notas en su diario. Hubo un hueco especial para Joss Nieman en la página de ese día... tal y como había dicho Karen -Era un hombre muy interesante.-. Por desgracia también hubo hueco en su página para el desagradable "amigo" de Anne.

No tardó mucho en irse a dormir, aunque antes le echó un vistazo más al escarabeo que había estado examinando cuando llegó Karen. Pero lo abandonó pronto desganada, despúes de todo no les había mentido a sus padres respecto a que el día siguiente prometía ser muy ajetreado.

La noche transcurrió de un modo apacible. A pesar de la desagradable cena que habían sufrido Elisabeth logró descansar sin ninguna pesadilla que la acechara desde las sombras. Tras levantarse y desayunar ya estab preparada para el nuevo día. ¿Qué la deparaba aquella magnífica mañana en la que el Newcastle atracaría en puerto?. Seguro que Anne, Joss y Karen la harían pasar un día memorable.